jueves, 22 de mayo de 2014

LA INFLUENCIA DEL EJERCICIO FÍSICO EN EL SISTEMA INMUNOLÓGICO


Una persona goza de buena salud mientras  mantiene su sistema inmunológico  equilibrado, pero debido a las más distintas adversidades que uno pueda encontrar a lo largo de su vida, muchas veces eso no es posible. Desafortunadamente vivimos en un constante desequilibrio: contaminación medioambiental, diferencias térmicas importantes en un mismo día, alimentación desequilibrada y desmesurada, sedentarismo, aporte hídrico insuficiente, dejarse llevar por el estrés y no tomar medidas para solventarlo, el consumo de alcohol, de tabaco, de drogas, etc. Muchos son los factores que participan para que  podamos  mantener el equilibrio en nuestra salud. Para direccionar nuestras vidas hacia ese camino, es fundamental que desaprendamos algunas costumbres impuestas y adquiridas, y que empecemos a evaluar, al mismo tiempo que a cuestionar, el porqué de las cosas, siempre buscando el sentido común para la aceptación de las mismas en nuestras vidas.

El sistema inmunológico es el conjunto de procesos biológicos y estructuras que están en el interior del organismo y que sirven para protegerle de las enfermedades. Es la defensa natural de nuestro cuerpo frente a las infecciones. La práctica regular y equilibrada de ejercicio físico y tener una alimentación saludable, son dos de los factores más importantes para mantener nuestro sistema inmunológico dentro de los parámetros normales, pudiendo incluso proporcionar una resistencia añadida  en las defensas del organismo. Es fundamental hacer que el sistema inmunitario sea activo y trabaje dentro de su normalidad; por este motivo, hay que tener claro que el sedentarismo es una vía directa para la ralentización del sistema inmune.  Siempre es bueno recordar que los trastornos del sistema inmunitario pueden ocasionar enfermedades.
El trabajo del sistema inmunológico es destruir organismos infecciosos invasores, antes mismo de que puedan atacarnos y causarnos daño.   Nuestro sistema inmunológico está siempre alerta. Todo cuerpo externo se llama antígeno, y éstos deben ser eliminados antes de que ocasionen problemas. En la primera línea de defensa del cuerpo humano están los denominados macrófagos, que son células que circulan por la corriente sanguínea y los tejidos: son los vigilantes de los antígenos. Al detectar la entrada de un invasor, un macrófago inmediatamente lo intercepta, lo captura, y lo mantiene dentro de la célula. Las enzimas del interior del macrófago destruyen al antígeno. En la mayor parte de los casos, otras células del sistema inmunológico se asocian en esta acción.
La maravillosa máquina humana está preparada para resolver varias situaciones,  para muchas de las cuales todavía no somos totalmente conscientes de los protocolos que utiliza. De todas formas, es fundamental llamar la atención sobre algunos aspectos relacionados con nuestro sistema inmunológico, como el uso de los fármacos en exceso. La excesiva utilización de fármacos, y sin una prescripción médica, puede ser muy perjudicial para la salud. Gran parte de las personas, al mínimo síntoma de un pequeño resfriado, se atiborran de fármacos casi que de una manera preventiva.

La salud no se construye con los fármacos, sino con una vida equilibrada.

Los fármacos existen para solucionar situaciones en las que el cuerpo humano se encuentra incapacitado de hacerlo debido a los desequilibrios ocasionados por alguna anomalía. En el caso de un típico  resfriado, las personas se alarman, y lo que suele ocurrir con normalidad  es que, además de la ingesta de los fármacos sin una prescripción facultativa, éstas se encierran dentro de sus casas, en muchos casos convalecientes en la cama, y no abren las ventanas para que no entre frío,  por lo que las estancias no se ventilan correctamente, y durante algunos días no cambian de pijama, tampoco las sábanas. Es importante recordar que un sólo estornudo es capaz de contaminar un área de seis metros a la redonda, y sus bacterias pueden permanecer en el ambiente hasta 4 días, además que puede alcanzar una velocidad de entre 110 y 160 kilómetros por hora.
¿Alguna vez os habéis parado para imaginar cuántas veces se estornuda en un día de resfriado?
Dicho esto, en el caso de un resfriado, dejemos que nuestro sistema inmune trabaje antes de la ingesta de los fármacos, y en el caso de que se haga necesaria dicha ingesta, siempre hacerlo con el consejo y supervisión de un médico. De todas  formas, habiendo  presencia de un tratamiento farmacológico o no, en casos como éstos, facilitar la entrada de aire dentro de casa es fundamental, pues todos  los virus y bacterias son anaeróbicos, así que el aire puro viene muy bien como un primer paso para una rápida recuperación de un proceso gripal o un resfriado; cambiar sábanas y la ropa de dormir a menudo también son fundamentales, y si se tiene  algo de fuerza (no de disposición, puesto que en estos procesos la disposición desaparece), hacer ejercicio físico moderado (ej: salir a caminar al aire libre).    
Es fundamental dejar que nuestro organismo trabaje antes de la aplicación de los fármacos, de esta manera fomentaremos más resistencia orgánica frente las enfermedades.   

Hasta ahora me he referido a las personas que no padecen ninguna anomalía en su sistema inmune, pero eso puede pasar. Es el caso de las personas que tienen un sistema autoinmune debido a un fallo en su sistema de defensa, y éste en vez de defender el organismo, puede atacarlo. Ante una anomalía en el sistema inmunológico, éste no diferenciará sus células de las intrusas, y en vez de luchar en contra de los antígenos, puede ir en contra de sus propias células y tejidos por error. Los componentes implicados en este ataque se llaman linfocitos autorreactivos o autoanticuerpos. Esta errónea respuesta del sistema inmunológico facilita la aparición de varias enfermedades autoinmunes como el lupus, la artritis reumatoide y la miositis.

Con la práctica regular de ejercicio físico se consigue fomentar un ambiente totalmente alcalino en el organismo. Mismo estando en presencia de una enfermedad, el ejercicio será capaz de eliminar la acidez y de activar la eliminación de los radicales libres, al mismo tiempo que facilitará poderosas  herramientas al organismo para la lucha contra  los antígenos. También facilitará una positiva e importante alteración metabólica, posibilitando así una más rápida eliminación de  toxinas (fármacos) del organismo. La práctica de ejercicio físico en estos casos es muy recomendable, pues también será capaz de estimular un importante incremento del aporte hídrico, que es fundamental para el transporte del oxígeno. 
El ejercicio físico es una antioxidante natural al igual que el sueño (dormir). Tal es la importancia de ambos, que son capaces de reponer el ADN  celular, de mejorar el sistema inmunológico y de producir una notable mejoría en nuestra salud. También es importante recordar que una vez que el organismo metaboliza un determinado fármaco, al igual que los alimentos, el cuerpo utiliza lo que necesita, y aquello que no precisa lo descarta, lo que muchas veces son grandes cantidades de sustancias químicas, y  esas sustancias pasan a ser algo dañino para nuestra salud (efecto secundario). Éste es otro de los motivos por los cuales se debe practicar ejercicio físico durante  el tratamiento de enfermedades, aunque exista la necesidad de medicación. [1]

La actividad física servirá como antioxidante acelerando el metabolismo y ayudando a eliminar el fármaco excedente, además de fomentar un ambiente alcalino en el  organismo. Estimulará la liberación de oxitocina, de serotonina, de dopamina, inhibirá la liberación de la ACTH (hormona del estrés), y eliminará cualquier posibilidad de  que la persona se deprima debido a la enfermedad. El ejercicio físico actúa directamente en las células evitando que se pongan enfermas.



1. La efectividad del ejercicio físico en el tratamiento de las enfermedades.


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jueves, 8 de mayo de 2014

LAS EMOCIONES DENTRO DE LAS ENFERMEDADES

Se empieza a hablar cada vez más y con mayor frecuencia sobre los tratamientos de enfermedades por medio de la actividad física. Es muy importante llamar la atención sobre varios aspectos,  uno de ellos, y el más importante, que el mundo de las enfermedades es algo muy  interesante pero muy complejo a la vez, y hay que estar verdaderamente preparado para asumir una  responsabilidad de este calado. De otra parte, al plantear tratamientos vía ejercicio físico a  poblaciones especiales para las más distintas enfermedades, es de sentido común conocer las  enfermedades a fondo antes de la aplicación de la actividad física, al mismo tiempo que es fundamental tener un gran conocimiento sobre los ejercicios físicos y sus diferentes formas de aplicación, además de estar al  tanto de todos los efectos que estos últimos pueden proporcionar a las personas que padecen alguna anomalía. Dicho esto, me empieza a preocupar la proliferación de publicidades que últimamente veo sobre muchas y variadas  actividades que sirven para tratar una inmensa cantidad de enfermedades, y que además todas las personas que las aplican se dicen “capacitadas” para hacerlo. Desde luego algunas personas del mundo de la actividad física y de la salud sí que están capacitadas, y además con una gran preparación, pero lo que me asusta es que hay una inmensa cantidad de personas que carecen de esta clase de formación, y que aún así siguen trabajando con esas poblaciones. El mundo de las enfermedades no tiene nada que ver con el de la salud. El gran tema es fomentar que estos dos mundos se fusionen haciendo que el de las enfermedades desaparezca.

Llevo más de 20 años investigando el tratamiento de enfermedades vía ejercicio físico de los cuales,  en algunas enfermedades, tengo grupos de investigación que llevan conmigo 12 años; y sin embargo cada día que pasa descubrimos algo nuevo y me doy cuenta de que mi conocimiento es imperceptible.  
Dentro de los tratamientos de enfermedades por medio de la actividad física existen varias líneas muy efectivas de trabajo. Siempre es importante recordar que el cuerpo humano tiene una ingente cantidad de sistemas de autodefensa frente a las más distintas adversidades que puedan ocurrir en el día a día. La mejor manera de entrenar estos sistemas de defensa es con la práctica de ejercicio físico regular y una alimentación equilibrada. El ejercicio físico es capaz de proporcionar una gran cantidad de estímulos que incitan a nuestro cuerpo a reaccionar de manera positiva de cara a cualquier anomalía, y que pueden ser claves en la defensa del organismo frente a una enfermedad más importante.

He escrito varios artículos hablando sobre el estrés, y lo seguiré haciendo, pues esta enfermedad que está tan bien aceptada por la sociedad, es una gran impulsora de la pérdida de calidad de vida de muchas  personas,  tanto por sí misma como si está vinculada a la presencia de alguna otra enfermedad. Está presente en más de un 90% de las enfermedades. Al ponerse enfermas las personas  se enfadan, sienten miedo, se deprimen, algunas a mayor escala que otras, pero todos estos síntomas pueden dificultar la recuperación de las enfermedades  pudiendo alargarlas de una manera considerable. Es fundamental recordar que el estrés inhibe el sistema inmunológico de las personas, facilitando así la pérdida de efectividad del organismo para protegerse frente a las adversidades. Sin embargo, en la presencia o no de cualquier enfermedad, el estrés también puede ocasionar la ansiedad y la depresión. Ante una enfermedad, de manera general, las emociones se hacen difusas, y según la manera que tenga la persona en cuestión de afrontar  dicho proceso, las emociones son capaces de regular nuestro estado mental, además de nuestro estado corporal. El cuerpo humano no sólo evidencia las emociones que sentimos, sino la manera en  la que las sentimos. El cerebro procesa algunas emociones en función del estado fisiológico del corazón. Al recibir un impulso negativo de  miedo o susto por alguna situación inesperada que se nos cruce en el camino durante la sístole (contracción miocárdica en la que el corazón expulsa la sangre de su interior), se percibe la emoción de una manera más intensa que si fuera la misma situación en diástole (cuando el corazón se relaja después de la contracción).

El cuerpo está totalmente sincronizado con las emociones, tanto es así que en algunos casos el dolor físico puede proceder de una emoción producida por un fuerte proceso de ansiedad. Las emociones humanas pueden liberar sensaciones físicas muy fuertes. El cuerpo,  además de  manifestar las sensaciones que sentimos, también es capaz de influir en la manera que sentimos estas emociones. Es importante volver a recordar que toda enfermedad tiene un componente emocional muy importante, y lo que va a determinar la inhibición de este componente es el estado anímico de la persona en cuestión. El gran impulsor para la mejoría del estado anímico de una persona es la práctica regular de ejercicio físico junto con una alimentación equilibrada, máxime si el individuo se encuentra dentro de una enfermedad. Practicar actividad física controlada y supervisada durante una enfermedad es algo muy interesante que además fomentará un avance en el proceso de recuperación del paciente.
Al hablar de la emoción, me he referido a sólo uno de los aspectos que intervienen en una enfermedad. Por ese motivo, es inteligente recordar que cada persona es un mundo totalmente diferente, y que en un tratamiento también basado en ejercicio físico, es de suma importancia individualizarlo, al mismo tiempo que debemos valorar cuál será el protocolo más indicado a seguir, puesto que el protocolo “A” quizás sea correcto, pero puede estar siendo aplicado a la persona equivocada. El cuerpo humano funciona de manera global, es decir, todo está conectado con todo. En presencia de una enfermedad, el cerebro recalcula todos sus procedimientos cambiando así el metabolismo de la persona con el fin de recuperar su integridad física lo antes posible. Para el tratamiento de enfermedades vía actividad física, debemos seguir la misma máxima.



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