jueves, 2 de octubre de 2014

DEBEMOS INVERTIR MÁS EN EJERCICIO FÍSICO


Mantener una vida activa equivale a  tener la llave para fomentar una existencia libre de problemas de salud y con buena calidad. Por desconocimiento o no, muchas personas todavía no se han percatado de la importancia de no ser sedentario; gran parte de las enfermedades existen porque las fomentamos nosotros mismos con nuestras acciones. El ejercicio físico y la alimentación equilibrada juegan un papel fundamental en la consecución de una vida sana. Nuestro cuerpo es capaz de facilitar todos los caminos para la obtención de la salud. Por infelicidad, muchas personas aún están en la inopia, pues quieren tener grandes resultados físicos sin esfuerzo, y buscan las más dispares posibilidades para no tener que sudar ni moverse. Mucha es la gente que está pagando grandes sumas de dinero en productos y las más diferentes técnicas, la mayoría con fines estéticos. La X de la cuestión es que en el mundo existen muchas personas que están enfermas y que no lo saben, y muchas otras que lo estarán en un corto espacio de tiempo, pero que posen una apariencia inmejorable debido a que cuidan mucho  su estética. Enfermedades como la hipertensión, el estrés, la diabetes, etc.,  no suelen presentar mudanzas físicas evidentes, además de ser muy silenciosas, pudiendo  llegar a ser muy dañinas en ausencia de cuidados. Además, la mayor parte de las investigaciones sobre las enfermedades se direccionan a la búsqueda de su cura  siempre por vía de los tratamientos  farmacológicos. Se invierte una absurda cantidad de dinero en investigaciones,  muchas de las cuales  intentan obtener fármacos que simulen los efectos beneficiosos del ejercicio físico en el organismo, como es el caso de algunas investigaciones actuales sobre diabetes tipo 2.
En presencia de la diabetes tipo 2, el hígado, la grasa y las células musculares no responden de manera óptima a la insulina, hecho que llamamos “resistencia a la insulina”. Como resultado, el azúcar de la sangre no consigue entrar en las células con el fin de ser almacenado como fuente de energía. Cuando ello ocurre, se acumulan niveles anormalmente altos de azúcar en la sangre, lo que se denomina hiperglucemia. Por lo general, la diabetes tipo 2 se desarrolla lentamente y en silencio. Gran parte de las personas que la padecen tienen sobrepeso, y el aumento de la grasa dificulta al cuerpo el uso de la insulina de la manera correcta. La diabetes tipo 2 también puede presentarse en personas delgadas y es más común en los ancianos.
Con la práctica de la actividad física, la enzima  AMPK estimula el consumo de glucosa por parte del músculo. Esto es importante porque el aumento de dicho consumo por los músculos es uno de los efectos protectores del ejercicio, principalmente para las personas con diabetes de tipo 2, que tienen un elevado nivel de glucosa en la sangre. El ejercicio físico es perfecto para controlar estos niveles, tanto de azúcar, como de colesterol y la presión arterial. Las personas que hacen ejercicio físico de manera  regular pueden reducir a la mitad el riesgo de desarrollar alguna enfermedad. Infelizmente, el porcentaje de personas que se ejercitan es muy pequeño.  
¿No sería más barato educar a la gente sobre la importancia de la práctica regular de la actividad física y facilitar el acceso de las personas a los centros deportivos que destinar miles de millones para crear fármacos que imiten sus beneficios? Una buena medida en España, por ejemplo, sería la reducción del IVA actual del 21% que soportan las instalaciones deportivas, y  establecer bonificaciones fiscales para las personas que practican actividad física en una instalación, y que serviría como un incentivo para reducir el sedentarismo en la población general.

Vivimos en un entorno tremendamente hostil para la salud. La proliferación de los “fast food”, las grasas polisaturadas, el excesivo consumo de azúcar, de sal,  los refrescos, el ingente consumo de carne roja, la harina refinada, la combinación de la harina refinada con el azúcar, el alcohol, el tabaco u otras  drogas, la contaminación ambiental, la contaminación acústica, el estrés, el sedentarismo, la contaminación del agua, etc.  En la existencia de una enfermedad, curarse vía fármacos no es suficiente, pues si la persona sigue teniendo los mismos hábitos perjudiciales que le llevaron a ponerse enferma, es casi que seguro que con el tiempo volverá a tener recaídas o se fomentará la aparición de otras enfermedades. De todos los fármacos conocidos hasta el momento, el ejercicio físico, combinado o no con los fármacos químicos, es la única vía capaz de tratar y de fomentar  cambios reales, mismo en presencia de dicho ambiente hostil en que vivimos.
Sería interesante que los gobiernos invirtieran las mismas cantidades de dinero que se gastan en investigar fármacos químicos en educar las personas sobre la importancia de moverse, en programas de incentivo para la práctica de actividad física y en concienciar sobre la necesidad de tener una alimentación sana. Con la educación podríamos tener resultados bastante más efectivos tanto en la prevención  como en la cura de las patologías. Al encarar las enfermedades desde diferentes puntos de vista ganamos todos y,  sobre todo, nos damos cuenta de que la prevención es uno de los pilares fundamentales para la lucha contra  la mayoría de las enfermedades. Las respuestas metabólicas del ejercicio físico son fundamentales para el mantenimiento de la buena salud. Esa máquina tan maravillosa que es el cuerpo humano necesita moverse y, además, también necesita ser bien gestionada, así que cuanto mayor es el control que tengamos sobre nuestro cuerpo, mejores serán las posibilidades de tener una vida con más calidad y libre de enfermedades.
El ejercicio físico es un fármaco tan potente que es capaz de curar enfermedades y de prevenirlas, además de evitar las recaídas de las mismas. Dentro de la práctica del ejercicio físico, el sistema cardiovascular favorece el transporte de hormonas, nutrientes y oxígeno al organismo para que pueda aguantar el entrenamiento, al mismo tiempo que elimina del cuerpo los deshechos. Las hormonas como la epinefrina, el  glucagón, el cortisol, las tiroideas y la hormona del crecimiento, desarrollan una interesante situación metabólica para mantener el ejercicio físico en el marco de la homeostasis corporal (estabilización del cuerpo en los procesos fisiológicos).
El sudor producido por la actividad física facilita la eliminación de las toxinas y  al mismo tiempo controla la temperatura del cuerpo,  eliminando  el  exceso de calor. Éste es uno de los  motivos por lo que es importante sudar, al contrario de lo que piensan muchas personas a las que no les gusta practicar actividad física porque no quieren sudar.
El ejercicio físico dentro de las enfermedades es capaz de eliminar el estrés, que es uno de los “grandes villanos” dentro del proceso patológico. El sistema inmunitario utiliza muchísima energía: cuando estamos enfermos, nos sentimos muy cansados porque nuestras energías están siendo  utilizadas por el sistema inmunitario. Las hormonas del estrés inutilizan todo aquello que utiliza energía dentro del organismo. Cuando una  persona está bajo estrés, las células dejan de regenerarse. A cada tres días el sistema digestivo renueva sus células, pero en presencia de estrés, éste interfiere en ese crecimiento. Cuando hay estrés, el sistema inmunitario se apaga. De ser así, el organismo estará expuesto a otras enfermedades. El estrés es mucho más serio de lo que mucha gente piensa; ésta enfermedad es muy dañina, tanto presentándose sola, como acompañando a otras patologías. La única manera de erradicar el estrés de nuestras vidas es practicar ejercicio físico regular  y cambiar de estilo de vida adoptando mejores hábitos. 
  
Mismo dentro del proceso de una enfermedad, nuestro cuerpo sigue desarrollando una frenética actividad. Al caminar, por ejemplo, solicitamos 200 músculos diferentes; para conducir un coche, 100 músculos; levantar una taza de café, 70 músculos. Los músculos de la parte posterior de las piernas, que son los más voluminosos, requieren las órdenes de  500 nervios; son los músculos de mayor tracción. Lo que es realmente interesante no es la manera en que controlamos los músculos grandes, sino cómo  controlamos los pequeños. Los músculos más complejos, como es el caso  de los de las manos, necesitan de 4.000 nervios para el control de sus movimientos [1]. Cada mano cuenta con 27 huesos, 39 diferentes músculos y más de 1.600 kilómetros de fibras nerviosas y vasos sanguíneos. La coordinación de ese trabajo supone una gran labor por parte del cerebro: el hecho de controlar nuestras manos ocupa casi la mitad de la parte de nuestro cerebro destinada al control del movimiento. La práctica del ejercicio físico proporciona mucho trabajo al cerebro haciendo que éste esté muy ocupado gestionando una gran cantidad de estímulos. Y ese hecho proporciona la inhibición de la hormona del estrés.
Para desenvolver toda esa actividad, el cuerpo necesita  mucha energía. Por ello,  el sistema inmunitario siempre debe  estar protegido, y la mejor manera de hacerlo es a través de la práctica regular de la actividad física, aunque sea dentro de una enfermedad.
Cuando una persona está bajo mucho estrés,  enferma. Al debilitar el  sistema  inmunitario, las células malas  proliferan y las enfermedades se expanden. Ése es uno de los motivos por los cuales  algunos tratamientos con fármacos no funcionan o tardan mucho más tiempo en hacer efecto. Ese estrés se asocia al miedo, a las emociones, y a las enfermedades que se están tratando. Los tratamientos farmacológicos son de suma importancia en muchos casos, pero es fundamental informar a las personas de que el cuerpo humano está diseñado para moverse, así que es muy importante mantener una vida activa mismo dentro de una enfermedad, pues hacer ejercicio controlado  podrá acelerar el proceso de recuperación de una patología debido a que éste inhibe la liberación del ACTH (hormona del estrés), evitando la aparición de estrés.
Enfocar la vida de una manera sana es la forma más eficaz de ayudar a nuestro organismo a  realizar sus funciones vitales y  mecánicas. Practicar actividad física y mantener una dieta equilibrada y ecuánime al entrenamiento físico y al gasto energético, propiciará una buena salud. Cuando practicamos ejercicio físico nos sentimos más descargados de las tensiones, más animados, más tranquilos, más “limpios” por dentro.




[1] El blog del Dr Sergio Simphronio – EL MOVIMIENTOY EL APRENDIZAJE