El
número de personas que practican yoga o meditación crece cada día en todo el
mundo, y el motivo que impulsa a la mayor parte de estas personas a practicar
estas actividades es el aumento de calidad de vida que dicen obtener. El yoga, los ejercicios de respiración, y la
meditación consciente, pueden proporcionar efectos muy representativos en la
salud de las personas que lo practican.
Algunas
investigaciones de Harvard University sugieren que la meditación regular puede
proteger el corazón frente a las enfermedades. Fueron revisados varios estudios
publicados en las últimas dos décadas y se descubrió que la meditación puede
mejorar una serie de factores relacionados con la enfermedad cardíaca, por lo
que vale la pena incluirlo en un programa general para la atención continua del
corazón. Es importante tener claro que la meditación es un interesante vehículo
para la mejoría de calidad de vida de las personas, y ésta podría facilitar la
estimulación de otros importantes factores que son fundamentales tales
como seguir una dieta adecuada, dormir
adecuadamente y hacer ejercicio físico con regularidad.
Otros
estudios han evidenciado que las intervenciones mente-cuerpo son beneficiosas
en los trastornos mentales y físicos relacionados con el estrés. Algunos
estudios están encontrando asociaciones entre los trastornos emocionales y el
tono vagal (Control inhibidor que ejerce el nervio vago sobre el ritmo cardíaco
y la conducción auriculoventricular, también se encarga de la hiperexcitabilidad
del sistema nervioso parasimpático) según lo indicado por la variabilidad de la
frecuencia cardíaca. Un modelo
neurofisiológico de la respiración dentro del yoga propone integrar la
investigación sobre el yoga con la teoría polivagal, la estimulación vagal, y la
hiperventilación. La respiración en el yoga es un método único para equilibrar
el sistema nervioso autónomo e influir en los trastornos psicológicos y
relacionados con el estrés (Brown y
Gerbarg, 2005). Muchos estudios demuestran los efectos de la respiración
en el ejercicio del yoga sobre la función cerebral y los parámetros
fisiológicos. Algunas secuencias de técnicas de respiración específicas pueden aliviar la ansiedad, la depresión, el
estrés cotidiano, el estrés postraumático y las enfermedades médicas
relacionadas con el estrés. Los mecanismos que contribuyen a un estado de
alerta sereno incluyen el aumento de la activación parasimpática, la calma de
los sistemas de respuesta al estrés, la liberación neuroendocrina de hormonas y
los generadores talámicos. El tálamo actúa como un tipo de puerta de entrada
para determinar qué información sensorial puede llegar a los centros cerebrales
superiores. Tanto los ejercicios de yoga bien aplicados como la meditación son
capaces de desactivar el tálamo.
En
los últimos años, un creciente número de evidencias ha comprobado que los
ejercicios de yoga y la meditación tienen
la capacidad de aliviar el dolor creando cambios estructurales y funcionales en
el cerebro.
Un
estudio publicado por científicos de Wake Forest Baptist (Winston-Salem, North
Carolina) en el Journal of Neuroscience en noviembre de 2015, encontró nuevas
evidencias de que la meditación consciente reduce el dolor de una manera muy
efectiva mediante la activación de dos regiones cerebrales específicas
asociadas con el autocontrol y la desactivación del tálamo. Se ha evidenciado que la meditación de
atención plena reduce el dolor al activar la corteza orbito frontal (OFC) y la
corteza cingulada anterior. Estas áreas del cerebro están asociadas con el
autocontrol del dolor.
Hay
muchas evidencias de que el ejercicio del yoga y la meditación pueden ayudar a
bajar los niveles del cortisol y de la presión arterial. Asimismo, está
comprobado que puede cambiar la estructura del cerebro, contrarrestar los
efectos del estrés, la distracción y los traumas.
Por otro lado, aún se está conociendo acerca de nuestra habilidad mental para adaptarnos y de las ventajas de ejercitar nuestra mente. Esto es lo que se conoce como Neuroplasticidad.
El
estudio realizado por investigadores de la Universidad Carnegie Mellon (CMU) en
Pittsburgh (Pensilvania), evidenció que practicar meditación de atención plena,
reduce un biomarcador de inflamación (Interleucina-6) al mismo tiempo que
mejora el control ejecutivo y la resistencia al estrés. Los escáneres cerebrales con resonancia
magnética que fueron utilizados en este estudio, mostraron que el entrenamiento
de meditación de atención plena aumentó la conectividad funcional de la red de modo
predeterminado en reposo en los participantes en áreas directamente relacionadas
con la atención y el control ejecutivo. Se cree que los cambios cerebrales
proporcionan un marcador neurobiológico para mejorar el control ejecutivo y la
resistencia al estrés, de modo que el ejercicio de la meditación consciente
mejora la capacidad del cerebro para ayudarlo a controlar el estrés y estos
cambios mejoran una amplia gama de resultados de salud relacionados con el
estrés, como el perfil inflamatorio.
De
otra parte otros estudios evaluaron los
niveles de BDNF (Brain Derived Neurotrophic Factor) en la práctica de yoga y en
la meditación con el fin de investigar la posibilidad de que el BDNF pueda
desempeñar un papel clave en la promoción de la resistencia al estrés y el
bienestar integrado del cuerpo y la mente. El BDNF es un modulador neurorregulador.
En su traducción al español, Factor Neurotrófico Derivado del Cerebro, es una
neurotrofina clave que promueve el desarrollo, la supervivencia y la
plasticidad de las neuronas en los sistemas nerviosos central y periférico
(Huang y Reichardt, 2001; Binder y Scharfman, 2004). Este potente
neuromodulador es más activo en las áreas del cerebro que juegan un papel
fundamental en el aprendizaje, la memoria y la cognición superior, como el
hipocampo y la corteza. Además, BDNF está involucrado en la regulación compleja
de muchos aspectos diversos de la fisiología, como la regulación del estado de
ánimo, la respuesta al estrés, el metabolismo, la inmunidad, la inflamación (Papathanassoglou
et al., 2015).
En
el contexto de la inflamación, las citocinas proinflamatorias (proteínas que actúan en la inflamación) pueden acceder
al sistema nervioso central e interactuar con una red de citocinas en el
cerebro para influir prácticamente en todos los aspectos de la función cerebral
relevantes para el comportamiento, incluidos el metabolismo neurotransmisor, la
función neuroendocrina, la plasticidad sináptica y los neurocircuitos que
regulan el estado de ánimo, la actividad motora, la motivación y la ansiedad. Las
consecuencias conductuales de estos efectos del sistema inmune en el cerebro
incluyen depresión, ansiedad, fatiga, ralentización psicomotora, anorexia,
disfunción cognitiva y deterioro del sueño, especialmente la depresión que
además pueden tener una relación muy directa con enfermedades como el cáncer.
La
práctica del yoga y la meditación pueden ejercer un impacto muy positivo en los
niveles de BDNF como un mecanismo para un funcionamiento neurofisiológico
saludable. Además, existe una gran cantidad de evidencias de que el yoga y las
prácticas meditativas modulan la actividad inflamatoria y el eje Hipotálamo /
Pituitaria/ Adrenal (HPA) (Jevning et al., 1978; Brown y Gerbarg, 2005;
Kiecolt-Glaser et al., 2010; Bower e Irwin, 2015).
El yoga y la meditación se
presentan como interesantes herramientas para ayudar en el tratamiento y
recuperación de muchas enfermedades, entre ellas el cáncer, además de ayudar a
paliar algunos efectos de los tratamientos oncológicos, uno de ellos la fatiga.