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martes, 20 de enero de 2015

EL ENTRENAMIENTO CELULAR


Haciendo un paralelismo entre los tiempos actuales y los tiempos pasados percibimos que, pese a la poca infraestructura y pocos avances que había hace 30,40, o 50 años, los niños de entonces nos poníamos bastante menos enfermos que los de hoy. Recuero que no queríamos estar enfermos para poder salir a jugar al fútbol con los compañeros y, en presencia de algún resfriado, que era la enfermedad más común en aquellas épocas,  los pocos días que nuestras madres nos decían que nos quedáramos dentro de casa nos enfadábamos mucho, pues teníamos la sensación de que nos estábamos perdiendo algo. Cuando nos resfriábamos seguíamos jugando al fútbol con los amigos en la calle, y lo más interesante es que casi no tomábamos fármacos, salvo que fuera alguna anomalía más importante. Para un simple resfriado, nuestras madres preparaban sus pócimas milagrosas aprendidas de sus madres que consistían en cosas naturales como un té de ajo caliente, miel y limón calientes, té de canela y cosas por el estilo. Estos remedios eran aplicados por la noche y al día siguiente ya estábamos recuperados. El estilo de vida que llevábamos era simplemente genial, teníamos una alimentación muy sana, hacíamos mucho ejercicio físico, estábamos siempre en movimiento. El estrés era algo que afortunadamente yo no conocía, y desde luego en aquellos tiempos se daba muy poco espacio a la posibilidad de tener una enfermedad.
El estrés es uno de los mayores impulsores de las enfermedades, puesto que la liberación del ACTH es capaz de inhibir el sistema inmune.
Cada día billones de células mueren, al mismo tiempo que otros billones  se reproducen. Cada tres días el sistema digestivo renueva sus células; cada siete días las células de actina se renuevan, y cada catorce días las de miosina; cada treinta días se renuevan las células del miocardio.  Pero ante la existencia de estrés, todo el proceso de renovación celular se bloquea debido a  que el sistema inmune se inhibe a causa de la liberación de la ACTH (hormona del estrés).
La ACTH apaga el sistema inmunitario. Por ello, en la presencia de estrés, una persona pierde muchas células,  mermando su calidad de vida de una manera muy importante. En otras palabras, se detiene  el crecimiento del cuerpo. Al mismo tiempo, con la inhibición del sistema inmunitario, la energía del cuerpo se debilita de manera sustancial, lo que facilita que los virus  actúen con mayor facilidad.
En nuestro caso, casi nunca nos poníamos enfermos, y cuando ello ocurría nos recuperábamos con tremenda facilidad. Éramos muy activos físicamente, además de que en aquellos tiempos era inaceptable que un niño pasase el día dentro de casa.  No conocíamos los ordenadores, tampoco los videojuegos. Las hamburgueserías casi que no existían y el consumo de azúcar era muy bajo. Durante el día se gastaba muchísima energía, y la obesidad no era una preocupación.   
La clave de nuestra buena salud era el ejercicio físico. El ejercicio físico es capaz de proporcionar una gran cantidad de estímulos que incitan a nuestro cuerpo a reaccionar de manera positiva de cara a cualquier anomalía, y que pueden ser claves en la defensa del organismo frente a una enfermedad más importante.   Y no me canso de decir que la práctica de actividad física nos proporciona una gran liberación de neurotransmisores que se encargan de inhibir el cortisol (hormona del estrés), además de estimular otros neurotransmisores que nos ayudan a tener tranquilidad, alegría y más ganas de hacer ejercicio y de movernos; estos neurotransmisores también pueden ser estimulados  por vía del pensamiento positivo y de la buena energía. La química del cerebro puede ser alterada por el pensamiento, tanto positivo como negativo y, cuando ello ocurre, experimentaremos las mismas sensaciones emocionales que nos son proporcionadas cuando hacemos ejercicio  o cuando estamos enfadados, deprimidos o desanimados. 
En nuestro caso, queríamos estar siempre bien de salud para poder estar con los amigos en la calle,  y ese pensamiento positivo que teníamos,  junto con el amor y la seguridad que nos transmitían nuestras madres y su convicción al confeccionar aquellas formidables pócimas, fomentaban una aceleración de nuestra recuperación.  Las ganas que teníamos de estar bien para poder salir a la calle jugar superaban a cualquier sensación de miedo por estar enfermo. 
De otra parte, yo jugaba al fútbol mismo estando resfriado, y lo único que ocurría era que al comienzo del partido me sentía un poco congestionado,  pero después de la primera carrera detrás del balón ya casi no me acordaba de que estaba enfermo. La ingente entrada de oxígeno que se producía en mi organismo, fomentaba un gran auxilio en la lucha de mis defensas en contra de los virus que estaban en mi cuerpo, al mismo tiempo que al practicar ejercicio físico, los niveles de cortisol bajaban y se fomentaba la estimulación de una gran cantidad de hormonas y neurotransmisores que proporcionan bienestar e inhiben el estrés. Se fomentaba la liberación de enormes cantidades de Dopamina.
La Dopamina es un neurotransmisor  que tiene como funciones principales proporcionar energía mental, mejorar la atención, controlar los impulsos, la motivación, la determinación,  el movimiento, la memoria, las recompensas agradables, el comportamiento y la cognición, la atención, el sueño, el humor, el aprendizaje, etc. Y, entre varias otras cosas, es un neurotransmisor predominante en las áreas del sistema de recompensa mesolímbico: respuestas de euforia y de la estimulación en el cerebro.
Dentro de una enfermedad, desafortunadamente la primera medida que viene a la cabeza de las personas es la ingesta de fármacos, muchas veces sin la prescripción de un facultativo. En los países considerados de “primer mundo”, esta adicción supera límites inimaginables. Hoy en día, al mínimo estornudo de un niño, los padres, como precaución a un posible resfriado, les proporcionan fármacos a sus hijos. Pero el abuso de fármacos puede traer consecuencias negativas. El uso excesivo de una sustancia puede llevar a la adicción.
Es importante recordar que la adicción, no importa cuál, proporciona muchas perturbaciones cognitivas.  Los sistemas cerebrales, los neurotransmisores, los sistemas de recompensa mesolímbico (principales vías del sistema nervioso central), son cruciales en el desarrollo de las manifestaciones  adictivas.
Los neurotransmisores son las sustancias químicas naturales que se responsabilizan de la actividad cerebral: de las emociones, de la motivación, de los instintos, etc. Son sustancias fundamentales en el orden del estado de  ánimo, pudiendo  provocar euforia o inapetencia. Los estados de excitación extrema, provenientes de conductas de estimulación como practicar  ejercicio físico de manera desmesurada o la utilización de drogas,  afectan a los neurotransmisores de manera que el cerebro pasa a producirlos en exceso. Estos cambios pueden ser nefastos y contribuyen de manera significativa  a un desequilibrio bioquímico.
El entrenamiento de las células:
En el desarrollo de una enfermedad, la detección del virus o patógeno que la compone es complicada, ya que éstos pueden evolucionar rápidamente produciendo adaptaciones con el fin de penetrar en el sistema inmunitario pudiendo así infectar con éxito a sus huéspedes. Para superar este problema, son  desarrollados en el organismo múltiples mecanismos que reconocen y neutralizan dichos patógenos.
Podemos entrenar nuestras células vía ejercicio físico. Según el estímulo que proporcionemos a nuestro cuerpo, nuestras células responderán de una manera o de otra, y la forma en la que nuestras células se comportan nos facilita una mejor o peor calidad de vida.
Tras la práctica del ejercicio físico se producirá un daño muscular microscópico. Este daño implica la ruptura del sarcómeros (unidad anatómica y funcional del músculo estriado), y de las membranas, lo que facilitará una inflamación,  que es la consecuencia de una respuesta inmunitaria del organismo frente al daño ocasionado. Las células inmunitarias, como por ejemplo los leucocitos, actúan y hacen que aumente el flujo sanguíneo hacia el área dañada, y éste hace que lleguen más nutrientes y más oxígeno a las zonas dañadas para poder eliminar los radicales libres, como por ejemplo el lactato.
Al practicar actividad física dentro de una enfermedad, el equilibrio químico de la célula (la homeostasis celular) se rompe. La homeostasis es la estabilidad orgánica. Con el desequilibrio de la homeostasis, se produce un cambio en el medio químico de la célula alterando así su función fisiológica en el control de los órganos. Los órganos reaccionan en contra del estrés con el fin de controlar la homeostasis y por consiguiente sus funciones orgánicas.
Éstos son los cambios homeostáticos  durante la actividad física: elevación de la temperatura corporal, aumento de la acidez en la sangre, caída del oxigeno contenido en los líquidos corporales, incremento del dióxido de carbono, entre otros. Al recibir estos desórdenes, las células cambian sus funciones para adaptarse al ejercicio físico. Estos ajustes ocurren en el corazón, en los pulmones, en el páncreas, en los  músculos, y los huesos. Todo este desequilibrio temporal ocurre constantemente en nuestro organismo, sobre todo  con la práctica de la actividad física, y dentro de un proceso de enfermedad es beneficioso porque hace reaccionar a las células de manera muy positiva.
En la práctica de ejercicio físico, siempre debemos ver el cuerpo desde dentro hacia fuera, y no desde fuera hacia dentro. Cuando hablamos de prescribir ejercicio físico para tratar o para ayudar a tratar  las más distintas enfermedades, sea un resfriado, la diabetes, la obesidad, el cáncer, etc., en realidad estamos hablando de entrenar las células para que éstas cambien su modus operandi, haciendo que el organismo reaccione de forma positiva para propiciar una mejoría en la salud de la persona afectada.
Pero para que estos beneficios se produzcan, es necesario dar tiempo a las células para su adaptación. Como un ejemplo, la obesidad: no sirve de nada que una persona pierda una gran cantidad de peso de manera rápida y en un corto espacio de tiempo si sus células no se han adaptado a la nueva situación.  Para que los cambios pasen a hacer parte de nuestras vidas, las células necesitan tiempo para su readaptación. Es necesario que la nueva situación se repita una y otra vez, y que nuestro cerebro recalcule y mecanice los nuevos estímulos transformándolos de acción de conducta a rutina. Este cambio puede tardar entre 18 a 260 días, según la persona, además de que es necesario que las nuevas tareas se automaticen durante una media de 60 a 70 reincidentes días (ejercicio, alimentación equilibrada, consumo de agua diario equilibrado, horas de descanso, etc.).
Tanto en el caso de la obesidad, como en el de la diabetes,  es fundamental dar una especial atención a la enzima AMPK,  que es un regulador metabólico y auxilia a los músculos en el consumo de azúcar y de oxígeno. Al hacer ejercicio físico se  estimula la acción de la enzima  AMPK. Una de las actividades de dicha enzima es auxiliar  el  aumento  del consumo de  azúcar  y de oxígeno en los músculos. Si estas enzimas dejan de existir en el organismo de una persona por falta de movimiento, ésta tendrá un menor nivel de mitocondrias, que son la central de energía de las células, y eso dificultará la absorción de glucosa en el momento en el que desarrolle algún tipo de actividad como hacer ejercicio. Al hacer ejercicio físico, los niveles de mitocondrias en los músculos aumentan de manera significativa.
¡El ejercicio es la mejor medicina!
En la existencia de un mínimo de energía, hacer ejercicio físico dentro del proceso de una enfermedad es importante, pues éste es capaz de activar el organismo de manera notable, y de esa forma, las defensas también son activadas, cosa que acelerará la recuperación.
Otro de los motivos importantes para la práctica de actividad física durante una enfermedad, es que el ejercicio físico acelera la necesidad de rehidratación. Normalmente las personas, desafortunadamente no tienen la costumbre de beber las cantidades recomendadas de agua  durante el día, y menos cuando están enfermas. Para que se fomente un “entrenamiento celular” de una manera  satisfactoria, es fundamental que exista un inmejorable aporte hídrico.
El agua compone la mayoría de las células de nuestro cuerpo, es la parte más grande de nuestro sistema sanguíneo y linfático,  desarrolla una función primordial transportando alimento y oxígeno a las células y  desechando intrusos y desperdicios. Limpia nuestros riñones de substancias tóxicas;  balancea nuestros electrolitos  ayudándonos  a controlar la presión sanguínea; nos provee de los minerales que  necesitamos  tales como magnesio, cobalto y cobre.(1) 
Hay muchos casos en los que una mala hidratación y la falta de actividad física pueden hacer que los radicales libres tarden mucho en eliminarse del organismo, sobre todo si esta situación  se acompaña de otros hábitos perjudiciales (dietas inadecuadas, adicción a las drogas, tabaco, alcohol, la utilización excesiva de fármacos, el sedentarismo) y si además se padece alguna enfermedad. Frente a esta situación, las células intentan defenderse de varias maneras antes de ponerse enfermas. Una de esas maneras es la acidosis metabólica. Las células retienen agua con el fin de solventar la situación ácida dentro de su entorno, y eso ocasiona una subida importante en el peso corporal al mismo tiempo que en el volumen de la persona (retención de líquidos).  Ante esta situación, la actividad física gana una especial relevancia puesto que, al mismo tiempo que produce una importante alteración en la situación de acidosis vivida por las células, alteración promovida por la gran entrada de oxígeno en el organismo, es capaz de controlar la retención de líquidos producida por las células como respuesta a dicha situación ácida. Hemos de recordar que son los pulmones y los riñones los que regulan el estado ácido/básico del cuerpo.(2)
La mejor manera de entrenar las células es moverse, y a la vez de estimular el cerebro.






(1) LA IMPORTANCIA DEL AGUA EN NUESTRAS VIDAS - El blog del Dr. Sergio Simphronio
(2) EL EJERCICIO FÍSICO ES LA MEJOR MEDICINA El blog del Dr. Sergio Simphronio







viernes, 21 de noviembre de 2014

EL EJERCICIO FÍSICO Y LAS ENFERMEDADES QUE NO VEMOS

En los estados anímicos negativos, el estrés se apodera de las personas. Ello es profundamente perjudicial para la salud, pues el organismo se ve afectado de una manera muy negativa. Dentro del proceso de las enfermedades, por infelicidad, el estrés está presente la mayor parte de las veces. Independientemente  de la enfermedad que sufran, las personas  suelen sentir miedo, y en muchos casos se deprimen. Ese estado desencadena una serie de efectos negativos en el organismo, muchos de ellos tan perjudiciales para la salud como la enfermedad misma que padecen. En presencia del estrés o del miedo, el cortisol y el glutamato elevan sus niveles, y esa subida ocasiona la muerte de una gran cantidad de neuronas, en su mayoría, las que están en el hipocampo (parte del cerebro que regula el estado anímico, el miedo y las zonas que comprenden la coordinación motora; estos núcleos son capaces de reestructurar la memoria, motivo por el cual el ser humano es capaz de modificarse constantemente).   
Siempre es importante recordar que el cuerpo humano tiene una ingente cantidad de sistemas de autodefensa frente a las más distintas adversidades que puedan ocurrir; pero estas mismas defensas pueden  inhibirse, y en muchos casos, dependiendo de la enfermedad  y sobre todo de  los niveles de estrés que se padezcan, estos sistemas pueden anularse. 
El sistema inmunológico es el conjunto de procesos biológicos y estructuras que están en el interior del organismo y que sirven para protegerle de las enfermedades. Es la defensa natural de nuestro cuerpo frente a las infecciones. Es fundamental hacer que el sistema inmunitario sea activo y trabaje dentro de su normalidad. Siempre es bueno recordar que los trastornos del sistema inmunitario pueden ocasionar más enfermedades.
El trabajo del sistema inmunológico es destruir organismos infecciosos invasores, antes mismo de que puedan atacarnos y causarnos daño.
Debemos tener en cuenta, además de ser conscientes de que dentro de la  enfermedad manifiesta casi siempre existe una enfermedad oculta que se llama estrés, y la misma atención que damos a la enfermedad principal móvil del tratamiento debemos dar al estrés. Si el estrés perdura puede llegar a afectar al sistema cardiovascular, provoca hipertensión, aumenta el colesterol, los triglicéridos, etc. Al recibir un impulso negativo de  miedo por alguna situación inesperada que se nos cruce en el camino durante la sístole (contracción miocárdica en la que el corazón expulsa la sangre de su interior), se percibe la emoción de una manera más intensa que si fuera la misma situación en diástole (cuando el corazón se relaja después de la contracción). Ello puede parecer algo inverosímil y un detalle insignificante, pero en estas situaciones, el corazón sufre una importante presión y se deteriora poco a poco.
En la ausencia del estrés, los sistemas nerviosos simpático y parasimpático se conectan con los ganglios linfáticos y estos producen linfocitos que sirven para combatir los tumores, virus y bacterias. En presencia del estrés, ésta asociación cambia, pues éste se asocia con el  sistema nervioso simpático e inhibe la producción de nuevos linfocitos en el sistema linfático, ocasionando un gran desastre en las defensas del organismo.
Para que se pueda entender mejor la relevancia que tiene el sentimiento de miedo y  la importancia del estrés dentro de las enfermedades, es fundamental tener en cuenta algunos conceptos. El cerebro se divide en tres partes: El sistema nervioso central, el sistema nervioso periférico y el sistema nervioso autónomo. Nos centraremos en el sistema nervioso autónomo.
El sistema nervioso autónomo es el responsable de los aspectos de autocontrol (funciones involuntarias) del organismo, aunque está bajo el control de la corteza cerebral, el hipotálamo y la médula oblongada. Trabajando en conjunto con el sistema nervioso central, el sistema nervioso autónomo se divide en dos subsistemas que regulan las funciones del organismo como los movimientos involuntarios de los músculos lisos y el movimiento del corazón. Estos dos subsistemas son el sistema nervioso simpático y el sistema nervioso parasimpático, cuyas funciones son opuestas, y así producen un equilibrio entre las funciones corporales.
El SISTEMA NERVIOSO SIMPÁTICO produce respuestas de defensa y de lucha ante un estímulo, como por ejemplo el estrés, tales como aumentar el ritmo del corazón, la producción de saliva y la sudoración. El sistema parasimpático contrarresta estos efectos haciendo más lento el ritmo del corazón, dilatando los vasos sanguíneos y relajando las fibras de los músculos lisos involuntarios.
Vistos individualmente, el sistema nervioso simpático está compuesto por una serie de nervios que surgen de la médula espinal entre la primera vértebra torácica y la segunda vértebra lumbar. Estas fibras nerviosas se unen en un largo tronco de fibras llamado el tronco simpático, a cada lado de la médula espinal.
Siempre actúan juntos, equilibrándose, pero en presencia de estrés ese equilibrio se deshace produciendo un gran caos en el organismo.
Dentro o fuera de una enfermedad, la mejor y más efectiva manera de combatir el estrés y el miedo, es a través de la alegría y la tranquilidad; pero si nos estamos refiriendo a enfermedades, ¿cómo es posible estar alegres en esa situación y dentro de un tratamiento médico? La única manera de conseguir tan  interesante hecho es por vía de la elevación de los niveles de Dopamina (“hormona de la alegría y de la confianza”) y, en situaciones parecidas a las que han sido planteadas, la mejor forma de conseguir la elevación de esos niveles de Dopamina es por vía del movimiento y de la actividad física,  unidos al tratamiento médico. Se ha podido  comprobar con una inmensa cantidad de evidencias científicas, que la práctica controlada de ejercicio físico dentro de los tratamientos, además de ocasionar una rápida elevación de los niveles de defensa del organismo, reequilibra los niveles metabólicos fomentado la homeostasis. De otra parte, al proporcionar una espectacular subida de los niveles de Dopamina, ayuda a proteger el sistema cardiovascular haciendo que las aurículas del corazón segreguen un péptido  llamado Péptido Natriurético  Auricular, el cual tiene como finalidad regular el tono cardíaco, protege de la hipertensión, reduce la grasa, y proporciona tranquilidad al cerebro. Al mismo tiempo, se activa la zona prefrontal izquierda, que es la zona de las emociones positivas del cerebro, que a su vez estimula el sistema parasimpático. Con la liberación de la Dopamina, los niveles de cortisol se inhiben disminuyendo o eliminando el estrés, y  se ralentiza la actividad metabólica (ritmo Alfa). En algunos tratamientos, además de la utilización de ejercicio físico, la danza también  puede ser una estupenda herramienta para acelerar la recuperación de los pacientes y de inhibir la liberación del cortisol y del glutamato.
En enfermedades como el cáncer, por ejemplo, deberíamos tener en cuenta la relevante ayuda que la actividad física es capaz de proporcionar a los pacientes. Generalmente, muy pocas veces se tienen en cuenta la alimentación alcalina y equilibrada y el ejercicio físico como partes de un tratamiento integral del cáncer, y constituyen, sin embargo, ejes fundamentales para la recuperación de la enfermedad.
De otra parte, la danza también es capaz de involucrar varias zonas del cerebro que se encargan de ayudar a nuestro estado de ánimo.  Con la danza se estimula la liberación de dopamina, de serotonina, de oxitocina, etc. Al bailar, se estimula el hipocampo, se inhibe la depresión con la estimulación de endorfinas, se fortalecen las pautas mentales y la creatividad, se incrementa significativamente el flujo sanguíneo hacia el cerebro y, al mismo tiempo, los niveles de oxígeno, beneficiando así la acción de los neurotransmisores, y se aumenta la transmisión nerviosa. Además de ayudar en la prevención y combate de las enfermedades cardiovasculares, también interviene positivamente en muchas enfermedades neuromusculares;  mejora las habilidades de atención, de memorización y de comunicación, además de incrementar significativamente la coordinación motora. El ejercicio físico y la danza son mucho más importantes de lo que se piensa.

Es fundamental evaluar las enfermedades desde varios y diferentes aspectos. Todavía encaramos las enfermedades desde un punto de vista muy simple, y nos olvidamos de la complejidad que es el cuerpo humano y que son las enfermedades. La salud está involucrada con varios campos de la ciencia, motivo por el que es de suma importancia que fomentemos discusiones, cambios de impresiones, debates y, sobre todo, que los profesionales del mundo de la salud nos aproximemos y que aprendamos más los unos de los otros.

De ninguna manera nos podemos olvidar de que lo más importante son las personas.   



No te pierdas este evento tan importante para TODOS  los profesionales del ejercicio físico, del deporte y de la salud.






jueves, 17 de julio de 2014

NUESTRO FUTURO LO TRAZAMOS NOSOTROS MISMOS

A lo largo de nuestra existencia vamos adaptando nuestro estilo de vida en función de los hábitos adquiridos con el tiempo, de nuestro entorno social, nuestro entorno laboral, etc. Es fundamental tener claro que nuestras acciones fomentarán una reacción, y dicha reacción podrá beneficiarnos o perjudicarnos; todo dependerá de la manera cómo enfocamos nuestras vidas. Nuestras actitudes, nuestros actos, nuestra manera de pensar, los estímulos que proporcionamos a nuestro cerebro, nuestra alimentación, la costumbre de practicar ejercicio físico y nuestros hábitos de vida, la gestión del estrés del día a día, etc., todo influye.
En la mayor parte de los casos, las enfermedades son producidas por nosotros mismos.
He conocido a personas fumadoras que han padecido cáncer, lo han superado, y sin embargo  siguen fumando. Si abusas del alcohol probablemente desarrollarás una gran dependencia de esa droga, pudiendo tener la posibilidad de desenvolver una cirrosis hepática. El que fuma fomentará un gran deterioro en su salud con la posibilidad de desarrollar cáncer. Fumar hace que  disminuya la concentración de colesterol bueno (HDL) promoviendo la concentración de colesterol  malo (LDL) en la sangre. Además aumenta la tendencia de coagulación de la sangre. Un fumador tiene un riesgo muy grande de desarrollar una enfermedad en las arterias coronarias y este riesgo está directamente relacionado con la cantidad de cigarrillos que fuma al día. Las personas saben que fumar es muy perjudicial, pero siguen fumando. Todos queremos estar sanos, pero muy pocos quieren cambiar su estilo de vida. ¿Qué hay del sedentarismo?
El sedentarismo es capaz de facilitar una gran cantidad de enfermedades (obesidad, problemas cardiacos, hipertensión, estrés, problemas de espalda, diabetes, etc.). En España, según el CIS (Centro de Investigación Sociológica), sólo cuatro de cada diez españoles (38,6%) practican actividad física con regularidad.  Las personas que no practican ejercicio físico en este país argumentan que es porque no les gusta (27,3%), o porque se lo impiden su edad (16,9%), otros porque su salud se lo impide (11,5%), y los demás por la falta de tiempo (15,9%). De todas esas excusas, la que me ha parecido más surrealista fue la del 16,9% de personas que atribuyen a la edad la culpabilidad de no poder hacer ejercicio físico. Cada uno es libre de pensar y hacer lo que le plazca, pero en el momento en el que las enfermedades se manifiestan, las excusas ya no sirven.    
Una  buena parte de la sociedad mundial se está volviendo tan absurdamente inactiva y comodona que,  además de moverse el mínimo indispensable, están dejando de pensar (literalmente). Esto es algo muy preocupante, puesto que cuanto más utilicemos nuestro cerebro racional con  operaciones intelectuales, más desarrollaremos nuestra inteligencia, y mejor control tendremos  de nuestras emociones, además de conseguir eliminar el estrés que por sí sólo ya es dañino y que está presente en todas las enfermedades . Por infelicidad muchas personas prefieren no pensar, no analizar hechos, no razonar los problemas para poder solucionarlos. La inopia también es una manera de estar enfermo. En la actualidad podemos encontrar una tremenda cantidad de información que puede solventar muchas de las dudas e inquietudes de las personas sobre temas relacionados con la salud. Que una persona haga  acciones perjudiciales en su vida para  su salud y bienestar  careciendo de la debida información,  puede ser considerado una equivocación; pero hacer lo mismo  teniendo  información fehaciente, y  siendo consciente de sus actos, es una estulticia. El gran problema es que muchas personas no quieren parar y pensar sobre qué les pasa. Muchos son conscientes de que tienen un gran problema, pero son incapaces de utilizar el sentido común y de tomar una actitud que pueda ayudarles a solventarlo. Un ejemplo de ello son algunas personas que padecen obesidad. Conozco a unas cuantas personas que padecen  esta enfermedad, que viven protestando sobre su incapacidad de hacer cosas debido a las limitaciones que su peso les proporciona, pero sin embargo no hacen nada para resolver el problema; otras  están en la cola para operarse de reducción de estómago, pero mientras esperan, siguen con los mismos hábitos, las mismas malas costumbres, la misma ingesta calórica y el mismo sedentarismo. A algunas de estas personas les he llamado la atención varias veces sobre la importancia del desarrollo  de un programa de actividad física controlado junto con una dieta equilibrada previa a la intervención que están esperando. Tengo casos documentados de personas que,  mientras esperaban en la lista para operarse, empezaron un programa de ejercicio físico y una dieta equilibrada  diseñados especialmente para esta población. Después de 18 meses, al llegar el momento de la intervención, habían perdido 35 kilos, habían cambiado totalmente su estilo de vida del sedentarismo a una vida activa, habían cambiado sus malos hábitos nutricionales,  su actitud frente a la vida; ya no daban escusas frente a los problemas, sencillamente los afrontaban con valor y coraje. No fue necesario proceder a la intervención de reducción de estómago, pues ya habían logrado su objetivo, y sin la necesidad de fármacos. Un tratamiento nada agresivo, absurdamente más barato, sin efectos secundarios, capaz de fomentar cambios metabólicos importantes, y capaz de prevenir problemas cardiacos y otras enfermedades. Desafortunadamente la gran mayoría de las personas que están en la lista de espera para una intervención quirúrgica de reducción de estómago no se preocupan en prepararse,  simplemente piensan que dicha operación será la solución de sus problemas de sobrepeso, pero mismo después de la intervención hay un largo recorrido hasta el éxito, y muchas de estas personas se quedan en el camino y siguen siendo obesas. No estoy en absoluto en contra de las intervenciones quirúrgicas de reducción de estómago, sólo faltaría; con lo que no concuerdo es con que la intervención quirúrgica en estos casos sea la primera opción, y para muchas personas la única.
Creer es más fácil que pensar, he ahí la razón de que existan más creyentes” Albert Einstein.   
Si disminuimos la  actividad física, reduciremos los niveles de mitocondrias en nuestros músculos y haremos que nos cueste cada vez más movernos, o hacer  ejercicio, y eso es lo que pasa con las personas sedentarias.
Gran parte de la sociedad es consciente de lo que es correcto y de lo que no es bueno para su salud, pero se empeñan en mirar para el otro lado y declinarse hacia las actitudes incorrectas. Es sabido que si comes más de lo que necesitas, ganarás peso; si ingieres demasiados dulces podrás desenvolver obesidad, deteriorar los dientes, fomentar un ambiente muy ácido en el organismo y,  junto con la obesidad, la posibilidad del desarrollo de un cáncer, y el sedentarismo se sincroniza perfectamente con todas esas malas costumbres. El azúcar es uno de los grandes problemas de los tiempos modernos. Es un producto muy adictivo, que no tiene ningún valor nutritivo y que, además, es un gran impulsor de muchas enfermedades. En el siglo XIX el consumo de azúcar en Estados Unidos era de 4 kilos por persona/año. En 2009 ese consumo se incrementó hasta la cifra de 79 kilos por persona/año, junto con el incremento del sedentarismo. La glucosa es un potente alimento para las células cancerígenas, pues en la presencia de un tumor, algunos genes dejan de funcionar, o funcionan de manera incorrecta, se inhiben los receptores de glucosa que están en la superficie de las células y que eliminan esa glucosa del torrente sanguíneo, y esto hace que los tumores se alimenten insaciablemente y que se desenvuelvan. En condiciones normales esta célula estaría activa y degradaría el receptor de glucosa, pero en estos casos, ocurre lo contrario, hay una superaceleración del receptor de glucosa que resultará en una multiplicación tumoral.   
Las células tumorales se identifican por su crecimiento descontrolado, y necesitan mucha energía. Para lograr ese hecho,  estas células malas atraen toda la glucosa que pueden. Además de la captación de glucosa, esta clase de células son anaeróbicas, viven en ambientes con ausencia de oxígeno en un entorno químico, así que una buena idea sería practicar actividad física, reducir la ingesta de azúcar, sus derivados, y de harina refinada,  así como de sal, leche, etc. La utilización de grandes  cantidades de harina refinada puede producir el mismo efecto, y la unión de grandes cantidades de harina refinada con grandes cantidades de azúcar, junto con la falta de la práctica de la actividad física, produce una combinación explosivamente perfecta para que se fomente la pérdida de salud y de calidad de vida en las personas.
Es inverosímil que todavía exista una gran resistencia por parte de muchas personas a aceptar la importancia del ejercicio físico y del deporte en nuestras vidas, al mismo tiempo que algunas malas costumbres están bien vistas y aceptadas en nuestra sociedad (fumar, beber alcohol, etc.). También es muy importante destacar la gran adicción al azúcar que muchas personas padecen,  algo digno de preocupación. Dicha adicción comienza  desde niños (en vez de comprar estas papillas dulces de las farmacias, ¿por qué no hacerlas en casa con frutas naturales y cereales?)
Por otro lado, es fundamental recordar la importancia que tiene el pensamiento positivo en nuestras vidas, principalmente dentro del mundo de las enfermedades, pues pensar positivamente es como abrir una vía directa de ayuda a un  tratamiento. Las personas que piensan positivamente tienen mayor  facilidad en librarse de malas costumbres, una vez que son conscientes de ello.     
No se puede mesurar el pensamiento,  tampoco su fuerza. El pensamiento mueve una ingente cantidad de corrientes eléctricas en el cuerpo  afectando así a los nervios y, como respuesta, ocasiona las sensaciones y los sentimientos. El pensamiento tiene un poder que no se puede explicar, por este motivo es fundamental que intentemos direccionar nuestro pensamiento de manera positiva y productiva.(1)    
El pensamiento es capaz de fomentar la liberación de una gran cantidad de sustancias químicas en el organismo. Una persona que piensa de una manera negativa frente a la vida y frente a las enfermedades, tendrá una gran posibilidad de inhibir la liberación de serotonina, de oxitocina, de las endorfinas, etc., que son las sustancias que nos hacen sentir bien. Y esto es debido a que las personas  pesimistas normalmente se estresan con una tremenda facilidad, principalmente cuando se trata de lidiar con las enfermedades. Esa situación facilitará la liberación de ACTH (hormona del estrés), que a su vez inhibirá la acción de las sustancias anteriormente citadas.(1) Al padecer una situación de estrés, independiente de la manera en que se nos presente, la hormona del estrés, cuando es liberada,  se encarga de bloquear gran parte de las demás hormonas responsables del bienestar como la oxitocina, la serotonina, la endorfina y  la dopamina, y cuando el cuerpo está libre de estrés, ocurre lo contrario.(2)
Es fundamental tener claro que el estrés, esa enfermedad tan bien aceptada por todos, inhibe el sistema inmune facilitando así la proliferación de muchas otras enfermedades.
El cuerpo humano está hecho para moverse y todo aquello que hagamos por encima del sedentarismo, resultará ser una buena estrategia para la mejoría de la salud. Nuestra salud depende única y exclusivamente de nosotros. Tener una buena o mala salud es el resultado de nuestras acciones, de nuestra manera de pensar, de nuestra manera de cuidarnos, de nuestra manera de vivir. Es imposible ser feliz en ausencia de salud, por este motivo deberíamos volver a plantear nuestras prioridades y evaluar la equidad de nuestro gasto energético para las cosas sin importancia, y para las que nos hacen verdaderamente felices.
Antes de preocuparnos con el futuro, hay que vivir el presente, y vivirlo de la mejor y más sana manera posible. Lo que seremos en el futuro dependerá de las actitudes del presente. El pasado ya se ha ido y no podemos cambiarlo, pero el presente cada día nos invita a hacer algo bueno para nosotros y para los demás. No perdamos esas oportunidades.




(1) El Blog del Dr. Sergio Simphronio  LA FUERZA DEL PENSAMIENTO Y LA IMPORTANCIA DE PENSAR DE MANERA POSITIVA PARA NUESTRA SALUD
(2)  El Blog del Dr. Sergio Simphronio  EL ESTRÉS SIN  MOTIVO




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miércoles, 18 de junio de 2014

LAS UNIDADES DE TRATAMIENTO DE ENFERMEDADES POR MEDIO DEL EJERCICIO FÍSICO

La introducción de las unidades de actividad física en los hospitales y clínicas es un hecho que crece a cada día en muchos países.  Son innúmeras las evidencias científicas que comprueban la efectividad del ejercicio físico como apoyo a un tratamiento, para un  tratamiento, en la recuperación o para la prevención de las enfermedades, pero es importante puntualizar que para que estas unidades  realmente funcionen con una gran efectividad, no basta con sólo introducir algunos movimientos en forma de ejercicio para que los pacientes se muevan, ni tampoco  con enseñarles tablas de ejercicios y supervisarles. Es ésta una cuestión  bastante más profunda de lo que muchos puedan imaginar. Siempre digo que las enfermedades no tienen  nada que ver con la salud, pero el gran reto es hacer  que las dos se fusionen haciendo que la primera desaparezca. Llevo más de 10 años creando e  introduciendo unidades de tratamiento de enfermedades por medio de la actividad física, principalmente en hospitales de Estados Unidos, Inglaterra, y últimamente en Noruega. En un principio haciéndolo de manera privada como asesor (PhD), y después a través de SIMPH MEDICAL FITNESS INSTITUTE con las UEFE® (Unidad de Entrenamiento Físico para Enfermedades), siempre obteniendo resultados muy satisfactorios en la aplicación de los más distintos protocolos para el desarrollo de las terapias con actividad física. Es fundamental resaltar que el concepto de unidades de tratamiento vía ejercicio que tenemos y que introducimos en los países en los que operamos es muy completo. Va mucho más allá que una pequeña sala  dentro de un hospital. El concepto de las unidades que creamos es el de verdaderos gimnasios enfocados a personas con patologías, algunas incluso con piscina semiolímpica. Muchos de los que estáis leyendo este artículo estaréis pensando que eso no puede ser posible, pero os aseguro que no sólo es posible  sino además  muy lógico y necesario, pues la primicia principal de esta clase de tratamiento es alejar al paciente al máximo del clima de un hospital. Los ejercicios nunca deben ser aplicados por profesionales que lleven los típicos pijamas hospitalarios o batas que utiliza el personal sanitario, pues esto es totalmente  contraproducente. La ropa deportiva es la más adecuada, y además  hemos comprobado con estudios que los niveles de serotonina de las personas que han participado en el programa subían al desarrollar el entrenamiento con un profesional que utilizaba ropa deportiva; en contrapartida, los pacientes asocian el pijama sanitario a los fármacos, a sus enfermedades y,  lo peor, al dolor.
A este respecto hemos desarrollado un interesante estudio con algunos de los participantes del programa de actividad física para el tratamiento de enfermedades.  Constituía un grupo de  60 participantes,  siendo 20 varones de edades comprendidas entre 45 y 55 años, y 40 mujeres de edades comprendidas entre 30 y 60 años.
Se ha procedido a recoger la saliva de los 60 pacientes antes de empezar el programa con profesionales (entrenadores) que llevaban pijamas blancos y lilas. Al concluir la sesión, hemos repetido la operación. Las dos tomas de saliva de los participantes eran analizadas cada día durante una semana. En la semana siguiente, hemos procedido de la misma manera,  con el mismo tipo de entrenamiento, de procedimientos, y con los mismos profesionales (entrenadores), pero utilizando ropas deportivas.
Profesionales utilizando pijamas.
Al analizar los niveles de cortisol en saliva, hemos comprobado que todos los participantes del estudio, antes de empezar la sesión, tenían niveles de estrés muy aceptables. Sin embargo, estas mismas personas al terminar la sesión, poseían  niveles de estrés totalmente diferentes con respecto al inicio de la actividad. En un 65% de estas personas hemos comprobado que los niveles de estrés se habían disparado a una clasificación no aceptable, un 30% de ellos tuvieron una elevación moderada, y el 5% restante no presentó una alteración significativa.
Profesionales utilizando ropas deportivas.
Al analizar el cortisol en saliva de las mismas personas en la segunda semana, hemos podido comprobar que en un 25% de los participantes, los niveles de estrés se habían alterado de una manera inapreciable; no obstante,  en un 75% de ellos, estos niveles  habían bajado de manera significativa.
No contentos,  hemos querido ahondar en el  porqué de tal hecho. Hemos seguido con el estudio durante dos semanas más, pero suprimimos los test de saliva, y procedimos a estudiar el cerebro de 10 de los participantes vía resonancia magnética, justo aquéllos que tuvieron los cambios de ACTH (hormona del estrés) más pronunciados en la segunda parte de estudio, aquéllos en los que más bajaron los niveles de cortisol al tener a un profesional aplicando los programas de actividad física con ropa deportiva. La segunda parte del estudio  ha sido realizada con la utilización de los pijamas hospitalarios  por parte de los profesionales. Todas las personas presentaron mapas muy parecidos en su cerebro. En todas ellas se podían apreciar las “zonas  cerebrales del dolor”.
Se apreciaban las zonas del tálamo (encima del cerebro primitivo), el lóbulo parietal (información sensorial), sistema líbico (procesos emocionales), corteza cerebral (parte de la razón). Este descubrimiento nos ha hecho pensar que los pijamas hospitalarios en la práctica deportiva alteran los niveles de ACTH en los pacientes, debido a que les provocan una asociación directa con el dolor. Desde luego, si a un proceso de recuperación de alguna enfermedad o durante el tratamiento de la misma hay presencia de estrés, la enfermedad se hace más fuerte, pues éste inhibe el sistema inmunológico.  Al llegar datos  negativos al cerebro,  ya sea en forma de estrés, o de malos recuerdos o experiencias, éste analiza y toma las decisiones más pertinentes para la protección del cuerpo. El cerebro construye el dolor en base al análisis de los datos que recibe, pero también de las experiencias y del aprendizaje.
Desde nuestro punto de vista, el profesional más indicado para desarrollar este servicio es el profesor de educación física especializado en tratamiento de enfermedades vía ejercicio físico. Desde nuestra experiencia, el trabajo en equipo es lo más importante para que se logre una recuperación activa de pacientes que hagan parte de esta clase de programas. Y por supuesto los médicos siempre deben  dar el visto bueno para que los pacientes puedan hacer parte de los programas de recuperación activa vía ejercicio físico. Las reuniones entre profesionales de las más distintas áreas son frecuentes, se estudia cada caso de manera aislada, y todos tienen mucho que aportar; hay que recordar que lo importante es el paciente y su salud.  Es fundamental hacer que el paciente se sienta sano, aunque no sea así, que quiera sentirse fuerte, además de proporcionarle una de las herramientas principales para su recuperación, que es la autoestima. Estas unidades son fundamentales, pues proporcionan herramientas indispensables para una recuperación activa en los pacientes.
 Antes de crear una unidad, ya sea en un hospital, en un gimnasio, o en un hotel,  entrenamos a todo el personal implicado:   médicos, fisioterapeutas, enfermeros, profesores de educación física, nutricionistas, etc. Todos deben trabajar al unísono, compartiendo informaciones y conocimientos sobre cada caso.
Es muy importante puntualizar que los cambios neurofisiológicos que sufren las personas enfermas dentro de la práctica de la actividad física son innúmeros. Dicho esto, hay que tener muy en cuenta el estado anímico y el lado psicológico del paciente, ya que según este estado y la gravedad de la enfermedad,  se puede  alargar mucho la recuperación de la persona afectada por la patología.     
De otra parte, no podemos olvidar que las defensas de estas personas  muchas veces están  bajo mínimos, a lo que hay que añadir el componente de estrés que generan todas las enfermedades; éste se manifiesta en forma de miedo o de preocupación, y ahí tendremos un gran problema para obtener el éxito deseado en el tratamiento. Éste es uno de los principales motivos por los que el personal sanitario debe  estar muy bien entrenado para tratar con los pacientes que harán parte de dicho programa. Nunca debemos tratarles como enfermos, aunque  lo sean; no cuesta nada sonreír a un paciente; no cuesta mirarle a los ojos al hablarles; no cuesta escucharles aunque sea por un minuto, aunque nos apremie la inexistencia de tiempo; no cuesta transmitirles un poco de paz y tranquilidad, mismo estando dentro de un hospital.
La actividad física es una herramienta fundamental para lograr la recuperación de una enfermedad,  mismo en la prevención, pero debe  ser muy bien aplicada, sobretodo en casos como éstos. De no ser así, podrá perder su efectividad y los resultados pueden ser muy negativos, y en algunos casos incluso perjudiciales. El ejercicio físico equilibrado y bien aplicado, además de elevar los niveles de serotonina, endorfinas, oxitocina, etc., reduce el ACTH (hormona del estrés), y es capaz de eliminar a los radicales libres.
De otra parte, los radicales libres también están directamente relacionados con muchas enfermedades como la Fibromialgia, el Cáncer, la Arteriosclerosis, etc., estando también relacionados con otros procesos biológicos como la vejez. Estos fenómenos  de oxidación por radicales libres están en el origen de muchas enfermedades (1). Dicho esto, es muy importante recordar que la actividad física también puede producir radicales libres.
El problema ocurre cuando la producción de radicales libres supera la capacidad del organismo de “antioxidar”, generando  con ello un desequilibrio que tiene como resultado el estrés oxidativo y, en consecuencia, el daño celular. Eso puede ocurrir con la gran ingesta de fármacos derivada del tratamiento médico necesario en el proceso, pero también por una vida alimenticia mal enfocada donde el consumo de los alimentos ácidos superaba  al  de los alcalinos, y también por la práctica desequilibrada del ejercicio físico, máxime en casos de personas que padecen o que han padecido  alguna enfermedad, y teniendo en cuenta que algunas de ellas nunca han practicado ejercicio físico en su vida. Sus defensas estarán bajas y tendrán una energía limitada para la práctica del ejercicio físico. Un protocolo mal aplicado podría tener efectos muy negativos.
Por este motivo la sincronización y adaptación de la aplicación de la actividad física tanto a la patología como a la individualidad de la persona es de lo más importante en estos casos pero,  para poder hacerlo,  es necesario tener un gran conocimiento tanto de la enfermedad como de la práctica del ejercicio físico, al mismo tiempo que es fundamental conocer a la persona la que se aplica el tratamiento. La nutrición deportiva aplicada al tratamiento de enfermedades también es de suma importancia. En el caso de SIMPH MEDICAL FITNESS INSTITUTE, aplicamos la NDE®  (Nutrición Deportiva para Enfermedades).
Para desarrollar esta clase de tratamiento, es imprescindible controlar la aplicación de la actividad física dentro de la enfermedad, así como saber  establecer las recomendaciones sobre la cantidad  y la intensidad de actividad física pertinente e ideal para el tratamiento.
  

(1)El blog del Dr. Sergio Simphronio  LA ACTIVIDAD FÍSICA Y EL ESTRÉS OXIDATIVO





jueves, 8 de mayo de 2014

LAS EMOCIONES DENTRO DE LAS ENFERMEDADES

Se empieza a hablar cada vez más y con mayor frecuencia sobre los tratamientos de enfermedades por medio de la actividad física. Es muy importante llamar la atención sobre varios aspectos,  uno de ellos, y el más importante, que el mundo de las enfermedades es algo muy  interesante pero muy complejo a la vez, y hay que estar verdaderamente preparado para asumir una  responsabilidad de este calado. De otra parte, al plantear tratamientos vía ejercicio físico a  poblaciones especiales para las más distintas enfermedades, es de sentido común conocer las  enfermedades a fondo antes de la aplicación de la actividad física, al mismo tiempo que es fundamental tener un gran conocimiento sobre los ejercicios físicos y sus diferentes formas de aplicación, además de estar al  tanto de todos los efectos que estos últimos pueden proporcionar a las personas que padecen alguna anomalía. Dicho esto, me empieza a preocupar la proliferación de publicidades que últimamente veo sobre muchas y variadas  actividades que sirven para tratar una inmensa cantidad de enfermedades, y que además todas las personas que las aplican se dicen “capacitadas” para hacerlo. Desde luego algunas personas del mundo de la actividad física y de la salud sí que están capacitadas, y además con una gran preparación, pero lo que me asusta es que hay una inmensa cantidad de personas que carecen de esta clase de formación, y que aún así siguen trabajando con esas poblaciones. El mundo de las enfermedades no tiene nada que ver con el de la salud. El gran tema es fomentar que estos dos mundos se fusionen haciendo que el de las enfermedades desaparezca.

Llevo más de 20 años investigando el tratamiento de enfermedades vía ejercicio físico de los cuales,  en algunas enfermedades, tengo grupos de investigación que llevan conmigo 12 años; y sin embargo cada día que pasa descubrimos algo nuevo y me doy cuenta de que mi conocimiento es imperceptible.  
Dentro de los tratamientos de enfermedades por medio de la actividad física existen varias líneas muy efectivas de trabajo. Siempre es importante recordar que el cuerpo humano tiene una ingente cantidad de sistemas de autodefensa frente a las más distintas adversidades que puedan ocurrir en el día a día. La mejor manera de entrenar estos sistemas de defensa es con la práctica de ejercicio físico regular y una alimentación equilibrada. El ejercicio físico es capaz de proporcionar una gran cantidad de estímulos que incitan a nuestro cuerpo a reaccionar de manera positiva de cara a cualquier anomalía, y que pueden ser claves en la defensa del organismo frente a una enfermedad más importante.

He escrito varios artículos hablando sobre el estrés, y lo seguiré haciendo, pues esta enfermedad que está tan bien aceptada por la sociedad, es una gran impulsora de la pérdida de calidad de vida de muchas  personas,  tanto por sí misma como si está vinculada a la presencia de alguna otra enfermedad. Está presente en más de un 90% de las enfermedades. Al ponerse enfermas las personas  se enfadan, sienten miedo, se deprimen, algunas a mayor escala que otras, pero todos estos síntomas pueden dificultar la recuperación de las enfermedades  pudiendo alargarlas de una manera considerable. Es fundamental recordar que el estrés inhibe el sistema inmunológico de las personas, facilitando así la pérdida de efectividad del organismo para protegerse frente a las adversidades. Sin embargo, en la presencia o no de cualquier enfermedad, el estrés también puede ocasionar la ansiedad y la depresión. Ante una enfermedad, de manera general, las emociones se hacen difusas, y según la manera que tenga la persona en cuestión de afrontar  dicho proceso, las emociones son capaces de regular nuestro estado mental, además de nuestro estado corporal. El cuerpo humano no sólo evidencia las emociones que sentimos, sino la manera en  la que las sentimos. El cerebro procesa algunas emociones en función del estado fisiológico del corazón. Al recibir un impulso negativo de  miedo o susto por alguna situación inesperada que se nos cruce en el camino durante la sístole (contracción miocárdica en la que el corazón expulsa la sangre de su interior), se percibe la emoción de una manera más intensa que si fuera la misma situación en diástole (cuando el corazón se relaja después de la contracción).

El cuerpo está totalmente sincronizado con las emociones, tanto es así que en algunos casos el dolor físico puede proceder de una emoción producida por un fuerte proceso de ansiedad. Las emociones humanas pueden liberar sensaciones físicas muy fuertes. El cuerpo,  además de  manifestar las sensaciones que sentimos, también es capaz de influir en la manera que sentimos estas emociones. Es importante volver a recordar que toda enfermedad tiene un componente emocional muy importante, y lo que va a determinar la inhibición de este componente es el estado anímico de la persona en cuestión. El gran impulsor para la mejoría del estado anímico de una persona es la práctica regular de ejercicio físico junto con una alimentación equilibrada, máxime si el individuo se encuentra dentro de una enfermedad. Practicar actividad física controlada y supervisada durante una enfermedad es algo muy interesante que además fomentará un avance en el proceso de recuperación del paciente.
Al hablar de la emoción, me he referido a sólo uno de los aspectos que intervienen en una enfermedad. Por ese motivo, es inteligente recordar que cada persona es un mundo totalmente diferente, y que en un tratamiento también basado en ejercicio físico, es de suma importancia individualizarlo, al mismo tiempo que debemos valorar cuál será el protocolo más indicado a seguir, puesto que el protocolo “A” quizás sea correcto, pero puede estar siendo aplicado a la persona equivocada. El cuerpo humano funciona de manera global, es decir, todo está conectado con todo. En presencia de una enfermedad, el cerebro recalcula todos sus procedimientos cambiando así el metabolismo de la persona con el fin de recuperar su integridad física lo antes posible. Para el tratamiento de enfermedades vía actividad física, debemos seguir la misma máxima.



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jueves, 10 de abril de 2014

LA ACTIVIDAD FÍSICA Y EL ESTRÉS: LAS SEÑALES QUE NO VEMOS

El estrés puede desencadenar muchas enfermedades, tanto en las edades tempranas, como principalmente en las edades adultas.  Muchas veces podemos haber estado padeciendo estrés desde mucho antes de darnos cuenta de ello, y ese hecho puede haber pasado con un gran número de personas, pudiendo estar acompañándolas  toda la vida sin que se den cuenta. Solemos hablar del estrés como algo totalmente normal y cotidiano; padecer  esta enfermedad está socialmente aceptado al igual que fumar, pero tanto uno como  otro pueden provocar problemas muy importantes para la salud, además de ser grandes socios y de complementarse  a la perfección. En los días de hoy, existen muchos fármacos químicos para los efectos que el estrés ocasiona en la salud, pero el único fármaco realmente capaz de curar esta enfermedad, además de sus efectos, es la actividad física y el deporte, acompañados de una alimentación sana, balanceada, horas de sueño pertinentes para que el individuo se sienta descansado, y una vida libre de malas costumbres. Es fundamental tener en cuenta que cuanto antes se empiece la práctica del ejercicio físico y de una alimentación equilibrada, mejor. Y eso también, y sobre todo, se aplica a los niños. Es de sentido común pensar que si hacemos ejercicio físico desde las primeras edades fomentaremos una vida más equilibrada, con una gran posibilidad de que ésta esté libre de problemas de salud, tanto en la infancia, como en adolescencia o en las edades adultas. Estando en tratamiento de alguna enfermedad, el estrés supone un hándicap importante en la recuperación de la misma, pues su presencia dentro del proceso de recuperación dificultará dicho procedimiento debido a que inhibe el sistema inmune y ocasiona la bajada de las defensas de la persona que lo sufre, aumentando de una forma desmesurada la posibilidad de tener otras enfermedades o recaídas. En casos como los de la recuperación de una enfermedad, la práctica de ejercicio físico controlado y direccionado a las necesidades de la persona en cuestión podrá ayudar en su recuperación.
Una gran cantidad de las enfermedades que conocemos son ocasionadas por un mal estilo de vida y, en su gran mayoría, se desarrollan a lo largo tiempo. Son silenciosas y cuando se manifiestan, muchas veces se presentan de una forma muy agresiva. Es el caso del estrés, la hipertensión, algunos problemas cardiacos y muchas otras. Es importante que desaprendamos ciertas costumbres que nunca nos hemos preguntado por qué las asumimos. Si nos paramos a pensar, eso se remonta a las primeras edades, cuando a los niños desde muy pequeños, en la mayor parte de los casos, se les proporciona un gran estrés sin que se perciba. Muchos comportamientos de los adultos frente a los niños son cuestionables. Me refiero a niños de todas las edades, pero principalmente en las primeras edades. Los niños observan todo y estudian a los mayores constantemente. Es de suma importancia  que también aprendamos a observarles, pero no sólo las señales fundamentales que ellos manifiestan de una manera clara (hambre, sueño, etc.), sino aquellas  referencias más sutiles que ellos nos facilitan en cada momento. Muchas veces los adultos estamos insistiendo a un niño para que repita palabras, o que aprenda cosas, y eso es normal, pero es importante que estemos atentos a que ése realmente sea el momento más oportuno para hacerlo.  Algunas personas  hablan con los niños  con un tono de voz muy  alto, y se olvidan de que estos pequeños tienen una tremenda sensibilidad sensorial, y que en la ausencia de alguna anomalía auditiva, son capaces de escuchar en tonos muy, muy bajos.
Los niños también se agobian, se enfadan, son altamente sensibles a todo, y sobre todo, también se estresan, aunque mucha gente piense que esto no pasa. Lo más curioso es que cuando un bebé que apenas sabe hablar se enfada por algún motivo, los adultos se ríen por parecerles algo gracioso y no lo toman en serio, y la mayor parte de las veces siguen insistiendo en la misma acción móvil del enfado del bebe. Ésta es una manera muy  típica de fomentar estrés al pequeño. Lo más inteligente, en situaciones parecidas,  es dar atención al motivo del enfado y respetarle no repitiendo la acción. También es interesante estar atentos a las situaciones donde las informaciones se colapsan; es decir, televisión encendida con volumen alto, varias personas hablando a la vez, teléfono sonando, personas desplazándose en el ambiente, más de una persona llamando al nombre  del bebe requiriendo su  atención…Son típicas situaciones que son capaces de facilitar estrés al bebe, y que podrían ser evitadas.    
A medida que el niño va creciendo, seguirá facilitándonos muchas señales.
Desde las primeras edades es fundamental enseñar el equilibrio a los niños en todos los sentidos. Enseñarles, por ejemplo,  la costumbre de despertarse con tiempo suficiente a que no tengan que levantarse de la cama corriendo, que no necesiten  desayunar con velocidad y que no tengan que salir corriendo de casa para no llegar tarde a clase. Educarles para los deberes de casa, y los tiempos utilizados para estudiar.
Es menos estresante para nuestra salud dormir una hora menos, y tener una hora a más de tiempo para poder desayunar y preparar el día con más tranquilidad.
Desde luego los que dejan todo para la última hora nunca tendrán  tranquilidad ni equilibrio, puesto que siempre estarán corriendo detrás del tiempo que ya pasó.  De seguir así, cuando sean adultos, esa actitud ya será una constante en su vida, y lo más normal es que estas personas se hayan acostumbrado a vivir de esa manera, siempre corriendo, y que padezcan estrés sin saberlo, y desde hace mucho tiempo. Pero en los tiempos que corren esto sería una situación normal.
¿Será que nos hemos acostumbrados a estar estresados desde pequeños y nunca hemos dado cuenta de ello?
Desaprender procedimientos impuestos que carecen de un objetivo lógico es algo fundamental, pues si recordamos las situaciones anteriormente citadas, muchas personas pueden tener el estrés ya reflejado en su ADN, pues lo padecen desde las primeras edades sin saberlo. De ahí muchas veces el motivo por el que algunas personas se ponen enfermas con extremada  facilidad, máxime si añadimos la falta de actividad física, una mala dieta y los vicios. Cuando existen problemas hay que buscar soluciones, pero es imprescindible conocer la procedencia de la anomalía y los motivos por lo cuales ésta se ha manifestado; y en la solución de la misma, es primordial tener en cuenta todos los factores involucrados.   




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