¿Qué nos ha pasado?
En otros tiempos no muy lejanos vivíamos de una manera muy diferente a la que vivimos hoy: teníamos más tiempo para nosotros, para disfrutar de nuestra vida personal, nos divertíamos más, el estrés era una palabra que casi no se utilizaba. Muchas de las enfermedades que hoy conocemos no existían entonces.
Hemos cambiado mucho. Si volvemos la vista atrás nos daremos cuenta de que muchas cosas han mejorado, pero muchas otras se deterioraron de una manera impresionante. Quiero referirme a los valores que tienen una influencia importante en nuestra salud.
Con la vida que llevamos en los días de hoy, estamos en constante competición. Competimos con todo que se mueve, incluso con nosotros mismos. Si uno está conduciendo y alguien le adelanta, éste se enfada y encuentra la manera de recuperar el puesto que ocupaba en la carretera poniendo en peligro su vida y a la de los demás; si alguien quiere incorporarse a la vía con su coche por delante de nosotros, aceleramos y no dejamos que entre; los niños ya no respetan a los mayores, ya no respetamos a los ancianos, ya no respetamos a nadie, tampoco a nosotros mismos.
A cada momento en los hospitales ingresan personas con cuadros de coma etílico. Cada vez es más frecuente ver a personas que utilizan el alcohol de manera irresponsable bebiendo hasta perder sus facultades. Eso es una tremenda falta de respeto por la vida.
Nos faltamos al respecto cuando comemos sin control ingiriendo grandes cantidades de comida con el peligro de desarrollar una obesidad. Beber compulsivamente proporciona la misma clase de agresión al organismo, pero con sus particulares consecuencias.
¿Qué nos ha pasado?
Si nos piden que enumeremos sin pensar 3 cosas buenas y 3 cosas malas que nos pasaron el año anterior, estoy convencido de que las malas las recordaremos sin problemas, pero las buenas tendremos que pensarlas un poco más.
¿Por qué somos tan negativos?
El ser humano es capaz de mentir e incluso de perjudicar a otras personas con la mentira sólo para salirse con la suya o para decirse a sí mismo que ha ganado la batalla. Es triste que hayamos llegado a un nivel de sociedad tan mediocre. Muchas veces vemos casos de personas que hablan mal de otras llegando incluso a hacer daño con sus palabras, poniendo a la persona referida en situaciones comprometedoras o dañando su imagen. Lo que resulta interesante es que en la mayor parte de los casos, aquellos que se dedican a contar mentiras y hablar mal no conocen a las personas de las que hablan y tampoco saben si lo que están diciendo es verdad. En otros casos ni siquiera han visto a esta persona en la vida. Seguro que nunca se han preguntado por qué lo hacen. “Es que me han dicho”…
Investigadores del Instituto Nacional de Ciencias radiológicas en Inage – Ku en Japón han identificado las áreas del cerebro que procesan las emociones como la envidia y el placer ante las desgracias y el dolor ajenos. Los resultados que fueron publicados en la revista Science (una de las revistas científicas más importantes del mundo), muestran que los sentimientos de envidia se procesan en la región asociada al dolor físico.
Los autores del trabajo que fueron dirigidos por el Dr. Hidehiko Takahashi, descubrieron que los sentimientos de envidia estimulaban la corteza cingulada anterior dorsal, la misma región asociada con el dolor físico. Mientras que el sentimiento de regocijo en el mal de otros desencadenaba actividad en el estriado ventral, que procesa las recompensas. Los resultados también mostraron que estas señales de recompensa eran más intensas cuando algo malo sucede a las personas que los sujetos envidiaban.
¿Por qué perdemos nuestro precioso tiempo atravesando las fronteras de la libertad de los demás y preocupándonos con cosas que no nos incumben? ¿Por qué no hacemos al revés y hablamos bien de las personas mismo sin conocerlas? ¿Por qué no nos alegramos de las alegrías ajenas? ¿Por qué no miramos las cosas positivas de los demás? ¿Por qué no miramos y valoramos las cosas buenas de nuestras vidas? ¿Por qué no nos dedicamos a ser verdaderamente felices?
Cuando estamos tranquilos con nosotros mismos somos más felices, además de que hacemos que todo sentimiento negativo hacia nosotros y hacia los demás desaparezca. Las mismas áreas del cerebro que actúan en el entrenamiento físico para proporcionarnos bienestar, son las que actúan cuando estamos felices. Es cierto que hay muchas personas que creen ser felices hablando mal de los demás; sólo hace falta ver el nivel de programas de TV que tenemos actualmente. En estos casos en concreto estas personas por lo menos ganan dinero(es un personaje), lo que en mi opinión sigue siendo despreciable, pero en el caso de las personas que lo hacen por puro placer desprestigiar, me parece triste. La envidia y la difamación, además, no son nada saludables: dañan más al que la comete que al injuriado. De hecho dicen que “la envidia corroe”.
Estoy seguro de que nuestro mundo sería mejor incluso más seguro si nos comportáramos con los demás de manera más honesta. Siempre vemos los problemas partiendo de los demás hacia nosotros. ¿Por qué no vemos los problemas partiendo de nosotros hacia los demás? Si lo hiciéramos estoy seguro de que la sorpresa sería muy grande.
Las personas que ya tuvieron la oportunidad de ayudar a los demás, mismo en forma de caridad, después de haberlo hecho habrán sentido una sensación de bienestar, una tremenda relajación, además de una agradable tranquilidad. Eso es estar bien con uno mismo. En mi opinión es tener paz interior: ésta es la verdadera felicidad.
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