martes, 3 de enero de 2012

NUESTRO RELOJ BIOLÓGICO

La cronobiología es la ciencia que estudia nuestro reloj biológico. Todos tenemos un  reloj corporal que desarrolla importantes funciones en nuestro organismo,  entre ellas la de alertarnos  de que es hora de comer, o de dormir, etc. Cuanto más organizada es  nuestra vida, mejor funcionará nuestro reloj biológico. Está comprobado que las personas organizadas se estresan menos y tienen una menor probabilidad de sufrir  enfermedades.
Se sabe muy poco sobre el  reloj biológico y su funcionamiento, pero lo que se ha investigado hasta el momento hace que nos demos cuenta de lo importante que es tener una vida equilibrada.
 Desde pequeños  nos acostumbramos  a los horarios y hacemos  que  nuestro  organismo se adapte a la agenda diaria. A lo largo de nuestra existencia vamos pasando por diferentes etapas en las que tenemos que readaptar nuestro reloj biológico en función de las circunstancias del momento: horario de trabajo, horas de sueño, horas de descanso, horas de alimentarse, cantidad de veces que comemos, cantidad de comida que ingerimos en cada alimentación, nuestro horario de ocio, nuestro horario de práctica de actividad física, etc. Adaptamos nuestras vidas a nuestro horario de trabajo y encajamos lo demás en la medida en que podemos. ¿Estaremos haciéndolo bien?
Lo que está claro es que cuando por alguna circunstancia tenemos que cambiar nuestro modo de vida, el organismo sufre. Cuando realizamos cambios importantes en nuestras vidas, alteramos nuestro funcionamiento interno. En la adaptación del cerebro a estas circunstancias sufrimos  importantes cambios fisiológicos que en muchas situaciones pueden ser evidenciados de  distintas maneras. Como un  ejemplo práctico, cuando terminamos el instituto y accedemos a la Universidad, experimentamos una  importante mudanza en nuestras vidas: horarios, compañeros, contenido  programático de estudios, cambio de un cole a un campus universitario, etc. Lo que en muchos casos las personas clasifican como nervios, no es  más que  una remodelación orgánica en el estilo de vida del individuo. Hay casos en los que los estudiantes dejan la casa familiar para lidiar con el desafío  de vivir solos, teniendo además que organizarse de una manera muy objetiva y optimizar muy bien sus horarios.
Uno de los mayores problemas que veo en casos como estos es que la alimentación se debilita y se pierde calidad  por dos motivos: por esta optimización del tiempo para poder hacer tres cosas en el tiempo que antes se hacía una, y  la  falta  de ganas, de interés o de conocimiento para  cocinar alimentos con calidad. Por otro lado uno de los factores más preocupantes es la velocidad con la que muchas personas comen.
 Comer no es solo una necesidad fisiológica, es una de las  actividades más  importantes  que  todos los animales existentes en la tierra tenemos que  desarrollar. La cuestión es la manera con la que hacemos dicha actividad. Hay una tremenda  cantidad de personas que mientras comen, apenas notan el sabor de los alimentos en la boca, casi no mastican, y para el cúmulo de los desastres digestivos  no se sientan para comer.
 En estos casos el estomago, después de recibir los alimentos  que pasaron  por el esófago (seguro que con cierta dificultad y en forma de bolo semi desecho), sigue con el proceso de la digestión aplicando movimientos peristáticos para continuar  con la separación de los nutrientes. La digestión  tardará mucho más de lo normal debido a  la velocidad con que el sujeto ha ingerido los alimentos y a la mala masticación de los mismos. Hay que recordar que en el proceso digestivo, el encéfalo es el que da las órdenes haciendo  que  el organismo  trabaje  en perfecta sincronía, pero esto se torna  muy difícil si no imponemos una disciplina digestiva  controlando nuestras  horas  de comer y las cantidades.
Estos  factores son como  una  bomba de relojería para  la pérdida de calidad de vida, el estrés y otras enfermedades.  Ya se trate de estudiantes o de personas que viven la situación que acabo de citar, intentar ganar tiempo acelerando acciones importantes para nuestra calidad de vida como es  por ejemplo comer, es una agresión al organismo que además  puede cambiar nuestro reloj biológico de una manera importante.    
Se hizo una interesante  investigación  sobre los mecanismos bioquímicos que ocurren en el hígado cuando ajustamos relojes biológicos y su papel en los procesos de medición del tiempo, es decir, que este órgano debe estar de acuerdo con el cerebro para determinar horas óptimas para la asimilación de alimentos y distribuirlos.
Las últimas investigaciones han comprobado que los trastornos crónicos de estrés pueden propiciar el cáncer al modificar el reloj biológico. Si un individuo tiene un trabajo que implica estar sometido constantemente al estrés eso puede alterar su reloj biológico y hacer que  su organismo responda, con mayor probabilidad de desarrollar cáncer. El padre de esta investigación señaló que hasta hace poco no existía conocimiento de estos fenómenos rítmicos, que están ligados al origen de varias enfermedades, y expresó que el reto será saber cómo se pueden corregir los trastornos de los relojes biológicos.
El investigador de Cronobiología Till Roennenerg, dice que en la actualidad muchas personas necesitan una alarma para despertar, y ello significa que despiertan antes de que sus horas de sueño hayan concluido, pues el cerebro necesita pasar por diferentes estadios mientras se descansa, y si ello no se logra, no es posible funcionar adecuadamente.
Reitera que dormir no es una pérdida de tiempo “como mucha gente cree”, sino que se trata de un fenómeno biológico. Sus investigaciones están dirigidas a reconciliar el reloj interno con el reloj social, para poder vivir  de un modo más sano.
Con respecto a las personas que practican actividad física, el cuerpo emite respuestas cronobiológicas muy interesantes. Cuando se  tiene  la costumbre de hacer ejercicio  en los mismos horarios, el rendimiento es más efectivo. Si estas mismas personas  que entrenan, además tienen  una buena disciplina en la manera de comer, los buenos  resultados serán aún  más rápidos. Cuando se practica actividad física en el mismo  horario cada día, el cerebro educa  y  adapta los músculos al ejercicio de una manera que podemos decir que  disciplina  la musculatura y  los órganos internos, a la vez que sincroniza la entrada de los nutrientes mediante  la dieta. El encéfalo  codifica  al cuerpo y ajusta los tiempos de acción y respuesta de las funciones orgánicas. Por ese motivo cuando cambiamos nuestro ritmo de vida  saltándonos  nuestra dieta como por ejemplo en las fiestas de fin de año, el cuerpo se ralentiza y las respuestas musculares pasan a ser más lentas. Con ese hecho nuestro reloj biológico podrá  alterarse y si  no solucionamos este cambio en el debido tiempo  y volvemos  a nuestra dieta y actividad normal del día a día, la cronobiología de nuestro organismo podrá cambiar trayéndonos problemas inesperados.   

Uno de los fenómenos en los que se pueden apreciar más los efectos de la alteración de nuestra cronobiología es el llamado “Jet Lag”, que ocurre en los largos viajes de avión.
Nuestro reloj biológico sufre una tremenda alteración, sobre todo si el  viaje es hacia el Este. Está comprobado que cuando viajamos hacia el Este, distorsionamos más el ciclo día-noche, además  estaremos viajando en el sentido opuesto a nuestro reloj corporal. En cambio, en  un viaje hacia  el Oeste la persona se  confunde menos porque en este sentido se prolonga  la experiencia del reloj biológico.
El Jet Lag es conocido como Descompensación Horaria,  Disritmia  Circadiana o  Síndrome de los Husos Horarios. Es un desequilibrio producido entre el reloj interno de una persona y el nuevo horario que se establece al viajar largas distancias en avión.
Entre los síntomas provocados por el Jet Lag se encuentran la fatiga, cansancio general, desorientación (la persona se confunde menos si  viaja hacia el oeste que al este), problemas digestivos (vómitos y diarreas), confusión en  la toma de decisiones o al hablar, falta de memoria, irritabilidad y apatía.
 Hay estudios que sugieren que un ejercicio intenso por la mañana temprano el primer día tras un desfase horario puede acelerar la adaptación a la nueva situación de tiempo.

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