Son muchas las personas aficionadas a la sauna. Algunas de ellas acuden todos los días, independientemente de la estación del año en que nos encontremos. Otras son practicantes de actividad física en gimnasios y, sin importarles la clase de entrenamiento que han practicado en el día, siempre se personan en la sauna al término del mismo: dicen que les resulta relajante. Hay casos de personas que aprovechan que ya están sudados del entrenamiento y se meten en la sauna sin ni siquiera darse una ducha antes.
La desinformación con respecto al uso de la sauna es muy grande y a la vez tremendamente preocupante. Son muchos los beneficios terapéuticos que nos proporciona, pero a la vez son muchos los riesgos.
En la mayor parte de los casos las personas que tienen la costumbre de ir a una sauna no son cocientes de su condición física, aunque entrenen en un gimnasio.
Tener una buena forma física no es lo mismo que tener salud.
Infelizmente no son todos los gimnasios o centros deportivos que hacen a sus clientes la tan importante evaluación física, y me atrevería a decir que en España son muy pocos los sitios que la practican a los alumnos en el momento en que pagan su matrícula. He conocido gimnasios que sí realizan la evaluación física, pero sólo a las personas con más de 30 años de edad.
La evaluación física debe ser hecha a todas las personas sin distinción de edad o sexo.
Muchas de esas personas pueden padecer de problemas de tensión, problemas cardiacos importantes, problemas circulatorios, sin contar de los típicos problemas de anomalía de curvatura fisiológica (escoliosis, lordosis, cervicales), etc. Lo más preocupante de todo eso es que en muchos de los casos esas mismas personas tampoco son conscientes de su condición de salud por la falta de costumbre de hacer un chequeo médico.
¡El riesgo de trabajar sin una evaluación física previa a la práctica de actividad física es muy alto, pero pocas personas son conscientes de ello!
Desafortunadamente el que corre el riesgo es el profesor, monitor, instructor o entrenador. Empezar un programa de entrenamiento con un alumno sin tener una clara visión del estado de salud del mismo es una verdadera locura. Tengo que pintar la cosa de una manera muy mala, pues pensar que no existe esa necesidad (la de evaluar un alumno antes de empezar un programa de ejercicios) es un tremendo error.
En países como Estados Unidos o Brasil, existen profesionales especializados en la evaluación física. No hace falta ser médico para hacerla, basta tener la carrera de Educación Física, o el entrenamiento y la condición técnica pertinente.
Por otro lado, para empezar a utilizar la sauna, da igual donde sea o en el país que sea, es de suma importancia consultar su médico, independiente de que haya hecho una evaluación física o no, o que sea una sauna externa a las instalaciones deportivas. Es fundamental tener claro si se padece de alguna anomalía cardíaca, problemas de presión, problemas en la piel, etc.
La temperatura de una sauna oscila entre los 80 y los 100 grados centígrados. En las saunas secas se combina con una humedad muy baja.
En la sauna, debido al abundante sudor provocado por las altas temperaturas, los fluidos corporales se concentran y hacen que la sangre se torne más densa. Esa situación es un verdadero peligro para las personas que padezcan de alguna enfermedad cardíaca, pues ese hecho puede provocar un ataque al corazón. Es siempre recomendable que personas con hipertensión o con cualquier clase de cardiopatía, busquen un médico antes de practicar la sauna.
De otra parte la sauna ayuda a mejorar las funciones cardiovasculares en personas que no padecen ninguna clase de enfermedad. Al dilatar los vasos capilares se ayuda a bombear la sangre al corazón con más fuerza manteniendo así la presión sanguínea. Para los individuos que tengan algún problema cardiovascular, es aconsejable que la sauna no supere los 65 grados de temperatura.
Hay estudios médicos que advierten sobre el abuso de las sesiones de sauna tanto de los hombres como de las mujeres. Se fundamenta en que el calor de la sauna puede reducir drásticamente la cantidad y calidad del semen masculino y en el caso de las mujeres, puede ocasionar fuertes hemorragias menstruales y incluso interrumpir la ovulación. Otro importante estudio realizado en Estados Unidos ha comprobado que las mujeres que utilizaban la sauna con excesiva frecuencia, tenían doble posibilidad de que sus hijos nazcan con espina bífida a consecuencia del excesivo calentamiento de su útero.
Mientras utiliza la sauna no es recomendable hablar, pues la circulación de la sangre es alterada debido al cambio de respiración. Nunca debemos ducharnos con agua caliente una vez terminada la sesión de sauna. La temperatura del agua debe ser templada.
Es interesante hacer sauna, pues ayuda a eliminar toxinas, aumenta las defensas y abre los poros. También ayuda a eliminar el alcohol, la nicotina, el sodio y ayuda a combatir el colesterol. Las bebidas isotónicas son estupendas para fomentar la recuperación de los minerales que perdemos mientras se practica la sauna. Ayuda a liberar las endorfinas promoviendo así una fantástica lucha contra el estrés. También es útil para pacientes con enfermedades pulmonares obstructivas.
Es una equivocación pensar que con la sauna adelgaza. Es posible llegar a perder 2 litros de agua mientras la practicamos. En consecuencia las personas bajan de peso al término de una sesión, pero de la misma manera que lo perdemos, debemos reponerlo. Así que el peso corporal que se elimina durante una sesión de sauna, lo recuperamos en seguida, además de que debe ser de esa forma.
No nos confundamos: el agua es muy diferente de la grasa. Para bajar de peso debemos perder grasa y para ello lo más recomendable es hacer trabajos aeróbicos durante el entrenamiento: correr, bici, clases de spinning, etc.
Al acceder a la sauna debemos tomar algunas precauciones que son como un protocolo de seguridad e higiene. Ducharse con agua templada y entrar con el cuerpo mojado y limpio. Empezar sentándose en el banco inferior e ir adaptando el cuerpo al calor poco a poco. Después de unos 15 minutos como mucho, salir de la sauna y ducharse con agua fría. Volver a entrar durante unos 10 minutos más. Salir, darse otra ducha fría y como mucho entrar unos 5 minutos más.
Terminar la sesión con una ducha fría y frotar todo el cuerpo quitando el sudor y limpiando las impurezas de la piel. Acto seguido recuperarse despacio y no realizar ejercicios, hidratarse con bebidas isotónicas o agua.
Muy importante: siempre llevar encima una toalla mientras se practica la sauna. No se debe tomar más de 2 sesiones al día y nunca más de 3 sesiones semanales. Tampoco se recomienda ir a la sauna después de un entrenamiento físico. También es importante tener en cuenta que se debe dar una atención especial en casos de las personas que viven en países cálidos o en zonas donde la temperatura es alta. Después de practicar la sauna el aporte hídrico debe ser abundante, al mismo tiempo que se debe dar una especial atención a los aspectos de bajada de temperatura(los intervalos de duchas frías) mencionados anteriormente.
No podemos dejar de tener en cuenta los Spas y Termas, donde son frecuentes las bajadas de tensión, debido a la poca información que tienen muchas de las personas que frecuentan estos locales. Eso conlleva un mal uso de esta clase de instalaciones. Por ello es siempre recomendable pedir información en estos centros antes de iniciar la actividad.CONSULTE LA WEB DE SIMPH MEDICAL FITNESS INSTITUTE
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