Cuando pensamos en equilibrio nos suele venir a la cabeza la imagen de estar
de pie apoyados sobre una de las piernas, pero tener equilibrio va mucho más allá
que eso. Estar equilibrado es algo esencial, pues sirve para proporcionarnos calidad de vida; mas el equilibrio se debe
trabajar, y es posible incrementarlo por
medio de ejercicio físico y de los estímulos externos. Cuanto más nos movamos,
mayor será la cantidad de impulsos que estaremos proporcionando a nuestro cerebro. De otra
parte, es cierto que hay mucha gente a
la que le gusta ir al gimnasio y sudar la gota gorda, cosa que está muy bien
dentro y cuando sea un entrenamiento equilibrado, pero también es importante
proporcionar a nuestro cuerpo otras clases de estímulos que puedan favorecer
una mejor armonía, como por ejemplo las clases de Pilates, las de Yoga, de estiramientos,
las de reeducación postural y los trabajos que puedan dar un diferente enfoque a
la musculatura, al mismo tiempo que servirán para invitar al cerebro a encarar
diferentes desafíos. Esto no quiere decir que uno tenga que dejar de practicar la
actividad que le guste, sino estar abierto a nuevas posibilidades y añadirlas a
su agenda de entrenamiento. Los cambios son siempre positivos, pues excitan el cerebro
y nos proporcionan diferentes enfoques en todos los sentidos.
Las actividades con las cuales es posible entrenar el equilibrio
estimulan de interesante manera al sistema
vestibular, que es el sentido de la movilidad que procesa la información
respecto a la fuerza de gravedad y el movimiento, en estrecha asociación con los
sistemas propioceptivo y visual.
El sistema vestibular
se encuentra en el oído interno y revela el movimiento a través del aparato otolítico,
formado por el utrículo (1) y el sáculo (2), que se responsabilizan de las
funciones estáticas, detectan la posición de la cabeza y del cuerpo en el
espacio, controlan la postura y registran los movimientos lineales en el plano
horizontal naso occipital, es decir, hacía delante y hacia atrás. Es muy difícil
practicar algún deporte en ausencia del sistema vestibular.
A medida que los niños crecen, las sinapsis neuronales se incrementan de
acuerdo con los estímulos que reciben, al mismo tiempo que el sistema
vestibular se va afinando. Cuanto mayor es la cantidad de desafíos que
proporcionamos a nuestro cerebro por medio del movimiento vía ejercicio físico,
mejores serán las capacidades de acción de nuestro sistema vestibular y, al mismo tiempo, fomentaremos una buena
postura corporal, evitando muchos
posibles problemas de salud relacionados
con las caderas, la espalda y, en particular, con los cervicales.
Igual de importantes son los canales semicirculares, que detectan los
cambios en la dirección de la velocidad de aceleración y desaceleración angular
tridimensional. Dentro podemos encontrar las endolinfas (3) y las células ciliadas (4), que se desplazan según el movimiento de
la cabeza transmitiendo impulsos hasta las partes específicas del cerebro.
Cualquier movimiento
de cabeza estimula alguna combinación de células
ciliadas receptoras vestibulares. Los canales y los órganos otolíticos (sáculo y utrículo) trabajan juntos
para una percepción adecuada de la posición. Es la relación de ubicación de uno
dentro del mundo.
Sería meramente imposible jugar al futbol sin el auxilio del sistema
vestibular.
¿Podéis imaginar la frenética
actividad cerebral, en especial del sistema vestibular, en el instante en el que
un bailarín esté desarrollando su actividad, justo en el momento de las de piruetas? Al dar
una pirueta, el bailarín debe utilizar el brazo como impulso para que el cuerpo
gire en torno a sí mismo. La cabeza desarrolla el trabajo más importante, puesto
que el bailarín debe fijar la mirada en un punto y, dentro de ese movimiento,
la cabeza debe ser la última en salir y la primera en llegar, y en el momento
de retorno la mirada debe estar marcando el mismo punto de la salida. En la
danza, la cabeza es la que marca la pirueta y proporciona el equilibrio práctico
a todo el cuerpo; es uno de los momentos donde mejor podemos entender la
importancia del sistema vestibular en el equilibrio y en la postura. Al
contemplar a un bailarín dando 3, 4, 5 o
más piruetas, sin salir del mismo eje, y terminando el ejercicio con la
velocidad debida y en la dirección que quiere, sin perder el ritmo de la música,
sin marearse y, lo más importante, sin perder el equilibrio, nos damos cuenta de la
maravillosa máquina que es el cuerpo humano.
¿Qué decir de los patinadores de hielo, con sus incontables piruetas?
El sistema vestibular interviene también en el control de la
postura, en la habilidad de asumir diferentes posiciones contra la gravedad, en
el tono muscular, en la coordinación motora bilateral, en la rectificación de
la posición de la cabeza en respuesta a los movimientos y la gravedad, en la
destreza para proyectar órdenes de acción en el espacio y en el tiempo, en el
desarrollo del lenguaje, en el control de los movimientos de equivalencia de
los ojos en la estabilización del campo visual (control óculo motor). El último punto es bastante
estimulado cuando vamos en bicicleta o
en moto.
Por otro lado, si el oído interno o el cerebro sufren alguna clase de
accidente o son afectados por alguna enfermedad, pueden presentarse desórdenes
vestibulares. Entre estos desordenes están el vértigo posicional, el mal de
Miniere (5), las infecciones en el oído interno, los daños causados por golpes
en la cabeza, etc.
Es importante tener en cuenta que dentro del equilibrio están
involucradas varias acciones que hacen parte de la naturaleza humana, al mismo
tiempo que es sustancialmente importante decir que para describir todas las
funciones del sistema vestibular necesitaríamos muchas más páginas. El sistema vestibular es fundamental
para la práctica de la actividad física
y de los deportes, pero a su vez, la práctica de estas actividades es de suma
importancia para afinar este procedimiento neurofisiológico; de ahí la importancia
de moverse. Es muy importante que encaremos la práctica de actividad física no
solo como una manera de mantener la forma, sino también de combatir importantes
enfermedades y/o para la prevención de posibles problemas físicos, y sobre
todo, de incrementar nuestra inteligencia.
1. Pequeña vesícula aplanada transversalmente pegada a la fosita
semiovoídea.
2. Pequeña vesícula redondeada pegada a la fosita hemisférica. Está
situado por debajo del utrículo,
3. Líquido contenido en el oído interno que engloba el laberinto
membranoso, que es compuesto por el
utrículo y el sáculo, los canales semicirculares, el conducto coclear, el saco
endolinfático, conducto utriculosacular, y el conducto reuniens.
4. Receptores que generan el
impulso nervioso que llega al centro de audición del cerebro.
5. Afecta al oído interno: episodios periódicos de vértigos, pérdida
progresiva de audición, súbita aparición de náuseas, zumbido en los oídos y
sensación de que todo da vueltas. Los síntomas de esa enfermedad tanto pueden
ocurrir diariamente, como presentarse una sola vez al año.
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