martes, 21 de mayo de 2013

LESIÓN DEPORTIVA O LESIÓN PSICOLÓGICA (neurofisiología deportiva)

A veces en nuestra vida  ocurren  infortunios que son capaces de cambiar el rumbo que estábamos siguiendo. Las adversidades pueden marcarnos de una manera muy importante, y si no somos conscientes de la necesidad de buscar una solución efectiva que nos ayude a solventar esa situación, en el momento menos pensado estaremos inmersos en un problema todavía mayor. Los problemas, sean de la índole que sean, siempre repercuten en nuestra salud.
Si nos referimos a las lesiones tanto dentro como fuera del deporte, ante la presencia de factores psicológicos importantes fruto de algún problema previo a la lesión, o añadido al mismo tiempo que se produjera dicho daño, su  recuperación puede hacerse muy complicada si no se administran los debidos cuidados enfocados a la atención psicológica del mismo; es decir, además de los pertinentes tratamientos para solucionar la lesión en sí, es fundamental dar una especial atención al estado psicológico de la persona que la sufre. Está comprobado que un enfoque mental positivo en el tratamiento de una lesión o  de una enfermedad  es una estupenda herramienta para su recuperación.
Hace un tiempo tuve dos casos de lesión articular en los cuales fueron aplicados tratamientos de  larga duración que no consiguieron el efecto esperado, haciendo que estos   pacientes siguiesen  padeciendo  dolor crónico (empeora debido a factores ambientales y psicológicos y persiste durante largo periodo de tiempo) e incomodidades. Los fármacos casi no hacían efecto. Al investigar el motivo, me di cuenta de que para tener éxito en el tratamiento que se aplicaba era necesario poner el foco en el factor psicológico como procedimiento principal. Es importante señalar que en ambos casos la intervención quirúrgica estaba descartada debido a que, en una situación normal, el tratamiento debería dar resultado. A parte del importante problema articular que tenían, descubrí que los dos padecían sustanciales problemas psicológicos. Uno de ellos sufría  un trauma psicológico muy significativo que le llevaba a tener trastornos de estrés postraumático en función de las graves adversidades que ocurrieron en su vida casi en momentos paralelos a la aparición de la lesión.
Los traumas postraumáticos pueden implicar importantes cambios en la química del cerebro.
En los dos casos, la ayuda de otros profesionales fue fundamental para que pudiéramos remitir el proceso de empeoramiento de calidad de vida de los pacientes. Profesionales como los psiquiatras, los psicólogos y los fisioterapeutas, son de suma importancia en muchos casos relacionados con la actividad física y el deporte, mucho más de lo que se imagina. Fue un trabajo en equipo  donde, en un corto espacio de tiempo, los resultados fueron muy significativos tanto a nivel psicológico como, sobre todo, articular; mas el trabajo no  terminaba allí. Al explorar la movilidad articular de los pacientes y al constatar que habían ganado movimiento con ausencia de dolor, les orienté a que hiciesen un entrenamiento físico controlado.  Les indique un profesional de educación física, al que pedí que desarrollase un entrenamiento con estos pacientes teniendo en cuenta los debidos cuidados con la articulación afectada y su grado de movilidad en aquel momento. Los resultados fueron geniales.

Muchas enfermedades tardan en curarse debido a que el cerebro no está en consonancia con el cuerpo.    
La actividad física es de suma importancia, sobre todo en casos como éstos, pues el ejercicio físico modifica la composición del hipocampo (de entre varias funciones, regula la respuesta al estrés), disminuyendo así la depresión y la ansiedad, debido al incremento de las capacidades de reestructuración de las redes neuronales.  Es un hecho maravilloso, pues con la actividad física es posible reducir los problemas de conducta ocasionados por un suceso traumático, debido al aumento del flujo sanguíneo en las arterias y a la liberación de una ingente cantidad de neurotransmisores que ayudan a remitir el dolor, el estrés, la ansiedad, que fomentan la alegría, las ganas de moverse y de entrenar, etc.  El ejercicio físico contribuye al aumento de los niveles de BDNF (factores neurotrópicos: familia de proteínas que facilitan la supervivencia de las neuronas). Este hecho nos facilita indicios fehacientes sobre la forma de tratar numerosas enfermedades que afectan el estado de ánimo y al comportamiento de las personas. El gran dilema es que, como en los casos planteados anteriormente, las personas  afectadas se abstienen de entrenar, pues  no tienen la fuerza necesaria en la parte que ha sido dañada y el dolor ejerce sobre ellas un gran control de manera que las inutiliza, disminuyendo drásticamente su calidad de vida. De otra parte, cuando experimentan mínimas reducciones del dolor, tiene miedo a que con la práctica del ejercicio éste vuelva. Por este motivo, la práctica de la actividad física se hace muy difícil, pero no tiene porque ser así. En los días de hoy, para casos como éstos, tenemos varias clases de entrenamiento que son muy eficaces: entre ellos, los que se desarrollan dentro de la piscina cubierta.
¿Por qué los atletas de alto nivel se recuperan de las lesiones tan rápidamente?
La respuesta es sencilla: en primer lugar, porque se toman muy en serio sus lesiones; en segundo lugar,  porque exploran todos los medio viables, objetivando que la recuperación sea lo más rápida posible; y en tercer  lugar, al ser una recuperación  funcional, nunca paran totalmente sus actividades, sino que siguen entrenando a un ritmo diferente, y este hecho hace que sigan proporcionando estímulos al cerebro, a los músculos, y a las partes afectadas por la lesión.  Y este último es uno de los factores más relevantes para que la recuperación sea rápida.   

El movimiento es parte de la idiosincrasia humana, e incluso en los momentos de enfermedad y/o lesión, no existiendo  incapacidad de movimiento, la persona debe seguir practicando su movilidad. El cuerpo es una máquina tan perfecta que nuestro cerebro siempre encuentra la manera de hacer que nos sintamos mejor, no importa la situación en que nos encontremos. La cuestión es:
¿Estás  tú proporcionando a tu cuerpo los medios adecuados para que éste funcione cada vez mejor?  



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