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miércoles, 31 de agosto de 2016

PERMEABILIDAD INTESTINAL AUMENTADA (LEAKY GUT SYNDROME), ESTRÉS Y EJERCICIO FÍSICO



Resumen

La membrana intestinal constituye una protección muy importante para la salud. De entre varias funciones, actúa en la absorción de los nutrientes, la producción de enzimas digestivas de algunas vitaminas, funciona como barrera protectora y está en la primera línea de defensa contra factores peligrosos, bacterias nocivas o compuestos tóxicos. El consumo excesivo de hidratos de carbono simples como el azúcar, los productos elaborados con harinas refinadas, los refrescos, etc., puede ocasionar graves problemas de salud. Si lo unimos al estrés generalizado que hoy sufre la sociedad mundial, nos daremos cuenta de que las personas, además de tener una alimentación deficiente, comen con una extremada rapidez dificultando así la absorción de los nutrientes , hecho que podrá acelerar cualquier proceso patológico, pues dificultará el trabajo de la barrera protectora del intestino. La combinación del sedentarismo junto a una elevada ingesta de hidratos de carbono simples y productos refinados, puede proporcionar consecuencias muy negativas para nuestra salud.

Introducción

Una dieta inadecuada, con una ingesta excesiva de hidratos de carbono simples, y un estilo de vida sedentario, pueden proporcionar una importante alteración de la Microbiota Intestinal (mezcla de bacterias benéficas y patogénicas), facilitando la inflamación y proporcionando importantes daños al intestino. Nuestro organismo tiene unos 2kg de bacterias y la mayor parte de ellas se encuentran en el intestino. Es la llamada Flora Intestinal, Microbiota o Microbioma.

Es importante recordar que es fundamental tener en el organismo más bacterias benéficas que patogénicas.

Nuestro cerebro tiene 100 billiones de neuronas, y nuestro intestino 100 milliones. Algunos investigadores afirman que tenemos dos cerebros, uno dentro del cráneo y otro en el intestino. Estos dos órganos están creados del mismo tejido, siendo que en el desarrollo del feto, una parte se destina al sistema nervioso central mientras que la otra se desarrolla en el sistema nervioso entérico. Estos dos sistemas están conectados por medio del nervio vago (el nervio craneal que va desde el tronco cerebral hasta el abdomen). Este eje es lo que conecta a los dos cerebros y lo que explica por qué notamos tanta tensión en el estómago cuando estamos nerviosos.

Nuestro intestino posee cierta autonomía en su funcionamiento debido al núcleo neuronal que tiene, al igual que el corazón. Este núcleo se conecta directamente con el sistema límbico del cerebro. Hay algunos casos en los que una ingesta descontrolada de hidratos de carbono simples unida a una mala absorción de los mismos, puede favorecer la aparición de una bacteria intestinal llamada Clostridium Difficile. La ingesta de los nutrientes necesarios para el correcto funcionamiento del organismo es de suma importancia, pero igual de importante es la buena absorción de los mismos. El Clostridium Difficile perjudica enormemente el intestino. De otra parte el hongo llamado Cándida Albicans, que es la responsable de las candidiasis, tan frecuentes en las mujeres en la zona genital. Estas cándidas viven en nuestro intestino, y si su cantidad es excesiva, éstas pueden llegar a penetrar sus paredes. Es fundamental llamar la atención sobre la utilización del aspartamo como endulzante, pues la Cándida adora el aspartamo. La unión de la Cándida Albicans con el aspartamo forma una enzima llamada Aspartato Proteasi, que tiene la fuerza necesaria para atravesar la pared intestinal penetrando en la sangre y elevándose hasta el cerebro. Ésta puede llegar a hacer un agujero en la barrera hematoencefálica, entrando en el cerebro (trasmutación bacteriana), e impidiendo la producción de Serotonina y de Dopamina, pudiendo ocasionar la depresión.

La relación obesidad/depresión es muy directa, pues las personas obesas y sedentarias normalmente tienen un metabolismo muy lento y en muchos casos le acompaña una mala absorción de los nutrientes. Eso facilita el trabajo de la Cándida Albicans en su peregrinación hacia el cerebro y como resultado tenemos la disminución de dopamina y de serotonina. De ahí una de las causas de la relación obesidad/depresión. Por ese motivo es de suma importancia controlar la Cándida Albicans en nuestro organismo, y una de las maneras más efectivas de hacerlo es mediante el control de la ingesta de productos refinados, pues una mala absorción de hidratos puede propiciar muchos problemas.

Es muy importante resaltar que nuestra defensa inmunológica proviene del intestino, por ello debemos ayudar a nuestro organismo a hacer bien su trabajo con la práctica de buenos hábitos. El mal funcionamiento del intestino (DISBIOSIS – bacterias, levaduras, virus, parásitos), generará un aumento de radicales libres que podrán ocasionar muchas enfermedades, una de ellas el cáncer. La mayor parte de las enfermedades autoinmunes comienzan en el intestino. Hay un proverbio chino que dice que “la salud y la enfermedad inician y terminan en el intestino”.

Al tratar el intestino, las enfermedades autoinmunes mejoran.

Una ingesta excesiva de hidratos de carbono simples y su mala absorción, puede ocasionar una lesión en el intestino involucrando directamente a la proteína Zonulina, que modula la permeabilidad de las paredes digestivas. Cuando esto ocurre, el intestino se queda hiperpermeable y deja pasar las proteínas que no debería. También ocurre con las cuestiones relacionados al gluten. Al ingerir una proteína, ésta es desintegrada en el aparato digestivo y absorbida en forma de aminoácido. Al existir una permeabilidad intestinal aumentada, esa proteína entrará en la sangre sin ser adecuadamente digerida, el sistema inmune la detectará como un cuerpo extraño y creará anticuerpos para luchar contra esa proteína.

Es el fenómeno que se produce también en la denominada Tiroiditis de Hashimoto. El organismo crea un anticuerpo en contra de la proteína intrusa, pero ese anticuerpo también podrá atacar a la proteína que está en la pared de la tiroide, la Triroglobulina (TPO), por tener la misma cadena de aminoácido que la proteína intrusa. Es una enfermedad autoinmune que puede ser ocasionada por una hiperpermeabilidad de la pared intestinal. Estos casos son llamados de Mimetismo Molecular: anticuerpos creados naturalmente para combatir a una proteína intrusa y extraña al cuerpo, pero que tiene la misma cadena de aminoácidos de una otra ya existente. Una ataca a la otra.

La buena salud física y funcional del intestino es fundamental para el organismo. De ello depende que los nutrientes sean absorbidos correctamente y que las moléculas tóxicas o antigénicas causantes de patologías no sean captadas. La integridad funcional por lo que respecta a la permeabilidad de la barrera intestinal es fundamental para la salud.

Alteraciones de la permeabilidad intestinal.

La permeabilidad intestinal aumentada o el síndrome del intestino permeable (leaky gut syndrome) es una patología que está comúnmente relacionada con la intolerancia alimentaria. También se asocia a: síndrome celíaco, eczema atópico, giardiasis crónica, enfermedad de Crohn y candidiasis intestinal. Se relaciona también con enfermedades autoinmunes. Una hiperpermeabilidad constituye un factor importante en la patogenia de la spondilitis anquilosante y la artritis reumatoide.

El intestino delgado tiene como función la digestión y absorción de nutrientes, y a la vez ser la barrera de los compuestos tóxicos y macromoléculas. La alteración de estas funciones puede tener efectos muy nocivos para la salud.

La permeabilidad intestinal puede verse afectada por varios factores: infecciones intestinales, deficiencia de IgA secretora, alimentos alergénicos, productos tóxicos, alcoholismo y medicamentos principalmente antiinflamatorios no esteroideos (AINEs). En los pacientes con artritis, cuya patogenia puede venir originada por una alteración de la permeabilidad intestinal, ésta podrá verse aún más acentuada por la acción de los AINEs que suelen prescribirse en dicha enfermedad.

Hiperpermeabilidad intestinal y patologías.

Aquí están resumidas las principales patologías relacionadas directamente con un aumento de la permeabilidad intestinal.

De origen digestivo: por lesión directa de componentes de la dieta sobre las vellosidades y estructura de la pared intestinal o deficiencias de dicha mucosa. Alergias alimentarias (IgE), intolerancias alimentarias (IgG), deficiencia de secreción de IgA, IBS (Irritable Bowel Syndrome), enfermedad de Crohn, enfermedad celíaca.

Yatrogenia: antiinflamatorios no esteroideos, abuso de alcohol, antibioterapia prolongada, estrés hiperosmolar, quimioterapia, radioterapia.

Infecciones gastrointestinales: disbiosis intestinal (bacterias, levaduras, virus, parásitos), giardiasis crónica, candidiasis crónica, tropical sprue.
Las infecciones agudas son de causa transitoria, así que restablecen la normalidad una vez se solucione el problema.

Por mecanismos indirectos debidos a patologías extraintestinales: pancreatitis aguda, cirrosis hepática, ictericia obstructiva.

Procesos no digestivos: estrés, artritis reumatoide y patologías de las articulaciones, patologías dermatológicas crónicas (eczema atópico), síndrome de Reiter, fibrosis quística, spondilitis anquilosante, esquizofrenia.

Consecuencias de la permeabilidad intestinal aumentada.

Entre las muchas consecuencias de la permeabilidad intestinal aumentada o leaky gut syndrome, éstas son las más frecuentes.

Masiva entrada de antígenos, masiva entrada de patógenos, masiva entrada de toxinas, entrada de alimentos mal digeridos (péptidos, proteínas, disacáridos, polisacáridos, lípidos), masiva entrada de antígenos (alimentos mal digeridos), enfermedades inflamatorias, enfermedades autoinmunes, alergia alimentaria (IgE), intolerancia alimentaria (IgG).

Masiva entrada de patógenos.

Infecciones sistémicas bacterianas o por hongos, infecciones oportunistas en síndromes de inmunodeficiencia, masiva entrada de toxinas, sobrecarga de la función de detoxificación hepática (fase I y II), fatiga debido al alto consumo de ATP de este proceso.

Nuestro intestino tiene una importante relevancia para nuestra salud, pues además, es el mayor depósito de radicales libres de nuestro cuerpo. Tenemos más bacterias en el intestino que células en el cuerpo. Muchos estudios han confirmado que algunos Neurotransmisores son producidos en el intestino. Algunos autores afirman que la Serotonina es producida en un 90% en nuestro intestino, la Dopamina (placer) es producida en un 50%, la Acetilcolina (memoria) también es producida en parte en el intestino. Muchas sustancias que van hacer parte de la producción de los neurotransmisores que luchan en contra de la depresión, dependen de otras sustancias que el intestino tiene que absorber. No basta sólo la ingestión del nutriente, éste debe ser bien absorbido. De ahí la necesidad de la disminución de una ingesta excesiva de hidratos de carbono simples, de productos refinados, y también la importancia de practicar ejercicio físico como acelerador metabólico.

La Melatonina (sustancia natural producida en la Glándula Pineal), actúa directamente sobre el sueño. Es la sustancia natural que determina el ciclo de sueño-vigilia.

Está absolutamente comprobado que la Melatonina mejora nuestro sistema inmunológico incrementando nuestras defensas naturales y resguardándonos de las enfermedades en general, principalmente de aquellas típicas del envejecimiento: cáncer, patologías cardiovasculares y autoinmunes. Además, es el mejor limpiador de radicales libres en el cerebro. La Melatonina es producida a través de la Serotonina en presencia de total oscuridad. Es transformada en Melatonina en la Glándula Pineal. Un mal funcionamiento del intestino podrá influir directamente en la producción de Serotonina y en consecuencia de Melatonina pudiendo afectar negativamente la calidad del sueño y en la eliminación de los radicales libres incrementando la posibilidad de aparición de importantes enfermedades.

Intestino y Ejercicio Físico

El ejercicio físico tiene una importante relevancia en el mantenimiento del, sistema inmunológico. Una interesante publicación en British Medical Jornal demostró que un grupo de deportistas de Rugby tenían una mayor variedad y cantidad de bacterias intestinales, especialmente una especie de bacteria perteneciente al género Akkermansia, que está asociada a menores tasas de obesidad. Es una importante relación entre el ejercicio físico, la microbiota, la inmunidad del huésped y el metabolismo.

Una otra investigación comprobó que períodos de ejercicios repetitivos con intensidad relativamente moderada puede tener efectos protectores sobre el tracto gastrointestinal. Existen fuertes indicios de que el ejercicio físico reduce el riesgo de cáncer de colon hasta en un 50%. Hay evidencias menos convincentes para la colelitiasis y el estreñimiento. La actividad física puede reducir el riesgo de diverticulosis, hemorragia gastrointestinal, y la enfermedad inflamatoria intestinal, aunque esto todavía no puede ser demostrado con firmeza. Hasta ahora, los mecanismos subyacentes son poco conocidos a pesar de la disminución del flujo sanguíneo gastrointestinal, alteraciones neuroinmunoendocrinas, aumento de la motilidad gastrointestinal, y los rebotes mecánicos durante el ejercicio. Las investigaciones futuras sobre los procesos digestivos de ejercicio asociado deberán dar más información sobre la relación entre el ejercicio físico y la función del tracto gastrointestinal.

Es importante tener en cuenta que la relación ejercicio físico/estrés es muy relevante para el buen funcionamiento del intestino y como resultado, la mejoría de la salud. La práctica regular del ejercicio físico es capaz de controlar los niveles de ACTH y de Cortisol disminuyendo drásticamente los efectos nocivos del estrés en todo el organismo.  

Intestino y Estrés

En la existencia de estrés, el organismo prepara sus sistemas de defensa. Dicha situación hace que aumente el flujo sanguíneo transportando así más oxígeno, que se incremente el tono muscular y que estemos más alertas ante cualquier estímulo.

El corazón se dispara, los músculos se tensan, el estómago se contrae, la presión arterial sube pudiendo llegar a niveles muy altos, los niveles de adrenalina aumentan considerablemente. En el intestino ocurre: la disminución en la absorción de nutrientes, la disminución en la oxigenación del intestino, unas cinco veces menos flujo sanguíneo en el sistema digestivo, lo que provoca una disminución del metabolismo, una ingente disminución de la producción enzimática en el intestino.

Con el objetivo de afrontar el inminente peligro sea peleando o huyendo, nuestro cuerpo experimenta estos cambios metabólicos dirigidos a aumentar la fuerza y la energía, pero si dicha amenaza no existe, nuestro organismo sufre de una manera descomunal, pues todas las herramientas de defensa que han sido preparadas para el amenazador peligro no serán usadas. Al no ser utilizada, esta energía debe ser extravasada de alguna manera. La práctica de ejercicio físico es una de las mejores maneras de afrontar situaciones como éstas. En la ausencia del ejercicio físico, dicha energía se acumula en forma de tensión, y las consecuencias son: presión alta, taquicardias, dolor de cabeza, contracturas, dolor de espalda, falta de concentración, desarreglos intestinales, etc… muchas hormonas son bloqueadas, incluyendo las del bienestar, (dopamina, serotonina, acetilcolina, oxitocina, etc…), y eso puede ocasionar ansiedad y depresión.

Si hablamos de la serotonina, en presencia de estrés, la melatonina que es producida a partir de la serotonina será directamente afectada dificultando así el sueño. La relación estrés / intestino es muy grande. 
 
Cuando existe un grado de estrés muy elevado, o en situaciones dónde nos ponemos muy nerviosos o en peligro, una de las reacciones extremas del organismo es hacer que vomitemos o que defequemos. Es una manera que el cuerpo tiene de dejar el organismo libre de cargas justamente para que podamos huir o afrontar el peligro peleando, una reacción natural en los mamíferos que ocurre dentro de un estrés agudo, y que tiene el objetivo de ponernos a salvo en situaciones de real peligro. El problema ocurre cuando un individuo sufre de estrés crónico, y puede sentir las mismas sensaciones de un estrés agudo, pero en ausencia de un peligro real. En estas situaciones el organismo interpreta que el cuerpo está en peligro y desarrolla los mismos protocolos de defensa.

Un gran problema para la salud es cuando las personas se sientan a comer estando estresadas, cosa que infelizmente es muy común que ocurra en los días de hoy. Comer con mucha velocidad, las comidas de trabajo donde sólo se discute, comer sin disfrutar de la comida, despertarse tarde y no tener tiempo de desayunar despacio, etc.

Comer de manera ansiosa es una estupenda manera de provocar una mala digestión. Recuerda que en las situaciones de estrés, el cuerpo se prepara para huir o para atacar, pero en ningún momento para absorber los alimentos. El acto de comer es un placer necesario que debemos disfrutar con tranquilidad. Nuestro intestino y nuestra salud lo agradecerán.

Conclusión

El intestino tiene una constante comunicación de ida y vuelta con nuestro cerebro a través del nervio vago. El 90% de las fibras que contiene el nervio vago transportan información desde el intestino hasta el cerebro. No sería anormal que dentro de algunos años podamos anticipar y prevenir la aparición de enfermedades como la Esquizofrenia, la enfermedad de Parkinson o la Demencia vía estudio de la fisiopatología intestinal, o mismo la manipulación de la flora intestinal por medio de alimentos de tipo probióticos. El ejercicio físico debería ser tomado más en serio, no sólo como una manera de mantener los músculos en buena forma física, más principalmente por los beneficios que es capaz de proporcionar a nuestra salud. En lo referente al ejercicio físico, debemos investigar más para tener la posibilidad de conocer mejor la influencia del ejercicio dentro de toda la complejidad que resulta ser el trabajo intestinal. El ejercicio físico es desde luego una estupenda herramienta que facilita la aceleración metabólica, hecho que es tremendamente positivo para la microbiota intestinal.




Bibliografia


Dr. H P F Peters,
Potential benefits and hazards of physical activity and exercise on the gastrointestinal tract.   
Gut, 48 (2001), pp 435-439

Siobhan F Clarke, Eileen F Murphy, Orla O'Sullivan, Alice J Lucey, Margaret Humphreys, Aileen Hogan, Paula Hayes, Maeve O'Reilly, Ian B Jeffery, Ruth Wood-Martin, David M Kerins, Eamonn Quigley, R Paul Ross, Paul W O'Toole, Michael G Molloy, Eanna Falvey, Fergus Shanahan, Paul D Cotter
Exercise and associated dietary extremes impact on gut microbial diversity
Gut:10.1136/(2013), pp 306-541

Dr. Juan Sabater Tobella; Dra. Gloria Sabater Sales
Permeabilidad intestinal alterada e Inmunoestimulación
Medicina Biológica Europa (2011)

Dr.Sergio Simphronio
El blog del Dr.Sergio Simphronio – “La actividad física y el estrés: las señales que no vemos”(2014)

jueves, 26 de febrero de 2015

¿POR QUÉ UN 68% DE LAS MUJERES CON SOBREPESO Y/U OBESIDAD ABANDONAN LOS PROGRAMAS DE PÉRDIDA DE PESO EN EUROPA?


Según la OMS, un 80 % de los adolescentes obesos seguirán siéndolo en la edad adulta, menos de un 5 % de los adultos que pierden peso son capaces de mantenerse en su peso ideal durante cinco años después del tratamiento y  un 6 % recupera el peso perdido en los primeros seis a doce meses. La obesidad contribuye, entre otras causas, a aumentar la mortalidad por enfermedades cardiovasculares y a la aparición de la diabetes mellitus, de alteraciones esqueléticas, hipertensión arterial, hipercolesterolemia e inadaptación psicosocial. En cuanto a las cuestiones traumatológicas, las articulaciones de las personas obesas sufren mucho, al igual que sus órganos internos, sobretodo el corazón. El cerebro de una persona obesa  tiene calculadas y programadas sus acciones en función de su gasto energético, y obviamente sus órganos responderán en función de dicho cálculo. Al cambiar la situación de estas personas de un estado de sedentarismo total mantenido durante años y años, a la actividad física acompañada de dieta, se producirán cambios neurofisiológicos y fisiológicos bastante importantes. La actividad física proporciona una inmensa cantidad de estímulos al cerebro que, a su vez, será capaz de reprogramar las funciones cognitivas, e incluso de cambiar el ADN de las células. Al iniciar la práctica del ejercicio físico, el cerebro reprograma todas las respuestas celulares y las funciones de todo nuestro cuerpo; pero para que nuestro metabolismo pueda asimilar dichos cambios y hacer que éstos hagan parte de nuestro estilo de vida, es fundamental tener en cuenta el factor  tiempo.

En el año 2014 realizamos una interesante revisión con el fin de investigar por qué tantas mujeres obesas abandonan los programas de reducción de peso por medio de entrenamiento físico y dieta. Para obtener datos, se visitaron varios hospitales,  centros especializados, gimnasios, y se consultó a  diferentes profesionales de la salud involucrados con la obesidad en distintos países de Europa; se ha recabado información, se han estudiado procedimientos clínicos, evaluado cada caso y profundizado en los casos más interesantes. Durante 8 meses fueron entrevistadas 200 mujeres obesas con edades comprendidas entre 20 y 65 años. Dicho estudio fue realizado en cuatro países diferentes: Inglaterra, Noruega, Alemania y España.

Nuestro objetivo era saber:

1.     ¿Cómo se sentían dentro de un entrenamiento físico enfocado a tratar la obesidad?

2.     ¿Cuáles eran las mayores dificultades dentro del contexto del ejercicio físico?

3.     ¿En qué grado de dificultad notaban el entrenamiento?

4.     ¿Cuáles eran las expectativas que tenían?

5.     ¿Tenían la intención de seguir con el programa y de concluir el objetivo planteado en el principio?

6.     ¿Por qué?

RESPUESTAS

1.     Mal (90%)     Bien (8%)     Más o Menos (2%)

2.     Moverse (70%)    Alimentación (30%)

3.     Mucha dificultad (75%) Mediana dificultad (35%) Ninguna dificultad (0%)

4.     Estética (80%) Ganar salud y mejorar su calidad de vida (20%) Ninguna (0%)

5.     SI (32%)  NO (68%)

6.     (32%) Porque tenían riesgo de vida -  (68%) No se sentían escuchadas, No sentían la empatía del entrenador, No se sentían bien con el programa, No notaban resultados estéticos con los ejercicios.

Al hablar con los profesionales, ninguno de ellos, en ninguno de los casos ha hecho referencia alguna a las emociones de los pacientes, y cuando hemos citado este aspecto en las entrevistas, tampoco han dado la debida importancia al asunto.
Las mujeres encaran la obesidad de manera totalmente diferente que los hombres.
Hemos comprobado que uno de los motivos por los que un 68% de las mujeres con sobrepeso y/u obesas que empiezan un programa de pérdida de peso mediante ejercicio físico y dieta (libre de fármacos), abandonan dicho programa debido a que les cuesta mucho adaptarse a los cambios neurofisiológicos y fisiológicos, además de que un 80% de las personas obesas entrevistadas presentaban algún problema emocional. En este estudio en concreto, la mayor parte de las personas que han abandonado el programa padecían ansiedad y/o depresión. Estas mismas personas decían que no tenían la debida paciencia para aguardar la llegada de los resultados estéticos, que en gran parte de los casos era lo único que ansiaban. Dentro de nuestra revisión, hemos advertido que la mayor parte de las personas que han  tomado la actitud de mejorar su vida cambiando sus malos  hábitos, son aquellas cuya obesidad les había llevado a una gran degradación en su estado de salud pasando a correr algún tipo de riesgo de vida diagnosticado por su médico. Gran parte de las personas en el mundo no son conscientes de los problemas que puede conllevar ser obeso.
La obesidad es mucho más que un tema estético.

Pero también es fundamental señalar que la obesidad puede ser producida por muchos otros  factores que no dependen sólo de la falta de actividad física o una mala dieta.    
Si enfocamos este tema hacia la obesidad en las mujeres, además de los FACTORES AMBIENTALES, la obesidad se puede ver favorecida por varios otros motivos. En el caso de la Obesidad Femenina, hay que valorar los factores genéticos, la hipertensión, la diabetes, el estrés, problemas de corazón, el embarazo, la menopausia y sobre todo la ansiedad, que está muy vinculada con el aumento de peso. También puede estar relacionada con algunas otras enfermedades como el Síndrome de Cushing, el hipotiroidismo, los ovarios poliquísticos,  el pseudohipoparatiroidismo (trastorno causado por la disminución de la función de las glándulas paratiroides, caracterizada por una muy baja concentración de hormona paratiroidea) y el hipogonadismo (los ovarios no funcionan correctamente). También existen medicamentos que pueden favorecer el sobrepeso, como ciertos antidepresivos (no todos) y los corticoides.  
El síndrome de Cushing. También conocido como hipercortisolismo, es provocado por el aumento del cortisol. Este exceso de cortisol se puede deber a varias causas, y la más común, que afecta de 60 a 70 % de los pacientes, es un adenoma en la hipófisis (tumor benigno en la hipófisis);  otras causas del síndrome de Cushing son los tumores o anomalías en las glándulas suprarrenales, el uso crónico de glucocorticoides o la secreción ectópica de ACTH  por parte de tumores que normalmente no la producen. La ACTH es una hormona que es  producida por la hipófisis, que estimula las glándulas suprarrenales para que produzcan cortisol. A medida que el índice de masa corporal (IMC) se incrementa, también lo hace el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, diabetes, algunos trastornos del aparato locomotor (osteoartritis - enfermedad degenerativa de las articulaciones-) y ciertos tipos de cáncer (de endometrio, mama y colon).

En muchos casos la obesidad puede estar acompañada de la depresión, y ésta,  siendo crónica, puede llegar a disminuir el tamaño del hipocampo (aprendizaje, memoria, humor, emociones), al mismo tiempo que aumentará el tamaño de la amígdala (miedo y ansiedad). Infelizmente es común ver a personas obesas que padecen hipertensión, además de estrés crónico. Éstos son capaces de provocar una deficiencia en el BDNF (Brain Derived Neurothrophic Factor), una proteína que,  de entre varias funciones, actúa como un antidepresivo natural que sirve para dar fuerza al corazón. Ayuda a mantener la capacidad de las células musculares cardiacas para su contracción y relajación de manera adecuada, máxime cuando ocurre un estrés agudo que puede ser producido por la práctica de actividad física. ¡El gran problema es el estrés crónico!
El estrés crónico provoca la muerte celular y debilita el sistema inmunológico.
Al acelerar el metabolismo vía ejercicio físico, se genera un estrés agudo que será solventado por la homeostasis, y en ese proceso, el sistema nervioso simpático y el parasimpático tienen una actuación fundamental. El sistema nervioso simpático produce respuestas de defensa y de lucha ante un estímulo o el estrés, como aumentar el ritmo del corazón, la producción de saliva y la sudoración.  El sistema parasimpático contrarresta estos efectos haciendo más lento el ritmo del corazón, dilatando los vasos sanguíneos y relajando las fibras de los músculos lisos involuntarios: equilibrio simpático y parasimpático. Estos dos subsistemas  tienen funciones opuestas, y así producen un equilibrio entre las funciones corporales. Además trabajan activamente y de una manera muy intensa dentro de la actividad física, principalmente si ésta está enfocada a las enfermedades. También es muy importante recordar que hormonas como la epinefrina, el  glucagón, el cortisol, las tiroideas y la hormona del crecimiento, desarrollan una interesante situación metabólica para mantener el ejercicio físico en el marco de la homeostasis corporal.   Lo que suele ocurrir en los casos de obesidad, es que gran parte de las personas abandonan el programa de ejercicio físico debido a que tienen una gran dificultad para moverse y realizar los ejercicios; algo totalmente comprensible, pues están acostumbradas al sedentarismo y a la inactividad. El problema en estos casos no reside en la persona en sí, sino en programas de ejercicio físico deficientemente diseñados, en su incorrecta aplicación, en la forma en la que se incentiva a estas personas y, sobre todo,  en la gestión de sus emociones. De otra parte, al sugerir a una persona obesa que camine en una cinta sin una previa preparación, ésta sentirá las mismas incomodidades que una persona sana que entrena con mucha intensidad, principalmente al terminar la sesión de entrenamiento, pero con la diferencia de que su cuerpo además tiene que soportar 20 o 30 kilos, o más, por encima del peso normal.
A lo largo de 25 años trabajando con poblaciones especiales, hemos comprobado que al aplicar ejercicios de carácter isométrico es posible  conseguir la homeostasis muscular como una preparación previa a los entrenamientos que puedan exigir más a estas personas. Éste es un procedimiento muy inteligente y muy recomendable a la hora de trabajar con personas con sobrepeso y/u obesas pues, en función de la estructura corporal que muchas de ellas presentan y debido a que dicha morfología les imposibilita el movimiento en mayor o en menor medida, los ejercicios de contracción isométrica les proporcionan una estupenda preparación muscular para un posterior entrenamiento más agresivo, al mismo tiempo que una gran estabilización articular, antes de que accedan a la cinta para caminar. De otra parte el cerebro humano, y el de todos los mamíferos, reconoce fácilmente esta clase de contracción debido a que es la primera contracción muscular que hacemos (estando en la barriga de nuestras madres), además de que los músculos de una persona obesa pasan el día realizando estas contracciones con el fin de mejorar la postura dentro de la incomodidad de su sedentarismo. Al empezar a aplicar ese tipo de entrenamiento previo, hemos visto que la musculatura de las personas que hacen parte de nuestros programas, obesidad incluida, reacciona de manera mucho más rápida. De esta manera, para la segunda fase del entrenamiento, que estará compuesto de mucha alostasis (proceso de mantenimiento de la estabilidad a través del cambio activo, previsible o imprevisible), el cerebro ya habrá preparado la musculatura y los órganos internos de una manera más equilibrada, estando el organismo bastante mejor preparado para las respuestas a los estímulos proporcionados por el ejercicio físico. En la segunda parte del programa, formado por ejercicio aeróbico (caminar en la cinta, bici estática, etc.), acompañado de ejercicios de fuerza, las personas responden muy bien al entrenamiento y con menor dificultad para moverse, cosa que no pasaba antes de que empezáramos con la aplicación de los isométricos, a la vez que hay un mayor control en las funciones cardíacas. Al trabajar de manera estática y con la resistencia del propio cuerpo, el cerebro interpreta que debe buscar la homeostasis muscular de manera acelerada con el fin de proteger tanto la integridad del organismo, como de los músculos y articulaciones. Hemos podido constatar que la recuperación muscular se produce de manera mucho más rápida. Los músculos representan el 40% o 50% del peso corporal de una persona adulta; si la musculatura va acompañada de una gran cantidad de grasa, la persona obesa padecerá muchas limitaciones, tanto a nivel muscular como orgánicamente.
La función fundamental del músculo es transformar energía química en mecánica para generar fuerza y movimiento. Teniendo en cuenta lo argumentado en el párrafo anterior, lo más inteligente en programas de ejercicio físico específicos para la obesidad, es realizar una preparación antes de aplicar los ejercicios más intensos.

La homeostasis es la capacidad que tiene el cuerpo de mantenerse parcialmente estable, aunque siempre esté sujeto a cambios radicales, y con frecuencia. Como un ejemplo, imaginemos que duermes plácidamente en un sueño muy profundo, y de repente te despiertas y en seguida te pones de pie apoyando sólo una de las piernas en el suelo. Lo más seguro es que pierdas el equilibrio y que te vayas al suelo. El desequilibrio y la falta de fuerza en una situación parecida, ocurren debido a que no se ha podido alcanzar la homeostasis muscular ya que todas las funciones orgánicas en este momento están calculadas y programadas para el descanso dentro de un estado basal, y al no dar tiempo a que el cerebro recalcule y reprograme sus funciones reenviando la información correcta a los órganos y músculos, éstos responderán de manera desordenada.
El ritmo cardíaco,  la temperatura corporal, y el volumen de sangre son algunos pocos ejemplos de los cientos de situaciones que el cuerpo tiene que regular para mantener un balance homeostático. Toda enfermedad puede tener una relación directa con un desequilibrio homeostático.
Todos los sistemas orgánicos del cuerpo contribuyen a la homeostasis, pero el cardiovascular, el corazón y los vasos sanguíneos, son especialmente importantes. El cerebro es el centro de control de todos los procesos homeostáticos del cuerpo. Si el sistema cardiovascular falla en proporcionarle oxígeno al cerebro, el cuerpo no puede mantener la homeostasis. Dentro de la práctica del ejercicio físico el sistema cardiovascular ayuda a mantener la homeostasis aportando continuamente oxígeno y glucosa al sistema nervioso central, al cerebro y a la espina dorsal,  para que el organismo pueda aguantar el entrenamiento, al mismo tiempo que  eliminar los radicales libres. Al aplicar ejercicio físico para tratar o ayudar a tratar enfermedades, o para las más distintas poblaciones especiales, hemos de tener en cuenta que hasta que consigamos una estabilización orgánica, podrán suceder las reacciones más dispares, máxime si se aplica un entrenamiento demasiado intenso y no adaptado a la capacidad física de la persona en cuestión. De ahí, uno de los motivos que prueban la importancia de buscar un equilibrio muscular y orgánico antes de la aplicación de programas de entrenamiento para la obesidad y, en general,  para las demás enfermedades.

No es lo mismo aplicar ejercicio físico a una persona sana que a una enferma.
El cerebro de una persona que está enferma funciona de una manera totalmente diferente al de una persona físicamente sana. No me canso de decir que hemos de ver el cuerpo humano desde dentro hacia fuera. Los efectos de una enfermedad van mucho más allá del daño aparente que ésta presenta en el momento de tratarla. Es de suma importancia dar una especial atención a las emociones de las personas, ya sea dentro de un tratamiento vía ejercicio físico, o bien dentro de un tratamiento médico en un hospital. Las emociones juegan un papel fundamental en la recuperación de los pacientes, independientemente de la enfermedad, justamente porque la enfermedad está directamente asociada al estrés, al miedo, y en algunos casos a la memoria emocional. Dicho esto, al aplicar ejercicio físico en poblaciones especiales, algo muy importante a  tener en cuenta es que los resultados del entrenamiento sólo empezarán a aparecer una vez que se consiga una homeostasis, y dicha homeostasis será capaz de inhibir la ACTH y la liberación del Cortisol (hormona del estrés). Éstos últimos son capaces de inhibir por completo el sistema inmunológico.
En la mayor parte de los casos prácticos, los trabajos físicos direccionados a las enfermedades son desarrollados dentro de un marco alostático; en otras palabras,  gran parte de los  entrenamientos para poblaciones especiales y enfermedades, han conseguido lograr la estabilidad orgánica de sus pacientes o clientes mediante un entrenamiento físico por medio de la alostasis, y este hecho hace que los resultados del tratamiento puedan retrasarse. Ello explica por qué en el caso de algunas enfermedades como la obesidad, muchas son las personas que no consiguen sobrellevar los entrenamientos con el fin de bajar de peso y de mejorar su calidad de vida, abandonando el programa de ejercicio físico e incluso su dieta en los primeros meses.
En el caso de la obesidad, el factor emocional, el neurofisiológico, y la individualidad, son líneas fundamentales que en muchos casos, por infelicidad, no se están teniendo en cuenta.  
Ha sido probado científicamente que las mujeres tienen mejor desarrollada la utilización de las emociones, mientras que los hombres nos  centramos en tareas más específicas. La mayor parte de los hombres tienen mayor dificultad en comprender las emociones no verbalizadas. Los hombres tienden a procesar mejor con el hemisferio izquierdo del cerebro, mientras que las mujeres lo hacen con los dos por igual. Eso explica por qué las mujeres tienden a solventar los problemas de una manera más creativa, son más flexibles y más consecuentes con los sentimientos. De otra parte, se ha descubierto que el lóbulo parietal inferior (IPL) es mucho mayor en los hombres que en las mujeres en el lado izquierdo. Es la zona en la que se encuentra el cerebro racional, que procesa la orientación sensorial, realiza los cálculos matemáticos, etc. El cerebro racional corresponde a la corteza cerebral, que desarrolla las funciones intelectuales. Se encarga del análisis racional. Al mismo tiempo, las mujeres tienen el lado derecho más grande, lo que les faculta a tener mejor desarrollados los estímulos emocionales. Es la zona donde se encuentra el cerebro primitivo. El cerebro primitivo controla las zonas mediadoras de las emociones, el estado anímico, la generación del instinto de supervivencia, la regulación corporal, etc. Es el área de las funciones vitales. Este desarrollo cognitivo derecho les juega un mala pasada cuando padecen alguna enfermedad, la obesidad una de ellas, pues las emociones dentro de una enfermedad son capaces de producir ansiedad, depresión, y de anular por completo el sistema inmune como ya he indicado anteriormente. En la existencia de la depresión dentro de la obesidad, la amígdala aumenta su tamaño y es justo en esta zona donde se encuentran las expresiones de miedo y de la ansiedad. La gran diferencia entre el número de casos de depresión y de ansiedad que encontramos en mujeres con relación a los hombres en enfermedades como la obesidad, nos hace pensar que este hecho está directamente relacionado con la anatomía del cerebro femenino.

    






jueves, 17 de julio de 2014

NUESTRO FUTURO LO TRAZAMOS NOSOTROS MISMOS

A lo largo de nuestra existencia vamos adaptando nuestro estilo de vida en función de los hábitos adquiridos con el tiempo, de nuestro entorno social, nuestro entorno laboral, etc. Es fundamental tener claro que nuestras acciones fomentarán una reacción, y dicha reacción podrá beneficiarnos o perjudicarnos; todo dependerá de la manera cómo enfocamos nuestras vidas. Nuestras actitudes, nuestros actos, nuestra manera de pensar, los estímulos que proporcionamos a nuestro cerebro, nuestra alimentación, la costumbre de practicar ejercicio físico y nuestros hábitos de vida, la gestión del estrés del día a día, etc., todo influye.
En la mayor parte de los casos, las enfermedades son producidas por nosotros mismos.
He conocido a personas fumadoras que han padecido cáncer, lo han superado, y sin embargo  siguen fumando. Si abusas del alcohol probablemente desarrollarás una gran dependencia de esa droga, pudiendo tener la posibilidad de desenvolver una cirrosis hepática. El que fuma fomentará un gran deterioro en su salud con la posibilidad de desarrollar cáncer. Fumar hace que  disminuya la concentración de colesterol bueno (HDL) promoviendo la concentración de colesterol  malo (LDL) en la sangre. Además aumenta la tendencia de coagulación de la sangre. Un fumador tiene un riesgo muy grande de desarrollar una enfermedad en las arterias coronarias y este riesgo está directamente relacionado con la cantidad de cigarrillos que fuma al día. Las personas saben que fumar es muy perjudicial, pero siguen fumando. Todos queremos estar sanos, pero muy pocos quieren cambiar su estilo de vida. ¿Qué hay del sedentarismo?
El sedentarismo es capaz de facilitar una gran cantidad de enfermedades (obesidad, problemas cardiacos, hipertensión, estrés, problemas de espalda, diabetes, etc.). En España, según el CIS (Centro de Investigación Sociológica), sólo cuatro de cada diez españoles (38,6%) practican actividad física con regularidad.  Las personas que no practican ejercicio físico en este país argumentan que es porque no les gusta (27,3%), o porque se lo impiden su edad (16,9%), otros porque su salud se lo impide (11,5%), y los demás por la falta de tiempo (15,9%). De todas esas excusas, la que me ha parecido más surrealista fue la del 16,9% de personas que atribuyen a la edad la culpabilidad de no poder hacer ejercicio físico. Cada uno es libre de pensar y hacer lo que le plazca, pero en el momento en el que las enfermedades se manifiestan, las excusas ya no sirven.    
Una  buena parte de la sociedad mundial se está volviendo tan absurdamente inactiva y comodona que,  además de moverse el mínimo indispensable, están dejando de pensar (literalmente). Esto es algo muy preocupante, puesto que cuanto más utilicemos nuestro cerebro racional con  operaciones intelectuales, más desarrollaremos nuestra inteligencia, y mejor control tendremos  de nuestras emociones, además de conseguir eliminar el estrés que por sí sólo ya es dañino y que está presente en todas las enfermedades . Por infelicidad muchas personas prefieren no pensar, no analizar hechos, no razonar los problemas para poder solucionarlos. La inopia también es una manera de estar enfermo. En la actualidad podemos encontrar una tremenda cantidad de información que puede solventar muchas de las dudas e inquietudes de las personas sobre temas relacionados con la salud. Que una persona haga  acciones perjudiciales en su vida para  su salud y bienestar  careciendo de la debida información,  puede ser considerado una equivocación; pero hacer lo mismo  teniendo  información fehaciente, y  siendo consciente de sus actos, es una estulticia. El gran problema es que muchas personas no quieren parar y pensar sobre qué les pasa. Muchos son conscientes de que tienen un gran problema, pero son incapaces de utilizar el sentido común y de tomar una actitud que pueda ayudarles a solventarlo. Un ejemplo de ello son algunas personas que padecen obesidad. Conozco a unas cuantas personas que padecen  esta enfermedad, que viven protestando sobre su incapacidad de hacer cosas debido a las limitaciones que su peso les proporciona, pero sin embargo no hacen nada para resolver el problema; otras  están en la cola para operarse de reducción de estómago, pero mientras esperan, siguen con los mismos hábitos, las mismas malas costumbres, la misma ingesta calórica y el mismo sedentarismo. A algunas de estas personas les he llamado la atención varias veces sobre la importancia del desarrollo  de un programa de actividad física controlado junto con una dieta equilibrada previa a la intervención que están esperando. Tengo casos documentados de personas que,  mientras esperaban en la lista para operarse, empezaron un programa de ejercicio físico y una dieta equilibrada  diseñados especialmente para esta población. Después de 18 meses, al llegar el momento de la intervención, habían perdido 35 kilos, habían cambiado totalmente su estilo de vida del sedentarismo a una vida activa, habían cambiado sus malos hábitos nutricionales,  su actitud frente a la vida; ya no daban escusas frente a los problemas, sencillamente los afrontaban con valor y coraje. No fue necesario proceder a la intervención de reducción de estómago, pues ya habían logrado su objetivo, y sin la necesidad de fármacos. Un tratamiento nada agresivo, absurdamente más barato, sin efectos secundarios, capaz de fomentar cambios metabólicos importantes, y capaz de prevenir problemas cardiacos y otras enfermedades. Desafortunadamente la gran mayoría de las personas que están en la lista de espera para una intervención quirúrgica de reducción de estómago no se preocupan en prepararse,  simplemente piensan que dicha operación será la solución de sus problemas de sobrepeso, pero mismo después de la intervención hay un largo recorrido hasta el éxito, y muchas de estas personas se quedan en el camino y siguen siendo obesas. No estoy en absoluto en contra de las intervenciones quirúrgicas de reducción de estómago, sólo faltaría; con lo que no concuerdo es con que la intervención quirúrgica en estos casos sea la primera opción, y para muchas personas la única.
Creer es más fácil que pensar, he ahí la razón de que existan más creyentes” Albert Einstein.   
Si disminuimos la  actividad física, reduciremos los niveles de mitocondrias en nuestros músculos y haremos que nos cueste cada vez más movernos, o hacer  ejercicio, y eso es lo que pasa con las personas sedentarias.
Gran parte de la sociedad es consciente de lo que es correcto y de lo que no es bueno para su salud, pero se empeñan en mirar para el otro lado y declinarse hacia las actitudes incorrectas. Es sabido que si comes más de lo que necesitas, ganarás peso; si ingieres demasiados dulces podrás desenvolver obesidad, deteriorar los dientes, fomentar un ambiente muy ácido en el organismo y,  junto con la obesidad, la posibilidad del desarrollo de un cáncer, y el sedentarismo se sincroniza perfectamente con todas esas malas costumbres. El azúcar es uno de los grandes problemas de los tiempos modernos. Es un producto muy adictivo, que no tiene ningún valor nutritivo y que, además, es un gran impulsor de muchas enfermedades. En el siglo XIX el consumo de azúcar en Estados Unidos era de 4 kilos por persona/año. En 2009 ese consumo se incrementó hasta la cifra de 79 kilos por persona/año, junto con el incremento del sedentarismo. La glucosa es un potente alimento para las células cancerígenas, pues en la presencia de un tumor, algunos genes dejan de funcionar, o funcionan de manera incorrecta, se inhiben los receptores de glucosa que están en la superficie de las células y que eliminan esa glucosa del torrente sanguíneo, y esto hace que los tumores se alimenten insaciablemente y que se desenvuelvan. En condiciones normales esta célula estaría activa y degradaría el receptor de glucosa, pero en estos casos, ocurre lo contrario, hay una superaceleración del receptor de glucosa que resultará en una multiplicación tumoral.   
Las células tumorales se identifican por su crecimiento descontrolado, y necesitan mucha energía. Para lograr ese hecho,  estas células malas atraen toda la glucosa que pueden. Además de la captación de glucosa, esta clase de células son anaeróbicas, viven en ambientes con ausencia de oxígeno en un entorno químico, así que una buena idea sería practicar actividad física, reducir la ingesta de azúcar, sus derivados, y de harina refinada,  así como de sal, leche, etc. La utilización de grandes  cantidades de harina refinada puede producir el mismo efecto, y la unión de grandes cantidades de harina refinada con grandes cantidades de azúcar, junto con la falta de la práctica de la actividad física, produce una combinación explosivamente perfecta para que se fomente la pérdida de salud y de calidad de vida en las personas.
Es inverosímil que todavía exista una gran resistencia por parte de muchas personas a aceptar la importancia del ejercicio físico y del deporte en nuestras vidas, al mismo tiempo que algunas malas costumbres están bien vistas y aceptadas en nuestra sociedad (fumar, beber alcohol, etc.). También es muy importante destacar la gran adicción al azúcar que muchas personas padecen,  algo digno de preocupación. Dicha adicción comienza  desde niños (en vez de comprar estas papillas dulces de las farmacias, ¿por qué no hacerlas en casa con frutas naturales y cereales?)
Por otro lado, es fundamental recordar la importancia que tiene el pensamiento positivo en nuestras vidas, principalmente dentro del mundo de las enfermedades, pues pensar positivamente es como abrir una vía directa de ayuda a un  tratamiento. Las personas que piensan positivamente tienen mayor  facilidad en librarse de malas costumbres, una vez que son conscientes de ello.     
No se puede mesurar el pensamiento,  tampoco su fuerza. El pensamiento mueve una ingente cantidad de corrientes eléctricas en el cuerpo  afectando así a los nervios y, como respuesta, ocasiona las sensaciones y los sentimientos. El pensamiento tiene un poder que no se puede explicar, por este motivo es fundamental que intentemos direccionar nuestro pensamiento de manera positiva y productiva.(1)    
El pensamiento es capaz de fomentar la liberación de una gran cantidad de sustancias químicas en el organismo. Una persona que piensa de una manera negativa frente a la vida y frente a las enfermedades, tendrá una gran posibilidad de inhibir la liberación de serotonina, de oxitocina, de las endorfinas, etc., que son las sustancias que nos hacen sentir bien. Y esto es debido a que las personas  pesimistas normalmente se estresan con una tremenda facilidad, principalmente cuando se trata de lidiar con las enfermedades. Esa situación facilitará la liberación de ACTH (hormona del estrés), que a su vez inhibirá la acción de las sustancias anteriormente citadas.(1) Al padecer una situación de estrés, independiente de la manera en que se nos presente, la hormona del estrés, cuando es liberada,  se encarga de bloquear gran parte de las demás hormonas responsables del bienestar como la oxitocina, la serotonina, la endorfina y  la dopamina, y cuando el cuerpo está libre de estrés, ocurre lo contrario.(2)
Es fundamental tener claro que el estrés, esa enfermedad tan bien aceptada por todos, inhibe el sistema inmune facilitando así la proliferación de muchas otras enfermedades.
El cuerpo humano está hecho para moverse y todo aquello que hagamos por encima del sedentarismo, resultará ser una buena estrategia para la mejoría de la salud. Nuestra salud depende única y exclusivamente de nosotros. Tener una buena o mala salud es el resultado de nuestras acciones, de nuestra manera de pensar, de nuestra manera de cuidarnos, de nuestra manera de vivir. Es imposible ser feliz en ausencia de salud, por este motivo deberíamos volver a plantear nuestras prioridades y evaluar la equidad de nuestro gasto energético para las cosas sin importancia, y para las que nos hacen verdaderamente felices.
Antes de preocuparnos con el futuro, hay que vivir el presente, y vivirlo de la mejor y más sana manera posible. Lo que seremos en el futuro dependerá de las actitudes del presente. El pasado ya se ha ido y no podemos cambiarlo, pero el presente cada día nos invita a hacer algo bueno para nosotros y para los demás. No perdamos esas oportunidades.




(1) El Blog del Dr. Sergio Simphronio  LA FUERZA DEL PENSAMIENTO Y LA IMPORTANCIA DE PENSAR DE MANERA POSITIVA PARA NUESTRA SALUD
(2)  El Blog del Dr. Sergio Simphronio  EL ESTRÉS SIN  MOTIVO




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jueves, 24 de abril de 2014

ENFERMEDADES / EJERCICIO FÍSICO / RESULTADOS


Todos sabemos que la práctica del ejercicio físico  nos ayuda a fomentar una vida equilibrada, sobre todo si la asociamos a una alimentación saludable y a buenas horas de descanso. En los últimos 20 años se ha investigado mucho y se ha conseguido información para mejorar muchas técnicas de entrenamiento físico, al mismo tiempo que han surgido una gran cantidad de nuevas técnicas de entrenamiento que han  contribuido a aumentar el abanico de posibilidades para que se pueda lograr una mejoría de la   condición física de las personas de forma más segura y efectiva. Estando atentos a todas estas posibilidades, es importante tener en cuenta los resultados individuales de la aplicación de dichas técnicas en las más distintas poblaciones. Si enfocamos el  tema a las poblaciones especiales que padecen alguna clase de enfermedad, y donde se está procediendo a la aplicación de terapias físicas, lo primero que se debe tener en cuenta es la individualidad de cada persona. Cada persona es un mundo completamente diferente, y de cara a un tratamiento basado en ejercicios físicos, las respuestas pueden ser muy distintas de un individuo a otro. Esta regla también es importante para las personas sanas que practican actividad física.
La actividad física proporciona una inmensa cantidad de estímulos al cerebro que,  a su vez, será capaz de reprogramar las funciones cognitivas, e incluso de cambiar el ADN de las células. Al empezar con la práctica del ejercicio físico, el cerebro reprograma todas las respuestas celulares y las funciones de todo nuestro cuerpo; pero para que nuestro metabolismo pueda asimilar dichos cambios y hacer que éstos hagan parte de nuestro estilo de vida, es fundamental tener en cuenta el factor  tiempo.
Dentro de un entrenamiento físico, a veces se espera un determinado resultado o algunas respuestas a dichos ejercicios que en ocasiones no llegan con la facilidad esperada. Si el planteamiento de los ejercicios y su aplicación son correctos, es importante dar atención a un aspecto que muchas veces pasa desapercibido: el tiempo de adaptación del individuo a los estímulos proporcionados y las respuestas celulares a los mismos.
Al aprender algo nuevo algunas células nerviosas se ponen en marcha y consumen mucha energía.  
En el momento en el que el aprendizaje se fija en el cerebro, la persona en cuestión pasa a repetir lo que ha sido aprendido sin apenas esfuerzo, pero la repetición de los movimientos y las costumbres son controladas por los ganglios basales, y a sus neuronas “no les gusta” aprender cosas nuevas.

Cuando se aprende algo nuevo se liberan grandes cantidades de Dopamina.

La Dopamina es un neurotransmisor  que tiene como funciones principales proporcionar energía mental, mejorar la atención, controlar los impulsos, la motivación, la determinación,  el movimiento, la memoria, recompensas agradables, el comportamiento y la cognición, la atención, el sueño, el humor, el aprendizaje, la inhibición de la prolactina (hormona que aumenta la secreción de la leche de la glándula mamaria).

El cerebro procesa cada acción que realizamos, por este motivo existen movimientos o acciones que desenvolvemos sin darnos  cuenta muchas veces, debido a la mecanización de dichas acciones. En todo que hacemos durante el día, nuestro cerebro ya tiene calculado, asumido y controlado la mayor parte de las cosas: apagar las luces, cerrar la puerta del coche, cerrar la nevera, la costumbre de ir a entrenar al gimnasio, la costumbre de ser sedentario, etc. En el momento que cambiamos nuestros hábitos o algunas de nuestras actividades, el cerebro necesita evaluar, procesar, registrar y proceder en dicho cambio, todo ello con el objetivo de ofrecernos el mejor servicio. Para que estos cambios pasen a hacer parte de nuestras vidas,  es necesario que la nueva  acción se repita una y otra vez, y que nuestro cerebro recalcule y mecanice los nuevos estímulos transformándolos de acción de conducta a rutina. Este cambio puede tardar entre 18 a 260 días, según la persona, además de que es necesario que las nuevas tareas se automaticen durante una media de 60 a 70 reincidentes días. Pero también es importante recordar que lo mismo pasa con las malas costumbres, pues es como decir que todo se entrena y el cerebro también  necesita  tiempo para asimilar los malos hábitos. También es fundamental dar una especial atención a la enzima AMPK,  que es un regulador metabólico y auxilia a los músculos en el consumo de azúcar y de oxígeno.

                                  -  AMPK  = - MOVIMIENTO = + PEREZA
                                 +  AMPK  = + MOVIMIENTO = - PEREZA

A la hora de tomar decisiones  en la presencia de comportamientos selectivos,  la corteza prefrontal autoriza o se abstiene, y ante una situación de rutina, ésta es inhibida.   Hay muchas personas que empiezan un programa de actividad física, pero no tienen la debida paciencia para dejar que ocurra la readaptación metabólica y lograr así  los resultados. Al final de un corto espacio de tiempo, se ven igual que cuando habían empezado. No notan ninguna mejoría física, pero tampoco se preocupan en observar los avances en su salud que este corto tiempo de entrenamiento les ha proporcionado; su enfoque es meramente estético. Muchos se desaniman, tiran la toalla y vuelven a su vida sedentaria. Es fundamental tener paciencia, constancia, seriedad y respetar el tiempo de reacción de su cuerpo al ejercicio físico.
Éste es uno de los motivos por los cuales muchas personas que participan en programas antiobesidad no consiguen los resultados esperados.
Es de suma importancia dar tiempo a que el cerebro se adapte a la nueva situación y  reprograme sus tareas en función del cambio presentado , puesto que mismo en los casos de intervenciones quirúrgicas de reducción de estómago o en los programas antiobesidad, el cerebro del individuo seguirá enfocado en desarrollar el control  metabólico de una persona obesa durante un cierto tiempo, mismo que en un corto espacio de tiempo ésta haya  perdido muchos kilos y que haya pasado a mantener una vida saludable.
Un cerebro que  durante toda la vida ha estado acostumbrado a trabajar solventando  situaciones importantes debido al sobrepeso o a la obesidad (taquicardias, hipertensión, diabetes, problemas cardíacos, etc.), no cambiará sus respuestas tan rápidamente. Éste necesitará tiempo para tener la seguridad de que la nueva situación pasará  a ser una rutina en la nueva vida sana de la persona que experimentó el cambio. Otro de los factores que son muy relevantes en estos casos es la utilización de los fármacos que normalmente las personas con esa clase de enfermedad suelen tomar (fármacos para la hipertensión, para la retención de líquidos, para perder peso, etc.). Al iniciar un programa de actividad física, con el tiempo estos fármacos podrán dejar de ser necesarios, pero es esencial que pase el tiempo pertinente para que el cerebro del individuo procese la nueva información y que esté definitivamente seguro de que ya no existe ninguna anomalía, al mismo tiempo que el ejercicio físico haya conseguido eliminar los radicales libres ocasionados por los fármacos.
Tanto en los casos de intervención quirúrgica de reducción de estómago, como en los programas de reducción de peso basados en dietas, o en los programas que son basados en dieta y ejercicio físico, es primordial educar a las personas para que éstas consigan tener y mantener una buena salud no sucumbiendo al desánimo y al abandono de sí mismas otra vez. Mantener la costumbre de practicar actividad física juntamente con una buena dieta es fundamental. Es importante tener  paciencia y a la vez ser constante para conseguir resultados.  

En los casos de intervenciones quirúrgicas de reducción de estómago, la actividad física debería estar presente antes y después de la intervención. Se debería educar al paciente de manera  que éste empiece un programa previo a la intervención, es decir, que cumpla algunos requisitos para ser intervenido: que esté haciendo una dieta, que esté desarrollando un programa de actividad física, y que antes de la intervención haya bajado algo de peso. Ésta sería una manera interesante de estimular el metabolismo de ese individuo para un cambio de actitud en su vida, cosa que le facilitaría bastante una vez intervenido, pues su cerebro ya estaría preparado para la nueva situación. De ser así, estoy convencido de que el éxito en la bajada de peso de las personas obesas que acuden a las intervenciones aumentaría significativamente.