Todos sabemos que la
práctica del ejercicio físico nos ayuda
a fomentar una vida equilibrada, sobre todo si la asociamos a una alimentación
saludable y a buenas horas de descanso. En los últimos 20 años se ha investigado
mucho y se ha conseguido información para mejorar muchas técnicas de
entrenamiento físico, al mismo tiempo que han surgido una gran cantidad de nuevas
técnicas de entrenamiento que han
contribuido a aumentar el abanico de posibilidades para que se pueda
lograr una mejoría de la condición
física de las personas de forma más segura y efectiva. Estando atentos a todas
estas posibilidades, es importante tener en cuenta los resultados individuales
de la aplicación de dichas técnicas en las más distintas poblaciones. Si
enfocamos el tema a las poblaciones
especiales que padecen alguna clase de enfermedad, y donde se está procediendo
a la aplicación de terapias físicas, lo primero que se debe tener en cuenta es
la individualidad de cada persona. Cada persona es un mundo completamente
diferente, y de cara a un tratamiento basado en ejercicios físicos, las
respuestas pueden ser muy distintas de un individuo a otro. Esta regla también
es importante para las personas sanas que practican actividad física.
La actividad física
proporciona una inmensa cantidad de estímulos al cerebro que, a su vez, será capaz de reprogramar las
funciones cognitivas, e incluso de cambiar el ADN de las células. Al empezar
con la práctica del ejercicio físico, el cerebro reprograma todas las
respuestas celulares y las funciones de todo nuestro cuerpo; pero para que
nuestro metabolismo pueda asimilar dichos cambios y hacer que éstos hagan parte
de nuestro estilo de vida, es fundamental tener en cuenta el factor tiempo.
Dentro de un entrenamiento
físico, a veces se espera un determinado resultado o algunas respuestas a
dichos ejercicios que en ocasiones no llegan con la facilidad esperada. Si el
planteamiento de los ejercicios y su aplicación son correctos, es importante
dar atención a un aspecto que muchas veces pasa desapercibido: el tiempo de
adaptación del individuo a los estímulos proporcionados y las respuestas
celulares a los mismos.
Al aprender algo nuevo
algunas células nerviosas se ponen en marcha y consumen mucha energía.
En el momento en el que el
aprendizaje se fija en el cerebro, la persona en cuestión pasa a repetir lo que
ha sido aprendido sin apenas esfuerzo, pero la repetición de los movimientos y
las costumbres son controladas por los ganglios basales, y a sus neuronas “no
les gusta” aprender cosas nuevas.
Cuando
se aprende algo nuevo se liberan grandes cantidades de Dopamina.
La Dopamina es un
neurotransmisor que tiene como funciones
principales proporcionar energía mental, mejorar la atención, controlar los impulsos,
la motivación, la determinación, el
movimiento, la memoria, recompensas agradables, el comportamiento y la
cognición, la atención, el sueño, el humor, el aprendizaje, la inhibición de la
prolactina (hormona que aumenta la secreción de la leche de la glándula
mamaria).
El cerebro procesa cada
acción que realizamos, por este motivo existen movimientos o acciones que
desenvolvemos sin darnos cuenta muchas
veces, debido a la mecanización de dichas acciones. En todo que hacemos durante
el día, nuestro cerebro ya tiene calculado, asumido y controlado la mayor parte
de las cosas: apagar las luces, cerrar la puerta del coche, cerrar la nevera,
la costumbre de ir a entrenar al gimnasio, la costumbre de ser sedentario, etc.
En el momento que cambiamos nuestros hábitos o algunas de nuestras actividades,
el cerebro necesita evaluar, procesar, registrar y proceder en dicho cambio,
todo ello con el objetivo de ofrecernos el mejor servicio. Para que estos
cambios pasen a hacer parte de nuestras vidas,
es necesario que la nueva acción
se repita una y otra vez, y que nuestro cerebro recalcule y mecanice los nuevos
estímulos transformándolos de acción de conducta a rutina. Este cambio puede
tardar entre 18 a 260 días, según la persona, además de que es necesario que
las nuevas tareas se automaticen durante una media de 60 a 70 reincidentes
días. Pero también es importante recordar que lo mismo pasa con las malas
costumbres, pues es como decir que todo se entrena y el cerebro también necesita
tiempo para asimilar los malos hábitos. También es fundamental dar una
especial atención a la enzima AMPK, que
es un regulador metabólico y auxilia a los músculos en el consumo de azúcar y
de oxígeno.
- AMPK =
- MOVIMIENTO = + PEREZA
+ AMPK =
+ MOVIMIENTO = - PEREZA
A la hora de tomar
decisiones en la presencia de
comportamientos selectivos, la corteza
prefrontal autoriza o se abstiene, y ante una situación de rutina, ésta es
inhibida. Hay muchas personas que
empiezan un programa de actividad física, pero no tienen la debida paciencia
para dejar que ocurra la readaptación metabólica y lograr así los resultados. Al final de un corto espacio
de tiempo, se ven igual que cuando habían empezado. No notan ninguna mejoría
física, pero tampoco se preocupan en observar los avances en su salud que este
corto tiempo de entrenamiento les ha proporcionado; su enfoque es meramente
estético. Muchos se desaniman, tiran la toalla y vuelven a su vida sedentaria.
Es fundamental tener paciencia, constancia, seriedad y respetar el tiempo de
reacción de su cuerpo al ejercicio físico.
Éste es uno de los motivos
por los cuales muchas personas que participan en programas antiobesidad no
consiguen los resultados esperados.
Es de suma importancia dar
tiempo a que el cerebro se adapte a la nueva situación y reprograme sus tareas en función del cambio
presentado , puesto que mismo en los casos de intervenciones quirúrgicas de
reducción de estómago o en los programas antiobesidad, el cerebro del individuo
seguirá enfocado en desarrollar el control
metabólico de una persona obesa durante un cierto tiempo, mismo que en
un corto espacio de tiempo ésta haya perdido
muchos kilos y que haya pasado a mantener una vida saludable.
Un cerebro que durante toda la vida ha estado acostumbrado a
trabajar solventando situaciones
importantes debido al sobrepeso o a la obesidad (taquicardias, hipertensión,
diabetes, problemas cardíacos, etc.), no cambiará sus respuestas tan
rápidamente. Éste necesitará tiempo para tener la seguridad de que la nueva
situación pasará a ser una rutina en la
nueva vida sana de la persona que experimentó el cambio. Otro de los factores
que son muy relevantes en estos casos es la utilización de los fármacos que
normalmente las personas con esa clase de enfermedad suelen tomar (fármacos
para la hipertensión, para la retención de líquidos, para perder peso, etc.).
Al iniciar un programa de actividad física, con el tiempo estos fármacos podrán
dejar de ser necesarios, pero es esencial que pase el tiempo pertinente para
que el cerebro del individuo procese la nueva información y que esté
definitivamente seguro de que ya no existe ninguna anomalía, al mismo tiempo
que el ejercicio físico haya conseguido eliminar los radicales libres
ocasionados por los fármacos.
Tanto en los casos de
intervención quirúrgica de reducción de estómago, como en los programas de
reducción de peso basados en dietas, o en los programas que son basados en
dieta y ejercicio físico, es primordial educar a las personas para que éstas
consigan tener y mantener una buena salud no sucumbiendo al desánimo y al
abandono de sí mismas otra vez. Mantener la costumbre de practicar actividad
física juntamente con una buena dieta es fundamental. Es importante tener paciencia y a la vez ser constante para
conseguir resultados.
En los casos de
intervenciones quirúrgicas de reducción de estómago, la actividad física
debería estar presente antes y después de la intervención. Se debería educar al
paciente de manera que éste empiece un
programa previo a la intervención, es decir, que cumpla algunos requisitos para ser intervenido: que
esté haciendo una dieta, que esté desarrollando un programa de actividad
física, y que antes de la intervención haya bajado algo de peso. Ésta sería una
manera interesante de estimular el metabolismo de ese individuo para un cambio
de actitud en su vida, cosa que le facilitaría bastante una vez intervenido,
pues su cerebro ya estaría preparado para la nueva situación. De ser así, estoy
convencido de que el éxito en la bajada de peso de las personas obesas que
acuden a las intervenciones aumentaría significativamente.
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