jueves, 10 de abril de 2014

LA ACTIVIDAD FÍSICA Y EL ESTRÉS: LAS SEÑALES QUE NO VEMOS

El estrés puede desencadenar muchas enfermedades, tanto en las edades tempranas, como principalmente en las edades adultas.  Muchas veces podemos haber estado padeciendo estrés desde mucho antes de darnos cuenta de ello, y ese hecho puede haber pasado con un gran número de personas, pudiendo estar acompañándolas  toda la vida sin que se den cuenta. Solemos hablar del estrés como algo totalmente normal y cotidiano; padecer  esta enfermedad está socialmente aceptado al igual que fumar, pero tanto uno como  otro pueden provocar problemas muy importantes para la salud, además de ser grandes socios y de complementarse  a la perfección. En los días de hoy, existen muchos fármacos químicos para los efectos que el estrés ocasiona en la salud, pero el único fármaco realmente capaz de curar esta enfermedad, además de sus efectos, es la actividad física y el deporte, acompañados de una alimentación sana, balanceada, horas de sueño pertinentes para que el individuo se sienta descansado, y una vida libre de malas costumbres. Es fundamental tener en cuenta que cuanto antes se empiece la práctica del ejercicio físico y de una alimentación equilibrada, mejor. Y eso también, y sobre todo, se aplica a los niños. Es de sentido común pensar que si hacemos ejercicio físico desde las primeras edades fomentaremos una vida más equilibrada, con una gran posibilidad de que ésta esté libre de problemas de salud, tanto en la infancia, como en adolescencia o en las edades adultas. Estando en tratamiento de alguna enfermedad, el estrés supone un hándicap importante en la recuperación de la misma, pues su presencia dentro del proceso de recuperación dificultará dicho procedimiento debido a que inhibe el sistema inmune y ocasiona la bajada de las defensas de la persona que lo sufre, aumentando de una forma desmesurada la posibilidad de tener otras enfermedades o recaídas. En casos como los de la recuperación de una enfermedad, la práctica de ejercicio físico controlado y direccionado a las necesidades de la persona en cuestión podrá ayudar en su recuperación.
Una gran cantidad de las enfermedades que conocemos son ocasionadas por un mal estilo de vida y, en su gran mayoría, se desarrollan a lo largo tiempo. Son silenciosas y cuando se manifiestan, muchas veces se presentan de una forma muy agresiva. Es el caso del estrés, la hipertensión, algunos problemas cardiacos y muchas otras. Es importante que desaprendamos ciertas costumbres que nunca nos hemos preguntado por qué las asumimos. Si nos paramos a pensar, eso se remonta a las primeras edades, cuando a los niños desde muy pequeños, en la mayor parte de los casos, se les proporciona un gran estrés sin que se perciba. Muchos comportamientos de los adultos frente a los niños son cuestionables. Me refiero a niños de todas las edades, pero principalmente en las primeras edades. Los niños observan todo y estudian a los mayores constantemente. Es de suma importancia  que también aprendamos a observarles, pero no sólo las señales fundamentales que ellos manifiestan de una manera clara (hambre, sueño, etc.), sino aquellas  referencias más sutiles que ellos nos facilitan en cada momento. Muchas veces los adultos estamos insistiendo a un niño para que repita palabras, o que aprenda cosas, y eso es normal, pero es importante que estemos atentos a que ése realmente sea el momento más oportuno para hacerlo.  Algunas personas  hablan con los niños  con un tono de voz muy  alto, y se olvidan de que estos pequeños tienen una tremenda sensibilidad sensorial, y que en la ausencia de alguna anomalía auditiva, son capaces de escuchar en tonos muy, muy bajos.
Los niños también se agobian, se enfadan, son altamente sensibles a todo, y sobre todo, también se estresan, aunque mucha gente piense que esto no pasa. Lo más curioso es que cuando un bebé que apenas sabe hablar se enfada por algún motivo, los adultos se ríen por parecerles algo gracioso y no lo toman en serio, y la mayor parte de las veces siguen insistiendo en la misma acción móvil del enfado del bebe. Ésta es una manera muy  típica de fomentar estrés al pequeño. Lo más inteligente, en situaciones parecidas,  es dar atención al motivo del enfado y respetarle no repitiendo la acción. También es interesante estar atentos a las situaciones donde las informaciones se colapsan; es decir, televisión encendida con volumen alto, varias personas hablando a la vez, teléfono sonando, personas desplazándose en el ambiente, más de una persona llamando al nombre  del bebe requiriendo su  atención…Son típicas situaciones que son capaces de facilitar estrés al bebe, y que podrían ser evitadas.    
A medida que el niño va creciendo, seguirá facilitándonos muchas señales.
Desde las primeras edades es fundamental enseñar el equilibrio a los niños en todos los sentidos. Enseñarles, por ejemplo,  la costumbre de despertarse con tiempo suficiente a que no tengan que levantarse de la cama corriendo, que no necesiten  desayunar con velocidad y que no tengan que salir corriendo de casa para no llegar tarde a clase. Educarles para los deberes de casa, y los tiempos utilizados para estudiar.
Es menos estresante para nuestra salud dormir una hora menos, y tener una hora a más de tiempo para poder desayunar y preparar el día con más tranquilidad.
Desde luego los que dejan todo para la última hora nunca tendrán  tranquilidad ni equilibrio, puesto que siempre estarán corriendo detrás del tiempo que ya pasó.  De seguir así, cuando sean adultos, esa actitud ya será una constante en su vida, y lo más normal es que estas personas se hayan acostumbrado a vivir de esa manera, siempre corriendo, y que padezcan estrés sin saberlo, y desde hace mucho tiempo. Pero en los tiempos que corren esto sería una situación normal.
¿Será que nos hemos acostumbrados a estar estresados desde pequeños y nunca hemos dado cuenta de ello?
Desaprender procedimientos impuestos que carecen de un objetivo lógico es algo fundamental, pues si recordamos las situaciones anteriormente citadas, muchas personas pueden tener el estrés ya reflejado en su ADN, pues lo padecen desde las primeras edades sin saberlo. De ahí muchas veces el motivo por el que algunas personas se ponen enfermas con extremada  facilidad, máxime si añadimos la falta de actividad física, una mala dieta y los vicios. Cuando existen problemas hay que buscar soluciones, pero es imprescindible conocer la procedencia de la anomalía y los motivos por lo cuales ésta se ha manifestado; y en la solución de la misma, es primordial tener en cuenta todos los factores involucrados.   




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