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lunes, 27 de julio de 2015

SEDENTARISMO Y ACIDEZ, UN CAMINO ABIERTO HACIA LAS ENFERMEDADES.

Uno de los mayores problemas dentro del mundo de las enfermedades es la acidez. Es la acidez que ocasiona las infecciones y que proporciona fuerza a la vida de los virus, bacterias y células malas.  Entre los mayores estimuladores para que se consiga una degradación de la salud están el sedentarismo y la mala alimentación. Dentro de este contexto, el estrés es una enfermedad que está conectada con todas las demás, y es capaz de fomentar un ambiente completamente ácido en nuestro organismo. En la presencia de una enfermedad las personas se preocupan, en algunos casos tienen miedo, y eso es tremendamente negativo, pues al existir este miedo el estrés se desencadena de una manera muy importante haciendo que el sistema inmunológico se bloquee. La hipófisis envía órdenes a las glándulas suprarrenales, éstas estimulan la ACTH que a su vez empujan el cortisol, que libera una tremenda cantidad de azúcar en el organismo.

Son muchos los casos de estrés y del desarrollo de la acidez que se dan en los niños ya en las primeras edades, sin que los padres se den cuenta de ello. La falta de equilibrio en la educación de los niños es uno de los mayores desencadenantes del estrés en las primeras edades. Las personas que piensan que los niños no se estresan de manera crónica, están muy equivocadas. Hay niños que padecen un estrés crónico tan descontrolado que están siempre enfermos, y en estos casos, muchas veces los tratamientos médicos se alargan por mucho más tiempo de lo que debería ser lo normal debido a que su sistema inmunológico no consigue recuperarse; esta falta o demora en dicha recuperación se da porque que el estrés bloquea por completo su sistema inmunológico. Un niño estresado se convertirá en un adolecente y un adulto estresado.  Cosas como no respetar sus horas de sueño, hablar demasiado alto con ellos o en su presencia, estar lejos de los padres por mucho tiempo aunque esté en la compañía de los abuelos, la falta de respeto hacia su individualidad mismo que todavía sean niños que están en las primeras edades, cambiarles con frecuencia de su entorno, etc. Si añadimos todo eso a la mala alimentación (dulces, gusanitos, chuches, refrescos, etc…), además del estrés, se empieza a presentar la manera más rápida de debilitar su calidad de vida.

El estrés es capaz de fomentar una tremenda situación ácida en el organismo, pudiendo facilitar una gran cantidad de enfermedades no importando la edad. Desde luego, cuando me refiero a estrés y enfermedades, estoy hablando del estrés crónico, que es aquél tipo de estrés que perdura en el organismo por un largo período de tiempo.    
La acidez facilita la presencia de una gran cantidad de invasores extraños al organismo como las bacterias, toxinas, virus, etc. Ante una situación de peligro como ésta, el organismo reacciona para defender la integridad del cuerpo humano iniciando un proceso de inflamación. Frente a la acidez orgánica y con la ingesta de alimentos poco saludable para el organismo, ya que éste no está preparado ni diseñado para procesar ciertos alimentos (azúcar refinado , harinas refinadas , alcohol ☠, etc.), se podría desarrollar una inflamación crónica. Y si hablamos de las células de grasa provocadas por el sobrepeso o la obesidad, éstas son capaces de derramar grandes cantidades de proinflamatorio (moléculas que promueven la inflamación).

Los glóbulos blancos son los que se encargan de limpiar todo el terreno biológico donde se encuentran los glóbulos rojos, aspirando de manera muy impresionante las bacterias, levaduras, proteínas no digeridas, ácidos, toxinas, etc. Una vez que un glóbulo blanco se llena de basura, deposita todo lo que recogió en el líquido linfático para que todo ese desperdicio sea eliminado por medio del sudor, de la orina y las heces fecales; por esto es importantísimo cuidar las microvellosidades del intestino, ya que si las dañamos con una dieta inadecuada, una de las cosas que sucede es que estas microvellosidades se inflaman y entonces se tapa una vía fundamental de eliminación, dando inicio a un ciclo de desequilibrios que más adelante producirá un caos en nuestra salud..
Una mala alimentación unida a la falta de ejercicio físico, proporcionará un nivel elevado de acidez orgánica, y podrá tener como producto final el desarrollo de enfermedades como la hipertensión, diabetes, enfermedades cardiovasculares, enfermedades degenerativas como el alzheimer, cáncer…

El ritmo cardíaco, la temperatura corporal, y el volumen de sangre son algunos pocos ejemplos de los cientos de situaciones que el cuerpo tiene que regular para mantener un balance homeostático. Si además añadimos los desequilibrios metabólicos provocados por una mala dieta y el sedentarismo, el cuerpo tendrá muchas más dificultades para controlar el pH en sangre. Toda enfermedad puede tener una relación directa con un desequilibrio homeostático. Todos los sistemas orgánicos del cuerpo contribuyen a la homeostasis, pero el cardiovascular, el corazón y los vasos sanguíneos, son especialmente importantes. El cerebro es el centro de control de todos los procesos homeostáticos del cuerpo. Si el sistema cardiovascular falla en proporcionarle oxígeno al cerebro, el cuerpo no puede mantener su equilibrio. Dentro de la práctica del ejercicio físico por ejemplo, el sistema cardiovascular ayuda a mantener la homeostasis aportando continuamente oxígeno y glucosa al sistema nervioso central, al cerebro y a la espina dorsal,  para que el organismo pueda aguantar un entrenamiento, al mismo tiempo que  eliminar los radicales libres ayudando a que se haga la  homeostasis en el organismo.

El azúcar es uno de los grandes problemas de los tiempos modernos. Es un producto muy adictivo, que no tiene ningún valor nutritivo y que, además, es un gran impulsor de muchas enfermedades. En el siglo XIX el consumo de azúcar en Estados Unidos era de 4 kilos por persona/año. En 2009 ese consumo se incrementó hasta la cifra de 69 kilos por persona/año, junto con el incremento del sedentarismo. La glucosa es un potente alimento para las células cancerígenas, pues en la presencia de un tumor, algunos genes dejan de funcionar, o funcionan de manera incorrecta, se inhiben los receptores de glucosa que están en la superficie de las células y que eliminan esa glucosa del torrente sanguíneo, y esto hace que los tumores se alimenten insaciablemente y que se desenvuelvan. En condiciones normales esta célula estaría activa y degradaría el receptor de glucosa, pero en estos casos ocurre lo contrario: hay una superaceleración del receptor de glucosa que resultará en una multiplicación tumoral. El exceso de azúcares aumenta la actividad de una proteína llamada b-catenina, íntimamente relacionada con la progresión tumoral. En poblaciones donde los niveles de azúcar son muy elevados en sangre, como en los obesos o diabéticos, los casos de ciertos tipos de cáncer pueden verse multiplicados.  
Se ha demostrado que las mutaciones que transforman a una célula normal en cancerosas acaban provocando cambios en el metabolismo que hace que su metabolismo energético sea diferente al de las células sanas.

Recordemos que dentro de nuestro organismo, las células utilizan uno de los 2 tipos de combustible: o queman glucosa (azúcar) o queman grasa.

El Premio Nóbel llamado Dr. Otto Warburg (1883-1970) demostró que las células malignas viven casi completamente de glucosa. No pueden degradar la grasa eficientemente. Él demostró que las células malignas crean ácido láctico 4 veces más de lo normal, a una velocidad anormalmente elevada, y con independencia del suministro de oxígeno debido a mudanzas en su desarrollo genético y son estimuladas por hipoxia crónica. Es sabido que el ácido láctico no es producido cuando la célula quema grasa; eso solo ocurre cuando la célula quema azúcar (glucólisis).

Se cree que la glucólisis aeróbica, es decir la fermentación del azúcar, tal como lo observó Warburg, podría ser responsable de conferir resistencia a la apoptosis (muerte celular programada) en las células cancerosas.

Si quieres recuperar tu salud, no alimentes tu enfermedad.
Si quieres mantener una buena salud, utiliza como fármacos tus alimentos y el ejercicio físico.

Las células tumorales se identifican por su crecimiento descontrolado, y necesitan mucha energía. Para lograr ese hecho, estas células malas atraen toda la glucosa que pueden. Además de la captación de glucosa, esta clase de células son anaeróbicas, viven en ambientes con ausencia de oxígeno en un entorno químico, así que una buena idea sería practicar ejercicio físico, reducir la ingesta de azúcar, sus derivados, y de harina refinada,  así como de sal, leche, refrescos, etc.    

El consumo de grandes cantidades de harina refinada y de azúcar junto con la falta de la práctica de ejercicio físico, llevan a desórdenes metabólicos y producen una combinación explosivamente perfecta para que se fomente la pérdida de salud y de calidad de vida en las personas, además de ser capaz de dificultar bastante la homeostasis en el organismo.

No podemos encontrar células cancerosas nadando en un terreno biológico alcalino. Esa clase de células son anaeróbicas y sobreviven en la ausencia de oxígeno. Si eliminamos el ambiente ácido transformándolo en alcalino, además de iniciar una práctica regular de ejercicio físico, las células se volverán alcalinas o morirán, y la enfermedad posiblemente dejará de existir.

La causa más básica del cáncer es que llega muy poco oxígeno a la célula. Glucólisis significa funcionar sin oxígeno, y respiración celular significa funcionar con oxígeno. Las diferencias entre los tumores benignos y malignos están en el contraste en el grado y la duración en que está comprometida la respiración celular (o sea el déficit de oxígeno) más que el tipo de tumor.

Cuanto más limpio es el terreno biológico, más alcalinas estarán las células. Nuestra sangre lleva nutrientes por todo organismo y debe tener un pH de entre 7.35 y 7.45, pero por desgracia se estima que el 90% de los habitantes de los países supuestamente desarrollados sufren acidosis, incluyendo a los niños. El factor determinante para una alteración negativa de este pH es el inadecuado funcionamiento o un trabajo excesivo de nuestros filtros corporales que se encargan de eliminar los ácidos del organismo (pulmones, riñones, hígado).

El pH es el índice principal que indica la alcalinidad o acidez de una sustancia. Indica el porcentaje de hidrógeno contenido en determinada sustancia, es decir, mide la cantidad de iones ácidos (H+) existentes, por eso sus siglas pH=potencial de hidrógeno.
La escala del pH va de 0 al 14.

pH = cero -> máximo de acidez;
pH = 7,00 -> neutro;
pH = 14 -> máximo de alcalinidad.

Cuando el pH baja de 7, se considera un pH ácido, y cuando aumenta de 7 se considera un pH alcalino.
Existen diferentes valores óptimos del pH para las diferentes sustancias de nuestro cuerpo, dependiendo de su función, así por ejemplo nuestra orina tendrá un pH de entre 5 y 8, el sudor de 5,5, el jugo gástrico de 1,5 o el flujo vaginal de 4,5 aproximadamente.

El pH es algo vital para nuestra existencia, y su equilibrio es extremadamente frágil: si el pH disminuye de 7,1 se producirá el coma y si llega al 6,9 se producirá la muerte. También tendríamos problemas como irritación extrema, espasmos, convulsiones pudiendo llegar a la muerte si la alcalinidad de nuestra sangre llegase al 7,8. Por ello, la alimentación adecuada junto de la práctica del ejercicio físico equilibrado son los mejores remedios para mantener  sanos nuestros filtros (pulmones, hígado, riñones) y poder así mantener las células en un terreno biológico limpio, siendo así capaz de mantenerlas alcalinas, y de prevenir y/o evitar enfermedades. Nuestras células están buceando dentro de la sangre, y cuanto más alcalina es, menor será la posibilidad de tener invasores como los virus, las bacterias, las toxinas, etc…, pues siendo así estas no tendrán como vivir en este ambiente, ni tampoco como alimentarse. De esta forma la posibilidad de que nos pongamos enfermos será drásticamente reducida.

De una manera general, desafortunadamente nuestro estilo de vida y nuestra alimentación favorece el desarrollo de muchas enfermedades y de la acidosis orgánica.
La ingesta excesiva de azúcar refinada, sal, harina refinada, etc. puede producir desórdenes metabólicos que generarán enfermedades y llevarán a la acidosis.

El gran problema es la acumulación de acidez que un estilo de vida inadecuado puede fomentar en el organismo a lo largo del tiempo.

Nuestro organismo mantiene una lucha constante en contra de la acidez, todo con el objetivo de mantener el equilibrio celular, pero es fundamental tener en cuenta que las emociones juegan un papel fundamental en este partido. Todas las enfermedades están directamente relacionadas con las emociones. Si añadimos los alimentos hostiles al organismo que son capaces de producir una ingente cantidad de acidez y a la vez debilitar la salud, junto con una mala gestión de las emociones asociada a alguna enfermedad en desarrollo o ya desarrollada, la amígdala será accionada, se hipertrofiará estimulando el miedo, la ansiedad, la depresión y el estrés. Esta actividad es capaz de inhibir el sistema inmunológico mermando sus defensas. De ahí la explicación de casos de personas que se ponen enfermas y no consiguen recuperarse, aunque que se suba la dosis de los fármacos que están tomando.

Las enfermedades deben ser vistas desde un punto de vista muy amplio. La acidez es uno de los puntos claves para tratar una enfermedad.

De otra parte, no sirve de mucho tener una alimentación equilibrada en presencia del sedentarismo. La acidez también puede ser producida por la falta o poca eliminación de los radicales libres. El ejercicio físico bien orientado y equilibrado fomentará una gran entrada de oxígeno en el organismo, y si lo acompañamos de una dieta equilibrada, tendremos los dos pilares fundamentales para la consecución de una buena salud.

¡Hay que moverse! 

Sedentarismo = lenta eliminación de radicales libres + ACIDEZ ORGÁNICA + enfermedades.

Ejercicio Físico = + entrada de oxígeno - ACIDEZ ORGÁNICA + eliminación de radicales libres + salud – enfermedades.

Alimentación saludable = +alcalinidad en terreno biológico - ACIDEZ ORGÁNICA - enfermedades + calidad de vida.

Desafortunadamente cuando hablamos de acidez, alcalinidad, de enfermedades y sus tratamientos, en la mayor parte de los casos casi nunca se tiene en cuenta la importancia del ejercicio físico, y éste es una de las claves más importantes para la recuperación de la integridad del organismo. Más que una buena dieta equilibrada, es de suma importancia practicar regularmente ejercicio físico, pues dicha práctica ayudará a fomentar un equilibrio en las funciones orgánicas, será fundamental en el control del azúcar en sangre, reducirá los procesos inflamatorios, facilitará una importante entrada de oxígeno en el organismo, ayudará a mantener el organismo libre de acidez no importando que tipo de dieta tenga el individuo, además que de entre varios otros beneficios, auxiliará en la quema de grasa y en el mantenimiento del peso corporal, reduciendo la posibilidad de sufrir desórdenes metabólicos y procesos inflamatorios que conducen al desarrollo de muchas enfermedades.

“El cuerpo humano está diseñado para moverse, el cerebro no reconoce el sedentarismo”
Dr. Sergio Simphronio












viernes, 3 de julio de 2015

HACER EJERCICIO FÍSICO PARA GANAR SALUD, DORMIR BIEN PARA QUE EL CEREBRO ESTÉ EN FORMA.


“La vida es una lucha constante en contra de la acidez” (MENKEN)

Todo el funcionamiento de nuestro organismo depende de las células, por ello, es de suma importancia que mantengamos el entorno celular muy limpio. Al existir algún tipo de anomalía celular en la que el producto final sea alguna clase de enfermedad, es muy importante estar atentos a los niveles de acidez existentes en el organismo. Además de la importancia de mantener limpios  nuestros filtros (Pulmones, Riñones, Hígado), es primordial que intentemos mantener dentro de nosotros un ambiente celular alcalino. Pero estas recomendaciones también son importantes cuando nos referimos a nuestro cerebro. El mejor momento para que nuestro cerebro efectúe su limpieza eliminando los radicales libres existentes, es durante el sueño. Al acostarnos el cerebro incita la liberación de la “Melatonina”. Ésta actúa en el sistema nervioso central y se encarga de estimular nuestro somnífero natural haciéndonos dormir.

Cuando nos acostamos tras un día intenso de trabajo o de entrenamiento físico, el cerebro envía un mensaje a la médula espinal para que nuestros movimientos sean paralizados, al mismo tiempo que las células cerebrales se desconectan para repararse. Unas sustancias químicas naturales limpian los desechos de la actividad de estas células cerebrales, al mismo tiempo que se formarán otras. Sin estos servicios de limpieza, análisis y reparación, el cerebro no podría funcionar a pleno rendimiento; de ahí la importancia de dormir las suficientes horas para que nos sintamos descansados y para que el cerebro pueda hacer su trabajo de restauración. Por ese motivo se recomienda a las personas que tengan la costumbre de dormir  poco, de salir por la noche con mucha frecuencia,  de beber de manera desmedida, y que además utilizan  drogas,  que cambien sus hábitos de vida, pues de seguir así estarán acortando su existencia. Con el descanso dormimos, y al dormir soñamos. El sueño es una de las actividades más importantes que el cuerpo realiza. Durante una vida normal, somos capaces de pasar 6 años soñando. Dicen algunos expertos que la actividad cerebral es tan intensa mientras dormimos que el sueño es mucho más que una distracción para el cerebro, es parte de la acumulación de los recuerdos.

Margaret Tatcher se ponía en marcha con sólo cuatro horas de sueño; en cambio Albert Einstein necesitaba once horas. Esto se debe a que existe una variante genética, de nombre ABCC9, que es la responsable de hacer que las personas portadoras de ese gen sientan más necesidad de dormir que otras. Por ello, es importante tener en cuenta que más que la cantidad, la calidad del sueño es lo que va nos facilitar una buena renovación en todos los sentidos.

Si privásemos a nuestro cuerpo del sueño y lleváramos esta situación al límite, el cerebro sencillamente nos desconectaría. Mientras soñamos consolidamos el control que tenemos sobre nuestros músculos. La fase del sueño en la que más aprendemos es la fase “MOR” (Movimiento Ocular Rápido).  En esta fase del sueño hay tanta actividad cerebral que el flujo sanguíneo se duplica en esta zona.

Es fundamental tener en cuenta que durante el día nuestro cerebro tiene una actividad intensa, pero cuando dormimos esa actividad se multiplica. Desde luego, dicha actividad se intensifica debido a los desafíos que se nos presentan en nuestro día a cada segundo. Ante cualquier situación que provoque estrés (ya sea en forma de estrés fomentado por el de ejercicio físico, un estrés agudo en algún momento de nuestro día, o bien un estrés crónico en el caso de alguien que ya esté enfermo; bien en los trabajos de coordinación motora o en la danza, donde la adaptación muscular y articular al movimiento deben ser efectuadas de una manera muy rápida, etc.), el cerebro siempre buscará la mejor manera de solventar ese desafío con el fin de mantener el cuerpo a salvo. 

Un interesante estudio realizado por dos Universidades americanas (Drexel y Northwestern), ha revelado que existen líneas de actividad cerebral que funcionan antes de que nos enfrentemos a un problema, y estos comportamientos están relacionados con diferentes tipos de preparación mental que nosotros podemos ocasionar. Somos capaces de prepararnos mentalmente para buscar soluciones utilizando diferentes maneras de pensar: analítica, intuitiva, imaginativa, creativa. Lo que resulta interesante, es que nuestra elección hará que la actividad cerebral varíe en función del tipo de pensamiento que desarrollemos. Como un ejemplo, las personas que frente a un desafío piensan que no van conseguir superarlo, no lo hacen.

Nuestra actividad cerebral es algo simplemente increíble, y según los estímulos que fomentemos, esa actividad se incrementará de una forma muy significativa, principalmente dentro de la práctica del ejercicio físico. Con la práctica del ejercicio físico la temperatura del cuerpo se eleva, pero la del cerebro también, y esa siempre fue una de las grandes incógnitas del cerebro: su sistema de refrigeración. Si no tuviese refrigeración, nuestro cerebro se sobrecalentaría al igual que cualquier máquina. De ser así su temperatura interna subiría 1 grado a cada 5 minutos. A los 10 minutos sin refrigeración empezaríamos a sentir desorientación, a los 20 minutos daños permanentes, y al cabo de 50 minutos, si la temperatura subiera 10 grados más, nos moriríamos. Por ese motivo, el cerebro siempre debe trabajar a una temperatura óptima. De ahí la importancia del oportuno aporte hídrico durante todo el día.  

Sabemos que de camino al corazón, la sangre se enfría a través del sudor de la cara en la frente y se desplaza por las arterias abandonando la cabeza y disminuyendo así su temperatura y enfriándola. Tenemos más de 15.000km de vasos sanguíneos en el cerebro. Las investigaciones sobre la temperatura del cerebro y su refrigeración hasta el momento han llegado a este punto, por lo que quizás sea esta la manera que el núcleo tenga de conservar su temperatura ideal.  Aunque nos encontremos practicando actividad física a altas temperaturas o compitiendo bajo un sol de 40 grados, el cerebro tendrá una asombrosa capacidad de refrescarse.

Siempre que practicamos ejercicio físico, el equilibrio químico de la célula (la homeostasis celular) se rompe. La homeostasis es la estabilidad orgánica. Con el desequilibrio de la homeostasis, se produce un cambio en el medio químico de la célula alterando así su función fisiológica en el control de los órganos. Los órganos reaccionan en contra del estrés con el fin de conseguir la homeostasis y controlar las funciones orgánicas.

Éstos son los cambios homeostáticos durante la actividad física: elevación de la temperatura corporal, aumento de la acidez en la sangre, caída del oxígeno contenido en los líquidos corporales, incremento del dióxido de carbono, entre otros. Al recibir estos desórdenes, las células cambian sus funciones para adaptarse al ejercicio físico. Estos ajustes ocurren en el corazón, en los pulmones, en el páncreas, en los músculos, y los huesos. Todo este desequilibrio temporal ocurre constantemente en nuestro organismo, sobre todo con la práctica del ejercicio, y dentro de un proceso de enfermedad es beneficioso porque hace reaccionar a las células de manera muy positiva, una de las razones por las que es tan importante que las personas enfermas practiquen ejercicio.

En la práctica de ejercicio físico, siempre debemos ver el cuerpo desde dentro hacia fuera, y no desde fuera hacia dentro¹.

Los mecanismos de refrigeración del cerebro durante la práctica de ejercicio físico fomentan radicales libres, y ahí surge el importante papel del sueño. Estando libre de problemas de salud, toda la actividad desarrollada durante el día será procesada durante la noche mientras la persona esté durmiendo, momento en que se producirá la eliminación de los radicales libres del cerebro; pero surge un gran problema cuando las personas se preocupan demasiado con cosas que no merecen dicha relevancia. Mismo que hablemos de una enfermedad muy importante, ese estrés innecesario puede desencadenar ansiedad, depresión y miedo, y es justamente ahí cuando el cerebro tiene que buscar soluciones para intentar poner el cuerpo fuera de peligro, pues estos síntomas emocionales son capaces de inhibir por completo el sistema inmunológico, sea un practicante de deporte o no. Estas situaciones de estrés que están tan bien aceptadas socialmente, pueden ocasionar una gran cantidad de descontroles neurofisiológicos, entre ellos la falta de sueño, cambios en la actividad cerebral, alteración en la acumulación de los recuerdos, la posibilidad del desarrollo de acidez en el organismo y en el cerebro ocasionando una gran mudanza dentro de los procesos celulares y sinápticos, etc.

El ejercicio físico es una estupenda arma contra las enfermedades pero, al igual que los fármacos, si es mal empleado puede convertirse en algo muy dañino para nuestro organismo y para nuestra salud.

Para que podamos tener un estupendo rendimiento en nuestro día, sea en la práctica del ejercicio físico, sea en la recuperación de una enfermedad, o sea en las áreas intelectuales, debemos tener muy claro que, si no damos a nuestro cerebro las condiciones necesarias para que éste pueda desenvolver su trabajo de una manera óptima, estaremos abriendo las puertas a la posibilidad de tener una gran cantidad de problemas de salud a medio o largo plazo. Debemos equilibrar nuestras vidas en todos los sentidos, pero principalmente en lo que dice respecto a nuestra alimentación y nuestro descanso, pues dormir es mucho más importante de lo que mucha gente imagina.



1.EL BLOG DEL DR.SERGIO SIMPHRONIO - EL ENTRENAMIENTO CELULAR








20-21-22 Noviembre. São Paulo


lunes, 15 de junio de 2015

1st EUROPEAN MEDICAL FITNESS CONGRESS

El fin de semana en el que se celebró el 1st EUROPEAN MEDICAL FITNESS CONGRESS estuvo regado de mucha ciencia, muchos cambios de impresiones acerca de cómo mejorar la vida de las personas, de apasionantes debates y, lo más importante, dentro de un ambiente muy positivo.

Éste fue el primer paso para que fijemos mundialmente el concepto MEDICAL FITNESS dentro de un trabajo MULTIDICIPLINAR en el área de la salud. Es algo que NO tiene marcha atrás, y es de suma importancia que continuemos luchando y promulgando dicho concepto. Debemos trabajar juntos, y al mismo tiempo tener en cuenta que el ejercicio físico es una estupenda herramienta que sirve para la prevención, tratamiento y recuperación de las enfermedades.

“EL EJERCICIO ES LA MEJOR MEDICINA”

Por primera vez se han reunido médicos, licenciados en ciencias de la actividad física, profesores, fisioterapeutas, nutricionistas, entrenadores, monitores, y todo ello en un ambiente muy científico, respetuoso y de gran nivel. , es posible compartir el mismo espacio e intercambiar experiencias. Con iniciativas como el EUROPEAN MEDICAL FITNESS CONGRESS todos ganamos, pero los mayores beneficiados son las personas a las que debemos ayudar.

El EUROPEAN MEDICAL FITNESS CONGRESS fue diseñado para cambiar el paradigma de cómo se ve la salud en los días de hoy. Hay todavía mucho que hacer, pero juntos haremos la diferencia.

A esta primera edición han asistido personas procedentes de diferentes partes del mundo, más concretamente de 13 países (Italia, Brasil, Argentina, Paraguay, Méjico, Estados Unidos, Alemania, Luxemburgo, Portugal, Andorra, Ecuador, Venezuela y España), algunos venidos desde muy lejos, y os damos las gracias por haber compartido con nosotros estos momentos tan especiales. Os animo a seguir adelante, pues el medio de la salud necesita de personas con el valor suficiente para cambiar las cosas con el fin de mejorar la vida de los demás.

No puedo negar, ni tampoco esconder mi gran satisfacción por haber compartido un fin de semana con un grupo de personas tan excelente, equilibrado y apasionado.

De otra parte, merece ser destacada la gran actuación del Comité Científico, tanto en la evaluación como en la presentación de los trabajos científicos, en las que se ha procedido con mucho rigor y a la vez bondad, la misma bondad de las personas que tienen amor por lo que hacen. Asimismo, es fundamental resaltar el gran nivel de todos los trabajos científicos presentados en el congreso. Nuestra enhorabuena a todos los doctores, profesores, investigadores, y alumnos que fueron seleccionados por el Comité Científico del 1st EUROPEAN MEDICAL FITNESS CONGRESS para la presentación de sus trabajos e investigaciones. Fueron 8 los trabajos seleccionados para dicha presentación, y un ganador. El Premio al Mejor Trabajo Científico del EUROPEAN MEDICAL FITNESS CONGRESS 2015, con un premio en metálico de 500 €, fue para el Dr. Andrea Di Blasio, por el abstract titulado: “BREAST CANCER SURVIVORS AND CORTISOL: BASAL CORRELATIONS AND EFFECTS OF 10 WEEKS OF WALKING AND NORDIC WALKING PRACTICE.” Los co-autores del trabajo son: Morano Teresa, Di Santo Serena, D’Arielli Alberto, Di Donato Francesco, Gallina Sabina, Napolitano Giorgio, Cianchetti Ettore.

Todos los ponentes que hicieron parte del EUROPEAN MEDICAL FITNESS CONGRESS, han proporcionado un gran diferencial en la manera de pensar de los participantes del mismo. El modelo dinámico del congreso ha facilitado una ingente cantidad de información a los asistentes, y todo ello dentro de un corto espacio de tiempo.

EUROPEAN MEDICAL FITNESS CONGRESS es un congreso pionero en el mundo, un encuentro MULTIDICIPLINAR con el objetivo de ahondar en la prescripción de ejercicio físico como prevención, tratamiento y recuperación de enfermedades. MEDICAL FITNESS, el ejercicio físico como una de las formas de tratar enfermedades, es algo científicamente comprobado que ya se está aplicando con grandes resultados en una gran cantidad de países.

Hemos fomentado la apertura de una nueva industria mundial en el ámbito del ejercicio físico, al mismo tiempo que un nuevo y prometedor mercado se abre dentro del mundo de la actividad física. EUROPEAN MEDICAL FITNESS CONGRESS nace para sentar las bases científicas de la prescripción de ejercicio físico para enfermedades y para las más distintas poblaciones especiales. Estoy convencido de que la industria del MEDICAL FITNESS va crecer de una manera descomunal en los próximos años, pues es algo que se hace necesario en todo el mundo.

Desafortunadamente las personas aún tienen muy arraigada la cultura de los fármacos, y en la mayor parte de los casos se automedican, desoyendo el consejo médico. De otra parte, muchos profesionales del medio sanitario desconocen las grandes aplicaciones y efectos del ejercicio físico y de la alimentación equilibrada dentro del tratamiento o recuperación de enfermedades. No me canso de decir: Nuestro cuerpo está diseñado para moverse, el cerebro no reconoce el sedentarismo. En las enfermedades esa máxima debe ser aplicada con mucha más contundencia.

Dentro de una enfermedad, el ejercicio físico controlado, bien aplicado y específico, puede acelerar enormemente el proceso de recuperación, o mismo curar una enfermedad debido a la ingente cantidad de cambios metabólicos que proporciona al enfermo; cambios éstos capaces de disminuir la acidez en el organismo, de elevar el sistema inmune y de estimular la liberación de una tremenda cantidad de neurotransmisores que generarán bienestar en la persona que padece la enfermedad. De otra parte, el ejercicio físico es capaz de acelerar la eliminación de los radicales libres, tanto de los alimentos, como de los fármacos.

El ejercicio es la mejor medicina.


Nos vemos en la próxima edición del EUROPEAN MEDICAL FITNESS CONGRESS, en 2016.



jueves, 26 de febrero de 2015

¿POR QUÉ UN 68% DE LAS MUJERES CON SOBREPESO Y/U OBESIDAD ABANDONAN LOS PROGRAMAS DE PÉRDIDA DE PESO EN EUROPA?


Según la OMS, un 80 % de los adolescentes obesos seguirán siéndolo en la edad adulta, menos de un 5 % de los adultos que pierden peso son capaces de mantenerse en su peso ideal durante cinco años después del tratamiento y  un 6 % recupera el peso perdido en los primeros seis a doce meses. La obesidad contribuye, entre otras causas, a aumentar la mortalidad por enfermedades cardiovasculares y a la aparición de la diabetes mellitus, de alteraciones esqueléticas, hipertensión arterial, hipercolesterolemia e inadaptación psicosocial. En cuanto a las cuestiones traumatológicas, las articulaciones de las personas obesas sufren mucho, al igual que sus órganos internos, sobretodo el corazón. El cerebro de una persona obesa  tiene calculadas y programadas sus acciones en función de su gasto energético, y obviamente sus órganos responderán en función de dicho cálculo. Al cambiar la situación de estas personas de un estado de sedentarismo total mantenido durante años y años, a la actividad física acompañada de dieta, se producirán cambios neurofisiológicos y fisiológicos bastante importantes. La actividad física proporciona una inmensa cantidad de estímulos al cerebro que, a su vez, será capaz de reprogramar las funciones cognitivas, e incluso de cambiar el ADN de las células. Al iniciar la práctica del ejercicio físico, el cerebro reprograma todas las respuestas celulares y las funciones de todo nuestro cuerpo; pero para que nuestro metabolismo pueda asimilar dichos cambios y hacer que éstos hagan parte de nuestro estilo de vida, es fundamental tener en cuenta el factor  tiempo.

En el año 2014 realizamos una interesante revisión con el fin de investigar por qué tantas mujeres obesas abandonan los programas de reducción de peso por medio de entrenamiento físico y dieta. Para obtener datos, se visitaron varios hospitales,  centros especializados, gimnasios, y se consultó a  diferentes profesionales de la salud involucrados con la obesidad en distintos países de Europa; se ha recabado información, se han estudiado procedimientos clínicos, evaluado cada caso y profundizado en los casos más interesantes. Durante 8 meses fueron entrevistadas 200 mujeres obesas con edades comprendidas entre 20 y 65 años. Dicho estudio fue realizado en cuatro países diferentes: Inglaterra, Noruega, Alemania y España.

Nuestro objetivo era saber:

1.     ¿Cómo se sentían dentro de un entrenamiento físico enfocado a tratar la obesidad?

2.     ¿Cuáles eran las mayores dificultades dentro del contexto del ejercicio físico?

3.     ¿En qué grado de dificultad notaban el entrenamiento?

4.     ¿Cuáles eran las expectativas que tenían?

5.     ¿Tenían la intención de seguir con el programa y de concluir el objetivo planteado en el principio?

6.     ¿Por qué?

RESPUESTAS

1.     Mal (90%)     Bien (8%)     Más o Menos (2%)

2.     Moverse (70%)    Alimentación (30%)

3.     Mucha dificultad (75%) Mediana dificultad (35%) Ninguna dificultad (0%)

4.     Estética (80%) Ganar salud y mejorar su calidad de vida (20%) Ninguna (0%)

5.     SI (32%)  NO (68%)

6.     (32%) Porque tenían riesgo de vida -  (68%) No se sentían escuchadas, No sentían la empatía del entrenador, No se sentían bien con el programa, No notaban resultados estéticos con los ejercicios.

Al hablar con los profesionales, ninguno de ellos, en ninguno de los casos ha hecho referencia alguna a las emociones de los pacientes, y cuando hemos citado este aspecto en las entrevistas, tampoco han dado la debida importancia al asunto.
Las mujeres encaran la obesidad de manera totalmente diferente que los hombres.
Hemos comprobado que uno de los motivos por los que un 68% de las mujeres con sobrepeso y/u obesas que empiezan un programa de pérdida de peso mediante ejercicio físico y dieta (libre de fármacos), abandonan dicho programa debido a que les cuesta mucho adaptarse a los cambios neurofisiológicos y fisiológicos, además de que un 80% de las personas obesas entrevistadas presentaban algún problema emocional. En este estudio en concreto, la mayor parte de las personas que han abandonado el programa padecían ansiedad y/o depresión. Estas mismas personas decían que no tenían la debida paciencia para aguardar la llegada de los resultados estéticos, que en gran parte de los casos era lo único que ansiaban. Dentro de nuestra revisión, hemos advertido que la mayor parte de las personas que han  tomado la actitud de mejorar su vida cambiando sus malos  hábitos, son aquellas cuya obesidad les había llevado a una gran degradación en su estado de salud pasando a correr algún tipo de riesgo de vida diagnosticado por su médico. Gran parte de las personas en el mundo no son conscientes de los problemas que puede conllevar ser obeso.
La obesidad es mucho más que un tema estético.

Pero también es fundamental señalar que la obesidad puede ser producida por muchos otros  factores que no dependen sólo de la falta de actividad física o una mala dieta.    
Si enfocamos este tema hacia la obesidad en las mujeres, además de los FACTORES AMBIENTALES, la obesidad se puede ver favorecida por varios otros motivos. En el caso de la Obesidad Femenina, hay que valorar los factores genéticos, la hipertensión, la diabetes, el estrés, problemas de corazón, el embarazo, la menopausia y sobre todo la ansiedad, que está muy vinculada con el aumento de peso. También puede estar relacionada con algunas otras enfermedades como el Síndrome de Cushing, el hipotiroidismo, los ovarios poliquísticos,  el pseudohipoparatiroidismo (trastorno causado por la disminución de la función de las glándulas paratiroides, caracterizada por una muy baja concentración de hormona paratiroidea) y el hipogonadismo (los ovarios no funcionan correctamente). También existen medicamentos que pueden favorecer el sobrepeso, como ciertos antidepresivos (no todos) y los corticoides.  
El síndrome de Cushing. También conocido como hipercortisolismo, es provocado por el aumento del cortisol. Este exceso de cortisol se puede deber a varias causas, y la más común, que afecta de 60 a 70 % de los pacientes, es un adenoma en la hipófisis (tumor benigno en la hipófisis);  otras causas del síndrome de Cushing son los tumores o anomalías en las glándulas suprarrenales, el uso crónico de glucocorticoides o la secreción ectópica de ACTH  por parte de tumores que normalmente no la producen. La ACTH es una hormona que es  producida por la hipófisis, que estimula las glándulas suprarrenales para que produzcan cortisol. A medida que el índice de masa corporal (IMC) se incrementa, también lo hace el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, diabetes, algunos trastornos del aparato locomotor (osteoartritis - enfermedad degenerativa de las articulaciones-) y ciertos tipos de cáncer (de endometrio, mama y colon).

En muchos casos la obesidad puede estar acompañada de la depresión, y ésta,  siendo crónica, puede llegar a disminuir el tamaño del hipocampo (aprendizaje, memoria, humor, emociones), al mismo tiempo que aumentará el tamaño de la amígdala (miedo y ansiedad). Infelizmente es común ver a personas obesas que padecen hipertensión, además de estrés crónico. Éstos son capaces de provocar una deficiencia en el BDNF (Brain Derived Neurothrophic Factor), una proteína que,  de entre varias funciones, actúa como un antidepresivo natural que sirve para dar fuerza al corazón. Ayuda a mantener la capacidad de las células musculares cardiacas para su contracción y relajación de manera adecuada, máxime cuando ocurre un estrés agudo que puede ser producido por la práctica de actividad física. ¡El gran problema es el estrés crónico!
El estrés crónico provoca la muerte celular y debilita el sistema inmunológico.
Al acelerar el metabolismo vía ejercicio físico, se genera un estrés agudo que será solventado por la homeostasis, y en ese proceso, el sistema nervioso simpático y el parasimpático tienen una actuación fundamental. El sistema nervioso simpático produce respuestas de defensa y de lucha ante un estímulo o el estrés, como aumentar el ritmo del corazón, la producción de saliva y la sudoración.  El sistema parasimpático contrarresta estos efectos haciendo más lento el ritmo del corazón, dilatando los vasos sanguíneos y relajando las fibras de los músculos lisos involuntarios: equilibrio simpático y parasimpático. Estos dos subsistemas  tienen funciones opuestas, y así producen un equilibrio entre las funciones corporales. Además trabajan activamente y de una manera muy intensa dentro de la actividad física, principalmente si ésta está enfocada a las enfermedades. También es muy importante recordar que hormonas como la epinefrina, el  glucagón, el cortisol, las tiroideas y la hormona del crecimiento, desarrollan una interesante situación metabólica para mantener el ejercicio físico en el marco de la homeostasis corporal.   Lo que suele ocurrir en los casos de obesidad, es que gran parte de las personas abandonan el programa de ejercicio físico debido a que tienen una gran dificultad para moverse y realizar los ejercicios; algo totalmente comprensible, pues están acostumbradas al sedentarismo y a la inactividad. El problema en estos casos no reside en la persona en sí, sino en programas de ejercicio físico deficientemente diseñados, en su incorrecta aplicación, en la forma en la que se incentiva a estas personas y, sobre todo,  en la gestión de sus emociones. De otra parte, al sugerir a una persona obesa que camine en una cinta sin una previa preparación, ésta sentirá las mismas incomodidades que una persona sana que entrena con mucha intensidad, principalmente al terminar la sesión de entrenamiento, pero con la diferencia de que su cuerpo además tiene que soportar 20 o 30 kilos, o más, por encima del peso normal.
A lo largo de 25 años trabajando con poblaciones especiales, hemos comprobado que al aplicar ejercicios de carácter isométrico es posible  conseguir la homeostasis muscular como una preparación previa a los entrenamientos que puedan exigir más a estas personas. Éste es un procedimiento muy inteligente y muy recomendable a la hora de trabajar con personas con sobrepeso y/u obesas pues, en función de la estructura corporal que muchas de ellas presentan y debido a que dicha morfología les imposibilita el movimiento en mayor o en menor medida, los ejercicios de contracción isométrica les proporcionan una estupenda preparación muscular para un posterior entrenamiento más agresivo, al mismo tiempo que una gran estabilización articular, antes de que accedan a la cinta para caminar. De otra parte el cerebro humano, y el de todos los mamíferos, reconoce fácilmente esta clase de contracción debido a que es la primera contracción muscular que hacemos (estando en la barriga de nuestras madres), además de que los músculos de una persona obesa pasan el día realizando estas contracciones con el fin de mejorar la postura dentro de la incomodidad de su sedentarismo. Al empezar a aplicar ese tipo de entrenamiento previo, hemos visto que la musculatura de las personas que hacen parte de nuestros programas, obesidad incluida, reacciona de manera mucho más rápida. De esta manera, para la segunda fase del entrenamiento, que estará compuesto de mucha alostasis (proceso de mantenimiento de la estabilidad a través del cambio activo, previsible o imprevisible), el cerebro ya habrá preparado la musculatura y los órganos internos de una manera más equilibrada, estando el organismo bastante mejor preparado para las respuestas a los estímulos proporcionados por el ejercicio físico. En la segunda parte del programa, formado por ejercicio aeróbico (caminar en la cinta, bici estática, etc.), acompañado de ejercicios de fuerza, las personas responden muy bien al entrenamiento y con menor dificultad para moverse, cosa que no pasaba antes de que empezáramos con la aplicación de los isométricos, a la vez que hay un mayor control en las funciones cardíacas. Al trabajar de manera estática y con la resistencia del propio cuerpo, el cerebro interpreta que debe buscar la homeostasis muscular de manera acelerada con el fin de proteger tanto la integridad del organismo, como de los músculos y articulaciones. Hemos podido constatar que la recuperación muscular se produce de manera mucho más rápida. Los músculos representan el 40% o 50% del peso corporal de una persona adulta; si la musculatura va acompañada de una gran cantidad de grasa, la persona obesa padecerá muchas limitaciones, tanto a nivel muscular como orgánicamente.
La función fundamental del músculo es transformar energía química en mecánica para generar fuerza y movimiento. Teniendo en cuenta lo argumentado en el párrafo anterior, lo más inteligente en programas de ejercicio físico específicos para la obesidad, es realizar una preparación antes de aplicar los ejercicios más intensos.

La homeostasis es la capacidad que tiene el cuerpo de mantenerse parcialmente estable, aunque siempre esté sujeto a cambios radicales, y con frecuencia. Como un ejemplo, imaginemos que duermes plácidamente en un sueño muy profundo, y de repente te despiertas y en seguida te pones de pie apoyando sólo una de las piernas en el suelo. Lo más seguro es que pierdas el equilibrio y que te vayas al suelo. El desequilibrio y la falta de fuerza en una situación parecida, ocurren debido a que no se ha podido alcanzar la homeostasis muscular ya que todas las funciones orgánicas en este momento están calculadas y programadas para el descanso dentro de un estado basal, y al no dar tiempo a que el cerebro recalcule y reprograme sus funciones reenviando la información correcta a los órganos y músculos, éstos responderán de manera desordenada.
El ritmo cardíaco,  la temperatura corporal, y el volumen de sangre son algunos pocos ejemplos de los cientos de situaciones que el cuerpo tiene que regular para mantener un balance homeostático. Toda enfermedad puede tener una relación directa con un desequilibrio homeostático.
Todos los sistemas orgánicos del cuerpo contribuyen a la homeostasis, pero el cardiovascular, el corazón y los vasos sanguíneos, son especialmente importantes. El cerebro es el centro de control de todos los procesos homeostáticos del cuerpo. Si el sistema cardiovascular falla en proporcionarle oxígeno al cerebro, el cuerpo no puede mantener la homeostasis. Dentro de la práctica del ejercicio físico el sistema cardiovascular ayuda a mantener la homeostasis aportando continuamente oxígeno y glucosa al sistema nervioso central, al cerebro y a la espina dorsal,  para que el organismo pueda aguantar el entrenamiento, al mismo tiempo que  eliminar los radicales libres. Al aplicar ejercicio físico para tratar o ayudar a tratar enfermedades, o para las más distintas poblaciones especiales, hemos de tener en cuenta que hasta que consigamos una estabilización orgánica, podrán suceder las reacciones más dispares, máxime si se aplica un entrenamiento demasiado intenso y no adaptado a la capacidad física de la persona en cuestión. De ahí, uno de los motivos que prueban la importancia de buscar un equilibrio muscular y orgánico antes de la aplicación de programas de entrenamiento para la obesidad y, en general,  para las demás enfermedades.

No es lo mismo aplicar ejercicio físico a una persona sana que a una enferma.
El cerebro de una persona que está enferma funciona de una manera totalmente diferente al de una persona físicamente sana. No me canso de decir que hemos de ver el cuerpo humano desde dentro hacia fuera. Los efectos de una enfermedad van mucho más allá del daño aparente que ésta presenta en el momento de tratarla. Es de suma importancia dar una especial atención a las emociones de las personas, ya sea dentro de un tratamiento vía ejercicio físico, o bien dentro de un tratamiento médico en un hospital. Las emociones juegan un papel fundamental en la recuperación de los pacientes, independientemente de la enfermedad, justamente porque la enfermedad está directamente asociada al estrés, al miedo, y en algunos casos a la memoria emocional. Dicho esto, al aplicar ejercicio físico en poblaciones especiales, algo muy importante a  tener en cuenta es que los resultados del entrenamiento sólo empezarán a aparecer una vez que se consiga una homeostasis, y dicha homeostasis será capaz de inhibir la ACTH y la liberación del Cortisol (hormona del estrés). Éstos últimos son capaces de inhibir por completo el sistema inmunológico.
En la mayor parte de los casos prácticos, los trabajos físicos direccionados a las enfermedades son desarrollados dentro de un marco alostático; en otras palabras,  gran parte de los  entrenamientos para poblaciones especiales y enfermedades, han conseguido lograr la estabilidad orgánica de sus pacientes o clientes mediante un entrenamiento físico por medio de la alostasis, y este hecho hace que los resultados del tratamiento puedan retrasarse. Ello explica por qué en el caso de algunas enfermedades como la obesidad, muchas son las personas que no consiguen sobrellevar los entrenamientos con el fin de bajar de peso y de mejorar su calidad de vida, abandonando el programa de ejercicio físico e incluso su dieta en los primeros meses.
En el caso de la obesidad, el factor emocional, el neurofisiológico, y la individualidad, son líneas fundamentales que en muchos casos, por infelicidad, no se están teniendo en cuenta.  
Ha sido probado científicamente que las mujeres tienen mejor desarrollada la utilización de las emociones, mientras que los hombres nos  centramos en tareas más específicas. La mayor parte de los hombres tienen mayor dificultad en comprender las emociones no verbalizadas. Los hombres tienden a procesar mejor con el hemisferio izquierdo del cerebro, mientras que las mujeres lo hacen con los dos por igual. Eso explica por qué las mujeres tienden a solventar los problemas de una manera más creativa, son más flexibles y más consecuentes con los sentimientos. De otra parte, se ha descubierto que el lóbulo parietal inferior (IPL) es mucho mayor en los hombres que en las mujeres en el lado izquierdo. Es la zona en la que se encuentra el cerebro racional, que procesa la orientación sensorial, realiza los cálculos matemáticos, etc. El cerebro racional corresponde a la corteza cerebral, que desarrolla las funciones intelectuales. Se encarga del análisis racional. Al mismo tiempo, las mujeres tienen el lado derecho más grande, lo que les faculta a tener mejor desarrollados los estímulos emocionales. Es la zona donde se encuentra el cerebro primitivo. El cerebro primitivo controla las zonas mediadoras de las emociones, el estado anímico, la generación del instinto de supervivencia, la regulación corporal, etc. Es el área de las funciones vitales. Este desarrollo cognitivo derecho les juega un mala pasada cuando padecen alguna enfermedad, la obesidad una de ellas, pues las emociones dentro de una enfermedad son capaces de producir ansiedad, depresión, y de anular por completo el sistema inmune como ya he indicado anteriormente. En la existencia de la depresión dentro de la obesidad, la amígdala aumenta su tamaño y es justo en esta zona donde se encuentran las expresiones de miedo y de la ansiedad. La gran diferencia entre el número de casos de depresión y de ansiedad que encontramos en mujeres con relación a los hombres en enfermedades como la obesidad, nos hace pensar que este hecho está directamente relacionado con la anatomía del cerebro femenino.

    






martes, 20 de enero de 2015

EL ENTRENAMIENTO CELULAR


Haciendo un paralelismo entre los tiempos actuales y los tiempos pasados percibimos que, pese a la poca infraestructura y pocos avances que había hace 30,40, o 50 años, los niños de entonces nos poníamos bastante menos enfermos que los de hoy. Recuero que no queríamos estar enfermos para poder salir a jugar al fútbol con los compañeros y, en presencia de algún resfriado, que era la enfermedad más común en aquellas épocas,  los pocos días que nuestras madres nos decían que nos quedáramos dentro de casa nos enfadábamos mucho, pues teníamos la sensación de que nos estábamos perdiendo algo. Cuando nos resfriábamos seguíamos jugando al fútbol con los amigos en la calle, y lo más interesante es que casi no tomábamos fármacos, salvo que fuera alguna anomalía más importante. Para un simple resfriado, nuestras madres preparaban sus pócimas milagrosas aprendidas de sus madres que consistían en cosas naturales como un té de ajo caliente, miel y limón calientes, té de canela y cosas por el estilo. Estos remedios eran aplicados por la noche y al día siguiente ya estábamos recuperados. El estilo de vida que llevábamos era simplemente genial, teníamos una alimentación muy sana, hacíamos mucho ejercicio físico, estábamos siempre en movimiento. El estrés era algo que afortunadamente yo no conocía, y desde luego en aquellos tiempos se daba muy poco espacio a la posibilidad de tener una enfermedad.
El estrés es uno de los mayores impulsores de las enfermedades, puesto que la liberación del ACTH es capaz de inhibir el sistema inmune.
Cada día billones de células mueren, al mismo tiempo que otros billones  se reproducen. Cada tres días el sistema digestivo renueva sus células; cada siete días las células de actina se renuevan, y cada catorce días las de miosina; cada treinta días se renuevan las células del miocardio.  Pero ante la existencia de estrés, todo el proceso de renovación celular se bloquea debido a  que el sistema inmune se inhibe a causa de la liberación de la ACTH (hormona del estrés).
La ACTH apaga el sistema inmunitario. Por ello, en la presencia de estrés, una persona pierde muchas células,  mermando su calidad de vida de una manera muy importante. En otras palabras, se detiene  el crecimiento del cuerpo. Al mismo tiempo, con la inhibición del sistema inmunitario, la energía del cuerpo se debilita de manera sustancial, lo que facilita que los virus  actúen con mayor facilidad.
En nuestro caso, casi nunca nos poníamos enfermos, y cuando ello ocurría nos recuperábamos con tremenda facilidad. Éramos muy activos físicamente, además de que en aquellos tiempos era inaceptable que un niño pasase el día dentro de casa.  No conocíamos los ordenadores, tampoco los videojuegos. Las hamburgueserías casi que no existían y el consumo de azúcar era muy bajo. Durante el día se gastaba muchísima energía, y la obesidad no era una preocupación.   
La clave de nuestra buena salud era el ejercicio físico. El ejercicio físico es capaz de proporcionar una gran cantidad de estímulos que incitan a nuestro cuerpo a reaccionar de manera positiva de cara a cualquier anomalía, y que pueden ser claves en la defensa del organismo frente a una enfermedad más importante.   Y no me canso de decir que la práctica de actividad física nos proporciona una gran liberación de neurotransmisores que se encargan de inhibir el cortisol (hormona del estrés), además de estimular otros neurotransmisores que nos ayudan a tener tranquilidad, alegría y más ganas de hacer ejercicio y de movernos; estos neurotransmisores también pueden ser estimulados  por vía del pensamiento positivo y de la buena energía. La química del cerebro puede ser alterada por el pensamiento, tanto positivo como negativo y, cuando ello ocurre, experimentaremos las mismas sensaciones emocionales que nos son proporcionadas cuando hacemos ejercicio  o cuando estamos enfadados, deprimidos o desanimados. 
En nuestro caso, queríamos estar siempre bien de salud para poder estar con los amigos en la calle,  y ese pensamiento positivo que teníamos,  junto con el amor y la seguridad que nos transmitían nuestras madres y su convicción al confeccionar aquellas formidables pócimas, fomentaban una aceleración de nuestra recuperación.  Las ganas que teníamos de estar bien para poder salir a la calle jugar superaban a cualquier sensación de miedo por estar enfermo. 
De otra parte, yo jugaba al fútbol mismo estando resfriado, y lo único que ocurría era que al comienzo del partido me sentía un poco congestionado,  pero después de la primera carrera detrás del balón ya casi no me acordaba de que estaba enfermo. La ingente entrada de oxígeno que se producía en mi organismo, fomentaba un gran auxilio en la lucha de mis defensas en contra de los virus que estaban en mi cuerpo, al mismo tiempo que al practicar ejercicio físico, los niveles de cortisol bajaban y se fomentaba la estimulación de una gran cantidad de hormonas y neurotransmisores que proporcionan bienestar e inhiben el estrés. Se fomentaba la liberación de enormes cantidades de Dopamina.
La Dopamina es un neurotransmisor  que tiene como funciones principales proporcionar energía mental, mejorar la atención, controlar los impulsos, la motivación, la determinación,  el movimiento, la memoria, las recompensas agradables, el comportamiento y la cognición, la atención, el sueño, el humor, el aprendizaje, etc. Y, entre varias otras cosas, es un neurotransmisor predominante en las áreas del sistema de recompensa mesolímbico: respuestas de euforia y de la estimulación en el cerebro.
Dentro de una enfermedad, desafortunadamente la primera medida que viene a la cabeza de las personas es la ingesta de fármacos, muchas veces sin la prescripción de un facultativo. En los países considerados de “primer mundo”, esta adicción supera límites inimaginables. Hoy en día, al mínimo estornudo de un niño, los padres, como precaución a un posible resfriado, les proporcionan fármacos a sus hijos. Pero el abuso de fármacos puede traer consecuencias negativas. El uso excesivo de una sustancia puede llevar a la adicción.
Es importante recordar que la adicción, no importa cuál, proporciona muchas perturbaciones cognitivas.  Los sistemas cerebrales, los neurotransmisores, los sistemas de recompensa mesolímbico (principales vías del sistema nervioso central), son cruciales en el desarrollo de las manifestaciones  adictivas.
Los neurotransmisores son las sustancias químicas naturales que se responsabilizan de la actividad cerebral: de las emociones, de la motivación, de los instintos, etc. Son sustancias fundamentales en el orden del estado de  ánimo, pudiendo  provocar euforia o inapetencia. Los estados de excitación extrema, provenientes de conductas de estimulación como practicar  ejercicio físico de manera desmesurada o la utilización de drogas,  afectan a los neurotransmisores de manera que el cerebro pasa a producirlos en exceso. Estos cambios pueden ser nefastos y contribuyen de manera significativa  a un desequilibrio bioquímico.
El entrenamiento de las células:
En el desarrollo de una enfermedad, la detección del virus o patógeno que la compone es complicada, ya que éstos pueden evolucionar rápidamente produciendo adaptaciones con el fin de penetrar en el sistema inmunitario pudiendo así infectar con éxito a sus huéspedes. Para superar este problema, son  desarrollados en el organismo múltiples mecanismos que reconocen y neutralizan dichos patógenos.
Podemos entrenar nuestras células vía ejercicio físico. Según el estímulo que proporcionemos a nuestro cuerpo, nuestras células responderán de una manera o de otra, y la forma en la que nuestras células se comportan nos facilita una mejor o peor calidad de vida.
Tras la práctica del ejercicio físico se producirá un daño muscular microscópico. Este daño implica la ruptura del sarcómeros (unidad anatómica y funcional del músculo estriado), y de las membranas, lo que facilitará una inflamación,  que es la consecuencia de una respuesta inmunitaria del organismo frente al daño ocasionado. Las células inmunitarias, como por ejemplo los leucocitos, actúan y hacen que aumente el flujo sanguíneo hacia el área dañada, y éste hace que lleguen más nutrientes y más oxígeno a las zonas dañadas para poder eliminar los radicales libres, como por ejemplo el lactato.
Al practicar actividad física dentro de una enfermedad, el equilibrio químico de la célula (la homeostasis celular) se rompe. La homeostasis es la estabilidad orgánica. Con el desequilibrio de la homeostasis, se produce un cambio en el medio químico de la célula alterando así su función fisiológica en el control de los órganos. Los órganos reaccionan en contra del estrés con el fin de controlar la homeostasis y por consiguiente sus funciones orgánicas.
Éstos son los cambios homeostáticos  durante la actividad física: elevación de la temperatura corporal, aumento de la acidez en la sangre, caída del oxigeno contenido en los líquidos corporales, incremento del dióxido de carbono, entre otros. Al recibir estos desórdenes, las células cambian sus funciones para adaptarse al ejercicio físico. Estos ajustes ocurren en el corazón, en los pulmones, en el páncreas, en los  músculos, y los huesos. Todo este desequilibrio temporal ocurre constantemente en nuestro organismo, sobre todo  con la práctica de la actividad física, y dentro de un proceso de enfermedad es beneficioso porque hace reaccionar a las células de manera muy positiva.
En la práctica de ejercicio físico, siempre debemos ver el cuerpo desde dentro hacia fuera, y no desde fuera hacia dentro. Cuando hablamos de prescribir ejercicio físico para tratar o para ayudar a tratar  las más distintas enfermedades, sea un resfriado, la diabetes, la obesidad, el cáncer, etc., en realidad estamos hablando de entrenar las células para que éstas cambien su modus operandi, haciendo que el organismo reaccione de forma positiva para propiciar una mejoría en la salud de la persona afectada.
Pero para que estos beneficios se produzcan, es necesario dar tiempo a las células para su adaptación. Como un ejemplo, la obesidad: no sirve de nada que una persona pierda una gran cantidad de peso de manera rápida y en un corto espacio de tiempo si sus células no se han adaptado a la nueva situación.  Para que los cambios pasen a hacer parte de nuestras vidas, las células necesitan tiempo para su readaptación. Es necesario que la nueva situación se repita una y otra vez, y que nuestro cerebro recalcule y mecanice los nuevos estímulos transformándolos de acción de conducta a rutina. Este cambio puede tardar entre 18 a 260 días, según la persona, además de que es necesario que las nuevas tareas se automaticen durante una media de 60 a 70 reincidentes días (ejercicio, alimentación equilibrada, consumo de agua diario equilibrado, horas de descanso, etc.).
Tanto en el caso de la obesidad, como en el de la diabetes,  es fundamental dar una especial atención a la enzima AMPK,  que es un regulador metabólico y auxilia a los músculos en el consumo de azúcar y de oxígeno. Al hacer ejercicio físico se  estimula la acción de la enzima  AMPK. Una de las actividades de dicha enzima es auxiliar  el  aumento  del consumo de  azúcar  y de oxígeno en los músculos. Si estas enzimas dejan de existir en el organismo de una persona por falta de movimiento, ésta tendrá un menor nivel de mitocondrias, que son la central de energía de las células, y eso dificultará la absorción de glucosa en el momento en el que desarrolle algún tipo de actividad como hacer ejercicio. Al hacer ejercicio físico, los niveles de mitocondrias en los músculos aumentan de manera significativa.
¡El ejercicio es la mejor medicina!
En la existencia de un mínimo de energía, hacer ejercicio físico dentro del proceso de una enfermedad es importante, pues éste es capaz de activar el organismo de manera notable, y de esa forma, las defensas también son activadas, cosa que acelerará la recuperación.
Otro de los motivos importantes para la práctica de actividad física durante una enfermedad, es que el ejercicio físico acelera la necesidad de rehidratación. Normalmente las personas, desafortunadamente no tienen la costumbre de beber las cantidades recomendadas de agua  durante el día, y menos cuando están enfermas. Para que se fomente un “entrenamiento celular” de una manera  satisfactoria, es fundamental que exista un inmejorable aporte hídrico.
El agua compone la mayoría de las células de nuestro cuerpo, es la parte más grande de nuestro sistema sanguíneo y linfático,  desarrolla una función primordial transportando alimento y oxígeno a las células y  desechando intrusos y desperdicios. Limpia nuestros riñones de substancias tóxicas;  balancea nuestros electrolitos  ayudándonos  a controlar la presión sanguínea; nos provee de los minerales que  necesitamos  tales como magnesio, cobalto y cobre.(1) 
Hay muchos casos en los que una mala hidratación y la falta de actividad física pueden hacer que los radicales libres tarden mucho en eliminarse del organismo, sobre todo si esta situación  se acompaña de otros hábitos perjudiciales (dietas inadecuadas, adicción a las drogas, tabaco, alcohol, la utilización excesiva de fármacos, el sedentarismo) y si además se padece alguna enfermedad. Frente a esta situación, las células intentan defenderse de varias maneras antes de ponerse enfermas. Una de esas maneras es la acidosis metabólica. Las células retienen agua con el fin de solventar la situación ácida dentro de su entorno, y eso ocasiona una subida importante en el peso corporal al mismo tiempo que en el volumen de la persona (retención de líquidos).  Ante esta situación, la actividad física gana una especial relevancia puesto que, al mismo tiempo que produce una importante alteración en la situación de acidosis vivida por las células, alteración promovida por la gran entrada de oxígeno en el organismo, es capaz de controlar la retención de líquidos producida por las células como respuesta a dicha situación ácida. Hemos de recordar que son los pulmones y los riñones los que regulan el estado ácido/básico del cuerpo.(2)
La mejor manera de entrenar las células es moverse, y a la vez de estimular el cerebro.






(1) LA IMPORTANCIA DEL AGUA EN NUESTRAS VIDAS - El blog del Dr. Sergio Simphronio
(2) EL EJERCICIO FÍSICO ES LA MEJOR MEDICINA El blog del Dr. Sergio Simphronio