viernes, 3 de julio de 2015

HACER EJERCICIO FÍSICO PARA GANAR SALUD, DORMIR BIEN PARA QUE EL CEREBRO ESTÉ EN FORMA.


“La vida es una lucha constante en contra de la acidez” (MENKEN)

Todo el funcionamiento de nuestro organismo depende de las células, por ello, es de suma importancia que mantengamos el entorno celular muy limpio. Al existir algún tipo de anomalía celular en la que el producto final sea alguna clase de enfermedad, es muy importante estar atentos a los niveles de acidez existentes en el organismo. Además de la importancia de mantener limpios  nuestros filtros (Pulmones, Riñones, Hígado), es primordial que intentemos mantener dentro de nosotros un ambiente celular alcalino. Pero estas recomendaciones también son importantes cuando nos referimos a nuestro cerebro. El mejor momento para que nuestro cerebro efectúe su limpieza eliminando los radicales libres existentes, es durante el sueño. Al acostarnos el cerebro incita la liberación de la “Melatonina”. Ésta actúa en el sistema nervioso central y se encarga de estimular nuestro somnífero natural haciéndonos dormir.

Cuando nos acostamos tras un día intenso de trabajo o de entrenamiento físico, el cerebro envía un mensaje a la médula espinal para que nuestros movimientos sean paralizados, al mismo tiempo que las células cerebrales se desconectan para repararse. Unas sustancias químicas naturales limpian los desechos de la actividad de estas células cerebrales, al mismo tiempo que se formarán otras. Sin estos servicios de limpieza, análisis y reparación, el cerebro no podría funcionar a pleno rendimiento; de ahí la importancia de dormir las suficientes horas para que nos sintamos descansados y para que el cerebro pueda hacer su trabajo de restauración. Por ese motivo se recomienda a las personas que tengan la costumbre de dormir  poco, de salir por la noche con mucha frecuencia,  de beber de manera desmedida, y que además utilizan  drogas,  que cambien sus hábitos de vida, pues de seguir así estarán acortando su existencia. Con el descanso dormimos, y al dormir soñamos. El sueño es una de las actividades más importantes que el cuerpo realiza. Durante una vida normal, somos capaces de pasar 6 años soñando. Dicen algunos expertos que la actividad cerebral es tan intensa mientras dormimos que el sueño es mucho más que una distracción para el cerebro, es parte de la acumulación de los recuerdos.

Margaret Tatcher se ponía en marcha con sólo cuatro horas de sueño; en cambio Albert Einstein necesitaba once horas. Esto se debe a que existe una variante genética, de nombre ABCC9, que es la responsable de hacer que las personas portadoras de ese gen sientan más necesidad de dormir que otras. Por ello, es importante tener en cuenta que más que la cantidad, la calidad del sueño es lo que va nos facilitar una buena renovación en todos los sentidos.

Si privásemos a nuestro cuerpo del sueño y lleváramos esta situación al límite, el cerebro sencillamente nos desconectaría. Mientras soñamos consolidamos el control que tenemos sobre nuestros músculos. La fase del sueño en la que más aprendemos es la fase “MOR” (Movimiento Ocular Rápido).  En esta fase del sueño hay tanta actividad cerebral que el flujo sanguíneo se duplica en esta zona.

Es fundamental tener en cuenta que durante el día nuestro cerebro tiene una actividad intensa, pero cuando dormimos esa actividad se multiplica. Desde luego, dicha actividad se intensifica debido a los desafíos que se nos presentan en nuestro día a cada segundo. Ante cualquier situación que provoque estrés (ya sea en forma de estrés fomentado por el de ejercicio físico, un estrés agudo en algún momento de nuestro día, o bien un estrés crónico en el caso de alguien que ya esté enfermo; bien en los trabajos de coordinación motora o en la danza, donde la adaptación muscular y articular al movimiento deben ser efectuadas de una manera muy rápida, etc.), el cerebro siempre buscará la mejor manera de solventar ese desafío con el fin de mantener el cuerpo a salvo. 

Un interesante estudio realizado por dos Universidades americanas (Drexel y Northwestern), ha revelado que existen líneas de actividad cerebral que funcionan antes de que nos enfrentemos a un problema, y estos comportamientos están relacionados con diferentes tipos de preparación mental que nosotros podemos ocasionar. Somos capaces de prepararnos mentalmente para buscar soluciones utilizando diferentes maneras de pensar: analítica, intuitiva, imaginativa, creativa. Lo que resulta interesante, es que nuestra elección hará que la actividad cerebral varíe en función del tipo de pensamiento que desarrollemos. Como un ejemplo, las personas que frente a un desafío piensan que no van conseguir superarlo, no lo hacen.

Nuestra actividad cerebral es algo simplemente increíble, y según los estímulos que fomentemos, esa actividad se incrementará de una forma muy significativa, principalmente dentro de la práctica del ejercicio físico. Con la práctica del ejercicio físico la temperatura del cuerpo se eleva, pero la del cerebro también, y esa siempre fue una de las grandes incógnitas del cerebro: su sistema de refrigeración. Si no tuviese refrigeración, nuestro cerebro se sobrecalentaría al igual que cualquier máquina. De ser así su temperatura interna subiría 1 grado a cada 5 minutos. A los 10 minutos sin refrigeración empezaríamos a sentir desorientación, a los 20 minutos daños permanentes, y al cabo de 50 minutos, si la temperatura subiera 10 grados más, nos moriríamos. Por ese motivo, el cerebro siempre debe trabajar a una temperatura óptima. De ahí la importancia del oportuno aporte hídrico durante todo el día.  

Sabemos que de camino al corazón, la sangre se enfría a través del sudor de la cara en la frente y se desplaza por las arterias abandonando la cabeza y disminuyendo así su temperatura y enfriándola. Tenemos más de 15.000km de vasos sanguíneos en el cerebro. Las investigaciones sobre la temperatura del cerebro y su refrigeración hasta el momento han llegado a este punto, por lo que quizás sea esta la manera que el núcleo tenga de conservar su temperatura ideal.  Aunque nos encontremos practicando actividad física a altas temperaturas o compitiendo bajo un sol de 40 grados, el cerebro tendrá una asombrosa capacidad de refrescarse.

Siempre que practicamos ejercicio físico, el equilibrio químico de la célula (la homeostasis celular) se rompe. La homeostasis es la estabilidad orgánica. Con el desequilibrio de la homeostasis, se produce un cambio en el medio químico de la célula alterando así su función fisiológica en el control de los órganos. Los órganos reaccionan en contra del estrés con el fin de conseguir la homeostasis y controlar las funciones orgánicas.

Éstos son los cambios homeostáticos durante la actividad física: elevación de la temperatura corporal, aumento de la acidez en la sangre, caída del oxígeno contenido en los líquidos corporales, incremento del dióxido de carbono, entre otros. Al recibir estos desórdenes, las células cambian sus funciones para adaptarse al ejercicio físico. Estos ajustes ocurren en el corazón, en los pulmones, en el páncreas, en los músculos, y los huesos. Todo este desequilibrio temporal ocurre constantemente en nuestro organismo, sobre todo con la práctica del ejercicio, y dentro de un proceso de enfermedad es beneficioso porque hace reaccionar a las células de manera muy positiva, una de las razones por las que es tan importante que las personas enfermas practiquen ejercicio.

En la práctica de ejercicio físico, siempre debemos ver el cuerpo desde dentro hacia fuera, y no desde fuera hacia dentro¹.

Los mecanismos de refrigeración del cerebro durante la práctica de ejercicio físico fomentan radicales libres, y ahí surge el importante papel del sueño. Estando libre de problemas de salud, toda la actividad desarrollada durante el día será procesada durante la noche mientras la persona esté durmiendo, momento en que se producirá la eliminación de los radicales libres del cerebro; pero surge un gran problema cuando las personas se preocupan demasiado con cosas que no merecen dicha relevancia. Mismo que hablemos de una enfermedad muy importante, ese estrés innecesario puede desencadenar ansiedad, depresión y miedo, y es justamente ahí cuando el cerebro tiene que buscar soluciones para intentar poner el cuerpo fuera de peligro, pues estos síntomas emocionales son capaces de inhibir por completo el sistema inmunológico, sea un practicante de deporte o no. Estas situaciones de estrés que están tan bien aceptadas socialmente, pueden ocasionar una gran cantidad de descontroles neurofisiológicos, entre ellos la falta de sueño, cambios en la actividad cerebral, alteración en la acumulación de los recuerdos, la posibilidad del desarrollo de acidez en el organismo y en el cerebro ocasionando una gran mudanza dentro de los procesos celulares y sinápticos, etc.

El ejercicio físico es una estupenda arma contra las enfermedades pero, al igual que los fármacos, si es mal empleado puede convertirse en algo muy dañino para nuestro organismo y para nuestra salud.

Para que podamos tener un estupendo rendimiento en nuestro día, sea en la práctica del ejercicio físico, sea en la recuperación de una enfermedad, o sea en las áreas intelectuales, debemos tener muy claro que, si no damos a nuestro cerebro las condiciones necesarias para que éste pueda desenvolver su trabajo de una manera óptima, estaremos abriendo las puertas a la posibilidad de tener una gran cantidad de problemas de salud a medio o largo plazo. Debemos equilibrar nuestras vidas en todos los sentidos, pero principalmente en lo que dice respecto a nuestra alimentación y nuestro descanso, pues dormir es mucho más importante de lo que mucha gente imagina.



1.EL BLOG DEL DR.SERGIO SIMPHRONIO - EL ENTRENAMIENTO CELULAR








20-21-22 Noviembre. São Paulo


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