martes, 7 de febrero de 2012

LA MÚSICA ALTA EN LOS GIMNASIOS PUEDE PROVOCAR LA PÉRDIDA DE AUDICIÓN Y DE EQUILIBRIO (parte I)

Este es un tema que casi no se plantea, pero sigue siendo de elevada importancia para la salud de nuestros oídos. En el caso de los gimnasios, dos son los factores principales que contribuyen al proceder inadecuado de algunos  profesionales en este sentido. El primer lugar,  la mala calidad de los equipos o la mala ecualización de los mismos produce la distorsión del sonido una vez que se sube el volumen. En segundo lugar, que con la intención de generar energía y actitud positiva entre los alumnos, los profesores suelen empezar sus clases con una elevada altura en el sonido, lo que hace que hacia la mitad de la clase ese volumen esté ya para explosionar tímpanos.  
Los alumnos de los gimnasios entran en las aulas pre-dispuestos a entrenar y a  divertirse en las clases dirigidas, y eso ya  les supone una cierta excitación. Los profesores se encargan de exacerbar estos ánimos con su carisma, y si conjuntamente utilizan músicas animadas que es lo que normalmente ocurre, este estado de ánimo se multiplica. La música es un elemento esencial de motivación en las clases dirigidas de los gimnasios. Pero el problema surge cuando el volumen supera la capacidad de recepción auditiva que tiene el oído humano; dicen los expertos que una exposición permanente a más de 85 decibelios puede ser perjudicial a los oídos.  Si hacemos una comparación:
 Una conversación normal – 60 decibelios  // Tráfico  en la ciudad -  100  decibelios (máximo exposición = 8 horas)  //  Música en los gimnasios  -  100  decibelios (máxima exposición = 2 horas)  Moto sierra    110 decibelios (máxima exposición = 2 horas)
Si el ruido es fuerte y perdurable  puede dañar el oído. El daño causado se llama Hipoacusia neurosensorial (pérdida nerviosa). Uno nunca debe acostumbrarse con un ruido fuerte; de ser así, puede que el oído ya esté dañado. Otro de los resultados de la exposición al ruido son los zumbidos constantes  llamados acúfenos. Frente al ruido fuerte y constante, algunas personas reaccionan con ansiedad e irritación. Otras sufren una subida relevante de la frecuencia cardiaca y de la presión  arterial. Hay  casos en los que se produce acidez gástrica. También puede disminuir la eficiencia para la realización de tareas difíciles debido a la falta de concentración.
Cuando era profesor de Biomecánica en la facultad de danza de la Universidad Miguel Hernández (Campus Altea), dirigí un interesante  estudio sobre los cambios perceptivos del oído en la distorsión del sonido al ruido. Siendo consciente de que el ruido era perjudicial para los oídos,  mi objetivo se centraba  en descubrir cómo estos  cambios podían afectar al equilibrio en el movimiento o dentro de una  coreografía. He indagado  en diferentes poblaciones durante año y medio y han participado 1.425  personas. Planteé este estudio en diferentes situaciones: en el centro de la ciudad en hora punta, en gimnasios (volumen de las clases en aulas dirigidas) y con  personas que utilizaban auriculares.
La metodología era muy sencilla. Todos los participantes en el estudio  tenían que recoger un  objeto  del suelo estando de pie y con apoyo de una sola pierna.  Con el apoyo de la pierna izquierda (la otra pierna estirada de tras del cuerpo), debían  utilizar el brazo y la mano izquierda para completar la acción, acto seguido tenían que caminar sobre una línea continua. Debían  hacer este test antes y después de la clase, antes de salir a  la calle en la ciudad y después de regresar, y  por último antes de escuchar los auriculares y después haberlo hecho. Para mensurar el nivel de  pérdida de equilibrio, se utilizó un casco de medición.
Aquéllos que salieron a la calle en hora punta  tuvieron una pérdida de equilibrio de un 8%. Los que usaron  auriculares sufrieron una pérdida de equilibrio de un 13 a 18%, y las personas que estaban en las clases dirigidas de los gimnasios padecieron una pérdida de equilibrio de entre un  26%  y un 28%. Los últimos  niveles porcentuales son  muy altos y a la vez preocupantes. 
En una segunda fase del estudio, me centré en  los grupos de los gimnasios. El reto siguiente era pedir a los monitores  que no elevasen  el volumen de sus músicas en los momentos de mayor excitación de sus clases. Tras tres meses, el resultado era sorprendente: con ese  pequeño cambio de actitud,  los alumnos, que en la primera fase habían tenido una pérdida de  un 28% de equilibrio,  ahora pasaron  a experimentar  una pérdida de sólo el 12%. Este estudio nos deja claro que la altura excesiva del volumen en las clases dirigidas de los gimnasios o centros de entrenamientos no solo son perjudiciales para la audición,  sino que  también  afectan el equilibrio de los alumnos de una manera relevante. Si el equilibrio se ve  afectado en actividades como las dirigidas,  el sistema neuromuscular tendrá una mayor dificultad en codificar  con la debida precisión los estímulos que  recibe y los que emite.
El motivo de que la pérdida de equilibrio sea más relevante en los gimnasios es  por el hecho de que en esa situación el cerebro tiene que recibir y procesar  estímulos distorsionados  y dañinos para el oído, y al mismo tiempo asimilar la información  de los nuevos movimientos de las coreografías propuestas en la clase.  El ruido en éste caso tiene doble función negativa: perjudicar a los oídos y deformar las informaciones recibidas por el cerebro. 

1 comentario :

  1. Interesante artículo. Esperamos con ganas la segunda parte.
    Lo hemos compartido en http://redfitnesscard.blogspot.com/2012/02/la-musica-alta-en-los-gimnasios-puede.html

    Gracias!

    ResponderEliminar