martes, 30 de abril de 2013

LA DANZA (NEUROFISIOLOGÍA DEPORTIVA)


Ayer fue el Día Internacional de la Danza que, desde los años 80, es celebrado en todo el mundo por los amantes de este arte tan fabuloso y al mismo tiempo tan sufrido. Yo siempre digo que los bailarines son los “atletas de la  cultura”, puesto que  trabajan su cuerpo con enorme esfuerzo y, en muchos casos, sobreesfuerzo. Al contrario de los atletas de alto nivel, los bailarines no tienen como objetivo la victoria en un partido o en una competición, sino estar en su mejor forma física y representar su mejor función. A los que amamos la danza siempre nos emociona ver grandes  performances. Desafortunadamente, estos profesionales son muy poco valorados.
Bailar no es cosa fácil.
La mayoría de las personas no tiene ni idea de la gran cantidad de horas que estos profesionales dedican a clases de danza con el objetivo de mejorar su técnica y para perfeccionarla. En el momento en el que consigan un nivel técnico aceptable que les permitirá  subir a un escenario, seguramente ya habrán  pasado muchos años. Cuando llegue el momento de dar el salto hacia un nivel profesional, les serán otorgadas  aún más responsabilidades, lo que les obligará a hacer  más clases de mantenimiento y perfeccionamiento.

Las técnicas utilizadas en el mundo de la danza para  conseguir equilibrio, coordinación, sincronización, etc., básicamente siempre fueron las mismas y  han cambiado muy poco.  De una manera general, danzar nos proporciona   una de las mejores herramientas para desarrollar la inteligencia, aspecto éste desconocido por muchos. No importa de qué edad se trate, los estímulos que pueden ser favorecidos a través del movimiento y de la música son incontables. La danza desenvuelve la inteligencia espacial, la inteligencia musical, la memoria auditiva, la memoria visual, la inteligencia interpersonal, la inteligencia intrapersonal, la inteligencia matemática… También controla el cortisol, y estimula la acción de la enzima  AMPK, que se pone en funcionamiento cuando bailamos o hacemos ejercicio. Una de las actividades de dicha enzima es auxiliar  el  aumento  del consumo de  azúcar  y de oxígeno en los músculos. Si estas enzimas dejan de existir en el organismo de una persona por falta de actividad física, ésta tendrá un menor nivel de mitocondrias, que son la central de energía de las células, y eso dificultará la absorción de glucosa en el momento en el que desarrolle algún tipo de actividad como bailar o hacer ejercicio. Al bailar con regularidad o al hacer ejercicio, los niveles de mitocondrias en los músculos suben de manera significativa; al contrario, ante la falta de actividad física, la concentración de ese gen se reduce, dejándonos cada vez más perezosos y en baja forma. La enzima AMPK es la que controla dicha producción y es considerada la “enzima de la pereza”.
Bailar es una actividad muy interesante que posibilita recibir y desenvolver una gran cantidad de estímulos: la sincronización del movimiento con la música, los desplazamientos en todas las direcciones, la  medición  de las distancias con las demás personas para que no existan accidentes, aprender a observar el lenguaje corporal, etc.; y todo ello nos será de gran provecho en nuestras vidas, pues la danza nos proporciona una inmensa cantidad de información corporal.
La danza promueve la inhibición del estrés, de  la ansiedad y del miedo, debido a que mientras se baila se produce una tremenda cantidad de sinapsis entre un incontable número de neuronas.  Cuando una persona baila, ya sea a nivel  profesional o amateur, está centrada en aprender y desarrollar los cánones que fundamentan dicha actividad. Comparando el estado de las personas antes de empezar una sesión de danza y después, es posible comprobar que los cambios anímicos son evidentes.
Estos cambios se producen debido a que la danza es capaz de involucrar varias zonas del cerebro que se encargan de ayudar a nuestro estado de ánimo.  Con la danza se estimula la liberación de dopamina, de serotonina, de oxitocina, etc. Al bailar, se estimula el hipocampo (parte del cerebro que regula el estado anímico y las zonas que comprenden la coordinación motora), se inhibe la depresión con la estimulación de endorfinas, se fortalecen las pautas mentales y la creatividad, se incrementa significativamente el flujo sanguíneo hacia el cerebro y, al mismo tiempo, los niveles de oxígeno, beneficiando así la acción de los neurotransmisores, y se aumenta la transmisión nerviosa. Ayuda en la prevención y combate de las enfermedades cardiovasculares y de muchas neuromusculares;  mejora las habilidades de atención, de memorización y de comunicación, además de incrementar significativamente la coordinación motora.
También colabora en el incremento de neuronas en los niños, favoreciendo un mayor  número de sinapsis a través de los estímulos proporcionados mediante  la unión de los movimientos con la música. La música les incita a pensar rápido y a buscar soluciones psicomotrices a la gran cantidad de impulsos que se proporcionan en una clase de danza. Es una actividad que se adapta a todos los públicos. De otra parte, los lazos sociales que pueden ser desplegados con la danza son realmente interesantes. De una manera general, los que practican esta actividad, son personas libres de estrés y posen  comportamientos positivos. La explicación es que la danza, además de fomentar una buena preparación física, se compone de dos herramientas muy importantes: la música y el movimiento. La unión del ejercicio físico y la música resultan en un compuesto homogéneo que culmina en una gran explosión de energía y sensualidad.


¡FELIZ DIA INTERNACIONAL DE LA DANZA!


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