Es sabido que practicar ejercicio físico es
fundamental para fomentar una buena
calidad de vida. Estando libres de enfermedades importantes que puedan
interrumpir los procesos naturales de la vida de un individuo, la actividad
física acompañada de una alimentación balanceada son los cauces básicos para que una persona pueda tener una vida sana
y disfrutar de una vejez saludable; pero
no todo lo que brilla es oro.
Desafortunadamente, algunas personas al empezar un programa de entrenamiento se animan con los buenos resultados y entrenan más y más, perdiendo la mesura y el
equilibrio entre entrenamiento / alimentación / descanso / trabajo / vida
personal / placer y enfocan su vida al
culto al cuerpo. Cuidar el cuerpo no es malo; lo malo es no saber dónde está
la equidad, y es en este momento en el que aparece la adicción al entrenamiento.
Cuando hablamos de adicción enseguida pensamos en los efectos de las drogas,
pero hay algunos tipos de adicción que muchas veces no detectamos aun estando delante de nuestros
ojos. En el caso de las personas que no son atletas, la adicción al entrenamiento
es algo que debemos tener en cuenta. Son muchos
los cambios bioquímicos que
ocurren en el cerebro de las personas que padecen esta clase de adicción y,
debido a ellos, podemos apreciar claramente el descontrol de las mismas en las sesiones de
entrenamiento, ya sea dentro de un gimnasio o en la calle, debido a la excesiva cantidad de
tiempo que pasan entrenando, normalmente careciendo de un plan y de la
información de los profesionales.
No es lógico que una persona que no se
dedique al deporte profesionalmente entrene diariamente 4, 5, o
más horas. Este hecho es más habitual de lo que podemos imaginar. Muchas
personas van al gimnasio y entrenan pesas durante hora u hora y media y, acto
seguido, hacen varias clases de gimnasia seguidas. Si partimos desde el sentido
común nos preguntamos: ¿qué necesidad hay de gastar tantas horas dentro de un
entrenamiento descontrolado donde existe una clara falta de objetivos?
Con
mucho menos tiempo es posible hacer un estupendo entrenamiento.
Normalmente, las personas que no se dedican
al deporte y que entrenan de esta forma lo hacen por desinformación y desconocimiento. El cerebro
reconoce el sobreentrenamiento como algo
peligroso y se pone en guardia para que esa mala praxis no afecte la salud del
cuerpo.
“En la existencia
de sobreentrenamiento, el ejercicio físico cambia el núcleo de las células. El resultado de ese
cambio puede ser la fatiga y la
reducción del rendimiento físico. En el periodo de recuperación la parte más
interna de las células recupera su
condición homeostática. Mismo después de esta fase el proceso de regeneración
sigue, lo que da lugar a un reequilibrio celular. El entrenamiento siguiente no
debería ocurrir hasta que ese reequilibrio acontezca, pero desafortunadamente
no siempre ocurre así.
El riesgo de
fatiga crónica aumenta cuando, en los
deportes o en la actividad física, se trabaja con ingentes cantidades de entrenamiento
y con intensidades muy importantes. Las cargas del trabajo deben ser
aumentadas gradualmente con el tiempo, porque si no hay respeto al principio de sobrecarga, puede
producirse el sobreentrenamiento. Si la sobrecarga es alta y el atleta no pasa
por un periodo de adaptación ni de
recuperación, es muy probable que éste se convierta en sobreentrenado. En
todo ese proceso uno de los principales problemas es la acumulación de fatiga”.
(1) Si esto pasa con atletas, en situaciones como estas, ¿qué pasará con las personas que no se dedican al
deporte?
En estas situaciones muchas personas se asustan y pasan a utilizar
el sentido común buscando la información fidedigna de los entrenadores, y
empiezan un programa de entrenamiento controlado y equilibrado; pero hay muchos
otros casos en los que, por no querer
dejar de practicar estas actividades de la manera que tanto les gusta, buscan
una ayuda equivocada y sucumben a las drogas (estimulantes, anabolizantes,
etc.) como una fuente de auxilio, siendo más bien lo contrario. Con respecto a la
actividad física, puede haber adicción con o sin la utilización de las drogas; la
diferencia es que se producen efectos distintos, pero en ambos casos los efectos serán perjudiciales.
Es importante recordar que la adicción, no
importa cual, proporciona muchas perturbaciones cognitivas. Los sistemas cerebrales, los neurotransmisores,
los sistemas de recompensa mesolímbico (principales vías del sistema nervioso
central), son cruciales en el desarrollo de las manifestaciones adictivas.
Los neurotransmisores son las sustancias
químicas naturales que se responsabilizan de la actividad cerebral: de las
emociones, de la motivación, de los instintos, etc. Son sustancias fundamentales
en el orden del estado de ánimo, pudiendo provocar euforia o inapetencia. Los estados
de excitación extrema, provenientes de conductas de estimulación como practicar ejercicio físico de manera desmesurada o la
utilización de drogas, afectan a los
neurotransmisores de manera que el cerebro
pasa a producirlos en exceso. Estos cambios pueden ser nefastos y
contribuyen de manera significativa a un
desequilibrio bioquímico.
Las personas adictas al ejercicio físico
normalmente acuden a clases donde hay música alta, coreografías excitantes,
etc., y eso ocurre debido a una ingente liberación de dopamina, que es un
neurotransmisor predominante en las áreas del sistema de recompensa
mesolímbico: respuestas de euforia y de la estimulación en el cerebro.
En su entrenamiento, estas personas nunca
dejan de trabajar su sistema cardiovascular y son capaces de pasar mucho tiempo
dentro de la sala de pesas con el fin de entrenar su musculatura. Esto facilitará
una gran liberación de endorfinas, que son neurotransmisores que se producen en
las áreas mesolímbicas (una de las vías dopaminenérgicas en el cerebro,
principales vías del sistema nervioso central) y mesocorticales (vía de neuronas que conectan
el área ventral tegmental a la corteza cerebral, y principalmente el lóbulo
frontal) mediante las respuestas a los
estímulos dolorosos, la regulación de la temperatura, y la ingesta de agua y
alimentos. También se implican en las respuestas adictivas el acido gama
amino butírico (GABA), la amígdala y el bulbo olfatorio, el telencéfalo ventral
y el globo pálido.
En el proceso de la adicción, el cerebro
puede dividirse en dos vías neurológicas: el cerebro racional y el cerebro
primitivo, lo que en otras palabras se denomina el cerebro dual. En los procesos de adicción, el cerebro dual hace más
fácil la comprensión de la actividad neuroquímica en el transcurso de la adicción. El cerebro racional
corresponde a la corteza cerebral que desarrolla las funciones intelectuales.
Se encarga del análisis racional. Esta área es afectada por el sistema
delusional de la adicción, que es un conjunto de pensamientos adictivos que, junto
con el cerebro primitivo, confabulan para mantener el proceso adictivo (negación de
la adicción). El cerebro primitivo controla las zonas mediadoras de las
emociones, el estado anímico, la generación del instinto de supervivencia, la
regulación corporal, etc. Es el área de las funciones vitales y está
directamente implicada en el desenvolvimiento de la adicción, y es donde
encontramos los desequilibrios bioquímicos responsables de la coacción, la memoria
eufórica y los deseos inconscientes. Allí están las vías de dopaminas, de
endorfinas, y el sistema de recompensa cerebral. El sistema de recompensa se
encarga de intervenir en las contestaciones de las condicionantes a los estímulos, produciendo retribuciones bioquímicas para las repuestas adecuadas. La estimulación excesiva de ese sistema,
afecta a las personas inclinadas a la adicción y les propicia cambios bioquímicos permanentes de manera que se altera su actividad y la respuesta a los estímulos ambientales.
Este es el proceso más importante involucrado en el desarrollo de la adicción.
El área ventral tegmental, el núcleo accumbens, la corteza prefrontal, y el hipotálamo
lateral, son núcleos cerebrales y están
conectados entre sí por un circuito llamado circuito reforzador límbico-motor,
que se relaciona con la motivación (límbico), y locomotor (motor). Estas son
las partes del cerebro que forman el sistema de recompensa.
Cualquier clase de adicción es perjudicial y,
según el tipo y el grado, puede empeorar. Es importante que sepamos algo de lo
que pasa en nuestro cerebro cuando nos referimos a esa enfermedad, ya sea al
tabaco, a las drogas, al alcohol, a los anabolizantes, a los estimulantes, al
sexo, al juego, a la adrenalina, a la actividad física, o a cualquier otro elemento que nos produzca la adicción. Igual de
importante es saber que la adicción tiene tratamiento, siendo fundamental que
las personas que se dan cuenta de que algo raro está pasando en su vida,
cambien de enfoque y busquen ayuda, pues la adicción es cosa seria y necesita ser
tratada.
1. El blog del Dr.
Sergio Simphronio (El corazón y el sobre entrenamiento)
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