miércoles, 15 de enero de 2014

LA FUERZA DEL PENSAMIENTO Y LA IMPORTANCIA DE PENSAR DE MANERA POSITIVA PARA NUESTRA SALUD

Cada día que pasa vamos conociendo más cosas sobre nuestro cerebro, su funcionamiento, y las reacciones bioquímicas que produce según la manera en la que nos comportamos o las decisiones que tomamos con respecto a las acciones que practicamos durante nuestro día. La complejidad de las operaciones que el cerebro realiza nos hace estar seguros de que no existe en el mundo máquina tan perfecta que pudiera superarle. Es cierto que la manera de alimentarnos proporcionará una mayor o menor intensidad en las funciones de tan maravilloso órgano. Si añadimos el ejercicio físico dentro de este contexto, estos cambios bioquímicos se acentúan de una importante manera. Desde luego, el cerebro es el centro de control de nuestro cuerpo. De entre sus miles de funciones, una de las que más llama la atención de la mayor parte de los investigadores de todo el mundo es el pensamiento. Muy poco se sabe sobre el pensamiento, pero claro está que es una de las hazañas más majestuosas de los seres vivos. Nuestra capacidad de pensamiento  es lo que nos diferencia de los demás mamíferos.   
En otras épocas, Aristóteles nos enseñó que el cerebro tenía como función enfriar el cuerpo del animal. Ya Hipócrates nos instruyó sobre la localización de las emociones en el cerebro, y dijo que es el órgano de los movimientos y de los juicios, de ahí la expresión “pacto o juramento hipocrático”.
En la actualidad todavía es muy difícil conocer los recovecos del pensamiento, puesto que resulta complicado investigar las fuerzas mentales. La secreción del hígado o de los riñones produce una materia palpable. Los productos que los riñones separan de la sangre pueden cambiar de perfil según  los estímulos  cerebrales, y eso es posible verlo; pero no se puede mesurar el pensamiento,  tampoco su fuerza. El pensamiento mueve una ingente cantidad de corrientes eléctricas en el cuerpo  afectando así a los nervios y, como respuesta, ocasiona las sensaciones y los sentimientos. El pensamiento tiene un poder que no se puede explicar, por este motivo es fundamental que intentemos direccionar nuestro pensamiento de manera positiva y productiva.    

El pensamiento es pura energía.

En el área deportiva, muchos son los entrenadores que son conscientes del poder de nuestro cerebro, pero desafortunadamente, hay muchos otros  que no lo son. En el primer caso, éstos utilizan el poder del pensamiento como herramienta para mejorar marcas, o añadir intensidad en los entrenamientos.  Enseñan a sus atletas a concentrarse y a creer que es posible conseguir una mejoría de tiempo, subir de carga en los entrenamientos de fuerza, etc., al mismo tiempo que  les estimulan con palabras positivas como: “Tú puedes”, “eres grande”, “eres el mejor”, y arengas  por el estilo. Sin embargo, hay una gran cantidad de entrenadores que más bien hace al revés. Estimulan a sus atletas negativamente, diciéndoles cosas como “eres un inútil”, “eres malísimo”,” una nena lo hace mejor”, etc., gritándoles, y muchas veces incluso  faltándoles al respeto. En los dos casos, el resultado final tanto puede ser bueno o malo, todo dependerá de cómo el atleta en cuestión enfoque las informaciones recibidas, y hasta qué punto creerá en su entrenador y sobre todo en sí mismo. Querer es poder, y desde luego un poder inmenso.
En lo que versa respecto a las enfermedades, el poder del pensamiento es algo impresionante, mas infelizmente son pocas las personas que son conscientes de ello. He sido testigo de muchas historias interesantes. El pensamiento es capaz de fomentar la liberación de una gran cantidad de sustancias químicas en el organismo. Una persona que piensa de una manera negativa frente a la vida y frente a las enfermedades, tendrá una gran posibilidad de inhibir la liberación de serotonina, oxitocina, de las endorfinas, etc., que son las sustancias que nos hacen sentir bien. Y esto es debido a que las personas  pesimistas normalmente se estresan con una tremenda facilidad, principalmente cuando se trata de lidiar con las enfermedades. Esa situación facilitará la liberación de ACTH (hormona del estrés), que a su vez inhibirá la acción de las sustancias anteriormente citadas.
“Al padecer una situación de estrés, independiente de la manera en que se nos presente, la hormona del estrés, cuando es liberada,  se encarga de bloquear gran parte de las demás hormonas responsables del bienestar como la oxitocina, la serotonina, la endorfina y  la dopamina, y cuando el cuerpo está libre de estrés, pasa lo contrario”.(1) La ACTH es capaz de producir un ambiente ácido en el organismo, hecho que será muy dañino sobre todo a las personas que padezcan alguna patología importante, principalmente si hablamos de cáncer, pues es sabido que las células cancerígenas viven en ambientes ácidos.
No obstante, hay muchas personas que prefieren gastar su tiempo pensando en cosas improductivas. Muchas de ellas se pasan el día hablando de enfermedades, a otras les gusta hablar de sexo todo el tiempo, otras de las desgracias del mundo y del día a día, a otras les gusta hablar mal de los demás, etc.  Esto les proporciona una tremenda pérdida de energía. Sea cual sea la situación, normalmente lo que se habla es lo que se piensa.
Canalicemos nuestro pensamiento en cosas productivas.
A través del pensamiento una persona puede fomentar las mismas sensaciones de las acciones que podrían estar ocurriendo en realidad. Sea un pensamiento positivo o negativo, las respuestas neurofisiológicas, psicológicas,  fisiológicas vuelven a materializarse. Cuando por ejemplo una persona se encierra en seguir recordando algo malo que le ha pasado en su vida, las alarmas fisiológicas seguirán funcionando de la misma manera que en el momento de aquel acontecimiento negativo. El cerebro activa algunas zonas como el sistema límbico. La hipófisis o glándula pituitaria recibe la información del hipotálamo para que se libere la ACTH (hormona del estrés), que estimula la liberación del cortisol, que es la hormona que prepara el organismo para la reacción al miedo (prepara el cuerpo para la huída o para afrontar la situación).

El cortisol  inhibe el sistema inmunológico.

El hipotálamo transmite la amenaza a la amígdala, ésta administra las reacciones psicológicas, fisiológicas, neurofisiológicas, y la corteza cerebral conecta la memoria. Y todo esto pasa sólo por recordar algún acontecimiento negativo que haya tenido lugar en nuestra vida. El poder del pensamiento es algo realmente fascinante que tanto puede darnos fuerzas para seguir adelante, como  hundirnos. Es capaz de cambiar nuestro estado anímico. Por este motivo no es recomendable vivir del pasado, puesto que no sacaremos absolutamente nada con ello, haya sido bueno o malo. Si nuestras experiencias pasadas fueron malas, pasará lo que he relatado anteriormente; y si han sido buenas, nos adentraremos en los recuerdos corriendo el riesgo de deprimimos  por añorar los buenos momentos, cosa que tampoco es saludable. Lo más inteligente para lograr  mantener una buena salud en todos los aspectos, es vivir el presente y hacerlo  lo mejor que se pueda, no importando la situación. Es fundamental estar  libres de preocupaciones, aunque éstas existan,  puesto que preocuparse no sirve de nada; no arreglará el problema, más bien lo contrario. Cambiemos las preocupaciones por acciones.

El pasado ya se ha ido, y el futuro todavía no ha llegado, así que sólo podemos hacer algo por nosotros mismos en el presente.     

Enfoquemos nuestras energías al optimismo.  Al direccionar el pensamiento a cosas buenas visualizando conquistas, ya sea dentro del deporte, en el día a día, y sobre todo dentro de las enfermedades, promoveremos grandes cambios bioquímicos en nuestro cerebro, y ese hecho hará que seamos más felices y, desde luego, nuestra salud experimentará  cambios positivos increíbles .

   
1. El Blog del Dr. Sergio Simphronio (EL ESTRÉS SIN  MOTIVO)



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