Dormir es sin duda una actividad primordial para el buen funcionamiento de nuestro organismo. La expresión “sueño reparador” es del todo acertada, pero más que proporcionar descanso, durante el sueño ocurren acciones muy interesantes en nuestro cuerpo. Cuando estamos durmiendo el cerebro sigue con su frenética actividad y se intensifican las labores de configuración, codificación y descodificación de las informaciones recibidas durante el día. Mientras dormimos el cerebro incrementa su actividad. Todo lo que hemos visto y las cosas que hemos vivido durante el día previo al descanso, estarán almacenadas en el lóbulo temporal y serán trabajadas a lo largo del sueño, así que cuando estamos durmiendo nuestras experiencias son fortalecidas en el cerebro, pues las conexiones se consolidan.
Durante el sueño las sinapsis cerebrales seguirán ocurriendo de una manera casi descontrolada.
En el caso de los atletas o de las personas que practican actividad física, el cerebro no desenvuelve solamente una función de control fisiológico respeto a la digestión, quema de calorías, separación de nutrientes, etc. Es el órgano más importante que tenemos y su capacidad va mucho más allá de lo que podemos imaginar. La Neurofisiología Deportiva se encarga de estudiar el comportamiento del cerebro, sus reacciones y aplicaciones en los atletas y en los practicantes de actividad física. Como un ejemplo, en el proceso de aprendizaje de nuevos ejercicios en un cambio de entrenamiento, en principio el cuerpo no responde como se espera; en esta fase casi siempre los resultados no son del todo favorables. Con la repetición del entrenamiento y de los ejercicios, los músculos se adaptarán a estas nuevas solicitaciones, pero el tema principal de esta adaptación no está solamente en la musculatura, sino en el trabajo de configuración de las informaciones que son recibidas por el cerebro, y que éste procesa mientras dormimos.
Cuando el cuerpo está adaptado a las informaciones que recibe dentro de un entrenamiento, fisiológicamente hablando, el organismo se adecua a las necesidades de ese cuerpo facilitándole todo lo que necesita, tanto para mejorar su rendimiento en el entrenamiento, como para auxiliar la recuperación del mismo en el cansancio, pero cuando nuevas informaciones son recibidas, el cerebro necesita recalcular y reprogramar todo el funcionamiento fisiológico del organismo con el fin de mantener el equilibrio. Esa reprogramación ocurre mientras dormimos: la absorción de los nutrientes, la velocidad de la sangre en venas y arterias, el control de la digestión, el control del nudo sinusal y los latidos del corazón, la liberación de las endorfinas y de los demás neurotrasmisores y hormonas, la refrigeración del organismo y control de la temperatura corporal, etc.
Por ese motivo cuando volvemos a hacer el mismo tipo de entrenamiento al día siguiente y en los días posteriores, el rendimiento es mejor. Lo que se suele decir vulgarmente es que los músculos se han adaptado a los ejercicios, pero en realidad lo que ocurre es que el cerebro recopila las informaciones ofrecidas por los nuevos estímulos anteriormente recibidos y reprograma el trabajo de los órganos internos y del flujo sanguíneo.
De otra parte la asimilación de nuevos aprendizajes, sea en forma de movimientos dentro del deporte, o de forma intelectual, también se procesa mientras dormimos. En actividades coreografiadas o en las que la coordinación motora prevalecen como por ejemplo las clases dirigidas que contengan estímulos musicales y donde la bilateralidad de los movimientos es constante, en la mayor parte de los casos las personas consiguen aprender estos movimientos en el mismo momento, pero muy pocas los asimilan. Lo interesante es que en el día siguiente después de haber dormido, estas personas tienen la sensación de que las informaciones están más frescas y les resultará más fácil lidiar con las mismas.
La conexión cuerpo movimiento es tan rápida que la manera de mensurar la velocidad de las señales enviadas por el cerebro a los músculos se hace por centímetro/segundo. Las señales que salen hacia los músculos tienen una velocidad de 10.000 cm por segundo. En esta velocidad el movimiento se torna automático. Cuanto más tiempo nos dediquemos a enviar señales mentales a nuestro cuerpo, en otras palabras, cuanto más pensemos en las acciones que desarrollamos en el entrenamiento, en una clase, o en nuestros quehaceres más comunes, más aumentaremos las probabilidades de mejorar nuestras capacidades deportivas o del día a día. Mientras soñamos consolidamos el control que tenemos sobre nuestros músculos. La fase del sueño en la que más aprendemos es la fase “MOR” (Movimiento Ocular Rápido). En esta fase del sueño hay tanta actividad cerebral que el flujo sanguíneo se duplica en esta zona.
Hablando de deporte y actividad física, una de las grandes incógnitas del cerebro es su sistema de refrigeración. Si no tuviese refrigeración, nuestro cerebro se sobrecalentería al igual que cualquier máquina. De ser así su temperatura interna subiría 1 grado a cada 5 minutos. A los 10 minutos sin refrigeración empezaríamos a sentir desorientación, a los 20 minutos daños permanentes, y al cabo de 50 minutos, si la temperatura subiera 10 grados más, nos moriríamos. Por ese motivo, el cerebro siempre debe trabajar a una temperatura óptima. De ahí la importancia del oportuno aporte hídrico durante todo el día.
Después de una descomunal cantidad de estudios realizados sobre este entrañable órgano, hemos podido aprender que de camino al corazón la sangre se enfría a través del sudor de la cara en la frente y se desplaza por las arterias abandonando la cabeza y disminuyendo así su temperatura y enfriándola. Tenemos más de 16.000km de vasos sanguíneos en el cerebro. Las investigaciones sobre la temperatura del cerebro y su refrigeración hasta el momento han llegado a este punto, por lo que quizás sea esta la manera que el núcleo tenga de conservar su temperatura ideal. Aunque nos encontremos practicando actividad física en altas temperaturas o compitiendo bajo un sol de 40 grados, el cerebro tendrá una asombrosa capacidad de refrescarse. Éste es el único órgano con lo cual es imposible trasplantarlo. Su actividad es constante, sobre todo en los casos de estrés. Cuanto mayor la adrenalina, más el cerebro se pondrá en marcha y más significativa será la actividad cerebral. Siendo así, mayor será la cantidad de órdenes que el cerebro enviará al cuerpo. Por este motivo cuando nos encontramos en una situación de peligro hacemos cosas inimaginables, y una vez superada la amenaza, no damos crédito en la acción que acabamos de realizar. En deportes como el automovilismo el cerebro es capaz de enviar al cuerpo 100.000 órdenes por segundo, sin embargo hay un ejercicio que el cuerpo nunca debe dejar de hacer, pues de ser así las consecuencias serían terribles al cerebro.
El ejercicio del descanso.
Al acostarnos el cerebro estimula la liberación de una glándula natural llamada “Melatonina”. Ésta actúa en el sistema nervioso central y se encarga de estimular nuestro somnífero natural haciéndonos dormir.
Al terminar un día intenso de trabajo o de entrenamiento físico nos acostamos, y al dormir, el cerebro envía un mensaje a la médula espinal para que nuestros movimientos sean paralizados, al mismo tiempo que las células cerebrales se desconectan para repararse. Unas sustancias químicas naturales limpian los desechos de la actividad de estas células cerebrales al mismo tiempo que se formarán otras. Sin estos servicios de análisis y reparación el cerebro no podría funcionar a pleno rendimiento. De ahí la importancia de dormir las suficientes horas para que nos sintamos descansados y para que el cerebro pueda hacer su trabajo de restauración. Por ese motivo se recomienda a las personas que tengan la costumbre de dormir poco, de salir por la noche con mucha frecuencia, de beber de manera desmedida, además de utilizar drogas, que cambien su hábito de vida, pues de seguir así estarán acortando su existencia. Con el descanso dormimos, y al dormir muchas veces soñamos. El sueño es una de las actividades más importantes que el cuerpo realiza. Durante una vida normal, somos capaces de pasar 6 años soñando. Dicen algunos expertos que la actividad cerebral es tan intensa mientras dormimos que el sueño es mucho más que una distracción para el cerebro, es parte de la acumulación de los recuerdos.
Se privamos nuestro cuerpo del sueño y llevamos esta situación al límite, el cerebro sencillamente nos desconectaría, aunque estemos en una situación de riesgo, como por ejemplo conduciendo un coche o encima de una moto. Eso sería desastroso.Por ese motivo los entrenadores muy sabidamente informan a sus atletas de la importancia de dormir las horas oportunas para conseguir el descanso necesario para la recuperación de un entrenamiento, de una carrera o de un partido.
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