martes, 24 de abril de 2012

NUESTROS PIES Y EL PIE DE ATLETA

                                     
El pie es la porción inferior o distal de los miembros inferiores, sobre el que nos apoyamos.  Tiene dos partes: el talón y los dedos.
Cada uno de los pies tiene 26 huesos, 33 articulaciones, y más de 100 tendones, músculos y ligamientos. Con normalidad pueden suceder varios problemas que son comunes a los pies. Algunos de ellos son los juanetes, los callos y las durezas, las verrugas plantares y la caída del arco.
El uso de zapatos inadecuados pueden causar estos problemas. La edad y el sobrepeso también aumentan las posibilidades de que se ocasionen problemas en los pies.
Desafortunadamente sólo nos damos cuenta de la importancia de las distintas partes de nuestro cuerpo cuando sufrimos algún tipo de inconveniente. De todas formas, es de suma importancia que seamos conscientes de cuán importante son nuestros pies y del estupendo trabajo que desarrollan.
Con relación a los movimientos de los pies, con analogía a la posición de referencia, encontramos los movimientos de flexión dorsal y de flexión plantar. La flexión dorsal permite la aproximación del dorso del pie a la parte anterior de la pierna. El movimiento es de aproximadamente 20º. En la flexión plantar, el movimiento aleja el dorso del pie a la parte anterior de la pierna. El pie se localiza en la continuación de la pierna. La amplitud de ese movimiento se sitúa hasta más o menos 45º.
Los pies también producen los movimientos llamados de aducción, que son  los movimientos en los que la punta del pie es llevada hacia dentro. La referencia se hace con respecto al plano simétrico del cuerpo. Los movimientos de abducción son aquellos en que el extremo distal del pie es llevado hacia fuera. Ya en  los movimientos de supinación, se orientan las plantas de los pies hacia dentro. La supinación es la unión de la flexión plantar, la aducción y la inversión. La pronación es lo contrario de la supinación, las plantas de los pies miran hacia fuera. Es la combinación de la flexión dorsal, la abducción y la eversión. La inversión es la elevación del borde mediano del pie. Es el movimiento en que la punta se gira hacia dentro, la planta mira hacia fuera, y el pie se inclina hacia abajo en flexión plantar. La amplitud de movimiento es de aproximadamente 35º. La eversión es la elevación del borde lateral del pie. En este movimiento la punta del pie se gira hacia fuera, la planta mira al exterior y la parte dorsal del pie se eleva. Su amplitud es de aproximadamente 25º. Estas informaciones también pueden ser interesantes  a los papás, para que puedan identificar las características plantares de sus hijos.
Con respeto a la manera de pisar, podemos evaluarlas de dos maneras: estática y dinámica. La forma dinámica corresponde al examen del  pie en movimiento  y la manera estática corresponde a una huella plantar   en la posición anatómica. Hay tres tipos de pisadas: la pronadora, la neutra y la supinadora.  El pie  pronador es aquél que se hunde hacia la zona interna, y  los tobillos se giran hacia dentro. Ese es un efecto necesario, pues de esa manera el pie divide la carga recibida en cada paso para poder ajustarse a las anomalías de la superficie. De no ser por el movimiento de pronación los pies se lesionarían con tremenda facilidad.
El pie Neutro indica que los tobillos no giran ni hacia fuera ni hacia dentro. Aproximadamente un 45% de los corredores tienen pie neutro. Es el pie que tiene una situación normal, comienza el apoyo en la parte externa del tobillo y ejerce una pequeña pronación en la mitad del pie.
El pie supinador es el que tiene una situación contraria al del pronador. Es un pie bien estructurado, con movimientos poco inestables, y con el tobillo hacia fuera. Normalmente los supinadores pisan y desgastan sus zapatillas en toda  la parte externa.  Estas informaciones también pueden ser de gran interés a los deportistas y practicantes de actividad física.
Estas son las deformidades congénitas más frecuentes de los pies.

Pies planos: El arco  longitudinal interno desaparece o se encuentra aplanado.
Pies cavos: El arco longitudinal está acrecentado.
Pie equino: El pie se apoya en el suelo con la parte anterior. El talón no toca suelo.
Pie talo: El pie toca en el suelo solamente con la parte del talón.
Pie varo: La planta del pie se proyecta hacia el interior.
Pie valgo: La planta del pie se proyecta hacia el exterior.

Después de conocer todas estas informaciones  biomecánicas y funcionales a  respecto de los pies, es fundamental que sepamos cuidarlos como es debido, e  independiente del tipo de pie que tengamos o del deporte o actividad física que practiquemos, todos corremos el riesgo de tener el tan molesto “Pie de Atleta”.
El pie de atleta está originado por hongos que causan picores, grietas y se produce descamación, especialmente entre los dedos.  Es altamente contagioso y se puede contraer fácilmente por contacto en áreas como las  piscinas, en los suelos de las duchas, en los vestuarios,  baños, etc.  Sin embargo el mero contacto con el hongo no es suficiente para adquirir el pie de atleta.  Ese hongo se desarrolla únicamente en ambientes cálidos y húmedos, como los producidos en zapatos ajustados y húmedos o calcetines sudados, con lo que se incrementa el riesgo de contagio.
Existen tres tipos principales de pie de atleta: crónico, estacional y con ampollas.  El pie de atleta crónico se caracteriza por pequeñas grietas, descamaciones  y debilidad de la piel, generalmente entre los dedos que puede extenderse por la planta e incluso por las uñas de los pies.  El pie de atleta estacional se contrae principalmente en los meses de verano, pudiendo generar pequeñas ampollas en el empeine y en la planta del pie.  La piel puede  llegar  a descamarse.  El pie de atleta con ampollas es la manifestación más grave de esta enfermedad, y pueden  producirse descamaciones, ablandamiento de la piel y dolorosas úlceras supurantes en la planta del pie acompañadas de olor e incapacidad física.
Una vez solventada la infección, la mayoría de las etapas del pie de atleta pueden ser controladas con medicinas sin receta disponibles en forma de cremas, pomadas, líquidos y polvos.  Los remedios más comunes incluyen miconazol o clotrimazol.  En caso de uñas infectadas, ampollas con olor, supuración,  inflamación o grietas en la piel, piel descamada y ardiente (especialmente en los niños), o si la piel de entre los dedos tiene apariencia blanquecina, sudada, dolorida o con olor, consulte con el especialista.  Las personas diabéticas deben consultar con su  médico, pues algunas de estas medicinas que no necesitan receta pueden ser perjudiciales.
Sin embargo la "cura" más efectiva para el pie de atleta es la prevención.  En la mayoría de los casos se debe  tomar algunas precauciones:
1.  No llevar zapatos apretados por mucho tiempo.
2.  En áreas de alto riesgo como piscinas,  baños y duchas públicas, utilizar sandalias para  proteger los pies.
3.  Lavar los pies con frecuencia  y a fondo.
4.  Utilizar  polvos de talco o de almidón de maíz para los pies.
5.  Asegúrese de secar bien los pies, especialmente entre los dedos.  Nunca   poner  calcetines o  zapatos sobre  pies húmedos. Cambiar los calcetines al menos una vez al día.

Es importante consultar a un médico  antes de utilizar cualquier producto o empezar un tratamiento sin receta.  Él  aconsejará  la forma adecuada de utilización y  administración de los fármacos,  además de  advertir de cualquier efecto secundario o contraindicación que pueda presentarse.
Soy consciente de que este texto puede haber resultado pesado de leer, pero a la vez la sensatez me ha llevado a escribir de esa manera, pues creo que las anteriores  informaciones podrán ser útiles, y al mismo tiempo ser proporcionadas a las personas que se sientan identificadas.




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