Una de las grandes
preocupaciones que tenemos los médicos es la utilización indebida de fármacos
por parte de las personas que se automedican. Es un hecho que ocurre
habitualmente y que parte de la sociedad ve como algo normal. Se da el caso de
que un médico receta un determinado
fármaco para una situación concreta, y cuando se repite dicha situación, ya sea
con la persona en cuestión o bien con algún familiar, infelizmente la automedicación
es la primera opción que se contempla antes que la de consultar de nuevo al
profesional sanitario. La cultura de los fármacos está muy arraigada en una
gran cantidad de lugares, sobretodo en los países denominados de primer mundo.
Esto es un tremendo contrasentido, puesto que los fármacos no son alimentos y
deben ser tomados con mucho cuidado y conocimiento.
Más de una vez he escuchado
expresiones como:”he tomado una aspirina para no sentir dolor en la clase de
gimnasia”, o “cuando llegue a casa tomaré un antiinflamatorio para que mis
músculos no me duelan.” La carencia de sentido común afecta a mucha gente. Las
situaciones donde los fármacos deben ser utilizados de manera preventiva han de
ser muy puntuales, además de que son los médicos los que tenemos que prescribir
la necesidad de los mismos. De no ser así, la utilización de los fármacos de forma
preventiva e/o indebida sólo propiciará problemas, muchos más de los que provocaría
la propia enfermedad prevenida. Es importante recordar o informar que ninguna
parte de nuestro cuerpo trabaja de
manera aislada, todo está relacionado. En presencia de alguna enfermedad, al
tomar un fármaco, éste no actúa solamente en la zona donde se le requiere, sino
que también interviene en otras partes
que están sanas y que no tienen nada que ver con la afectada en la anomalía fisiológica:
es lo que llamamos efecto secundario.
En el caso de que uno tome una
pastilla sin la necesidad de la ingesta de dicho fármaco, éste actuará de
manera muy perjudicial en el organismo. Es importante recordar que los fármacos
son drogas que tienen como objetivo ayudar a solventar situaciones que nuestro
sistema inmunitario no consigue solucionar de una manera natural, en la mayor
parte de los casos debido a factores
externos; pero antes de recurrir a los fármacos, existen otras alternativas que
no son químicas y que, en ausencia de un
desequilibrio fisiológico más importante, pueden ser una opción bastante
más interesante e inteligente.
Practicar
ejercicio físico.
Desafortunadamente hay mucha desinformación acerca de los
beneficios de la práctica de la actividad física dentro de las enfermedades. Al
contrario de lo que la mayor parte de las personas piensan, practicar actividad
física es muy positivo dentro de un proceso de tratamiento y de recuperación de
una enfermedad. Si nos enfocamos al tratamiento del cáncer, por ejemplo. Cada día cientos de billones de
células mueren y otros cientos de billones se producen y se reproducen. En
medio de un tratamiento de quimioterapia, el pelo cae y es natural que ocurran
problemas en la digestión debido a que el sistema digestivo normalmente renueva
sus células cada 3 días y a que ese proceso es interrumpido en los casos de
tratamiento de quimioterapia a causa de su agresividad. Dicha interrupción seguirá ocurriendo hasta que la persona en
cuestión se recupere. De otra parte, ante una enfermedad importante, las
personas se preocupan y, en muchos casos, se estresan, desarrollan ansiedad, se
entristecen, se deprimen, y todos estos síntomas que pueden o no haber sido
consecuencia de la enfermedad sufrida, son muy perjudiciales, pues además de
también ser considerados enfermedad,
facilitan un retraso en el proceso de recuperación en el tratamiento de la
enfermedad principal que supuestamente habrá generado los desarreglos. Es
importante recordar que el estrés inhibe el sistema inmunológico y hace que
todo el proceso de renovación celular se bloquee. Por este motivo, el
tratamiento químico de una enfermedad por medio de fármacos no se completa
totalmente si concurren además estrés,
ansiedad o depresión.
En el caso del cáncer, como
de cualquier otra enfermedad, la actividad física es de suma importancia no sólo
para mantener o fomentar un buen estado físico, sino que es fundamental, puesto
que proporciona una importante entrada de oxígeno al organismo facilitando un
ambiente alcalino. Las células sanas necesitan un entorno alcalino para vivir, al tiempo que
las células malas precisan un ambiente ácido. Las células cancerígenas
necesitan acidez para vivir, y estando
en un ambiente alcalino con la presencia de oxígeno mueren. Para conseguir una
situación alcalina en el organismo es fundamental practicar ejercicio físico, de preferencia aeróbico, y mantener una
alimentación sana con predominancia de alimentos antioxidantes, y no ingerir
los alimentos que puedan fomentar una situación de acidez en el organismo. Esta
máxima no debe de ser aplicada sólo en los casos de cáncer.
Tanto en casos de
tratamiento de las más distintas enfermedades como en los de recuperación de
las mismas, es interesante intentar mantener una disciplina de actividad física,
mismo que la resistencia física esté bajo mínimos, pues fomentar la entrada de
oxígeno al organismo es de extremada importancia
para la recuperación de la salud, máxime si el tratamiento está basado en los
fármacos.
Existen aspectos que son muy
relevantes, principalmente cuando fomentamos cambios metabólicos importantes
como por ejemplo los que ocurren cuando practicamos ejercicio
físico. El ejercicio físico es un antioxidante natural al igual que el
sueño (dormir). Tal es la importancia de ambos, que son
capaces de reponer el ADN celular, mejorar el sistema inmunológico y producir
una notable mejoría en nuestra salud. Los antioxidantes
son como “recogedores de basura” que se encargan de eliminar los radicales
libres de nuestro organismo. Al mismo tiempo, también existen los antioxidantes
exógenos, que podemos encontrar en algunos alimentos que ingerimos. En las
verduras y frutas se denominan “Fitoquímicos”.(1) También es importante
recordar que una vez que el organismo metaboliza un determinado fármaco, al
igual que los alimentos, el cuerpo utiliza lo que necesita, y aquello que no
precisa lo descarta, que muchas veces son grandes cantidades de sustancias químicas,
y esas sustancias pasan a ser algo
dañino para nuestra salud (efecto secundario). Éste es otro de los motivos por
los cuales se debe practicar ejercicio físico durante el tratamiento de enfermedades, aunque exista
la necesidad de medicación. Por los motivos anteriormente citados, la actividad
física servirá como antioxidante acelerando el metabolismo y ayudando a
eliminar el fármaco excedente, además de fomentar un ambiente alcalino en el organismo, de estimular la liberación de
oxitocina, serotonina, de dopamina, inhibirá la liberación de la ACTH( hormona
del estrés), y eliminará cualquier posibilidad de que la persona se deprima debido a la enfermedad.
El ejercicio físico actúa directamente en las células evitando “que se pongan
enfermas”. En estos casos, si se añade una buena ingesta de agua y una dieta
adaptada a la enfermedad que se padece proporcionada por los profesionales
sanitarios, la recuperación será mucho
más rápida. Muchos hospitales en el mundo ya están implantando la actividad
física como terapia. Uno de los pioneros fue el Instituto Curie de Paris, que
en el tratamiento del cáncer de mama aplica programas de clases de step a sus
pacientes post tratamiento de cáncer con el objetivo de evitar recaídas en la
enfermedad, y los resultados están siendo geniales.
De igual manera, es
fundamental que seamos conscientes de que algunos alimentos también son muy
dañinos para nuestra salud; pero al igual que ocurre con el alcohol, el tabaco
y las demás drogas, y aun siendo conscientes de ello, muchas personas sucumben a la adicción a dichos alimentos. Es
el caso de la “comida rápida”, las frituras, los dulces, los refrescos, el
azúcar, la sal, el café, etc. Todos estos alimentos y algunos otros, además de
fomentar la aparición de muchas
enfermedades, propician un ambiente muy ácido en el organismo.
Las células cancerígenas son
anaeróbicas y no pueden sobrevivir en presencia de altos niveles de oxígeno,
pero sí sobreviven en ausencia de éste y ante la presencia de glucosa. (2)
Quiero centrarme en el
azúcar.
El azúcar no tiene ningún
valor nutricional y se la considera claramente nociva para la salud. Es un
veneno para el metabolismo, además de ser altamente adictivo. En el siglo XIX,
el consumo de azúcar en Estados Unidos era
en torno de 4,5 kg. por año y por persona. En esa misma época casi no se consumía
harina y no existían las comodidades que
hoy existen, así que de una manera general, las personas se movían mucho más
que en los días de hoy. En 2009 en este
mismo país, las personas consumían una media de 64kg. de azúcar por año y
persona. Además en los días de hoy existe un importante consumo de refrescos, y
se incrementó el consumo de harina y de sus productos derivados de una manera
desmesurada, al mismo tiempo que la vida moderna ha proporcionado estrés y
mayor sedentarismo. Hoy en día existe un consumo desmesurado de azúcar, grasas,
harinas refinadas y sal, y ese
descontrol, unido a la falta de ejercicio físico está ocasionando una enorme proporción
de enfermedades (diabetes, obesidad, enfermedades cardiovasculares, estrés, etc.),
que además en su gran mayoría, son tratadas con fármacos químicos. Los
pacientes siguen siendo sedentarios y, aunque sea en cantidades más reducidas, siguen consumiendo
los alimentos que contribuyeron en parte a la aparición de la enfermedad.
Estos
pacientes, si realmente quieren curarse, deben cambiar radicalmente su estilo
de vida.
La actividad física es fundamental para la
prevención de enfermedades y espectacularmente eficiente en el tratamiento de las
mismas debido a que facilita reacciones metabólicas que los fármacos no consiguen
desencadenar en el organismo, además de que
no tiene efectos secundarios ya que estamos hechos para movernos; sin embargo,
los fármacos químicos sí que provocan efectos secundarios en el organismo.
Hay
muchos casos en los que los fármacos son necesarios, pero hay muchos otros en los
que no.
En el caso de las
enfermedades cardiacas, las causas más importantes de su surgimiento son la
inflamación, el estrés oxidativo y la
disfunción autoinmune de las arterias, y éstos componen los desequilibrios
fisiológicos más relevantes en la presencia de dicha enfermedad. El colesterol,
al contrario de lo que mucha gente
piensa, no es un indicador importante para casos como éstos, pero sigue siendo
un desequilibrio que merece toda
atención. Un 60% de los pacientes con problemas importantes de corazón tienen niveles
de colesterol normales. Desde luego, tanto en los casos de colesterol como en
los de problemas cardiacos, la actividad física y la alimentación equilibrada
son esenciales, tanto en la prevención como en el tratamiento.
¡La fórmula perfecta de vida
es cuidarse con inteligencia!
(1) El Blog del Dr. Sergio Simphronio. La actividad física y el estrés oxidativo
(2) El Blog del Dr. Sergio Simphronio. Tratamiento
de enfermedades por medio del ejercicio físico
(3) Nashville Hypertension Institute
CONSULTE LA WEB DE SIMPH MEDICAL FITNESS INSTITUTE
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