Una persona goza de buena
salud mientras mantiene su sistema
inmunológico equilibrado, pero debido a
las más distintas adversidades que uno pueda encontrar a lo largo de su vida,
muchas veces eso no es posible. Desafortunadamente vivimos en un constante
desequilibrio: contaminación medioambiental, diferencias térmicas importantes
en un mismo día, alimentación desequilibrada y desmesurada, sedentarismo,
aporte hídrico insuficiente, dejarse llevar por el estrés y no tomar medidas
para solventarlo, el consumo de alcohol, de tabaco, de drogas, etc. Muchos son
los factores que participan para que
podamos mantener el equilibrio en
nuestra salud. Para direccionar nuestras vidas hacia ese camino, es fundamental
que desaprendamos algunas costumbres impuestas y adquiridas, y que empecemos a
evaluar, al mismo tiempo que a cuestionar, el porqué de las cosas, siempre
buscando el sentido común para la aceptación de las mismas en nuestras vidas.
El sistema inmunológico es
el conjunto de procesos biológicos y estructuras que están en el interior del
organismo y que sirven para protegerle de las enfermedades. Es la defensa
natural de nuestro cuerpo frente a las infecciones. La práctica regular y
equilibrada de ejercicio físico y tener una alimentación saludable, son dos de los
factores más importantes para mantener nuestro sistema inmunológico dentro de
los parámetros normales, pudiendo incluso proporcionar una resistencia
añadida en las defensas del organismo.
Es fundamental hacer que el sistema inmunitario sea activo y trabaje dentro de
su normalidad; por este motivo, hay que tener claro que el sedentarismo es una
vía directa para la ralentización del sistema inmune. Siempre es bueno recordar que los trastornos
del sistema inmunitario pueden ocasionar enfermedades.
El trabajo del sistema
inmunológico es destruir organismos infecciosos invasores, antes mismo de que
puedan atacarnos y causarnos daño. Nuestro sistema inmunológico está siempre
alerta. Todo cuerpo externo se llama antígeno, y éstos deben ser eliminados
antes de que ocasionen problemas. En la primera línea de defensa del cuerpo
humano están los denominados macrófagos, que son células que circulan por la
corriente sanguínea y los tejidos: son los vigilantes de los antígenos. Al
detectar la entrada de un invasor, un macrófago inmediatamente lo intercepta,
lo captura, y lo mantiene dentro de la célula. Las enzimas del interior del
macrófago destruyen al antígeno. En la mayor parte de los casos, otras células
del sistema inmunológico se asocian en esta acción.
La maravillosa máquina
humana está preparada para resolver varias situaciones, para muchas de las cuales todavía no somos
totalmente conscientes de los protocolos que utiliza. De todas formas, es fundamental
llamar la atención sobre algunos aspectos relacionados con nuestro sistema
inmunológico, como el uso de los fármacos en exceso. La excesiva utilización de
fármacos, y sin una prescripción médica, puede ser muy perjudicial para la
salud. Gran parte de las personas, al mínimo síntoma de un pequeño resfriado,
se atiborran de fármacos casi que de una manera preventiva.
La
salud no se construye con los fármacos, sino con una vida equilibrada.
Los fármacos existen para solucionar
situaciones en las que el cuerpo humano se encuentra incapacitado de hacerlo
debido a los desequilibrios ocasionados por alguna anomalía. En el caso de un
típico resfriado, las personas se
alarman, y lo que suele ocurrir con normalidad es que, además de la ingesta de los fármacos
sin una prescripción facultativa, éstas se encierran dentro de sus casas, en
muchos casos convalecientes en la cama, y no abren las ventanas para que no
entre frío, por lo que las estancias no
se ventilan correctamente, y durante algunos días no cambian de pijama, tampoco
las sábanas. Es importante recordar que un sólo estornudo es capaz de
contaminar un área de seis metros a la redonda, y sus bacterias pueden
permanecer en el ambiente hasta 4 días, además que puede alcanzar una velocidad
de entre 110 y 160 kilómetros por hora.
¿Alguna vez os habéis parado
para imaginar cuántas veces se estornuda en un día de resfriado?
Dicho esto, en el caso de un
resfriado, dejemos que nuestro sistema inmune trabaje antes de la ingesta de
los fármacos, y en el caso de que se haga necesaria dicha ingesta, siempre
hacerlo con el consejo y supervisión de un médico. De todas formas, habiendo presencia de un tratamiento farmacológico o
no, en casos como éstos, facilitar la entrada de aire dentro de casa es
fundamental, pues todos los virus y
bacterias son anaeróbicos, así que el aire puro viene muy bien como un primer
paso para una rápida recuperación de un proceso gripal o un resfriado; cambiar
sábanas y la ropa de dormir a menudo también son fundamentales, y si se tiene algo de fuerza (no de disposición, puesto que
en estos procesos la disposición desaparece), hacer ejercicio físico moderado (ej:
salir a caminar al aire libre).
Es fundamental dejar que
nuestro organismo trabaje antes de la aplicación de los fármacos, de esta
manera fomentaremos más resistencia orgánica frente las enfermedades.
Hasta ahora me he referido a
las personas que no padecen ninguna anomalía en su sistema inmune, pero eso
puede pasar. Es el caso de las personas que tienen un sistema autoinmune debido
a un fallo en su sistema de defensa, y éste en vez de defender el organismo,
puede atacarlo. Ante una anomalía en el sistema inmunológico, éste no
diferenciará sus células de las intrusas, y en vez de luchar en contra de los
antígenos, puede ir en contra de sus propias células y tejidos por error. Los
componentes implicados en este ataque se llaman linfocitos autorreactivos o
autoanticuerpos. Esta errónea respuesta del sistema inmunológico facilita la
aparición de varias enfermedades autoinmunes como el lupus, la artritis reumatoide
y la miositis.
Con la práctica regular de ejercicio
físico se consigue fomentar un ambiente totalmente alcalino en el organismo. Mismo
estando en presencia de una enfermedad, el ejercicio será capaz de eliminar la
acidez y de activar la eliminación de los radicales libres, al mismo tiempo que
facilitará poderosas herramientas al
organismo para la lucha contra los
antígenos. También facilitará una positiva e importante alteración metabólica,
posibilitando así una más rápida eliminación de
toxinas (fármacos) del organismo. La práctica de ejercicio físico en estos
casos es muy recomendable, pues también será capaz de estimular un importante
incremento del aporte hídrico, que es fundamental para el transporte del
oxígeno.
El ejercicio físico es una
antioxidante natural al igual que el sueño (dormir). Tal es la importancia de
ambos, que son capaces de reponer el ADN
celular, de mejorar el sistema inmunológico y de producir una notable
mejoría en nuestra salud. También es importante recordar que una vez que el
organismo metaboliza un determinado fármaco, al igual que los alimentos, el
cuerpo utiliza lo que necesita, y aquello que no precisa lo descarta, lo que
muchas veces son grandes cantidades de sustancias químicas, y esas
sustancias pasan a ser algo dañino para nuestra salud (efecto secundario). Éste
es otro de los motivos por los cuales se debe practicar ejercicio físico
durante el tratamiento de enfermedades, aunque exista la necesidad de
medicación. [1]
La actividad física servirá
como antioxidante acelerando el metabolismo y ayudando a eliminar el fármaco
excedente, además de fomentar un ambiente alcalino en el organismo.
Estimulará la liberación de oxitocina, de serotonina, de dopamina, inhibirá la
liberación de la ACTH (hormona del estrés), y eliminará cualquier posibilidad
de que la persona se deprima debido a la enfermedad. El ejercicio físico
actúa directamente en las células evitando que se pongan enfermas.
1. La efectividad del
ejercicio físico en el tratamiento de las enfermedades.
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