Son muchos los problemas de articulaciones que se diagnostican en los pacientes
ocasionados por las malas posturas y los
vicios posturales. Acciones como estas acarrean consecuencias desastrosas, pues
producen un mal uso de las articulaciones debido a un posicionamiento inadecuado de las mismas. En
el caso de las articulaciones de las caderas, por ejemplo: de una manera
general, la mayor parte de las personas, y en especial las mujeres, tienen la
mala costumbre de cruzar las piernas mientras están sentadas. Es una postura que brinda una falsa sensación de
bienestar, pues en realidad el cuerpo no se encuentra cómodo. De otra parte,
por el hecho de estar en una posición sedente, la musculatura se encuentra en
estado relajado y los músculos que deberían estar en contracción para
proporcionar la debida protección de la zona en cuestión, no actúan facilitando
que se ejerza una importante sobrecarga
sobre la pelvis.
La pelvis forma la base de la cavidad abdominal
inferior. Está compuesta de tres huesos
diferentes que se unen: el ilion, el isquion y el pubis. El primero es un segmento ancho y con forma
de ala que representa las superficies anchas y ligeramente cóncavas de la parte
posterior y lateral de la cintura pelviana.
El segundo forma una parte pequeña e inferior que soporta el peso del
cuerpo mientas está sentado. El pubis
crea un arco en la parte frontal de la base que facilita el paso de la uretra,
de los vasos sanguíneos y de los nervios desde la cintura pelviana hasta los
genitales externos y la parte inferior del cuerpo. La pelvis se articula con el sacro en la
parte posterior (por lo tanto, conecta con el resto de la columna vertebral) y
con las piernas mediante la articulación formada por los dos acetábulos de la pelvis
(una cavidad circular y larga que se encuentra a cada lado de la pelvis), y por
la cabeza de cada fémur. Debido a la relajación muscular que se produce
mientras estamos sentados, se formará un espacio entre la cabeza del fémur y el
acetábulo. Esta acción hace que la articulación
salga del eje permitiendo así que el
muslo se desplace de la articulación.
Mientras estamos sentados, los músculos soportan una
carga diferente de la que están preparados y no están ejerciendo la debida contracción para mantener
las articulaciones protegidas, motivo por el cual debemos sentarnos en la silla
manteniendo la mejor postura posible. Si estamos sentados con las piernas
cruzadas estaremos propiciando la ampliación de este espacio articular, pero la cosa no termina ahí, pues una vez
nos hemos levantado, la musculatura necesita de un tiempo para su reactivación
muscular, y casi nunca se lo proporcionamos. Como resultado las piernas estarán desniveladas y una cadera estará
más alta que la otra debido a que tendremos que ejercer una fuerza y tensión
desequilibradas en la musculatura, cosa que dificultará que el muslo retorne a
su situación normal de igualdad y de división
de sobrecargas. Es cuando las descompensaciones empiezan a actuar pudiendo
llegar a ocasionar leves hipertrofias musculares en glúteos y lumbares. De
otra parte, se puede provocar alguna inflamación en la zona de las caderas, problemas
circulatorios, dolor y desniveles aparentes de la pelvis, etc. Las personas que son conscientes acerca de
este vicio postural y que practican
actividad física, deportes, o las que son muy jóvenes, deberían estar atentas,
pues debido a la buena tonificación de su musculatura los posibles problemas
que las malas posturas ocasionan podrían tardar en manifestarse, pero esto
tarde o temprano va pasar. Por este motivo es fundamental que sigan practicando
actividad física, pero que añadan en su entrenamiento programas de
estiramientos, Pilates y de reeducación postural.
La cosa se complica en los casos de artrosis de caderas o
en fracturas, donde hay que intervenir e
introducir una prótesis de cadera. En este último caso, cruzar las piernas al
sentarse o mantener malas posturas será
correr verdadero riesgo, pues puede que la prótesis salga del sitio y se
ocasione una luxación, que es una complicación grave que exigirá volver al quirófano
para recolocar la prótesis, retrasando así la recuperación.
Otro de los motivos por los cuales no se recomienda cruzar las piernas, es que se
dificulta la correcta circulación de la sangre, siendo especialmente perjudicial si las
personas en cuestión no tienen buena circulación, padecen obesidad, son
hipertensas, tienen retención de líquidos, etc.
La trombosis venosa se produce en
situaciones en las que la circulación de la sangre en las venas es más lenta. Ocurre con mayor frecuencia en los miembros
inferiores, cuando la persona permanece sentada o de pie por un largo espacio
de tiempo, y si las piernas están cruzadas. Esto ocasiona una acumulación
de la sangre en las venas de las piernas
dificultando así el retorno de la sangre al corazón. Una circulación de la
sangre deficiente puede ocasionar dificultades respiratorias, taquicardias,
dolor de pecho, pérdida del conocimiento, y también puede formar un coágulo de sangre en el interior de una vena.
En casos como estos es normal que se hinchen las piernas y que se produzca
dolor en las mismas, preferentemente en los gastroctnemios (pantorrillas), pero ese trombo puede desprenderse y
desplazarse hasta el pulmón obstruyendo el paso de la sangre, y provocando una
embolia de pulmón. Las consecuencias podrían ser fatales.
Cruzar las piernas también puede ser un desencadenante de
la aparición de las varices, puesto que si la circulación de la sangre en las
piernas es buena, las venas no se dilatarán.
Para mantener una
buena calidad de vida, es fundamental que mantengamos una dieta equilibrada y
que practiquemos actividad física. Es muy importante educar la musculatura para
que puedan desempeñar bien su función, e igual de importante es preservar el
buen funcionamiento de nuestros órganos internos, arterias y venas.
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