La obesidad es una enfermedad, aunque muchas personas no quieran reconocerlo. Ya sea su origen congénito, congénito genético, por factores externos o dejadez, sigue siendo una enfermedad preocupante que debe ser tratada con la máxima atención.
Estamos acostumbrados a hablar de obesidad desde un punto de vista endócrino, pero en este artículo la trataré desde un punto de vista traumatológico.
Según la organización mundial de la salud:
Desde 1980, la obesidad se ha más que doblado en todo el mundo.
En 2008, 1500 millones de adultos (de 20 y más años) tenían sobrepeso. Dentro de este grupo, más de 200 millones de hombres y cerca de 300 millones de mujeres serán obesos.
El 65% de población mundial vive en países donde el sobrepeso y la obesidad se cobran más vidas de las personas que la insuficiencia ponderal.
En 2010, alrededor de 43millones de niños menores de 5 años tenían sobrepeso.
El sobrepeso y la obesidad son el quinto factor principal de defunción en el mundo. Cada año fallecen por lo menos 2,8millones de personas adultas como consecuencia de ello. Además, el 44% de la carga de diabetes, el 23% de la carga de cardiopatías isquémicas y entre el 7% y el 41% de la carga de algunos cánceres son atribuibles al sobrepeso y la obesidad.
El Índice de masa corporal se calcula de la siguiente manera:
IMC= P/ (T)2
P= peso expresado en kilogramos.
T= talla (altura) expresada en metros
· Un IMC igual o superior a 25 determina sobrepeso
· Un IMC igual o superior a 30 determina obesidad
Tenemos 3 clases de Biotipos:
Los ectomorfos (personas de complexión delgada, metabolismo rápido y dificultad para ganar peso)
Los mesomorfos (personas de complexión mediana, facilidad para ganar y tonificar los músculos)
Los endomorfos (personas de complexión gruesa, ritmo metabólico lento, tendencia al sobrepeso)
Las personas endomórficas tienen una predisposición o mayor facilidad para ganar peso debido a su metabolismo lento, acumulan grasa con facilidad. Eso no quiere decir que todas las personas con ese tipo de estructura tengan que ser obesas, ni tener sobrepeso. Por otro lado las personas que tengan un biotipo ectomorfo o mesomorfo también pueden desarrollar la obesidad; basta con que no se cuiden como es debido.
Lo que está claro es que una persona ectomórfica, que tenga como peso óptimo 50 kg y desarrolle obesidad, tendrá que soportar una carga en muchos casos de 2 veces o más el peso óptimo para dicha estructura. Eso quiere decir que sus articulaciones, tendones y ligamentos estarán siempre al límite mientras sigan enfermas. En casos como este, que son muchos, su musculatura padecerá mucho, pues esta persona no tendrá el tono muscular, la fuerza, tampoco la debida resistencia en los músculos para soportar tamaña cantidad de peso. En consecuencia, sufrirán las articulaciones y sobretodo la espalda.
Quiero resaltar el hecho de que, en el ejemplo al que me refiero, la persona en cuestión podría tener como peso ideal 50 kg, pero desarrolla su vida con 50 kg por encima de su peso, lo que hacen 100kg. Este individuo tendrá huesos, articulaciones y tendones de una persona de 50 kg, pero soportando una carga de 50kg por encima de su biotipo, y esa carga podrá aumentar debido a la aplicación de la física en algunos movimientos que haga.
La cantidad en alza de personas con sobrepeso y obesidad que veo cada día, me ha hecho reflexionar y preguntarme: ¿por qué llegar a este punto?
Un día me planteé conocer un poco más sobre la obesidad desde el punto de vista traumatológico y organicé un pequeño experimento.
Estando en el gimnasio y sin previo calentamiento, me dediqué a caminar llevando 80kg repartidos por todo mi cuerpo. Debido a lo inverosímil de la situación, las personas que entrenaban en ese momento me miraban con una tremenda incredulidad.
Caminé durante 60 minutos, subiendo y bajando escaleras, sentándome y levantándome de una silla, tumbándome al suelo y buscando la manera más fácil de ponerme de pie.
Intentaba mantener la buena postura en todo lo que hacía, pero eso me resultaba imposible debido la cantidad de carga que llevaba encima. Mis músculos se estresaron impresionantemente dejándome muy incómodo además de cansado. Mi temperatura corporal subió de una forma significativa. Mi frecuencia cardíaca se elevó, y a los pocos minutos de haber empezado el experimento, goteaba sudor como si fuera una representación del Niágara en persona.
Intenté recrear una situación fidedigna de lo que podría ser la obesidad sentida desde dentro.
Os aseguro que este día no pude entrenar, además de que al día siguiente disfruté de unas agujetas de miedo.
Mismo manteniendo un estilo de vida saludable, mis músculos reaccionaron de una manera muy directa al cambio de solicitación que les proporcioné este día. Soy consciente que mis articulaciones sufrieron cantidad mientras me desplazaba con la carga envuelta en mi cuerpo.
Se me han cargado los cuádriceps, los lumbares, los trapecios, los glúteos además de los gastrocnemios (gemelos). Me dolían los pies (hay que tener en cuenta que los pies son capaces de cargar 32kg por centímetro cuadrado). Me pesaban los brazos y sentía mis piernas como si hubiera caminado 12 horas ininterrumpidas bajo el sol del medio día.
Aunque esté bien físicamente, mi frecuencia cardiaca se elevó de manera significativa mientras hacia este experimento. Me he sentido mal, pues sabía que mi caso era pasajero, pero en el caso de las personas que padecen esta enfermedad, quizás no sea así. Lo que está claro es que siempre podemos mejorar nuestra calidad de vida estando o no enfermos. Eso depende únicamente de cada uno.
Las personas con obesidad tienen una cantidad ingente de peso excedente en función del exceso de grasa existente en su cuerpo, además de no tener los músculos tonificados, de no controlar su musculatura y de no entrenar su sistema cardiovascular, tampoco el muscular.
Con este pequeño experimento pude sentir en mi piel cuan incómoda podría ser la vida de una persona con esta enfermedad.
En los días de hoy los cambios son evidentes si comparamos con años atrás. La sustitución de los desplazamientos caminando por el uso del coche, la disminución del tiempo de ocio, el aumento del estrés, la falta de actividad física, las malas dietas, todos ellos factores que tienden a disminuir el gasto energético y a aumentar el deterioro.
Como sinónimo de una vida sana, una persona debería por costumbre tener una dieta equilibrada, ir al gimnasio con regularidad y entrenar sistemáticamente su sistema cardiovascular, además de la tonificación de su musculatura con sus pertinentes estiramientos.
Las personas que están enfermas siempre deben buscar ayuda, y eso no tiene que ser diferente para las que padecen la obesidad. La dieta y la actividad física son dos factores fundamentales para la prevención de esta enfermedad. En los casos de personas que estén enfermas, la dieta y la actividad física siguen siendo factores de importancia para la mejoría de su calidad de vida.
En casos de individuos que están enfermos la intervención quirúrgica puede ser muy efectiva, pero hay cantidad de casos de personas que son intervenidas quirúrgicamente y al cabo de algún tiempo, vuelven a estar obesas. La intervención les reduce el estómago, y lo que estos pacientes esperan es que también se les quite el hambre por la reducción del mismo. Si el estilo de vida no cambia, el metabolismo seguirá lento y la probabilidad de volver a ganar peso continuará siendo alta. Hay muchos casos en que la intervención quirúrgica es necesaria, pero hay muchos otros en los que con un poco de fuerza de voluntad y determinación sería suficiente para hacer que estas personas empiecen una actividad física, hagan dieta y bajen de peso.
Hay otros tantos casos de personas que están a la espera de ser intervenidas quirúrgicamente, pero mientras esperan, siguen con los mismos hábitos de vida, la misma inactividad, y la misma dieta hipercalórica. Y otros casos de personas que se operan y nada más terminar el postoperatorio, siguen con el mismo estilo de vida que tenían antes. También quiero llamar la atención sobre el caso de personas que se refugian en las pastillas como si fueran la solución de todos sus problemas de peso, y peor aún, sin la debida prescripción médica.
No comparto la opinión de algunas personas obesas que dicen “Soy gordita/o y feliz”. Después de mi experimento me recuso a aceptar que una persona obesa, que tenga un riesgo cristalino de padecer una enfermedad cardiaca y que además tenga una cantidad inusual de molestias físicas por motivo de su sobrepeso y en muchos casos fatiga, afirme que sea feliz.
La obesidad no solo implica una cuestión estética, sino uno problema real que es el de la salud. Soy consciente de que existe un componente psicológico muy importante, pero eso no quiere decir que una persona obesa que haya aceptado su físico no tenga un problema: su salud.
La cantidad de intervenciones de caderas y rodillas en las personas obesas es de película. Los médicos siempre recomendamos que una persona baje de peso antes de una intervención de este tipo, pero muy pocos hacen caso. ¿Por qué no evitar lo que sabemos que nos hace mal?
Me alegro por las personas que hayan optado por buscar ayuda profesional.
En mi opinión, el tratamiento ideal debería realizarse bajo orientación médica, y los dos pilares fundamentales de éste serían la dieta y la actividad física. El ejercicio no sólo sirve para quemar calorías, mejorar el sistema cardiovascular y tonificar la musculatura, también ayuda a tener una actitud positiva debido a la ingente cantidad de serotonina y endorfinas que son liberadas mientras se entrena. Estos neurotransmisores estimulan la disminución de la depresión.
Dentro del tratamiento, además de prescribirles trabajos aeróbicos para quemar calorías, es recomendable que paralelamente se trabaje la tonificación de los músculos, o incluso antes por un motivo muy sencillo. Estas personas no tienen fuerza muscular, tampoco resistencia. Al principio les resultará muy difícil soportar la carga de entrenamiento por su débil condición física, motivo por el cual se recomienda fortalecer al mismo tiempo que se entrena cardiovascularmente. Es muy importante implementar una carga de trabajo que sea equivalente a la capacidad real del individuo sin que éste tenga la sensación de fatiga.
Es importante fortalecer sobre todo las piernas. Si las piernas están débiles, el corazón sufre más.
En un principio no hay que pensar en resultados, pues no se puede arreglar en meses lo que ha estado mal durante tantos años. Por otro lado, hemos de dar tiempo a que el cerebro reconozca la nueva situación y la adapte. En realidad son cambios muy importantes para un organismo: pasar de un estado físico de total inactividad a entrenar con frecuencia y disciplina, pasar de una actividad metabólica que se movía a ritmo de tortuga a promover una aceleración inaudita de la misma revolucionando todos los órganos internos, aumentar significativamente la ingesta de agua y disminuir la entrada de toxinas a través de la comida saludable.
El encéfalo necesita reorganizar su funcionamiento y enviar otra clase de estímulos al hipotálamo, la pituitaria, el lóbulo frontal, etc. Si esta situación positiva se mantiene en el tiempo, el sujeto disfrutará de un cambio de calidad de vida muy importante.
La obesidad se puede y se debe prevenir.