En los últimos años una gran cantidad de científicos de todo el mundo empezaron a estudiar los procesos mentales que no controlamos. Son muchos los temas que huyen de la cognición y que no tenemos de todo controlados. El optimismo y el pesimismo son dos de estos procesos que se siguen investigando. Es muy interesante saber que aun con la gran cantidad de avances que nos brinda la ciencia, todavía no hemos conseguido tener claro cuál es la capacidad real de nuestro cerebro.
Muchas veces no conseguimos controlar nuestras acciones, tampoco nuestros pensamientos; otras veces fantaseamos con situaciones que nos gustaría que fuesen reales, pero no lo son. Éste es un claro ejemplo de que nuestro encéfalo tiene una capacidad ilimitada de acciones, pero que no son controladas como es debido.
Al final de cada día siempre me planteo la misma pregunta: ¿Habré hecho todo aquello que estaba dentro de mis posibilidades para mejorar como persona?
En este “mejorar como persona” no me refiero solamente a las relaciones interpersonales, sino y sobre todo a la relación que tengo con mi proprio ser. Cuántos de nosotros hemos parado para pensar en la cantidad de veces que dejamos de utilizar el sentido común en las acciones de nuestro día a día. Nosotros entrenamos nuestro cerebro constantemente, pero como en todo, es importante darle el ejercicio pertinente para que el encéfalo pueda respondernos de la manera que requerimos. La mejor forma de conseguir hacerlo es seguir educándolo.
Entrenamos nuestro cerebro desde que nacemos. Las costumbres adquiridas nos proporcionan un aprendizaje inconsciente. Aprender a hablar, a escribir, a caminar, a correr, el aprendizaje de los límites que debemos tener en las relaciones con los demás, lo que aprendemos en nuestra educación hasta la Universidad y lo que seguimos aprendiendo en la vida profesional. ¡Todo eso no basta! A medida que pasa el tiempo, vamos descubriendo cosas diferentes, y eso hace que tengamos que dejar de utilizar muchas de las informaciones aprendidas en el pasado debido a que éstas ya no nos sirven. Hay muchas personas que se empeñan en resistir a probar el ejercicio del reciclaje de informaciones y se quedan atrapadas en el pasado o en la incredulidad de lo que pasa en el presente.
En dada ocasión, en una cena con amigos, he comentado a uno de ellos los avances de la ciencia en el campo de la genética. Le comentaba que había sido descubierto un gen de la longevidad de la vida que hacía posible extenderla en los mamíferos en más de un 15%.Es un gen que se llama “Sirtuinas”, que contiene proteínas capaces de retrasar el envejecimiento. Científicos de la Universidad de Bar – Ilan(Israel) revelaron que los ratones que tenían Sirtuinas vivían un 15% más de los que no tenían esta proteína. Los científicos de todo el mundo siguen investigando de una manera muy efusiva para conocer cada vez más detalles de este hallazgo. En este campo, las biólogas Cynthia Kenyon y Julie Pinkston de la Universidad de California (San Francisco) son las que más lejos han llegado. Ellas consiguieron encontrar la forma de hacer hibernar ésta proteínas de manera que se bloquearía el proceso de envejecimiento aumentando así la longevidad de la vida humana hasta 500 años. ¿Increíble verdad?
Inverosímil fue el asombro de esta persona al escuchar mi información, cosa que le hizo manifestar una tremenda indignación y desconfianza por la veracidad del tema. Mientras se lo contaba, le recordaba en todo momento que no era algo de mi invención, sino investigaciones que habían sido comprobadas y publicadas en importantes revistas científicas.
Por increíble que pueda parecer, la persona a que me refiero era un profesor. Soy consciente de que es imposible estar informado de todo lo que ocurre, sobre todo cuando el tema huye a nuestro conocimiento, pero al paso que va la marcha de las cosas en los tiempos que corren, no se puede dudar de nada hasta que se contraste la información; hoy todo es posible. Si la indagación ha sido contrastada y aún sigue la desconfianza respeto a la información recibida, se comprueba que la persona en cuestión goza de una tremenda terquedad y una aguda incredulidad hacia las informaciones que desconoce o que no consigue asimilar.
Las personas que están abiertas a nuevas informaciones son más flexibles a las adversidades del día a día, además de que tienen la capacidad de seguir aprendiendo constantemente. Es fundamental no estar encerrado. En los tiempos actuales, las personas que consigan hacer la composición de información y conocimiento estarán por delante en todos los sentidos.
Trabajar el cerebro en la aceptación de nuevas situaciones es un estupendo ejercicio que nos reportará un crecimiento cognitivo muy importante. Podemos ver un problema con diferentes enfoques y distintas soluciones. De otra parte, hay casos en que dos personas diferentes, una optimista y otra pesimista, pueden tomar una decisión idéntica para solucionar el mismo problema. El tema en cuestión es saber el camino que recorrieron para la toma de estas decisiones. Estoy convencido de que el pesimista habrá sufrido mucho más en dicha trayectoria.
Ser positivo o negativo es algo que desarrollamos con el tiempo, y nuestro entorno tiene mucho que ver con la formación de nuestro carácter. Como una opinión personal, creo que todos tenemos algo de optimista dentro de nosotros, aunque nos refiramos a las personas más negativas que existan en el mundo. Todos creemos en algo y todos esperamos algo.
Es posible focalizar el cerebro hacia el optimismo. Ver el lado bueno de las cosas aunque sean malas es un gran paso para ello. En las malas situaciones no podemos dejar de ser realistas, pero tampoco debemos ser derrotistas a punto de dejar que las cosas se tuerzan de tal manera que perdamos el rumbo a las soluciones de estos problemas. Si pensamos en positivo, trabajamos el cerebro de una manera más tranquila, tendremos más ánimo para las cosas, y además que estoy seguro de que seremos más felices.
No conozco a ninguna persona que sea negativa y que sea feliz. No conozco a nadie que haya conquistado algo importante y que sea del todo negativo. El pesimismo es un gran entrabe para el éxito y el optimismo un gran impulso para la victoria.
Cuando nos enfocamos hacia algo que deseamos de una manera positiva, tenemos más ánimos para luchar por lo que queremos. A cada pequeña conquista nos llenamos de valor y energía; con ello liberamos en nuestro organismo endorfinas y serotoninas, que son neurotransmisores que nos dan ánimo, alegría y por consiguiente fuerzas para la lucha. Cuanto más nos animamos, más neurotransmisores son liberados y más felices nos sentimos en el camino hacia nuestras conquistas.
Normalmente los atletas son muy positivos y la negatividad no se les pasa por la cabeza. El objetivo de un atleta es siempre ganar. Un atleta jamás puede ser pesimista o pensar negativamente, pues eso representaría una derrota detrás de otra. En la vida deberíamos ser como los atletas. Si pensamos positivamente siempre venceremos, aunque en dado momento perdamos alguna batalla, la guerra seguirá.
¿Cómo ves tú el vaso de agua? ¿Medio lleno o medio vacío?
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