Aunque
habitualmente el alcohol sea considerado como un producto sedante,
actualmente presenta una amplia aparición de efectos contradictorios. Puede deprimir o estimular, tranquilizar o
inquietar. En medicina, durante mucho
tiempo se ha prescrito el alcohol como tónico, calmante o somnífero. El papel del alcohol en la medicina ha sido
reemplazado por los barbitúricos, tranquilizantes y otros productos calmantes e
hipnóticos.
El alcohol es un líquido
claro e incoloro que se encuentra en bebidas como la cerveza, el vino y los
licores. Algunas bebidas contienen más alcohol que otras: la cerveza contiene
la menor cantidad, el vino más del doble del contenido de alcohol que la
cerveza y los licores contienen hasta ocho veces la cantidad de alcohol de la
cerveza.
El alcohol se ha utilizado
siempre. Lo bebían en la antigua Grecia y Roma, y en la Edad Media. Cuando los
puritanos llegaron a América en 1620, introdujeron la práctica de beber
alcohol. En esos tiempos era muy difícil
encontrar agua potable, por lo que todo el mundo bebía alcohol en las comidas.
El alcohol representaba más
que una simple bebida, era la forma de celebrar importantes acontecimientos
como tener una nueva casa, la fiesta de la cosecha, las bodas y los
funerales. También se utilizaba como
medicina para aliviar el dolor, bajar la fiebre o calmar la acidez de estómago.
Durante la década de 1920,
en los Estados Unidos se declaró ilegal la producción, venta o importación de
alcohol, periodo que se denominó Prohibición o Ley Seca y que duró trece
años. En Estados Unidos está prohibido
comprar o consumir alcohol a los menores de 21 años. En España está prohibida la venta de alcohol
a los menores de 18 años.
En la sociedad actual se
toman bebidas alcohólicas de forma ocasional y con moderación, aunque provocan
algunos efectos no deseables. Presenta una viabilidad de daños físicos y
psíquicos, haciéndolo una de las drogas más peligrosas para aquellos que son
adictos y para los que coquetean con ella. Se estima que entre el 10 y el 12
por ciento de las personas que beben son alcohólicos o tienen problemas de
alcoholismo.
La adicción al alcohol está
en segundo lugar, después de la adicción a la nicotina. Los adictos al alcohol son incapaces de
abstenerse de esta droga incluso cuando deciden que quieren e intentan dejar de
beber. La posibilidad inmediata de una
recaída es enorme. También hay que tener
en cuenta la cantidad de personas que no son adictas pero que se emborrachan
con regularidad. El alcohol es una puerta abierta a la drogadicción, puede causar
problemas de alcoholismo e incluso
predisponer al consumo de otras drogas.
Cuando se bebe alcohol éste
pasa directamente al estómago, pues no necesita ser digerido. Del estómago va directamente al intestino y
al torrente sanguíneo, que lo transporta por todo el organismo. El responsable
de eliminar el alcohol del cuerpo es el hígado, que lo transforma en agua y
dióxido de carbono y tarda alrededor de una hora en procesar el alcohol
contenido en una sola bebida. Una persona se emborracha o se intoxica cuando
ingiere alcohol más deprisa de lo que el hígado lo procesa.
El alcoholismo es
absolutamente destructivo para la mente humana e igualmente para el organismo. Su
abuso puede derivar en daños irreparables en el cerebro y el hígado. La mayoría de las personas saben que el
alcohol provoca dolor de cabeza y vómitos, pero además puede dañar el corazón,
el hígado, los riñones, el cerebro y el estómago. Puede provocar pérdida de memoria y algunos
tipos de cáncer. Cuando una mujer embarazada bebe alcohol,
éste pasa al feto que se está desarrollando.
Esto deriva con frecuencia en problemas mentales o físicos del niño.
Uno de los peores problemas
del alcohol es la tolerancia. La falta
de alcohol en los alcohólicos les provoca un estado enfermizo: dolores de
cabeza, nauseas, nerviosismo, confusión.
Es muy difícil vencer este estado y una vez que se ha dejado de beber
alcohol se les considera recuperados para siempre.
El alcohol es un factor
significativo del síndrome "apalear a los niños o a la esposa". En muchos de los casos en que alguien es fuertemente golpeado y necesita
hospitalización o incluso se muere, un borracho está involucrado. También es
muy alta la relación que existe entre el alcohol y el número de suicidios.
En el caso de los atletas o de
las personas que practican actividad física, el alcohol también
puede tener efectos
extremadamente negativos. En pequeñas cantidades puede ocasionar la rigidez de
las fibras musculares haciendo que el músculo pierda fuerza. El alcohol puede
reducir la resistencia, la capacidad
aeróbica, la fuerza, la recuperación cardiorrespiratoria, la metabolización de
la grasa, y el crecimiento muscular. Tiene un efecto muy dañino para el sistema nervioso y el cerebro. El deterioro
del sistema nervioso central será inevitable en el caso de que su consumo
persista por mucho tiempo. A corto plazo también puede afectar el sistema
neuromuscular y en consecuencia ocasionar la pérdida de fuerza. Consumirlo con regularidad puede provocar
la pérdida de las contracciones musculares debido a que las células musculares
se inflaman y pueden llegar a morir con el uso de esta droga. Con el consumo
de alcohol se puede producir un retraso
en la recuperación de los entrenamientos. Tiene efectos muy negativos en el corazón
y en la circulación de la sangre. El alcohol reduce la resistencia cardíaca. El
alcohol endurece la grasa haciendo que sea más difícil su liberación y en
consecuencia bajar de peso: esto ocurre porque con la liberación de insulina que ocasiona, aumenta el metabolismo del glucógeno, y ese
hecho endurece la grasa. Puede ocasionar
anemia o hasta la deficiencia de vitamina B. Puede causar importantes daños al
hígado, pues éste es el gran laboratorio del cuerpo y también se encarga de
degradar el alcohol ingerido. Si esa ingesta es muy abundante, tendrá dificultad en
eliminar las toxinas de los demás alimentos, fármacos, etc. Eso le ocasionará
un importante esfuerzo que podrá
resultar incluso en la destruición de algunas células. Puede producir una mayor retención de líquido debido a que el
alcohol es diurético, hecho que hará que el sujeto beba más agua. Durante la
actividad diurética se producen hormonas
aumentando así la retención de líquido, y eso hará que los riñones trabajen
mucho más.
Si optas por beber, es
imprescindible que lo hagas con moderación y nunca cerca de la práctica
deportiva, es decir: ni antes ni después. Si es antes, el entrenamiento se verá
muy afectado por la falta de equilibrio y de cordura. Si es después, el cerebro estará demasiado ocupado con la
estabilización del organismo y del metabolismo,
así que beber después de entrenar, mismo que sea en pequeñas
cantidades, podrá traer consecuencias muy dañinas.