Este es un tema que sigue
llamando la atención de mucha gente en el medio deportivo, pues infelizmente
aún hay muchas personas que creen que
ser madre es sinónimo de final de carrera, y sin embargo es más bien lo
contrario. La mayor parte de las atletas
retrasan su embarazo al máximo. Desafortunadamente existe mucho mito al respecto por puro desconocimiento. Para la
mujer, el embarazo debe ser una de las situaciones mágicas de la vida. La mujer
embarazada sufre una ingente cantidad de transformaciones en su cuerpo en el
momento del desarrollo del ejercicio del
embarazo, al mismo tiempo que su fisiología experimenta una revolución sin
igual. En el caso en que se queden
embarazadas en el momento óptimo de su carrera, y quieran seguir con su
entrenamiento normal y sus competiciones
durante el embarazo el máximo de tiempo posible, esto es algo muy positivo, al
contrario de lo que muchas personas piensan. Tenemos que valorar qué clase de
deporte practica, y lo más importante,
la atleta debe estar bajo la supervisión de un médico que evaluará su estado
físico y, estando en condiciones normales, seguir entrenando será beneficioso.
El embarazo es el resultado de la fecundación de
un óvulo por un espermatozoide. Con la
fecundación comienza la división celular y el huevo fecundado se desarrolla
dando lugar a una masa de células llamada
mórula (masa de células embrionarias formadas como resultado de la
división y desarrollo de un óvulo
fecundado) que se desplaza desde el ovario por la trompa de Falopio hasta
el útero. La mórula continúa su división
hasta formar un grupo hueco de alrededor de cien células, llamado blastocisto (es una fase temprana del
desarrollo embrionario: cuando el óvulo es fecundado y se inicia la división
para formar el conjunto de células. La implantación del óvulo en el útero
ocurre en la fase de blastocisto).
Siete u ocho días aproximadamente después de la fecundación, el
blastocisto se instala en la pared del útero.
Algunas de las células que cubren el blastocisto, conocidas como
trofoblasto, comienzan a alimentarse dentro del revestimiento del útero y
crecen en cordones que sujetan al blastocisto a las paredes del útero. El trofoblasto dará lugar a la placenta.
El blastocisto se compone de
dos capas, la capa superior o ectodermo y la capa inferior o endodermo. En el blastocisto aparece una cavidad
amniótica y una cavidad vitelina. El
amnios (amnios: capa fina que bordea
la lámina corial y produce el líquido amniótico, líquido que rodea al feto
durante el embarazo) bordea la lámina corial
(la lámina corial: es la capa
más externa del óvulo fecundado por un espermatozoide “cigoto”, que le proporciona una cobertura protectora y nutritiva, y
produce el líquido amniótico. Este
líquido protege al embrión, después al
feto durante el embarazo, siendo la
ruptura del saco amniótico uno de
los primeros síntomas del comienzo del parto.
Durante éste, el líquido amniótico lubrifica el canal cervical,
facilitando el paso de la cabeza del bebé a través del mismo). El disco
embrionario, un área lisa en la hendidura del óvulo en la que se ven los
primeros vestigios del embrión, está suspendido desde la lámina corial y se
compone de tres capas celulares, el ectodermo, el mesodermo y el
endodermo. Todos los órganos del embrión
se desarrollan a partir de estas tres capas.
A partir del ectodermo se
desarrolla el sistema nervioso, los órganos sensoriales y la epidermis, entre
otros. A partir del mesodermo (capa intermedia en el desarrollo de la
célula, ubicada entre el ectodermo y el endodermo), se desarrollan el
sistema circulatorio, el aparato excretor, el esqueleto, el sistema muscular y
el sistema reproductivo. A partir del
endodermo se desarrolla el sistema respiratorio y el digestivo junto con
sus revestimientos.
Un embarazo dura alrededor
de nueve meses y puede dividirse en partes casi
iguales denominadas trimestres.
El primer trimestre es el periodo en el cual se forman las diferentes
partes del feto. Durante el segundo y
tercer trimestre se desarrollan y maduran los órganos que el bebé necesitará
para sobrevivir en el exterior, y el feto continúa aumentando de tamaño y peso.
El primer síntoma del
embarazo, en general es la falta del periodo menstrual, puesto que este ciclo queda interrumpido en consecuencia de la
fecundación e implantación de la célula embrionaria en el útero. Otros síntomas al principio del embarazo son: náuseas, frecuentes micciones (acto de
orinar) y la sensación de hinchazón o sensibilidad en las mamas, especialmente
alrededor de los pezones. Las
náuseas aparecen generalmente por la mañana temprano y pronto desaparecen, pero
algunas mujeres pueden sufrir vómitos.
Las náuseas y vómitos normalmente desaparecen después de los tres meses
de embarazo.
Si sospechas estar embarazada, debes ir al médico para que
te lo confirme. Existen también varias
pruebas de embarazo, que pueden ser
realizadas en casa, adquiriéndolas en la farmacia. Aunque los resultados positivos
de estas pruebas suelen ser precisos,
también pueden dar resultados negativos o falsos.
Probablemente el médico
necesite examinarla físicamente, además de realizar un análisis de orina o de
sangre para confirmar el embarazo. El
médico buscará varios síntomas en su reconocimiento: el tejido de los pechos de
una mujer embarazada es firme y puede estar más sensible de lo habitual. Una exploración interna detectará los cambios de la forma, tamaño del
útero y los cambios en el revestimiento vaginal y en el cuello del útero
(cérvix). En las mujeres embarazadas
el revestimiento de la vagina se vuelve azul como resultado del incremento de
la sangre que fluye hasta allí, y el cuello del útero se ablanda, por lo que es
posible sentir a través de él el resto del útero. El útero también se
ablanda, se dilata y es más redondeado de lo habitual. Por la exploración interna del médico es
posible determinar de cuántas semanas una mujer puede estar embarazada. Durante el primer trimestre el útero crece rápidamente
y podemos notarlo
con más precisión que en las fases más avanzadas del embarazo.
El embarazo dura
aproximadamente 267 días. Como no
siempre se conoce el día de la concepción, se calcula la fecha de parto desde
el comienzo del último periodo menstrual.
Cuando no se anota la fecha del último periodo o anteriormente no se han utilizado métodos anticonceptivos,
el médico puede determinar la edad del feto mediante un examen con
ultrasonidos. Inclusive si se conoce la
fecha exacta de la concepción, el médico dará un periodo de 2 a 3 semanas en la
estimación de la fecha del parto.
Ser madre es algo que casi
todas las mujeres quieren, pero en algunas poblaciones aún existen dudas y mala información al respecto. En el mundo deportivo por ejemplo, muchas mujeres todavía se resisten a la
gravidez justo por no saber si puede ser compatible con los entrenamientos que desarrollan o el deporte que practican,
sobre todo si son atletas de alto nivel. Hace mucho que se investiga sobre este
tema, y a cada día que pasa se descubren más cosas en este sentido.
Alrededor de los años 70, el médico alemán Ernst Von
Aaken, uno de los principales
investigadores de medicina deportiva, especialista en esfuerzo y resistencia, fue uno de los primeros en escribir estudios sobre
los posibles beneficios que el embarazo puede proporcionar a la mejoría de
rendimiento de las atletas. Realizó una rápida
investigación con 15 atletas que habían quedado embarazadas. En el resultado
final de este escueto estudio, 8 de ellas habían mejorado su rendimiento
bajando sus marcas justo 1 año después del embarazo. La razón de esa mejoría
está en que la gestación provoca un aumento del consumo de oxígeno, hay un mayor volumen
sanguíneo y por tanto una mayor aportación de energía.
Al contrario de pensar que el
embarazo podría ser un problema para la
atleta, si hablamos en términos fisiológicos, ofrece una serie de beneficios para su rendimiento. La variación
de las concentraciones hormonales (progesterona y gonadotrofina coriónica humana),
el crecimiento del volumen plasmático y de glóbulos rojos, y la intensificación
de la respuesta ventilatoria son algunas de las ventajas del embarazo, por lo
menos en el primer trimestre de gestación.
El ejercicio materno progresivo
durante el embarazo tiene un efecto beneficioso sobre el flujo sanguíneo
del feto. El Profesor Doctor Thomas Reilly de la Universidad John
Moores de Liverpool (Inglaterra), ha hecho una interesante investigación. Durante el estudio se
monitorizó y se midió dicho flujo mientras la madre se ejercitaba en una bicicleta
estática horizontal. Los resultados indicaron
que el ejercicio mejoraba la
circulación fetal más que estar de reposo en la cama, lo que beneficiaría
al feto. El resultado de estas investigaciones determinó que se debería recomendar el ejercicio físico a las mujeres sanas y con embarazos sin complicaciones. No obstante,
muchas actividades no son aconsejables, al igual que es
recomendable evitar el ejercicio cuando hace mucho calor. En el caso de corredoras que toman muy en serio su entrenamiento, éstas deberían reducir la actividad si sienten molestias por el peso corporal extra (niño) a ser
movido contra la gravedad. Los signos de peligro incluyen dolor,
hemorragias, ruptura de membranas, y ausencia de movimientos fetales. Actualmente, muchas deportistas desean
mantener sus rutinas de entrenamiento durante el embarazo y si el ejercicio es
suave, sin golpes, resulta especialmente beneficioso tanto para la madre como
para el bebé. Siempre debe de estar bajo una rigurosa supervisión
médica y haber ausencia de complicaciones. Muchas son las mejorías
por mantener el ejercicio durante el embarazo: previene el exceso de peso, el
dolor, la diabetes gestacional y la incontinencia de orina. También aumenta
la sensación de bienestar físico y psíquico, disminuye el estrés y estimula la
circulación sanguínea. El ejercicio físico y el entrenamiento están
perfectamente indicados en el posparto porque ayudan a anticipar la recuperación de la forma física,
facilitando así la tonificación de la
musculatura.
El embarazo provoca una
mejoría cardiovascular generalizada, además de un avance en la forma física sin precedentes El
ejercicio físico moderado y con poco impacto es especialmente beneficioso en el
primer trimestre de embarazo, periodo durante el cual las diferentes partes del
feto todavía se están formando. En atletas de alto nivel el
rendimiento debe bajar significativamente a partir del segundo trimestre,
siendo algunas de las mejores recomendaciones nadar, practicar ejercicios libres de impacto o de
movimientos que puedan ser dañinos al feto. En esa fase se deben suspender las competiciones. Sin embargo, en el posparto es muy posible que ocurra un aumento del rendimiento
físico. Después de un embarazo algunas
capacidades se afloran en las mujeres: mayor tolerancia, menos ansiedad, mayor
espíritu de sacrificio, más resistencia y capacidad de lucha, y eso puede ser
positivo para su recuperación y en el
caso de las atletas, además de ayudar en la rehabilitación, también podrá
influir en la mejoría de su rendimiento deportivo. Pero
todo eso no asegura de ninguna manera el
éxito en las competiciones, pues para
ganar se involucran muchos otros factores.
Estudios posteriores han
demostrado que una atleta de élite, si mantiene mínimamente su tono muscular, después
del posparto podría ganar hasta un 7% de
capacidad aeróbica o de resistencia.
CONSULTE LA WEB DE SIMPH MEDICAL FITNESS INSTITUTE
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