martes, 19 de junio de 2012

EL EMBARAZO EN LAS ATLETAS


Este es un tema que sigue llamando la atención de mucha gente en el medio deportivo, pues infelizmente aún hay muchas personas  que creen que ser madre es sinónimo de final de carrera, y sin embargo es más bien lo contrario. La mayor parte de las  atletas retrasan su embarazo al máximo. Desafortunadamente existe mucho mito  al respecto por puro desconocimiento. Para la mujer, el embarazo debe ser una de las situaciones mágicas de la vida. La mujer embarazada sufre una ingente cantidad de transformaciones en su cuerpo en el momento  del desarrollo del ejercicio del embarazo, al mismo tiempo que su fisiología experimenta una revolución sin igual.  En el caso en que se queden embarazadas en el momento óptimo de su carrera, y quieran seguir con su entrenamiento normal  y sus competiciones durante el embarazo el máximo de tiempo posible, esto es algo muy positivo, al contrario de lo que muchas personas piensan. Tenemos que valorar qué clase de deporte  practica, y lo más importante, la atleta debe estar bajo la supervisión de un médico que evaluará su estado físico y, estando en condiciones normales, seguir entrenando será beneficioso.
 El embarazo es el resultado de la fecundación de un óvulo por un espermatozoide.  Con la fecundación comienza la división celular y el huevo fecundado se desarrolla dando lugar a una masa de células llamada mórula (masa de células embrionarias formadas como resultado de la división  y desarrollo de un óvulo fecundado) que se desplaza desde el ovario por la trompa de Falopio hasta el útero.  La mórula continúa su división hasta formar un grupo hueco de alrededor de cien células, llamado blastocisto (es una fase temprana del desarrollo embrionario: cuando el óvulo es fecundado y se inicia la división para formar el conjunto de células. La implantación del óvulo en el útero ocurre en la fase de blastocisto).  Siete u ocho días aproximadamente después de la fecundación, el blastocisto se instala en la pared del útero.  Algunas de las células que cubren el blastocisto, conocidas como trofoblasto, comienzan a alimentarse dentro del revestimiento del útero y crecen en cordones que sujetan al blastocisto a las paredes del útero.  El trofoblasto dará lugar a la placenta.
El blastocisto se compone de dos capas, la capa superior o ectodermo y la capa inferior o endodermo.  En el blastocisto aparece una cavidad amniótica y una cavidad vitelina.  El amnios (amnios: capa fina que bordea la lámina corial y produce el líquido amniótico, líquido que rodea al feto durante el embarazo) bordea la lámina corial  (la lámina corial: es la capa más externa del óvulo fecundado por un espermatozoide “cigoto”, que le proporciona una cobertura protectora y nutritiva, y produce el líquido amniótico.  Este líquido protege al embrión,  después al feto durante el embarazo, siendo la  ruptura del saco amniótico  uno de los primeros síntomas del comienzo del parto.  Durante éste, el líquido amniótico lubrifica el canal cervical, facilitando el paso de la cabeza del bebé a través del mismo). El disco embrionario, un área lisa en la hendidura del óvulo en la que se ven los primeros vestigios del embrión, está suspendido desde la lámina corial y se compone de tres capas celulares, el ectodermo, el mesodermo y el endodermo.  Todos los órganos del embrión se desarrollan a partir de estas tres capas.
A partir del ectodermo se desarrolla el sistema nervioso, los órganos sensoriales y la epidermis, entre otros.  A partir del mesodermo (capa intermedia en el desarrollo de la célula, ubicada entre el ectodermo y el endodermo), se desarrollan el sistema circulatorio, el aparato excretor, el esqueleto, el sistema muscular y el sistema reproductivo.  A partir del endodermo se desarrolla el sistema respiratorio y el digestivo junto con sus revestimientos.
Un embarazo dura alrededor de nueve meses y puede dividirse en partes casi  iguales denominadas trimestres.  El primer trimestre es el periodo en el cual se forman las diferentes partes del feto.  Durante el segundo y tercer trimestre se desarrollan y maduran los órganos que el bebé necesitará para sobrevivir en el exterior, y el feto continúa aumentando de tamaño y peso.
El primer síntoma del embarazo, en general es la falta del periodo menstrual, puesto  que este ciclo  queda interrumpido en consecuencia de la fecundación e implantación de la célula embrionaria en el útero.  Otros síntomas al principio del embarazo son: náuseas, frecuentes micciones (acto de orinar) y la sensación de hinchazón o sensibilidad en las mamas, especialmente alrededor de los pezones.  Las náuseas aparecen generalmente por la mañana temprano y pronto desaparecen, pero algunas mujeres pueden sufrir vómitos.  Las náuseas y vómitos normalmente desaparecen después de los tres meses de embarazo.
Si sospechas  estar embarazada, debes ir al médico para que te lo confirme.  Existen también varias pruebas de embarazo, que pueden  ser realizadas en casa, adquiriéndolas en la farmacia. Aunque los resultados positivos de estas pruebas  suelen ser precisos, también pueden dar resultados negativos o falsos.
Probablemente el médico necesite examinarla físicamente, además de realizar un análisis de orina o de sangre para confirmar el embarazo.  El médico buscará varios síntomas en su reconocimiento: el tejido de los pechos de una mujer embarazada es firme y puede estar más sensible de lo habitual.  Una exploración  interna  detectará los cambios de la forma, tamaño del útero y los cambios en el revestimiento vaginal y en el cuello del útero (cérvix).  En las mujeres embarazadas el revestimiento de la vagina se vuelve azul como resultado del incremento de la sangre que fluye hasta allí, y el cuello del útero se ablanda, por lo que es posible sentir a través de él el resto del útero. El útero también se ablanda, se dilata y es más redondeado de lo habitual.  Por la exploración interna del médico es posible determinar de cuántas semanas  una mujer puede estar embarazada.  Durante el primer trimestre el útero crece rápidamente y  podemos  notarlo  con más precisión que en las fases más avanzadas del embarazo.
El embarazo dura aproximadamente 267 días.  Como no siempre se conoce el día de la concepción, se calcula la fecha de parto desde el comienzo del último periodo menstrual.  Cuando no se anota la fecha del último periodo o anteriormente  no se han utilizado métodos anticonceptivos, el médico puede determinar la edad del feto mediante un examen con ultrasonidos.  Inclusive si se conoce la fecha exacta de la concepción, el médico dará un periodo de 2 a 3 semanas en la estimación de la fecha del parto.
Ser madre es algo que casi todas las mujeres quieren, pero en algunas poblaciones aún existen  dudas y mala  información al respecto. En el mundo  deportivo  por ejemplo,  muchas mujeres todavía se resisten a la gravidez justo por no saber si puede ser compatible con los entrenamientos  que desarrollan o el deporte que practican, sobre todo si son atletas de alto nivel. Hace mucho que se investiga sobre este tema, y a cada día que pasa se descubren más cosas en este sentido.
Alrededor  de los años 70, el médico alemán Ernst Von Aaken, uno de los  principales investigadores de medicina deportiva, especialista en esfuerzo y resistencia,  fue uno de los primeros en escribir estudios sobre los posibles beneficios que el embarazo puede proporcionar a la mejoría de rendimiento de las atletas. Realizó una  rápida investigación con 15 atletas que habían quedado embarazadas. En el resultado final de este escueto estudio, 8 de ellas habían mejorado su rendimiento bajando sus marcas justo 1 año después del embarazo. La razón de esa mejoría está en que la gestación provoca un aumento  del consumo de oxígeno, hay un mayor volumen sanguíneo y por tanto una mayor aportación de energía.
Al contrario de pensar que el embarazo podría ser un problema  para la atleta, si hablamos en términos fisiológicos, ofrece una  serie de beneficios para su rendimiento. La variación de las concentraciones hormonales (progesterona y gonadotrofina coriónica humana), el crecimiento del volumen plasmático y de glóbulos rojos, y la intensificación de la respuesta ventilatoria son algunas de las ventajas del embarazo, por lo menos en el primer trimestre de gestación.  
El ejercicio materno progresivo durante el embarazo tiene un efecto beneficioso sobre el flujo sanguíneo del feto. El Profesor  Doctor Thomas Reilly de la Universidad John Moores de Liverpool (Inglaterra), ha hecho una interesante  investigación. Durante el estudio se monitorizó y se midió dicho flujo mientras la madre se ejercitaba en una bicicleta estática horizontal. Los resultados  indicaron que el ejercicio mejoraba  la circulación fetal más que estar de reposo en la cama, lo que beneficiaría al feto. El resultado de estas investigaciones determinó que se  debería recomendar  el ejercicio físico a las mujeres sanas y  con  embarazos sin complicaciones. No obstante, muchas  actividades  no son aconsejables, al igual que es recomendable evitar el ejercicio cuando hace mucho calor. En el caso de  corredoras que toman muy  en serio su entrenamiento, éstas  deberían reducir la actividad  si sienten molestias  por el peso corporal extra (niño) a ser movido contra la gravedad. Los signos de peligro incluyen dolor, hemorragias, ruptura de membranas, y ausencia de movimientos fetales.  Actualmente, muchas deportistas desean mantener sus rutinas de entrenamiento durante el embarazo y si el ejercicio es suave, sin golpes, resulta especialmente beneficioso tanto para la madre como para el bebé. Siempre  debe de estar bajo una rigurosa supervisión médica y haber  ausencia de  complicaciones. Muchas son las mejorías por mantener el ejercicio durante el embarazo: previene el exceso de peso, el dolor, la diabetes  gestacional  y la incontinencia de orina. También aumenta la sensación de bienestar físico y psíquico, disminuye el estrés y estimula la circulación sanguínea. El ejercicio físico y el entrenamiento están perfectamente indicados en el posparto porque ayudan a anticipar  la recuperación de la forma física, facilitando así  la tonificación de la musculatura.
El embarazo provoca una mejoría cardiovascular generalizada, además de un  avance en la forma física sin precedentes El ejercicio físico moderado y con poco impacto es especialmente beneficioso en el primer trimestre de embarazo, periodo durante el cual las diferentes partes del feto todavía se  están  formando. En atletas de alto nivel el rendimiento debe bajar significativamente a partir del segundo trimestre, siendo algunas de las  mejores  recomendaciones  nadar,  practicar ejercicios libres de impacto o de movimientos que puedan ser dañinos al feto. En esa fase se deben suspender  las competiciones. Sin embargo,  en el posparto es muy  posible que ocurra un aumento del rendimiento físico. Después de un  embarazo algunas capacidades se afloran en las mujeres: mayor tolerancia, menos ansiedad, mayor espíritu de sacrificio, más resistencia y capacidad de lucha, y eso puede ser positivo para su  recuperación y en el caso de las atletas, además de ayudar en la rehabilitación, también podrá influir  en la  mejoría de su rendimiento deportivo. Pero todo eso no asegura de ninguna manera  el éxito en las competiciones, pues  para ganar se involucran  muchos otros factores.
Estudios posteriores han demostrado que una atleta de élite, si mantiene mínimamente su tono muscular, después del posparto podría ganar  hasta un 7% de capacidad aeróbica o de resistencia.




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