En el mundo del deporte existe una gran cantidad de técnicas de
entrenamiento que son muy bien controladas por los entrenadores y profesores de
educación física. Estos profesionales, de tiempo en tiempo, cambian los entrenamientos con el objetivo de mejorar el
rendimiento y la performance de sus atletas a través de nuevos estímulos. Esto
es algo muy inteligente puesto que los músculos se adaptan con tremenda
facilidad a los impulsos neuromusculares que los ejercicios les proporcionan, principalmente si enfocamos el tema a los
atletas de alto nivel; los entrenamientos siempre deben estar orientados a
conseguir el máximo de productividad, pero si ese entrenamiento no cambia durante un largo periodo
de tiempo, las respuestas de estímulos no serán alteradas y el rendimiento físico
se bloqueará. El éxito o el fracaso de un entrenamiento puede deberse a las
buenas o malas respuestas neuromusculares que son inducidas por medio del entrenamiento,
la alimentación y el descanso. Cuanto mayor es la cantidad de sinapsis entre las
neuronas que son proporcionadas vía movimiento y entrenamiento, mejores serán
las capacidades de nuestro cerebro para enviar las respuestas químicas
pertinentes a los músculos y, en consecuencia, se incrementarán las habilidades de asimilación al entrenamiento y
las respuestas a estos estímulos.
De otra parte, hemos de señalar la importancia de los neuropéptidos, que son las sustancias
químicas producidas y liberadas por las células del cerebro. Son las
sustancias que definen nuestra índole, y de alguna forma, con el paso del
tiempo, incluso nuestro carácter. Las células son alimentadas por los neuropéptidos,
y éstos son liberados por nuestro cerebro por medio del pensamiento, de forma
que si pensamos de una manera negativa, esa manera de pensar alimentará las
células de nuestro cuerpo. Pero además hay que tener en cuenta que una célula
se divide con el paso del tiempo, así que si una persona persiste en ser
negativa, las células podrán duplicarse haciendo que la negatividad haga parte
de la idiosincrasia esa persona debido a que se incrementarán los receptores
para esa clase de neuropéptidos; y de la misma forma que pasa desde un punto de
vista negativo, también pasa al revés. Éste es uno de los motivos por los cuales
la mayor parte de los atletas, deportistas, y practicantes de actividad física,
mantienen una actitud positiva frente a los entrenamientos y, en consecuencia, frente a la vida. De no ser así,
un atleta nunca conseguiría ganar una competición.
El pensamiento es
uno de los principales combustibles de nuestras vidas.
Una persona negativa no nace de esta forma, se hace con el tiempo,
pero muchas veces su entorno puede jugar
un papel muy importante.
Las células se adaptan a las situaciones que les
proporcionamos, y pueden cambiar la
índole de una persona, pero es posible revertir ese estado con una mudanza de
actitud. Esta misma persona, al cambiar su actitud, readapta las células de su
cuerpo a una nueva condición, pudiendo tornarse un individuo totalmente
diferente. De la misma manera que he hablado sobre la negatividad, ese proceso
puede pasar con la tristeza, la ansiedad, el estrés, la alegría, la
positividad, etc. Si no fomentamos
diferentes estímulos para nuestro cerebro, con el paso del tiempo las células
se vician: en otras palabras, si nos acostumbramos a hacer siempre lo mismo, no
desarrollaremos nuestra inteligencia, pues no fomentaremos nuevas conexiones
neuronales, y si además tenemos una conducta mental negativa, retardaremos
nuestro desarrollo cognitivo añadiéndonos problemas innecesarios. Si enfocamos
el tema hacia los entrenamientos o la actividad física, una mala actitud mental
retrasará la educación muscular y las sesiones no rendirán lo esperado, aunque el entrenamiento sea el adecuado.
Por este motivo no me canso de repetir que el trabajo de los psicólogos es de
suma importancia dentro del deporte.
Si nos centramos en
los niños, es sabido que ellos imitan
patrones y que ésta es una de sus principales maneras de aprender, sobre todo
cuando son muy pequeños. Si los patrones de su entorno no son positivos,
aprenderán a hacer lo mismo que ven, y podrán reincidir en las posibles malas
conductas de sus padres; pero lo mismo pasará si el enfoque es positivo.
Si orientamos el tema hacia las enfermedades, nos damos cuenta de que
las malas conductas de nuestro pensamiento pueden ser capaces incluso de fomentar
la aparición de enfermedades como la depresión, la ansiedad, la obesidad, o incluso
retardar el efecto de algunos tratamientos. En el caso de la obesidad, existen
muchas variantes que están involucradas con esta enfermedad aparte de la alimentación o de la inactividad.
Con mucha frecuencia las personas que la sufren también padecen depresión en los más
diferentes grados, son negativas, siempre piensan que no conseguirán cambiar de
estilo de vida, y buscan excusas para seguir con los mismos malos hábitos. Con
respecto a las enfermedades, la manera de pensar de muchas personas hace que los
neuropéptidos asuman un patrón muy dañino. Por
este motivo es fundamental que tengamos
una forma positiva de ver la vida, pues cuanto más ejerzamos el
pensamiento positivo, mejor será la aceptación de los infortunios que nos
puedan ocurrir a lo largo de nuestras vidas, y como resultado sufriremos menos. Está comprobado que las personas
que desarrollan patrones de vida positivos son más felices, tienen menor propensión
a padecer enfermedades, duermen mejor y
tienen mejor salud.
“Una persona sin sentido del humor es como un carro sin amortiguación:
todas las piedras del camino le hacen sacudirse”. Henry Ward Beecher.
Desde luego, el
humor es la expresión más festiva de la inteligencia.
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