martes, 28 de febrero de 2012

EL EMBARAZO, LA AUDICIÓN Y EL RITMO

¿A quién no le emociona el sonido de los tambores?

¿A quién no le gusta este sonido?
Es casi imposible estar en algún sitio donde alguien esté tocando un tambor y no moverse. La música es algo emocionante que nos toca desde dentro, sobre todo cuando  simpatizamos con alguna canción. Más aún si los sonidos son fuertes y envolventes como los de las más variadas clases de tambores que existen.
Cuando escuchamos este tipo de sonido, los músculos se mueven y  hasta parece que van solos. Aunque sean  personas que no tengan  la costumbre de bailar o no  sepan,   o  personas  a las que la danza no les emocione mucho, o bien  personas más  arrítmicas, todos somos capaces de sentir las vibraciones de los instrumentos de percusión.
 Por la fuerza de su ritmo, los músculos reaccionan de una manera muy interesante.  Es como si ellos ya estuviesen familiarizados con este sonido  toda la vida. ¿Será esto?
¡Desde luego que sí! Estamos familiarizados con este sonido desde antes de haber  nacido.
Estando en la barriga de nuestra madre, disfrutamos de una protección inusual, además de encontrarnos  en una de las situaciones más plácidas que uno puede experimentar. Como lo bueno dura poco, esta situación sólo se mantiene durante  9 meses. Mientras estamos en su barriga nos formamos como seres humanos, recibimos los nutrientes necesarios para nuestro desarrollo, además de disfrutar de una tremenda paz. Allí nos movemos, y además de reírnos  escuchamos muchas cosas. Los  primeros  sonidos  que escuchamos son los  latidos del corazón de nuestras madres. Estos latidos además de ser  escuchados son sentidos como una fuerte vibración, pues hay que tener en cuenta que el corazón de nuestras madres representa aproximadamente un 10% de nuestro tamaño mientras estamos en su barriga. Al mismo tiempo  que el flujo sanguíneo aumenta  su marcha, éste hace  que su corazón reciba más sangre y tenga latidos aún más potentes. El metabolismo de las mujeres cambia completamente mientras realiza el ejercicio del embarazo.
Mientras nos preparamos para nacer, pasamos nueve meses escuchando todos los sonidos del organismo de nuestra madre: el sonido del flujo sanguíneo, de su estómago, del líquido que bebe descendiendo por el esófago, incluso podemos escuchar los sonidos externos del mundo que aún no conocemos.
Los patrones de respuesta fetal a los sonidos externos desmesurados (estimulación acústica) incluyen taquicardia y movimiento de las extremidades y de los párpados, pero en fetos prácticamente a término de gestación y con estímulos de más 105 dB; con estímulos de menos de 100 dB  solamente taquicardias. Estas respuestas son señales de malestar fetal. Con estímulos de 130 dB hay respuestas exageradas en los fetos humanos que sugieren malestar e incluso  dolor. Por ese motivo se recomienda a las mujeres embarazadas que se alejen de sitios ruidosos.
Los movimientos y la taquicardia se relacionan con una situación de estrés y de liberación de adrenalina que se concentrará en el SNC (sistema nervioso central). Es importante puntualizar que la barrera hematoencefálica (es una barrera entre los vasos sanguíneos y el sistema nervioso central. Esa barrera impide que las sustancias tóxicas la atraviesen, al mismo tiempo que permite la entrada de los nutrientes y el oxígeno) aún no está desarrollada  y permitirá el paso de dicha hormona al espacio cerebral, sea ésta de origen materno o fetal (la adrenalina atravesará  la placenta y se ocultará  en la leche).  Por ese motivo es de suma importancia que las futuras madres tengan una gestación sosegada. Eso es posible conseguir con la utilización de  músicas con ritmos apacibles.
En referencia a los  sonidos, sabemos que muchas veces los fetos se mueven cuando son realizadas las  ecografías (que son ultrasónicas). En este caso el agente trastornador  es la onda sonora que es insertada directamente sobre el SNC. Aquí el proceso biológico de la audición no tiene relación. El sonido  ultrasónico destruye estructuras, como es el caso de su uso para desintegrar los cálculos.
De todos los sonidos que un feto escucha, hay uno que no cesa mientras dura la gestación: el corazón  estará constantemente  sonando de una forma compasada durante  nueve meses. El sonido del corazón de nuestra  madre  nos proporciona la  primera  referencia rítmica y  nos marca con una huella  auditiva totalmente indeleble.
Por ese motivo asociamos las experiencias y sensaciones que obtuvimos antes de nacer y las relacionamos con nuestras vidas fuera de la barriga de nuestras madres.
La energía que uno siente al escuchar un buen flamenco y  la alegría que supone escuchar el sonido de las palmas. ¿Qué decir del samba?  A los que han tenido la felicidad  de ver en vivo los carnavales de Brasil podrán  comprender perfectamente a qué  me refiero. La gran energía que proporciona  la percusión tocada por  más de 500 personas  a la vez, es indescriptible.
Los sonidos fisiológicos son de lo más primitivo que conocemos, además de ser ritmos orgánicos en todos los sentidos. Cuando salimos a bailar nos identificamos de inmediato con las músicas que suenan en estos  locales, aunque sean canciones que no nos gusten. Cuando menos esperamos, nos percatamos de que nos estamos moviendo al ritmo de la música en cuestión. A medida que varían la velocidad  y la intensidad del ritmo de las músicas  nuestra frecuencia cardíaca se altera  aunque estemos parados. Eso pasa porque el lóbulo temporal asocia las experiencias obtenidas en la barriga de nuestra madre recordando los sonidos y las vibraciones facilitadas por los latidos de su corazón en el momento de nuestra gestación. 

miércoles, 22 de febrero de 2012

LA ESPALDA Y LAS MALAS POSTURAS


De las enfermedades más comunes del final del siglo XX, las que involucran a la espalda se  destacan como las primeras. Quizás por el cambio de estilo de vida del que teníamos antes al que tenemos ahora, o quizás por los cambios alimenticios o la falta de actividad física, etc. Muchos pueden ser los factores que contribuyen a que tengamos alguna clase de anomalías en esta zona. Lo que está claro es que cuando surgen las molestias físicas,  nos asustamos y buscamos ayuda desesperadamente.


Hemos de dar a nuestro cuerpo todo aquello que  necesita para estar sano. La buena alimentación y el ejercicio físico son dos factores que siempre hemos de tener en cuenta.
El dolor de  espalda es una gran preocupación  de más de la mitad de la población mundial. Muchos son los problemas en esta zona del cuerpo  que uno desarrolla a lo largo de la vida por accidentes, por anomalías congénitas, anomalías congénitas genéticas, o por las malas posturas.
Teniendo en cuenta el último punto mencionado, es importante decir que estos problemas aumentaron significativamente a partir de la mitad del siglo pasado. Uno de los responsables de este aumento es el deterioro de nuestra  postura  sobre todo en los momentos en que estamos en posición sedente (sentada). Día a día repetimos movimientos enfermos que actúan como un potente virus que se extiende por varios músculos y articulaciones de nuestro cuerpo actuando de una manera metastásica. En la mayor parte de los casos no somos conscientes de las acciones negativas que ejecutamos con nuestro cuerpo  a lo largo del día. Como un ejemplo clásico citaré los bolsos que llevan las mujeres. Tener  un bolso no es el problema, el problema es llevarlo siempre en el mismo lado y de la misma manera. Si eso pasa el hombro en el que se tiene la costumbre de llevar el  bolso  subirá y estará asimétrico con relación al otro hombro.
Otro de los ejemplos clásicos es nuestra manera de sentarnos en una silla o sofá. Normalmente nos tiramos sin ninguna preocupación. Es importante saber que cuando nos sentamos trabajamos  una cantidad muy grande  de músculos (por lo menos deberíamos hacerlo), articulaciones y tendones. Al sentarnos  correctamente  solicitamos el trabajo de algunos músculos como los tibilales anteriores,  cuádriceps,  femorales,  glúteos,  lumbares,  dorsales,  trapecios, etc…Todo eso acompañado, por supuesto, de la pertinente flexión de rodillas y caderas. Ese trabajo muscular es desarrollado con el objetivo de proteger  las vértebras.
Es igual de importante tener en cuenta que la velocidad con que nos sentamos es fundamental para que podamos eliminar la tensión en las vértebras lumbares.




El estilo de vida y el trabajo que se desarrolla es uno de los mayores problemas que encontramos en las personas que padecen  alguna  anomalía  de curvatura fisiológica. Las poblaciones con ese  perfil, si además trabajan sentadas durante muchas horas, tendrán grandes posibilidades de padecer  una debilidad muscular importante que desencadenará en una desprotección de sus vértebras, posibilitando la aparición de alguna que otra hernia de disco u otro tipo de lesión según el mal uso que de a su espalda. No es una regla general, pero si el individuo no cambia de estilo de vida, el resultado final será este.
Debemos sentarnos despacio manteniendo el máximo de contracción posible sobre todo en los músculos de la cara posterior del cuerpo. Una manera genial de saber si nos sentamos  correctamente es hacerlo con la cabeza muy alta, sacando el pecho y  manteniendo mucha contracción en los trapecios, dorsales  y lumbares. 
Estas informaciones en un primer momento  parecen ser de una lógica aplastante, pero infelizmente son pocas las personas que utilizan correctamente los músculos del cuerpo para las acciones del día a día. Desafortunadamente el sentido común no está en el orden del día si hacemos referencia al estilo de vida estresado que se vive en los tiempos que corren.  
Una información de gran interés es saber que cuando estamos sentados  solo descansamos  las piernas. Si queremos descansar la espalda, debemos  tumbarnos. La posición horizontal es la única que permite que los músculos de la espalda se relajen. 


Los que piensan que el respaldo de una silla o de un sofá propicia descanso a la espalda, están muy equivocados; en muchos casos son incluso perjudiciales. Estando sentados  la espalda debe  permanecer recta, debemos sentir la contracción de los músculos lumbares  y mantener la cabeza alta. Si estás trabajando, llevas mucho tiempo delante del ordenador y te das cuenta de que la postura  se vicia,  levanta,  articula un poco los hombros, estira la musculatura y sigue  trabajando. No costará nada de tiempo y a la vez estimularás la circulación de la sangre aumentando el flujo sanguíneo a las extremidades. Al mismo tiempo, cuando nos levantamos de la silla alteramos   el ritmo de la sangre haciendo  cambiar su velocidad  al corazón y en consecuencia al cerebro. De esa manera el encéfalo  estará más estimulado disminuyendo así  la posibilidad de  entrar en  estado letárgico. El letargo es la situación en que el cerebro prueba una inactividad por motivo del cansancio, en muchos casos  adormecimiento. Muchas horas de trabajo delante de un ordenador pueden ocasionar este estado, sobre todo si el aporte de hidrato de carbono es bajo.  



Al levantarse en esa situación, uno también consigue relajar  aquellos músculos que están en tensión a través del movimiento consiguiendo así recuperar la buena postura. 
 
Los trabajos de prevención para el dolor de espalda a través de los ejercicios físicos es una solución muy inteligente. Músculos tonificados son músculos preparados para reaccionar con velocidad siempre que se necesite. La educación muscular nos quita muchos problemas físicos además de proporcionarnos  calidad de vida.  
        
A un coche normalmente le damos aquello que él necesita para un mejor desarrollo de sus funciones, aparte de que debemos estar siempre atentos con las revisiones pertinentes y los recambios que debemos efectuar cada cierto tiempo. De no ser así este coche no  nos servirá como es debido y nos dejará tirados sin previo aviso. El cuerpo humano es la máquina más perfecta que jamás ha sido inventado, y lo seguirá siendo. Es el mejor proyecto de ingeniería que  ha sido trazado .Es nuestra máquina, y deberíamos cuidarla mejor que cuidamos a nuestro coche.

Muchas anomalías son congénitas (cuando un individuo nace con ella), algunas otras son congénitas genéticas (cuando es heredado de los padres). Algunas de esas enfermedades pueden producir  dolor. Gran parte de ellas son desarrolladas por vicios posturales: la manera equivocada de sentarse, de acostarse, de levantarse de la cama o de una silla, las maneras erróneas de estar de pie apoyado sobre una de las piernas, recoger algo del suelo sin la pertinente flexión de rodillas, estar muchas horas sentado en la misma posición, etc.

martes, 14 de febrero de 2012

LA MÚSICA ALTA EN LOS GIMNASIOS PUEDE PROVOCAR LA PÉRDIDA DE AUDICIÓN Y DE EQUILIBRIO (Parte II)

El oído está dividido en tres partes: el oído externo, el medio y el interno.  Cada departamento tiene sus propias funciones dentro de un proceso que convierte las ondas de sonido en impulsos nerviosos, los cuales se transmiten luego al cerebro. El oído externo consta de dos partes: el pabellón y el canal auditivo externo.  Esta parte del oído recoge y canaliza los sonidos. 
El oído medio, o cavidad timpánica, es una pequeña cavidad formada en el hueso temporal y es un intermediario en el procesamiento de la energía acústica.  Es el responsable de aumentar la intensidad de las ondas de sonido que entran y de convertirlas en vibraciones mecánicas que pueden viajar fácilmente por el oído interno.  Presenta dos partes: un hueso y su correspondiente membrana.  Ambas tienen una forma complicada, por lo cual se las denomina laberintos.  Cada laberinto tiene tres partes: el vestíbulo, el canal semicircular y la cóclea.  El oído interno contiene las células receptoras, las cuales reciben vibraciones mecánicas y las envían al cerebro.  Conviene que estas  vibraciones no sean  exageradamente intensas, al mismo tiempo que deben ser  recibidas  de una manera equilibrada para que puedan ser enviadas al cerebro de una forma ordenada.
 Hay personas que son excesivamente sensibles al sonido, y en consecuencia  tendrán una mayor distorsión en la recepción del  mismo si éste se presenta  en una  altura exagerada. Por ese motivo algunos  alumnos tal vez tengan dificultad para aprender las coreografías planteadas en  el aula. No os culpéis, pues quizás el causante de ésta situación es el volumen de las músicas en  vuestras clases.
El oído interno contiene el nervio auditivo que llega hasta el cerebro. Cuando el sonido es demasiado intenso, éste empieza a matar las células nerviosas del oído interno. Cuanto mayor  el  tiempo de exposición a esa alta intensidad, mayor la cantidad de células que mueren. Y a medida que las terminaciones nerviosas son destruidas, lo mismo ocurre con la audición.


En el caso de las clases de los gimnasios, la poca información  respecto a los oídos  hace que los profesores (monitores) actúen de una manera equivocada. Subir el volumen de la música para dar más emoción a la clase en un primer momento parecerá emocionante, pero en realidad no es así. Cuando los alumnos están en medio de una clase, que se supone ser el momento álgido de la sesión por la intensidad de los ejercicios, el organismo libera una tremenda cantidad de sustancias químicas como las endorfinas, la serotonina,  adrenalina, etc., y esto  hace que el cuerpo esté aun más suspicaz a las informaciones que recibe y emite. Con la liberación de la adrenalina el oído se vuelve  más sensible y receptivo a los estímulos del entorno. Por ese motivo la música excesivamente alta puede alterar las respuestas neuroperceptivas dentro del entrenamiento. En otras palabras, el ruido puede dificultar al cerebro el proceso de reconocimiento,  asimilación y respuesta  a los movimientos coreografiados de una clase y su pertinente equilibrio muscular.
He sido profesor en gimnasios durante  muchos años y sé lo que se siente al  estar  delante de un numeroso grupo de personas para impartir una clase. Es una sensación realmente apasionante,  pero esta situación debe  estar controlada, equilibrada  y en ningún momento  corresponde olvidar que los alumnos son los protagonistas de esa película. Su salud es lo más importante en todos los sentidos.
Hasta hace muy poco tiempo  no se utilizaban los efectivos micrófonos que hoy poseen la mayoría de los gimnasios. Antes los profesores tenían que gritar utilizando un volumen de voz que superase  el potente sonido de los altavoces.  Esto era doblemente grave, pues ponían en peligro el oído de los alumnos, y al mismo tiempo era altamente pernicioso para sus cuerdas vocales.
Mismo en los días de hoy pienso que los profesionales que se dedican a dar clases o a hablar en público deberían hacer por lo menos alguna clase de canto o visitar un logopeda  por una sencilla razón: aprender a usar  su voz fomentando la utilización de las  distintas cuerdas vocales con el objetivo de evitar los callos en las mismas. Estos micrófonos también tienen su lado negativo, ya que muchos monitores siguen trabajando con una altura de sonido inverosímil, y cuando hablan, el sonido de su voz se hace aún más fuerte que el de la música. De una manera consciente, la mayor parte de los  alumnos no nota lo incómodo que resulta la polución auditiva existente en algunas aulas  debido a la excitación momentánea que sienten. Hay algunos casos en que los propios  alumnos piden al profesor que suba el volumen de su música, sin embargo estos profesionales  no pueden  restar  atención a los factores de seguridad en los trabajos que  realizan en grupos, sobretodo en situaciones similares.
La música es uno de los factores más importantes en los trabajos de clases dirigidas. Una buena música que esté en consonancia con una coreografía impactante, propiciará al alumno un disfrute muy placentero, pero hemos de mantener la cordura en todos los momentos, principalmente con respecto a los aspectos auditivos.    
En España 1,5 millones de personas  sufren de ruidos constantes en el oído,  los acúfenos.  El 80% son jóvenes entre 10 y 35 años y sigue en aumento. En los días de hoy los casos más graves de esa enfermedad no tienen curación.
En los Estados Unidos uno de cada cinco jóvenes sufre de problemas auditivos ocasionados con toda probabilidad  por escuchar música a un volumen muy elevado, de manera habitual y por períodos prolongados.
El oído hace  parte de nuestros órganos sensoriales, es una pieza fundamental de nuestro cuerpo y debido a las importantes funciones que faculta, deberíamos cuidarle  con más prudencia.

martes, 7 de febrero de 2012

LA MÚSICA ALTA EN LOS GIMNASIOS PUEDE PROVOCAR LA PÉRDIDA DE AUDICIÓN Y DE EQUILIBRIO (parte I)

Este es un tema que casi no se plantea, pero sigue siendo de elevada importancia para la salud de nuestros oídos. En el caso de los gimnasios, dos son los factores principales que contribuyen al proceder inadecuado de algunos  profesionales en este sentido. El primer lugar,  la mala calidad de los equipos o la mala ecualización de los mismos produce la distorsión del sonido una vez que se sube el volumen. En segundo lugar, que con la intención de generar energía y actitud positiva entre los alumnos, los profesores suelen empezar sus clases con una elevada altura en el sonido, lo que hace que hacia la mitad de la clase ese volumen esté ya para explosionar tímpanos.  
Los alumnos de los gimnasios entran en las aulas pre-dispuestos a entrenar y a  divertirse en las clases dirigidas, y eso ya  les supone una cierta excitación. Los profesores se encargan de exacerbar estos ánimos con su carisma, y si conjuntamente utilizan músicas animadas que es lo que normalmente ocurre, este estado de ánimo se multiplica. La música es un elemento esencial de motivación en las clases dirigidas de los gimnasios. Pero el problema surge cuando el volumen supera la capacidad de recepción auditiva que tiene el oído humano; dicen los expertos que una exposición permanente a más de 85 decibelios puede ser perjudicial a los oídos.  Si hacemos una comparación:
 Una conversación normal – 60 decibelios  // Tráfico  en la ciudad -  100  decibelios (máximo exposición = 8 horas)  //  Música en los gimnasios  -  100  decibelios (máxima exposición = 2 horas)  Moto sierra    110 decibelios (máxima exposición = 2 horas)
Si el ruido es fuerte y perdurable  puede dañar el oído. El daño causado se llama Hipoacusia neurosensorial (pérdida nerviosa). Uno nunca debe acostumbrarse con un ruido fuerte; de ser así, puede que el oído ya esté dañado. Otro de los resultados de la exposición al ruido son los zumbidos constantes  llamados acúfenos. Frente al ruido fuerte y constante, algunas personas reaccionan con ansiedad e irritación. Otras sufren una subida relevante de la frecuencia cardiaca y de la presión  arterial. Hay  casos en los que se produce acidez gástrica. También puede disminuir la eficiencia para la realización de tareas difíciles debido a la falta de concentración.
Cuando era profesor de Biomecánica en la facultad de danza de la Universidad Miguel Hernández (Campus Altea), dirigí un interesante  estudio sobre los cambios perceptivos del oído en la distorsión del sonido al ruido. Siendo consciente de que el ruido era perjudicial para los oídos,  mi objetivo se centraba  en descubrir cómo estos  cambios podían afectar al equilibrio en el movimiento o dentro de una  coreografía. He indagado  en diferentes poblaciones durante año y medio y han participado 1.425  personas. Planteé este estudio en diferentes situaciones: en el centro de la ciudad en hora punta, en gimnasios (volumen de las clases en aulas dirigidas) y con  personas que utilizaban auriculares.
La metodología era muy sencilla. Todos los participantes en el estudio  tenían que recoger un  objeto  del suelo estando de pie y con apoyo de una sola pierna.  Con el apoyo de la pierna izquierda (la otra pierna estirada de tras del cuerpo), debían  utilizar el brazo y la mano izquierda para completar la acción, acto seguido tenían que caminar sobre una línea continua. Debían  hacer este test antes y después de la clase, antes de salir a  la calle en la ciudad y después de regresar, y  por último antes de escuchar los auriculares y después haberlo hecho. Para mensurar el nivel de  pérdida de equilibrio, se utilizó un casco de medición.
Aquéllos que salieron a la calle en hora punta  tuvieron una pérdida de equilibrio de un 8%. Los que usaron  auriculares sufrieron una pérdida de equilibrio de un 13 a 18%, y las personas que estaban en las clases dirigidas de los gimnasios padecieron una pérdida de equilibrio de entre un  26%  y un 28%. Los últimos  niveles porcentuales son  muy altos y a la vez preocupantes. 
En una segunda fase del estudio, me centré en  los grupos de los gimnasios. El reto siguiente era pedir a los monitores  que no elevasen  el volumen de sus músicas en los momentos de mayor excitación de sus clases. Tras tres meses, el resultado era sorprendente: con ese  pequeño cambio de actitud,  los alumnos, que en la primera fase habían tenido una pérdida de  un 28% de equilibrio,  ahora pasaron  a experimentar  una pérdida de sólo el 12%. Este estudio nos deja claro que la altura excesiva del volumen en las clases dirigidas de los gimnasios o centros de entrenamientos no solo son perjudiciales para la audición,  sino que  también  afectan el equilibrio de los alumnos de una manera relevante. Si el equilibrio se ve  afectado en actividades como las dirigidas,  el sistema neuromuscular tendrá una mayor dificultad en codificar  con la debida precisión los estímulos que  recibe y los que emite.
El motivo de que la pérdida de equilibrio sea más relevante en los gimnasios es  por el hecho de que en esa situación el cerebro tiene que recibir y procesar  estímulos distorsionados  y dañinos para el oído, y al mismo tiempo asimilar la información  de los nuevos movimientos de las coreografías propuestas en la clase.  El ruido en éste caso tiene doble función negativa: perjudicar a los oídos y deformar las informaciones recibidas por el cerebro.