martes, 31 de julio de 2012

LA OSTEOPOROSIS


La osteoporosis es una enfermedad  muy frecuente inducida por malos hábitos, que afecta aproximadamente a más de 60 millones de personas en todo el mundo y a la mitad de las mujeres por encima de los 45 años. Aunque esta enfermedad es ocho veces más frecuente en la mujer que en el hombre, es una situación a la que el hombre también debe estar atento.
Para entender los efectos de la osteoporosis se necesitan unos conocimientos básicos sobre los huesos. En el cuerpo humano hay 206 huesos que dan protección y soporte al resto de los tejidos. Los huesos están compuestos por tejido óseo, el cual se compone a su vez de proteínas, minerales y células óseas. Las proteínas forman una trama fibrosa donde se depositan los minerales, fundamentalmente calcio. Los huesos sanos son ricos en calcio, un mineral que contribuye a la densidad y la fuerza del hueso. Como otros tejidos del cuerpo, el hueso está en continuo cambio, formándose, destruyéndose o remodelándose. La masa ósea, o la cantidad de hueso que cada uno tiene, aumenta durante la infancia, la adolescencia, y la juventud. El pico de masa ósea se produce alrededor de los treinta años. La masa ósea es mayor en los hombres que en las mujeres, y mayor en negros que en blancos. Después de los 30, la formación de hueso es menor que la reabsorción y se va perdiendo densidad ósea con los años. Las mujeres postmenopáusicas tienen mayor riesgo de desarrollar osteoporosis por causas hormonales. En la menopausia, los ovarios dejan de funcionar y los niveles de estrógenos disminuyen. Los estrógenos tienen un importante efecto protector en los huesos. Conforme la masa ósea disminuye, los huesos se van debilitando, se vuelven más frágiles y se fracturan fácilmente. En la columna, las vértebras se pueden comprimir, disminuye la talla con el tiempo y la espalda se incurva. Esta situación debilitante se llama osteoporosis. El término significa "hueso poroso". La progresiva pérdida de masa ósea es un acontecimiento normal con la edad. De todas maneras la osteoporosis también puede estar asociada a determinadas enfermedades endocrinas, dietas deficientes en calcio, tratamiento prolongado con corticoides, etc.

El tejido óseo perdido no se sustituye fácilmente, pero mayores pérdidas pueden minimizarse con unas medidas preventivas. Ambos, hombres y mujeres deben asegurarse de que su ingesta de calcio es la adecuada. La cantidad recomendada de calcio para hombres y mujeres entre los 10 y los 25 años, es de 1200 miligramos al día; y de los 25 en adelante es de 800 miligramos al día. Hacer ejercicio también ayuda. Recientes investigaciones indican que un ejercicio regular de pesas, correr o caminar, ayudan a los huesos a captar calcio.
Están surgiendo nuevas medidas preventivas que a largo plazo pueden minimizar el daño de los huesos. Es por lo tanto importante adoptar una dieta sana y realizar ejercicio.
Es fundamental prevenir la osteoporosis y para ello es importante que tengamos en cuenta algunos factores.
Hay algunos elementos de riesgo, que también son conocidos por  las causas descalcificantes que no permiten la correcta asimilación  del calcio en el organismo. Para inhibir la acción de dichos elementos es importante: mantener una buena ingesta de calcio dentro de una dieta equilibrada, ingerir vitamina D, no realizar dietas estrictas, evitar el sedentarismo haciendo ejercicio con  regularidad, no fumar, controlar la ingesta de cafeína, controlar el exceso de sal,  evitar el consumo de alcohol, evitar el consumo exagerado de proteínas, evitar los suplementos de zinc, de ácido oxálico / ácido fítico, evitar el consumo exagerado de fibras, no ingerir alimentos de fibras vegetales en exceso, limitar el consumo de bebidas de cola, evitar los medicamentos que disminuyan la masa ósea.   

Los lácteos descremados y sus derivados son una buena opción  para un aporte adecuado de calcio. Por ser descremado su contenido graso es menor, pero eso no quiere decir que la dosis de calcio disminuya. Los pescados  ( sardinas), los frutos secos, los legumbres, el brócoli, son fuentes importantes de calcio. Los quesos descremados (blancos de untar o los quesos blandos), algunos tipos de ensaladas, etc.   
Para saber si una persona tiene osteoporosis, es fundamental hacer una prueba que se llama densitometría.
La densitometría ósea es la prueba diagnóstica que permite medir la consistencia mineral del hueso, en otras palabras, su contenido en calcio por medios de rayos X, ultra sonido o isótopos radiactivos. Es la primera herramienta de diagnóstico que se utiliza en la osteoporosis. De esta manera se puede determinar el riesgo de sufrir fracturas óseas. Esta prueba puede servir para valorar la salud ósea, para controlar la pérdida ósea o la respuesta al tratamiento que se aplica. Sirve también para detectar la enfermedad en su etapa más precoz y establecer un tratamiento preventivo.
Las poblaciones más propensas para  la realización de la densitometría son : mujeres postmenopáusicas candidatas a un tratamiento hormonal sustitutivo, los casos de sospecha de una fractura o aplastamiento de vértebra diagnosticado en una radiografía normal, los tratamientos prolongados con corticoides, hiperparatiroidismo primario asintomático(1), los casos de seguimiento de la evolución de  esa enfermedad dentro de un tratamiento.
Dentro de los grupos de riesgo están las mujeres de más de 65 años, premenopausicas con deficiencia estrogénica, las mujeres que tengan menopausia precoz, menopáusicas con un factor de riesgo para la osteoporosis, y las fumadoras. Dentro de las enfermedades que provocan la osteoporosis secundaria están: hiperparatiroidismo primario, hipertiroidismo, enfermedad inflamatoria crónica, malabsorción intestinal y una inmovilización prolongada. 
Es primordial que hombres y mujeres estén atentos a la posibilidad de padecer la osteoporosis, por eso es fundamental que, en el momento pertinente, acudan al especialista para que éste pueda hacer las oportunas pruebas y que se pueda descartar la existencia de esta deficiencia, o para poder tratarla desde sus inicios; de todas formas es fundamental tener en cuenta la prevención de la misma. Una especial atención a la osteoporosis deben de dar las atletas de alto nivel una vez retiradas, debido a las dietas estrictas utilizadas en su deporte y el alto nivel de exigencia en sus entrenamientos. Pero este es un tema para otro artículo...
Al contrario de lo que la mayor parte de las personas piensan, la pérdida de la densidad ósea es un hecho que ocurre por la falta o la poca utilización de los músculos y de los huesos debido al sedentarismo o la poca actividad de los mismos y la mala alimentación con aporte deficiente de calcio. Si hay poca actividad, el hueso necesitará pocas cantidades de calcio. Si uno pasa la mayor parte  del tiempo sentado, los huesos no solicitarán grandes cantidades de calcio, pues no lo utilizará. De otra parte el cuerpo  liberará el exceso de hueso inútil, pues para el trabajo que ejerce no habrá necesidad de tanto volumen para sostener  la  carga axial (peso del cuerpo sobre las piernas). Las personas afectadas por la osteoporosis no necesariamente tendrán debilidad en los dientes, de hecho son pocos los casos en que esto ocurre. Eso se produce debido a la frenética actividad del maxilar en el ejercicio de la alimentación y del habla, los músculos maxilares se mantienen en constante actividad y los dientes están siempre trabajando. La densidad ósea sólo se incrementa en función  de la demanda mecánica y la carga que tiene que aguantar. Por ello es fundamental tener una vida activa, mantener una buena dieta y, sobretodo, practicar actividad física.  La vejez no debería ser un tema que se asocie a la osteoporosis, sino la mala alimentación y principalmente la falta de actividad física o la inactividad. 
En los días de hoy conocemos cada vez más sobre los temas químicos que ocurren en el cuerpo humano, pero muy poco se sabe sobre los temas mecánicos.
    
1. Hiperparatiroidismo primario es una alteración en la glándula que produce hormonas en exceso, aunque exista niveles normales de calcio en la sangre. Es la primera causa de hipercalcemia.



martes, 24 de julio de 2012

ALGUNOS CONSEJOS BÁSICOS PARA INICIARSE EN LA ACTIVIDAD FÍSICA


Una alarmante estadística indica que un alto porcentaje de personas no hace ejercicio y no practica ningún programa de ejercicio de manera regular.  Esto es bastante sorprendente, ya que la actividad física  proporciona numerosos beneficios: mejora el estado del sistema cardiovascular, mejora la resistencia muscular, aumenta la energía, reduce el riesgo de infarto, ayuda a controlar el peso, contribuye a bajar los niveles de colesterol, provoca sensación de  bienestar  y aumentar la autoestima.  Además, se pueden modificar algunos factores de riesgo asociados a ciertos tipos de cáncer mediante la práctica regular de ejercicio y se puede reducir ligeramente la tensión arterial a largo plazo.  Consulte a su médico antes de empezar un programa de ejercicios.
La edad no es una barrera para hacer ejercicio y poder obtener sus ventajas.  Cuanto más ejercicio se hace, más aumenta la expectativa de vida.  La actividad física contribuye a alargar la vida reduciendo los efectos de la edad.  El ejercicio aeróbico regular no sólo ayuda a preservar el funcionamiento neurológico en edades avanzadas sino que también lo incrementa en potencia en aquellos ancianos que han llevado una vida sedentaria.  Cuanta más edad se tiene, más importante es mantener una actividad física.  Los problemas que surgen con la edad como el incremento de grasas en el organismo, la disminución de la resistencia muscular y de la flexibilidad, la pérdida de masa ósea, un metabolismo más bajo y reacciones más lentas, pueden minimizarse e incluso evitarse con la práctica de ejercicio.  La realización de ciertos tipos de actividad moderada por parte de quien ha llevado un estilo de vida sedentario conlleva un aumento de la expectativa de vida.  Recuerde: si quiere beneficiarse de las ventajas de cualquier ejercicio debe planteárselo como un hábito a largo plazo.
El ejercicio ayuda a perder o mantener el peso creando tejido muscular. No se puede afirmar que el ejercicio reduzca o aumente el apetito, aunque con ejercicio regular las calorías que se queman son más que las que se pueden suplir con un ligero aumento de apetito. Un programa de ejercicio regular aeróbico también ayuda a bajar el nivel total de colesterol y a aumentar el colesterol HDL ("colesterol bueno").  Haga ejercicio al menos tres veces a la semana durante treinta minutos como mínimo en cada sesión para obtener estos beneficios.  Mas existe un inconveniente: el ejercicio puede afectar a los niveles de colesterol en sangre temporalmente, ocasionando una subida en los niveles de un 10-15% hasta una hora después de haber terminado el ejercicio.  No haga ejercicio si se va ha hacer una prueba del nivel de colesterol en sangre.
La variación de ejercicios es una de las claves para mantenerse en forma. Ningún ejercicio en particular cubre adecuadamente todos los aspectos para mantenerse en forma equilibradamente.  Practicar más de una actividad y alternarlas también ayuda a romper la monotonía.  Un entrenamiento variado permite ejercitar más músculos que  una única actividad. Cuando empiece un entrenamiento, hágalo de forma pausada.  El mejor método es compaginar actividades que ejerciten diferentes partes del cuerpo: nadar y montar en bicicleta, remar y correr, etc.  Divida el tiempo total del ejercicio entre las dos actividades: por ejemplo, 30 minutos para cada una para empezar, lo que hace un total de 60 minutos de ejercicio. Es muy interesante compaginar las actividades aeróbicas con un buen entrenamiento en la sala de musculación.
Si deja de hacer ejercicio de golpe, perderá todos las ventajas que le ha  proporcionado.  Sin embargo, si abandona la actividad poco a poco, esa pérdida se pospondrá unos meses. De todas formas lo ideal es no dejarlo.
Algunos consejos: no se exceda, las molestias son innecesarias; utilice un calzado adecuado y apropiado; controle  los movimientos, vigile sus posturas y formas; no salte mientras  estira; evite ejercicios aeróbicos violentos; haga ejercicios de calentamiento y de relajación muscular; establezca metas realistas; comience poco a poco; busque ejercicios convenientes; busque un grupo de apoyo y realice ejercicios variados.
La mejor forma de empezar es realizar ejercicios de calentamiento: forzar los músculos cuando están fríos puede dañarlos.  Además de la actividad, es esencial realizar un calentamiento inicial  que contenga estiramientos, y una fase de  estiramientos finales seguidos de la relajación al término del entrenamiento.  Los ejercicios de calentamiento regulares incrementan el ritmo cardíaco y la circulación de la sangre, aumentan la temperatura de los músculos y tejidos conectivos y mejoran la función muscular.  También disminuyen la posibilidad de lesiones relacionadas con el deporte.  Para calentar las articulaciones se recomiendan de 5 a 15 minutos de ejercicios de calentamiento (menos tiempo en estaciones cálidas, más tiempo en estaciones frías). Después del entrenamiento relaje los músculos despacio, de forma gradual.  Cuando hace  frío  es conveniente realizar  los ejercicios de calentamiento  antes de salir, y los de relajación  al concluir el ejercicio en un espacio  interior.
Para los entrenamientos en estaciones frías no lleve demasiada ropa: lleve varias capas de ropa fina y de preferencia sin ajustar; si lleva cremalleras, llévelas cerradas; utilice guantes confortables y que proporcionen un buen cambio de oxígeno con el medio; lleve gorro o capucha y calzado que tenga un buen agarre y amortiguación.  Realice los ejercicios de calentamiento y relajación en el interior. Beba mucho líquido, tanto si hace frío como si hace calor. Esté alerta de las condiciones atmosféricas y tenga en cuenta que los días son más cortos en invierno. No pare de golpe y lleve gafas y crema para el sol.
Recuerde siempre beber gran cantidad de líquido, especialmente en tiempo caluroso para reemplazar el líquido perdido por la sudoración.
Si tiene más de 45 años, consulte a un especialista antes de comenzar un programa de ejercicios.  Si tiene más de 35 años o algún factor de riesgo de enfermedades coronarias (dolor de pecho repetitivo, presión arterial elevada o niveles de colesterol altos, es fumador u obeso), visite a un médico antes de comenzar a realizar  ejercicio.  A cualquier edad consulte a su especialista si ha tenido alguna enfermedad cardiovascular o pulmonar o algún síntoma de estas enfermedades.





martes, 17 de julio de 2012

LA IMPORTANCIA DEL AGUA EN NUESTRAS VIDAS



Algunos  de  los factores fundamentales para  que podamos mantener una buena calidad  sanguínea y un estupendo funcionamiento de nuestros órganos internos  son  la constante hidratación, la conservación de una dieta equilibrada y practicar actividad física con regularidad. El agua también interviene en otros mecanismos muy importantes como  transportar los glóbulos rojos con oxígeno a los músculos, eliminar el anhídrido carbónico a través de la respiración y regular la presión arterial para el buen funcionamiento del corazón y la circulación.
El agua es esencial  para nuestras vidas por varios motivos. Tenemos que recordar que nuestro cuerpo está compuesto por casi 2/3 de agua, cosa que nos facilita el entendimiento sobre la importancia para nosotros de este elemento. Una deshidratación aunque moderada podría ocasionarnos algunas molestias como  mareos y dolor de cabeza. El agua es importante para eliminar toxinas, regular  la temperatura del cuerpo, transportar oxígeno y nutrientes a todas las células del cuerpo; además la sangre está compuesta de un 92% de agua. El agua humedece el oxígeno para que  respiremos, protege y amortigua los órganos vitales, ayuda a convertir los alimentos en energía, ayuda al cuerpo a absorber los nutrientes, se deshace de los desperdicios. Los huesos son un 22% de agua y  los músculos  un 75%. El agua amortigua las articulaciones y facilita su trabajo.
Si quieres vivir con salud, el agua es la mejor bebida que existe.
El agua compone la mayoría de las células de nuestro cuerpo, es la parte más grande de nuestro sistema sanguíneo y linfático,  desarrolla una función primordial transportando alimento y oxígeno a las células y  desechando intrusos y desperdicios. Limpia nuestros riñones de substancias tóxicas;  balancea nuestros electrolitos  ayudándonos  a controlar la presión sanguínea; humedece nuestros ojos, boca y orificios  nasales;  mantiene el cuerpo fresco cuando hace calor y aislado cuando hace frío;  nos provee de los minerales que  necesitamos  tales como magnesio, cobalto y cobre.
El agua ayuda a mantener  el volumen de la sangre, y mantiene su energía. Una buena hidratación mejora sustancialmente la concentración y el tiempo de respuesta, especialmente durante los ejercicios. Aumenta el número de calorías que se  queman durante la actividad física y en las actividades diarias.  Disuelve las medicinas haciendo que actúen de una manera más rápida y eficiente. Evita el malestar estomacal ocasionado por las medicinas concentradas. 
Un alto consumo de agua ayuda a la reducción del riesgo de padecer enfermedades: resfriados, cálculos en los riñones, cáncer de mama, cáncer de colon, cáncer del tracto urinario.
El agua llega por último a la piel. Si el cuerpo no obtiene el agua necesaria, la piel sentirá los efectos más que cualquier otro órgano. Una buena hidratación se encarga de dejar la piel más tensa, más pulida, más suave, más libre de arrugas.
El agua contribuye  en  la bajada del peso corporal: nos proporciona más energía durante el ejercicio y ayuda al cuerpo a reducir los depósitos de grasa.  
El agua disuelve y transporta otros nutrientes por el organismo ayudando al proceso de digestión, absorción, circulación y excreción.  También ayuda a regular la temperatura del cuerpo.  El organismo necesita reemplazar de 2-1/2 a 3 cuartos de agua al día para poder realizar sus funciones;  sin ello moriríamos en pocos días. Parte del agua requerida por el organismo proviene de la contenida en los alimentos.  Sin embargo, se necesitan de seis a ocho vasos de agua para completar el balance.  Beber zumos, leche u otras bebidas puede satisfacer ese requerimiento.  No obstante, algunas bebidas producen un efecto diurético (eliminan el agua del cuerpo mediante la orina): entre ellas se incluyen las bebidas alcohólicas, el café, el té y las colas.  Lo más recomendable es beber sólo agua pura.
El plasma es constituido por un 92% de agua aproximadamente, es el solvente de la sangre y constituye aproximadamente el 55% del volumen de sangre completa. Es un líquido compuesto de agua, proteínas, sales minerales y otras sustancias necesarias para el funcionamiento normal del organismo y donde se encuentran "nadando" las células sanguíneas.
Entre las sustancias de importancia que transporta el plasma están las siguientes.
  • La Albúmina
    Es una proteína que ayuda a mantener el agua del plasma en una proporción equilibrada.
  • Las Globulinas
    Son los anticuerpos encargados de la defensa de nuestro organismo frente a las infecciones. Su disminución acarreará una bajada de defensas.
  • Factores de Coagulación
    Son imprescindibles para evitar las hemorragias. La ausencia de algún factor de coagulación puede ocasionar trastornos hemorrágicos ya que se dificulta la formación del coágulo.
  • Otras proteínas transportan sustancias necesarias para el normal funcionamiento de las células (grasas, azúcares, minerales, etc.)
Siempre escuchamos  lo importante que es  beber agua, pero pocas son las personas  que se interesan en saber la real transcendencia del agua en nuestras vidas. Beber agua es más importante de lo que creemos. El agua es una sustancia imprescindible para nuestra existencia  y sin ella no podríamos vivir. Por ese motivo es fundamental que seamos conscientes de la relevancia que tiene cuidar mejor de nuestro planeta.

martes, 10 de julio de 2012

LA ACTIVIDAD FÍSICA EN LA PREVENCIÓN DE ENFERMEDADES Y PARA EL RETRASO DE LA VEJEZ

La asociación entre  bajos niveles de actividad física y la resistencia insulínica con resultado de hiperinsulinemia es el vínculo entre la obesidad (en particular con predominio de depósito adiposo abdominal e intramuscular) con la hipertensión, la hiperlipidemia, la diabetes tipo 2 y la enfermedad coronaria. En presencia de obesidad, la inactividad física constituye un factor de riesgo independiente que predispone a enfermedades cardiovasculares y  a otra serie de alteraciones metabólicas y osteomusculares. La combinación de dieta y ejercicio físico acelera o aumenta la pérdida de grasa, mantiene o aumenta la masa magra y desacelera la disminución de la (TMB) tasa metabólica basal, de manera más eficiente que la restricción energética de la dieta de manera aislada.
Muchas corrientes de estudios tienen  diferentes puntos de vista con relación a las mejorías que proporciona la actividad física. Algunas literaturas defienden que para lograr beneficios  con el ejercicio físico, se debe antes mejorar la condición física del sujeto, mientras que el gasto de energía por actividad permite: acercarse al logro del balance energético, la disminución de la presión  tanto sistólica como diastólica en los individuos hipertensos, normaliza los lípidos sanguíneos  aumentando las (HDL) lipoproteínas de alta intensidad y disminuyendo los triglicéridos en las personas con valores altos y una mejoría significativa de sensibilidad a la insulina. 
Se considera  el envejecimiento como “un proceso deletéreo, progresivo, natural y universal que acontece en todo ser vivo con el tiempo, como expresión de la interacción entre el programa genético del individuo y su medio ambiente”.  Podemos  entender  cómo se producen cambios de grado multisistémico, los cuales se ven representados en cada uno de los sistemas corporales y evidenciados en deficiencias en las distintas clases del movimiento. Con la actividad física se obtienen algunos beneficios que evitan que el proceso de envejecimiento deteriore la condición funcional de la persona evitando su aislamiento social y mejorando su calidad de vida.
Llevar una vida físicamente activa es importante, pues reduce el riesgo de padecer enfermedades como la diabetes, la hipertensión, la obesidad, la osteoporosis o los problemas cardiovasculares. Practicar  actividad física, o deporte, bailar, caminar, evitar el sedentarismo, ha sido demostrado que es una manera eficiente de afrontar el paso del tiempo.
Un interesante estudio publicado en la  revista “Archives of Internal Medicine” comprobó que  el sedentarismo acelera el proceso de envejecimiento de tal manera  que las personas estudiadas que realizaban actividad física resultaban ser, biológicamente hablando, diez años más jóvenes que las sedentarias. Una vida sedentaria aumenta la posibilidad de padecer  enfermedades asociadas al envejecimiento y a la muerte prematura.
Al analizar  los efectos del sedentarismo sobre el envejecimiento celular y cómo estos efectos pueden ser prevenidos a través de un estilo de vida activo, se ha comprobado que  la inactividad influye en el proceso de envejecimiento de una manera directa, además de disminuir la expectativa de vida por la predisposición a padecer enfermedades relacionadas con la edad.
En el análisis de los telómeros: porciones de ADN que se encuentran en los extremos de los cromosomas y que se acortan cada vez que la célula se divide, cada año que pasa los cromosomas pierden en promedio 21 de las unidades que conforman  los telómeros, pero cuando estos se vuelven extremadamente cortos, la célula que los alberga pierde la capacidad de dividirse. Llevar una vida físicamente activa o por lo contrario sedentaria, tiene efectos sobre la edad biológica de las células.
En el estudio anteriormente citado, ha sido comparado el largo de los telómeros de 2400 mellizos voluntarios, según la cantidad de actividad física que realizaban en su tiempo libre. Dividieron a los 2400 mellizos según su nivel de actividad física semanal en cuatro grupos:
inactivos (16 minutos de actividad física a la semana)
poco activos (36 minutos)
moderadamente activos (102 minutos)
muy activos (199 minutos)
El descubrimiento fue que las mujeres y los hombres que eran menos activos físicamente tenían telómeros más cortos que sus pares, independientemente de la edad. Los sujetos más activos tenían telómeros  igual de  largos que individuos sedentarios de hasta diez años más jóvenes en equivalencia. Esta diferencia sugiere que los individuos inactivos quizás  sean diez años más viejos biológicamente que los sujetos más activos.
También la obesidad y el tabaquismo acortan los telómeros en cantidades equivalentes a diez años.
El largo de los telómeros de los glóbulos blancos es menor en enfermedades que se asocian con  un estrés oxidativo, como la enfermedad coronaria arterial, la diabetes mellitus, la insuficiencia cardíaca y la osteoporosis, y  es un pronosticador  del infarto del miocardio temprano. El largo mayor de los telómeros  observado en los mellizos más activos se debe a que la actividad física disminuye el impacto del estrés oxidativo sobre las células. Es decir, practicar actividad física protegerá las células de la acción de los radicales libres que aceleran el envejecimiento. Es muy probable  que la relación entre la actividad física y el largo de los telómeros esté mediada en parte por una reducción de los niveles de estrés psicológico inducido por el ejercicio físico.
Es importante  practicar  actividad física con regularidad, pues retarda el envejecimiento  y disminuye el riesgo de padecer enfermedades asociadas a la edad. En cuanto a la cantidad de ejercicio necesario para lograr los beneficios citados, se recomienda realizar por lo menos treinta minutos de actividad física moderada, al menos cinco días por semana. Los resultados serán significativos.

martes, 3 de julio de 2012

LA OBESIDAD EN LOS NIÑOS


La obesidad es un gran problema de salud. La idea de que la grasa en los niños es sinónimo de salud o de que con la edad se les reducirá el peso es totalmente irreal, además de carecer de sentido común. Es importante que desde los primeros meses de vida los niños adquieran buenas costumbres alimenticias. En un 50 % de los casos, la edad de aparición de la obesidad se produce antes de los dos años; los demás casos se observan en épocas de mayor crecimiento, como la pubertad y la adolescencia.
La obesidad está asociada a más de 300 mil muertes al año. Un 80 % de los adolescentes obesos seguirán siéndolo en la edad adulta, menos de un 5 % de los adultos que pierden peso son capaces de mantenerse en su peso ideal durante cinco años después del tratamiento y  un 6 % recupera el peso perdido en los primeros seis a doce meses. La obesidad contribuye entre otras causas a aumentar la mortalidad por enfermedades cardiovasculares, y a la aparición de la diabetes mellitus, de alteraciones esqueléticas, hipertensión arterial, hipercolesterolemia, e inadaptación psicosocial.
La palabra obesidad viene del latín, “obesus” que quiere decir “persona que tiene grasa en abundancia”. Ésta se caracteriza por la acumulación  y almacenamiento excesivo de grasa, principalmente en el tejido adiposo. Se manifiesta por un aumento de peso por encima del 20 % del peso ideal esperado por la edad, altura o sexo. No es una manera exacta para calcular el peso, pero es práctica. Se utiliza  de los dos años de edad hasta los cinco. Se hace multiplicando la edad en años por dos más ocho (niño de tres años: 3 x 2 + 8 = 14kg). Al analizar la obesidad en niños y adolescentes, siempre debemos hacer  las comparaciones  de una manera meticulosa. En la mayor parte de los casos, las personas involucradas, padres y niño están más preocupados con los problemas  sociales que esta enfermedad origina, que por las alteraciones y desórdenes metabólicos que  puede ocasionar.
Una complicada interacción entre factores genéticos, psicológicos, ambientales, y socioeconómicos es el resultado de la obesidad en la infancia y en la adolescencia.  El ambiente en que se desarrollan y el estado de salud juegan un importante papel en el origen de la obesidad. Algunos factores  facilitan  que un niño se convierta en un obeso: padres gordos e inadecuados hábitos de alimentación en familia. Con mayor frecuencia ocurre cuando  la madre es obesa por el motivo de pasar mayor parte del tiempo con el niño.  Actitudes sedentarias como comer golosinas en frente al televisor, en el coche, etc.
El mito de que el lactante obeso es sinónimo de salud es de todo falso. Inicialmente el aumento de peso es paulatino y  progresivo, sus padres se alegran de ver su hijo sano, acto seguido  rechoncho y por último gordo cuando ya sobrepasó el 20 por ciento de su peso ideal.
Cuando la madre alimenta el niño respondiendo a demandas que no son nutricionales, como  ternura, enfado o  miedo, el niño no podrá diferenciar lo que es el hambre de estar molesto. Eso provocará una sobrealimentación.
En el caso de padres que son obesos, estos deben modificar los hábitos nutricionales de la familia, y deben vigilar muy de cerca la alimentación de sus hijos.
Alimentar a los niños adecuadamente desde su nacimiento y durante los primeros años de vida, es la mejor manera de impedir  la obesidad en la niñez. Desde los primeros años de vida: se identifican los sabores, se conocen los alimentos, sus texturas, se adquieren los hábitos de alimentación, se marcan los gustos y las preferencias por los alimentos.
Si sospecha que su hijo padece de sobrepeso, debe consultar al médico lo más rápido posible. En el caso de que sea así, se pueden plantear algunos cambios desde el sentido común: cambiar los hábitos  alimentarios del niño y de la familia,  proporcionarle una dieta adecuada para su etapa de crecimiento y desarrollo, practicar ejercicio y actividad física de una manera rutinaria, la participación activa de los padres y la familia.
El hábito de hacer ejercicio  contribuye al gasto energético y favorece la bajada de peso. Si el niño o adolescente se encuentran en esta situación, la actividad física es condición fundamental para su recuperación. Se recomienda que estas actividades sean desarrolladas con profesionales especializados y de preferencia  junto al entorno familiar, con una frecuencia de 3 a 5 días por semana. Inicialmente con una duración de 15 minutos e incrementando hasta 1 hora. Actividades como la natación, el ciclismo o spinning, clases de gimnasia, etc. O algún deporte que le interese al niño como el básquet, el fútbol, patinar, etc. Cualquiera que sea la actividad, ésta debe ser aplicada por el profesional de una manera controlada. La actividad física diaria en casa también es de suma importancia: utilizar las escaleras a cambio del ascensor, disminuir las actividades sedentarias como ver televisión, el ordenador, el videojuego. No regalar  juguetes que  limiten el ejercicio como las motos eléctricas, coches eléctricos o aquellos juguetes que no proporcionen la movilidad oportuna. Es interesante estimular el movimiento desde las primeras edades.  
La participación de los padres es fundamental. Es muy importante modificar las costumbres alimenticias de toda la familia, evitar la compra de alimentos que el niño no deba consumir, ofrecerle porciones pequeñas y de preferencia utilizar platos pequeños, predicar con el ejemplo y mantener los alimentos fuera del radio de visión de los peques.
Premiar a los niños con pasteles, dulces, chocolatinas, helados, golosinas, es una manera de condicionar indirectamente  a este niño a la obesidad. En la construcción de buenos hábitos, se destacan estar junto al niño hasta que termine de comer, poner límites y compartir los alimentos en familia. A partir de la edad escolar es importante hacer que el crío se responsabilice de las recomendaciones de la dieta prescrita por los profesionales, pero siempre bajo la supervisión de los padres.