El esqueleto proporciona soporte para el cuerpo y protege los
principales y delicados órganos internos. Los niños al nacer tienen unos 350 huesos individuales. La mayor
parte se van uniendo al crecer. Un adulto normal tiene aproximadamente 206
huesos. El cráneo al principio consta de 26 huesos separados. En los niños están unidos por membranas
cartilaginosas y flexibles llamadas fontanelas.
Estas membranas se van osificando, formando las suturas rígidas del cráneo
adulto. Los huesos del cráneo proporcionan una protección sólida para el
cerebro y otros órganos sensitivos. Están conectados con la columna, compuesta
por 33 huesos pequeños e irregulares que forman las vértebras. Se puede decir
que es el pilar principal del cuerpo. En ella se anclan directa o
indirectamente los demás huesos. Cada hueso tiene una forma y tamaño especial,
en función del trabajo que tenga que realizar y de su posición.
La columna vertebral fija los doce pares de costillas. La caja torácica
formada por las costillas protege los órganos vitales. Son fuertes pero flexibles para adaptarse a la forma de
los pulmones al respirar. Los brazos y sus huesos son una de las más
exquisitas obras de ingeniería que se conocen. Las complejas articulaciones
de la mano, codo y hombro son dignas de admiración, ya que permiten gran
variedad de movimientos, desde el más amplio hasta el más minucioso. Junto con
los 26 huesos de la mano, el brazo está preparado para realizar cualquier
movimiento y manipulación.
La pelvis está situada en la base de la columna vertebral. Conecta las
piernas con el resto del esqueleto. Las piernas son los huesos que soportan el
cuerpo. Son mucho más largos y fuertes que los huesos del brazo. El hueso del
fémur es el más largo de todo el cuerpo humano. Cada pie está compuesto por 26
huesos. Éstos permiten una amplia gama de movimientos flexibles, a la vez que
pueden resistir un peso increíble sobre ellos. La planta del pie de un adulto soporta unos 42 kg . por cm. cuadrado en
cada zancada. Erguido, el peso se distribuye uniformemente a lo largo del
pie. La mitad del peso se envía al calcáneo, en el talón, y la otra mitad va a
los huesos del tarso, que forman el arco del pie. Los huesos están
perfectamente diseñados para su trabajo.
Una vez hechas las presentaciones,
es fundamental que sepamos hacer uso de la medicina preventiva para que no
sucumbamos a caer en manos de las destructivas enfermedades óseas. Por este
motivo es interesante que tengamos en cuenta la importancia de algunos factores.
Actividad Física: Está comprobado que
la práctica de ejercicio físico durante la juventud favorece el aumento de la
masa ósea. Con ello se consigue que al alcanzar
las edades adultas, el hueso nunca se quede debilitado hasta el extremo de
llegar a la osteoporosis, aunque exista una disminución natural de la densidad
de la masa ósea. De otra parte es fundamental resaltar que la práctica de
ejercicio físico en todas las edades es igual de importante, sobre todo los
ejercicios de carrera, las flexiones, las pesas, los ejercicios en los que
exista un soporte del peso del cuerpo. Mantener una buena postura puede
llevarnos a combatir una de las enfermedades más habituales de los tiempos
modernos y que además produce el mayor número de bajas laborales: el dolor de
espalda. Los hábitos cotidianos tienen mucho que ver con la elevada tasa de esta
patología. El desarrollo de actividades que eviten o minimicen el deterioro de
nuestro aparato locomotor es fundamental.
Drogas: El tabaquismo:
Es sabido que fumar es un factor de riesgo conocido como desencadenante de la
osteoporosis. No sólo perjudica la formación ósea, sino favorece la producción
de ciertas proteínas que intervienen en
la perdida de la densidad ósea.
Dieta: En lo referente a
la alimentación, el alcohol también afecta
al equilibrio de la hormona paratiroidea, que interviene en la
reabsorción del calcio. La cafeína aumenta la perdida de calcio en la orina a
través de la función renal, por este motivo no se recomienda tomar demasiado
café. El mismo efecto que produce el exceso de cafeína, también lo produce el exceso del consumo de sal o de proteínas
animales. Consumir calcio es una buena idea. El 99% del calcio que consumimos
se almacena en los huesos y, casi en su totalidad, adquirimos este mineral a
través de la dieta. Las fuentes más rápidas
de calcio son los lácteos, pero también podemos encontrarlo en las hortalizas
de color verde oscuro, las nueces, los cereales, el salmón, y las sardinas (si
se comen las espinas, ej., las sardinas en lata). No obstante ninguno de ellos es
capaz de sustituir a la leche y sus derivados. Un adulto no debe tomar menos de
1.000 miligramos de calcio al dia. En la adolescencia o después de los 50 años
de edad, es recomendable subir la dosis hasta 1.500 miligramos. Hay que tener
en cuenta que existen algunos grupos que deben tener unos cuidados especiales
como son las mujeres que no reciben tratamiento hormonal tras la menopausia,
las madres en periodo de lactancia y las mujeres embarazadas. En estos casos
hay que incrementar el aporte de calcio.
Vitamina D: Tomar vitamina D
favorece la absorción del calcio. La vitamina D es fundamental para que el
mineral de la dieta pase del intestino al resto del organismo, hacia la sangre
y, acto seguido, hacia los huesos. La radiación solar favorece la
aparición de vitamina D en la piel de
una manera natural. Este es uno de los motivos por el cual se recomienda tomar
el sol con moderación.
Densitometría: La densitometria es
una técnica de diagnóstico precoz fundamental para que se pueda actuar en la
prevención de la osteoporosis. Una patología como ésta podría pasar inadvertida
toda la vida, salvo que exista una fractura para delatarla.
Fármacos: Es fundamental mantener ciertos cuidados con algunos fármacos
debido a su efecto secundario que pueden afectar al esqueleto. Uno de los más
conocidos son los corticoides que se utilizan para reducir el efecto de las
inflamaciones, algunas anomalías inmunitarias y las reacciones alérgicas. El
uso excesivo de los corticoides (cortisona) puede ocasionar algunas alteraciones óseas como la
osteonecrosis aséptica (muerte de las células ósea por falta de riego
sanguíneo), aunque el efecto secundario más común derivado de este fármaco es
la osteoporosis. Si un enfermo está obligado a someterse a un largo tratamiento
médico con esta sustancia, lo ideal sería subir el aporte de calcio en su dieta
mientras dure el tratamiento.
Las personas
increíblemente delgadas: La delgadez extrema es un factor que afecta la perdida
de densidad ósea, pues las hormonas como la estrona y estradiol relacionan su
aparición en proporción al peso corporal.
Calzado inadecuado:
El
peso del cuerpo se reparte por todo el pie desde la punta hasta los
talones. Un zapato inadecuado puede
ocasionar daños en toda la estructura muscular y esquelética del cuerpo. Con la
modificación de la distribución del peso del cuerpo y la utilización de tacones
demasiado altos o zapatos demasiado
estrechos, ese daño se producirá con toda la seguridad. Unos tacones de aguja,
por ejemplo, pueden ocasionar la deformidad del arco plantar, acorta los músculos
gastrocnemios (gemelos) ocasionando la
sobrecarga de los huesos de los dedos de los pies. Las cabezas metatarsianas
acaban comprimiéndose y se produce la forma de gancho, arqueada hacia abajo, en
los pies de las mujeres que han abusado de los tacones.
Una de las mejores tácticas para evitar la pérdida de la densidad ósea,
es fomentar la práctica de la actividad física y del consumo de calcio desde
las primeras edades.
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