Toda enfermedad requiere un tratamiento que, según el grado de pérdida
de salud, será más o menos agresivo. Siempre
que el cuerpo humano está fuera de su
ritmo normal debido a una enfermedad sufrirá mucho, pues los cambios que debe experimentar
hasta su recuperación serán muy importantes.
Con la ingesta de fármacos se alterará el metabolismo de una manera significativa y, si
hay la necesidad de una intervención quirúrgica, estos cambios podrán
intensificarse aún más. Cada enfermedad tiene su historia al igual que cada
persona es un mundo diferente, pero con respecto a la recuperación las
respuestas pueden ser muy diferentes de persona a persona, aunque los procedimientos sean los mismos. Y dentro
de este proceso de recuperación, que en algunos casos pueden ser muy largo, muchas
veces no se tiene en cuenta un factor que podría acelerar su evolución: la
actividad física controlada y específica. Desafortunadamente todavía existe una gran
distancia entre los tratamientos médicos y el ejercicio físico. El cuerpo humano es una máquina que
fue concebida para estar siempre en movimiento. Desde nuestros antepasados moverse
siempre ha sido parte de nuestra naturaleza, además de ser un gran combustible
para el fomento de una buena salud. Con el paso del tiempo, nuestras costumbres
han cambiado y siguen cambiando, pero la
índole de nuestra morfología continúa siendo la misma; el cuerpo sigue
necesitando el movimiento.
Muchas enfermedades que hoy existen y que antes no conocíamos son fruto de
la falta de movimiento o de actividad física. Cuando el cuerpo se mueve nos
sentimos mejor, nuestros músculos se ponen más “contentos” y nuestro cerebro
actúa de una manera más rápida.
En la recuperación de las enfermedades pasa lo mismo.
Es cierto que cada caso clínico es parte de una historia diferente y las
enfermedades no pueden ser comparables; tampoco los tratamientos pero, una vez
pasadas todas las fases de una enfermedad, las personas deberían tener en
cuenta que el ejercicio físico controlado sirve como herramienta de avance en
la recuperación de la calidad de vida y de una salud óptima.
ENFERMEDAD /
TRATAMIENTO / REHABILITACION / RECUPERACION Y EJERCICIO FISICO CONTROLADO
De otra parte, el cerebro reprograma todos los órganos de nuestro cuerpo
en función de las actividades que tenemos y de los estímulos que le
proporcionamos, lo que se asociará a una
mejor o peor calidad de vida. Hace un tiempo
publiqué un artículo sobre la
posibilidad de extender la longevidad de la vida de los mamíferos en un 15% o más.
Se trata de un gen que ha sido descubierto llamado “Sirtuinas” y que
contiene proteínas capaces de retrasar
el envejecimiento por vía de la hibernación artificial de las mismas, cosa que bloquearía
el envejecimiento. También ha sido
comprobado científicamente que la práctica de la actividad física regular es
capaz de bloquear este mismo proceso de envejecimiento de una manera natural.
No obstante, ante la existencia de una enfermedad importante, el núcleo de las
células puede cambiar su condición homeostásica (1) y hacer que pase lo contrario, la reducción de
las “Sirtuinas” y, en consecuencia, se producirá una degradación en los
procesos normales de envejecimiento en función de la pérdida de salud. Una vez
la persona esté libre del peligro, sea por vía de una intervención quirúrgica o
bien por medio de cualquier otra clase
de tratamiento, tras la fase de rehabilitación, es fundamental que el individuo
en cuestión empiece la fase de recuperación enfocándola por objetivos y
teniendo como meta volver a hacer vida
normal; pero no la de un enfermo, sino la de una persona que ha reparado algo
que no estaba bien pero que debe retomar
el control de su vida con mucha fuerza.
Tras un tratamiento importante
nuestro cerebro siempre buscará la mejor manera de proteger las zonas afectadas
por el daño de la enfermedad, intentando hacer que todo vuelva a su estado
normal lo más rápido posible, pero el enfermo también debe poner de su parte.
Como un ejemplo, las enfermedades cardíacas:
una vez tratada, la persona debe cambiar su estilo de vida para mejor,
eliminando todas las cosas erróneas que hacía antes de que su corazón
reivindicase un arreglo, esencialmente las principales causas de un problema cardiaco:
estrés, tabaco, alcohol, obesidad, hipertensión, inactividad, etc.
Esta población en concreto debe practicar actividad física moderada en
la fase de recuperación, pues no podemos olvidar que el corazón es un músculo
que no para de trabajar y, como todos los músculos del cuerpo, debe ser
estimulado positivamente y ejercitado constantemente. Aunque una persona sea inactiva, ésta tiene
que sentarse, levantarse, tumbarse, a
veces acelerar el paso o correr por ir con retraso a una cita, enfadarse (cosa
que le proporcionará estrés y que no será nada favorable para su corazón), etc.
Todas estas pequeñas alteraciones que proporcionamos a nuestro cuerpo durante
el día pueden alterar de una manera muy significativa nuestro ritmo cardiaco y,
si este está desentrenado, podrá
pasarnos una factura muy alta y, si además tiene alguna anomalía que no
conocemos como en el caso anteriormente citado la situación se agravará.
Si damos a nuestro cuerpo lo mínimo
de actividad se acostumbrará a trabajar por lo mínimo y, si alguna vez por necesidad le estimulamos a hacer un
esfuerzo mediano nos responderá con lo mínimo
que está acostumbrado a recibir. Es cuando surgen los problemas.
Después de un tratamiento, el individuo estará funcionando
al mínimo; por ese motivo es de suma importancia que la persona en cuestión se
esfuerce por mejorar su condición física pues, de no ser así, pasará su vida sintiéndose
un enfermo y vivirá con el mínimo de energía, y al mínimo
esfuerzo extra que haga su corazón reaccionará de una manera muy desfavorable.
Con la práctica de actividad física post enfermedad el proceso de
envejecimiento se ralentizará y la
persona en cuestión mejorará su calidad de vida de una manera evidente.
1. Homeostasis Celular: Es la tendencia a la
estabilización del cuerpo relacionado con los procesos fisiológicos.
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