Cuando nos acostamos, el
cerebro estimula la liberación de una sustancia natural llamada “Melatonina”. Ésta
actúa en el sistema nervioso central y se encarga de estimular nuestro somnífero
natural haciéndonos dormir. (1)
Dormir es sin duda una
actividad primordial para el buen
funcionamiento de nuestro organismo. La expresión “sueño reparador” es del todo
acertada, pero más que proporcionar descanso, durante el sueño ocurren
acciones muy interesantes en nuestro
cuerpo. Cuando estamos durmiendo el cerebro sigue con su frenética actividad
y se intensifican las labores de
configuración, codificación y descodificación de las informaciones recibidas durante el día. Mientras
dormimos el cerebro incrementa su
actividad. Todo lo que hemos visto y las cosas que hemos vivido durante el día previo al
descanso, estarán almacenadas en el lóbulo
temporal y serán trabajadas a lo largo del sueño, así que cuando estamos durmiendo nuestras experiencias son fortalecidas en el cerebro,
pues las conexiones se consolidan.(2) La velocidad con la que ese procedimiento
ocurre varía de persona a persona, pero cuando ese proceso es interrumpido, en
otras palabras, cuando la persona en cuestión se despierta de golpe, ya sea porque alguien la ha llamado, por el despertador por ser hora de irse al
trabajo, o por cualquier otro motivo,
normalmente el resultado es un tremendo mal humor.
Despertarse de golpe de un
sueño profundo afecta a la capacidad de formación de nuevos recuerdos. Dentro
del ingente trabajo de asimilación de las informaciones que recibimos a lo
largo del día, el momento del sueño es la hora en la que nuestro cerebro
formatea los recuerdos en la memoria, y si ese proceso es interrumpido
bruscamente, ese trabajo se detiene y la persona se despertará desubicada, y
como una de las consecuencias, con mal humor. Sin embargo, gran parte de las
personas que consiguen concluir sus horas de sueño de una manera natural, se
despiertan con dificultad, y les cuesta ponerse en marcha para afrontar el día
que está por comenzar, siendo que una enorme parte de la población mundial, “no
se sienten personas” hasta el momento de beber su taza de café. Si tú, que estás
leyendo este artículo, eres una de estas personas, tengo que informarte de que
desafortunadamente para ti, los efectos estimulantes del café en ese momento
del día son nulos, siendo que, al beber café a primera hora de la mañana el
efecto es meramente psicológico, aunque muchos quieran creer lo contrario.
Investigadores de la East London University realizaron un estudio con un gran número
de voluntarios de entre 18 y 47 años,
muchos de ellos adictos a la cafeína. Hicieron creer a algunos que lo
que bebían era café con cafeína, y a otros justamente lo contrario. Acto
seguido, les realizaron varias pruebas diseñadas para mesurar su rendimiento
mental y su estado anímico. Los que habían bebido café descafeinado pensando
que era con cafeína, mostraron una importante mejoría, e incluso realizaron
tareas mucho más importantes y con mayor
grado de concentración que aquéllos que
sí habían consumido cafeína. En realidad, por una parte es más una cuestión de
costumbres aprendidas y de las altas expectativas depositadas en el café como “el
salvador de la mañana“; de hecho muchas personas incluso pueden notar el cambio
nada más sentirlo en la boca, pero se ha constatado que es fisiológicamente
irreal.
Más
que esperar que el café sea el estimulante de la mañana, una cosa inteligente
sería despertar con más tiempo y hacer las cosas con más tranquilidad, teniendo
tiempo incluso para estirar el cuerpo, pues esta actividad es de suma
importancia para nuestro organismo, sobre todo por las mañanas, pues permite la
reubicación de los fluidos que se acumulan mientras dormimos. Además de esa
acumulación, mientras dormimos el cuerpo sufre una leve pérdida de tono muscular. El estiramiento por
la mañana en el momento de despertar ayuda a recuperar la integridad de la
musculatura, proporcionando una recalibración de los mecanismos que definen el
movimiento.
Para
ponerse en marcha por la mañana, más que beber café, es posible estimular el
cerebro por medio de los movimientos de las manos. De los centros nerviosos que
se relacionan con las manos, éstas son tan importantes que el espacio que el
sistema nervioso central les destina es del mismo tamaño que el de las demás
percepciones sensoriales juntas.
Las
manos tienen un incontable número
terminaciones nerviosas.
Cosas
como utilizar la mano no referente es una inteligente forma de estimular el
cerebro, como un ejemplo: peinarse con la mano izquierda, o que los zurdos se
limpien los dientes con la mano derecha, o vestirse con los ojos cerrados, etc.
El tema es lograr tener una mayor concentración a primera hora del día.
Nuestras manos tienen 17.000 corpúsculos del tacto. Al proporcionar esa clase
de estímulos al cerebro éste se ve sorprendido, y realiza otras clases de
conexiones neuronales, se incrementan las sinapsis, desarrollamos nuestra
inteligencia y, lo fundamental en ese justo momento, nos despertamos sin la
necesidad de la cafeína.
- El blog del Dr.Sergio Simphronio “APRENDER
DURMIENDO”
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