Cuando se habla de actividad
física se suele enfocar el tema hacia el rendimiento físico, las nuevas
técnicas de trabajo, la manera más efectiva de conseguir los mejores
resultados, etc.; pero nada de esto sería posible de no ser por el maravilloso
trabajo de nuestro cerebro. La práctica del ejercicio físico es capaz de
proporcionar importantes cambios químicos en nuestro cerebro, facilitando una
significativa mejoría en nuestro estilo de vida y, en consecuencia, en nuestra
salud. Al empezar la práctica del ejercicio físico la circulación de la sangre
aumenta de velocidad, alterando así el metabolismo. El cerebro va tomando
medidas de acuerdo con la subida de presión de sangre en el corazón. Ésta es una
situación de estrés que es solventada con la liberación de una proteína llamada
BDNF(factor neurotrófico derivado del cerebro). El BDNF contiene elementos
reparadores y a la vez protectores para las neuronas, sobre todo las encargadas
de la memoria, y actúa como una llave de reinicio.
Es
una respuesta al estrés desde un punto de vista molecular.
Por este motivo después de
la actividad física nos sentimos tan a gusto, además de tener las respuestas
para muchos problemas que nos atormentaban antes de empezar la sesión de
ejercicios. A su vez, otras sustancia químicas son liberadas: las endorfinas,
que son de suma importancia en el combate del estrés. Las endorfinas tienen
como uno de sus objetivos principales bloquear el dolor mientras se practica ejercicio
físico. Es muy interesante saber que estas
sustancias que libera el cerebro son
muy adictivas, así que tanto las endorfinas como el BDNF nos pueden viciar a la
actividad física, cosa que no está mal siempre y cuando la práctica deportiva se
haga de una manera equilibrada , con mesura, y siguiendo una alimentación balanceada. La actividad física juega un papel
fundamental en el rol de las enfermedades, pues es capaz de estimular el
cerebro de manera que se haga posible el cambio de la naturaleza de las
células, sobre todo por vía del gran flujo de oxígeno que pasa a circular por
las arterias con la práctica del ejercicio físico. Eso promueve un ambiente
totalmente alcalino en el organismo, haciendo mucho más difícil la propagación
de muchas enfermedades, y facilitando la recuperación de muchas otras.
En el caso de las personas
que tienen problemas de sobrepeso, practicar actividad física no sólo les ayudará
a controlar su peso por medio de la pérdida de calorías promovida por el
ejercicio físico, como también les suministrará un importante cambio en la
química de su cerebro. La disminución del hambre es un hecho que ocurre al
entrenar físicamente. Cuando el hipotálamo percibe que se han consumido
hidratos de carbonos, el cerebro produce serotonina, y esta sustancia se
encarga de avisar al organismo de que tal consumo es suficiente. Desafortunadamente
este sistema se puede ver alterado de una manera muy drástica por varios
factores, principalmente en los individuos con problemas importantes, como por
ejemplo el de tiroides.
Si el metabolismo del
individuo es muy lento para el apetito marcado por el cerebro, y si además la
persona en cuestión come demasiado rápido, la glándula tiroides mandará un mensaje que hará que el
metabolismo disminuya la velocidad de funcionamiento, haciendo que lo que sería
una cantidad adecuada de comida, pase a ser una cantidad que exceda los niveles
de dicho metabolismo, teniendo como resultando un aumento de peso. El estrés
también es un factor clave que se interpone en el camino del buen funcionamiento de los neurotransmisores,
haciendo que éstos faciliten la disminución
de la producción de serotonina. Es fundamental que los niveles de serotonina se
mantengan equilibrados, pues esta sustancia es una de los principales combatientes
de la depresión, y ésta debe de ser combatida, a ser posible, sin la utilización
de antidepresivos.
La
glándula tiroides regula el metabolismo del cuerpo, es productora de proteínas,
y regula la sensibilidad del cuerpo hacia otras hormonas.
En los casos de
hipotiroidismo, es más común de lo que imaginamos ver pacientes que no consigan
volver a su peso ideal, y es fundamental enfocar la atención a dos factores: en primer lugar
mantener una alimentación adecuada y balanceada, baja en grasas y en hidratos
de carbono (consumir menos energía de la que se gastará); y en segundo lugar, mantener un buen programa de
entrenamiento físico con un enfoque en la reducción de peso. En casos como
éstos es fundamental mantener un balance metabólico muy equilibrado.
Las hormonas tiroideas son
secretadas por la glándula tiroidea, y éstas controlan la velocidad de las
funciones químicas del cuerpo, la velocidad metabólica. Las hormonas tiroideas
tienen dos efectos importantes sobre el metabolismo: estimular a casi todos los
tejidos del cuerpo, y aumentar la cantidad de oxígeno utilizado por las
células. El retraso o la detención del crecimiento sería un hecho real en la
ausencia de las hormonas tiroideas. En algunos casos de hipotiroidismo, el
consumo de una dieta alta en hidratos de carbono puede ocasionar una condición
llamada “Resistencia a la Insulina”, cosa que no ocurre en todos los casos de
hipotiroidismo. La resistencia a la insulina hace que las células no respondan
correctamente a la absorción de insulina. Por ese motivo, el cuerpo tiene que
aumentar la producción de insulina para mantener los niveles óptimos de glucosa
en sangre. Al pasar esto, la insulina se queda
en la sangre en concentraciones mayores a las normales, lo que se
denomina Hiperinsulinemia.
Cuando
los niveles de insulina en sangre son altos la sensación de hambre es mayor, y
en algunos casos exageradamente anormales.
Al existir altos niveles de
insulina en sangre, la asimilación de azúcar se dificulta, y las células se
dedican a acumular grasa en lugar de procesar el azúcar para la producción de
energía. Todo este proceso hace que sea bastante más difícil bajar de peso. Más
que la dificultad en bajar de peso, la resistencia a la insulina y la
hiperinsulinemia normalmente surgen al mismo tiempo, y son antecesores de la
diabetes, de problemas de presión arterial, cardiacos, y de altos niveles de
colesterol.
Es muy importante tener en
cuenta que en estos casos una dieta baja en grasas, hidratos, y rigurosamente controlada, junto
con un buen programa de entrenamiento físico, será uno de los mejores tratamientos;
pero es fundamental tener paciencia, pues los resultados sólo empezarán a
aparecer una vez que el metabolismo se adapte a la nueva situación. La práctica
del ejercicio físico es capaz de cambiar la homeostasis de las células,
alterando así nuestros hábitos orgánicos.
Cumplimos
2 años de blog, así que durante este mes podréis hacer sugerencias de
temas a tratar. Los podéis sugerir aquí mismo, en los comentarios del
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