La Fibromialgia es una enfermedad de difícil diagnóstico que se caracteriza por un dolor generalizado, y en algunos casos pérdida de fuerza muscular, sequedad vaginal y depresión,etc.
Durante años he investigado en pacientes con esta enfermedad. Ha sido aplicado un programa de actividad física específico para esta población. De acuerdo con la necesidad del día se enfocaban los ejercicios de una manera diferente, pero objetivando los mismos resultados. He constatado que el componente psicológico era en muchos casos más importante que el muscular. Esa información me daba un parámetro lineal para direccionar un trabajo que fuera efectivo para ayudar a esos pacientes. Los tratamientos se hacían en grupos, pero respetando la individualidad de cada uno y enfocándolo individualmente. El motivo de utilizar esta estrategia es simplemente la manera más eficaz de paliar la depresión de estas personas con un trabajo en equipo que se torna más divertido. En muchos casos la depresión era muy importante. En ningún momento se utilizaron fármacos de ninguna clase. Fue aplicado un tratamiento basado en ejercicio físico mediante el cual se estimularon las fibras musculares enseñando a estas personas a utilizar mejor la musculatura y su mecanismo natural de defensa.
Se han hecho trabajos de contracciones isométricas (estáticas) muy intensas utilizando la resistencia del proprio cuerpo sin la ayuda de ninguna máquina y trabajando los músculos abdominales, lumbares, hombros, pectorales, glúteos, cuádriceps y femorales, gemelos y tibiales anteriores, muchos estiramientos de psoas iliaco... Todo este trabajo se realizó de la manera más intensa posible, a la vez que también se hicieron ejercicios de contracciones excéntricas (contracciones en las que las extremidades se distancian) y trabajos articulares.
Estos ejercicios eran aplicados para tonificar los músculos y estimular el sistema nervioso autónomo, más precisamente el parasimpático.
Al final de cada ejercicio se practicaban los estiramientos pertinentes de la zona trabajada. En los días en los que los pacientes estaban más deprimidos, les hacía trabajar con ejercicios de estiramientos musculares y de relajación siempre acompañados de agradables músicas, pero no menos excitantes para la actividad que se desarrollaba. En los días en que los pacientes estaban más animados, subía la intensidad de los ejercicios y utilizaba músicas con ritmos más rápidos y alegres. Hemos trabajado durante un año, con una frecuencia de una vez por semana.
Les ponía "deberes de casa" y les daba indicaciones e información sobre la manera correcta de sentarse utilizando las contracciones musculares adecuadas, la manera correcta de levantarse de la silla o de la cama, ejercicios sencillos de estiramientos del esternocleidomastoideo (cuello), de dorsales y cervicales, y algunos ejercicios de estiramientos para piernas.
El hecho de hacer una sesión por semana era suficiente, pues tenían 6 días de recuperación para el próxima encuentro, a la vez que con los "deberes de casa" les forzaba a tener una actitud positiva frente al dolor, la falta de fuerza y la falta de energía, al mismo tiempo que era la forma más eficiente de mantener los niveles de serotonina altos y no dar espacio a la depresión. Controlaba su alimentación manteniéndola muy equilibrada.
Los resultados a cabo de un año fueron increíbles. Personas que en un principio no podían levantarse de la cama, pasaron a tener una actitud positiva frente a la vida, además de aprender a lidiar con su enfermedad de una manera muy valiente. Por otro lado, a lo largo del tiempo se estimuló una mayor liberación de endorfinas y sobretodo de serotonina en su organismo.
Los niveles de depresión habían bajado a la vez que sus fibras musculares se empezaron a estirar y contraer con una mayor facilidad e intensidad. La musculatura ganó más tono e incluso tuve casos en los que se había recuperado la vida sexual.
Ahora explicaré las líneas teóricas que he seguido para conseguir los resultados mencionados. Para ello es de suma importancia que hable un poco sobre el cerebro y su funcionamiento.
El cerebro se divide en tres partes: El sistema nervioso central, el sistema nervioso periférico y el sistema nervioso autónomo. Aquí hablaré sobre el sistema nervioso autónomo, pues sin querer quitar la gran importancia de los demás sistemas, es el que de una cierta manera podemos controlar a través de nuestras acciones.
El sistema nervioso autónomo es el responsable de los aspectos de autocontrol (funciones involuntarias) del organismo, aunque está bajo el control de la corteza cerebral, el hipotálamo y la médula oblongata. Trabajando en conjunto con el sistema nervioso central, el sistema nervioso autónomo se divide en dos subsistemas que regulan las funciones del organismo como los movimientos involuntarios de los músculos lisos y el movimiento del corazón. Estos dos subsistemas se llaman el sistema nervioso simpático y el sistema nervioso parasimpático, cuyas funciones son opuestas, y así producen un equilibrio entre las funciones corporales.
El SISTEMA NERVIOSO SIMPÁTICO produce respuestas de defensa y de lucha ante un estímulo o el estrés, como aumentar el ritmo del corazón, la producción de saliva y la sudoración. El sistema parasimpático contrarresta estos efectos haciendo más lento el ritmo del corazón, dilatando los vasos sanguíneos y relajando las fibras de los músculos lisos involuntarios.
Vistos individualmente, el sistema nervioso simpático está compuesto por una serie de nervios que surgen de la médula espinal entre la primera vértebra torácica y la segunda vértebra lumbar. Estas fibras nerviosas se unen en un largo tronco de fibras llamado el tronco simpático, a cada lado de la médula espinal. A lo largo del tronco simpático se disponen unos paquetes de fibras nerviosas llamados ganglios. Desde estos ganglios salen unas fibras nerviosas que se dirigen hacia los tejidos del organismo. Los nervios simpáticos son los responsables de la contracción involuntaria de las fibras musculares lisas, de las vísceras y de los vasos sanguíneos, aumenta el ritmo del corazón y dilata los bronquios en los momentos de estrés.
El SISTEMA NERVIOSO PARASIMPÁTICO está compuesto por ganglios en el mesencéfalo, en la médula oblongata, y en la región sacra. Los dos primeros (los ganglios craneales del sistema nervioso parasimpático) envían impulsos nerviosos al nervio facial, el oculomotor, el glosofaríngeo y el nervio vago. La porción sacra de los nervios parasimpáticos se origina en la segunda, tercera y cuarta vértebra e inerva la vejiga, el colon distal, el recto y los genitales. Los nervios del sistema nervioso parasimpático son responsables de conservar el equilibrio con los impulsos del sistema nervioso simpático.
Los ejercicios que aplicaba eran enfocados principalmente a las zonas controladas por los nervios parasimpáticos. Trabajando la musculatura que involucraba esta zona, conseguía enfocar la tensión de las contracciones a los ganglios craneales y a los de la zona sacra, así conseguía estimular un mayor y mejor equilibrio con los nervios simpáticos.
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