Afortunadamente, la
aplicación de la actividad física en la prevención, tratamiento, o
mantenimiento de una vida sana post enfermedad está ganando cada día más fuerza
dentro de la comunidad científica debido a los resultados positivos de las innúmeras
investigaciones que empiezan a salir a la luz. En cuanto a la enfermedad del cáncer en concreto, estamos
conociendo la existencia de algunas otras vías que pueden ayudar a hacer más
efectivo el tratamiento. La alimentación sana y equilibrada es uno de los
factores fundamentales que están dentro de los cuidados que debemos tener. El
deporte y la actividad física son estupendos aliados en el tratamiento de las
enfermedades debido a los cambios metabólicos que son capaces de proporcionar.
La actividad física tiene la capacidad de ocasionar importantes mudanzas en nuestro organismo, llegando incluso a
modificar nuestro ADN. Cuando el ejercicio físico se aplica en el tratamiento
de algunas enfermedades, es capaz de alterar el comportamiento del organismo de
la persona afectada de una manera muy positiva.
No me canso de decirlo:
estamos hechos para movernos.
En algunos hospitales se está
implantando la actividad física como terapia y los resultados están siendo sorprendentes. En
el Instituto Curie de París, uno de los que tiene los más avanzados estudios
sobre el tratamiento de cáncer de senos, ya hace algún tiempo que se está
aplicando un programa de clases de “step” a sus pacientes post tratamiento de
cáncer, con el fin de evitar una recaída en la enfermedad, y los resultados
están siendo alentadores.
Las recaídas han disminuido a la mitad. Los efectos
que la actividad física puede aportar al organismo son incontables: en
concreto, actividades como las clases de “step” pueden favorecer el aumento
de resistencia a la fatiga, la mejora de
la capacidad aeróbica y de la autoestima, disminución de la ansiedad, mejor humor y estado anímico, aumento de la
fuerza muscular, etc. Normalmente la quimioterapia deja a los pacientes sin
fuerzas y sin ganas, motivo por el cual la práctica del deporte o de actividad
física es fundamental, pues son capaces
de reactivar el cuerpo, ayudando a combatir las células malignas debido a que,
cuando entrenamos, llenamos nuestro cuerpo de oxígeno, y las células
cancerígenas tienen poca resistencia él.
Las células cancerígenas viven en ausencia de oxígeno y en presencia de
acidez.
De otra parte, es importante
saber que el sedentarismo y una alimentación desequilibrada fomentan un
ambiente ácido dentro del organismo, y la acidez expulsa el oxígeno de las
células. Los tejidos cancerígenos son
ácidos, y los sanos son alcalinos y necesitan de oxigeno para vivir.
¡Todos tenemos células
cancerígenas, la cuestión es si las vamos desarrollar o no!
Las
células cancerígenas son anaeróbicas y no pueden sobrevivir en presencia de
altos niveles de oxígeno, pero sí sobreviven en ausencia de éste y ante la
presencia de glucosa.
La alimentación es un tema
fundamental en el tratamiento de esta enfermedad, y ha sido objeto de interesantes
investigaciones. Se ha comprobado que la ingesta de leche no es beneficiosa
en el tratamiento del cáncer debido a que este alimento produce flemas, que es
el alimento preferido de las células cancerígenas. La leche es un alimento fundamental para los bebés. Tanto la
leche materna como la de vaca contienen productos químicos que son muy
importantes para el desarrollo de los infantes. Uno de ellos es la insulina
factor de crecimiento IGF-1, que hace que las células se dividan y se
reproduzcan, y que es biológicamente activa en los humanos principalmente en la
adolescencia. La composición IGF-1es
idéntica tanto en la leche humana como en la de la vaca, mas en el caso de
las vacas los niveles son mucho más elevados. Altos niveles de IGF-1 en los humanos se consideran factores de riesgo
para el cáncer de mama y de próstata.
Es fundamental que
mantengamos nuestro organismo libre de cualquier posibilidad de amenaza que
pueda dañar su integridad afectando a nuestra
salud. No obstante, muchos compañeros oncólogos ya están recomendando la
actividad física, incluso mientras los pacientes reciben la quimioterapia.
Es importante educar a las
personas, puesto que mucha gente todavía piensa
que la actividad física o la práctica deportiva son actividades de
tiempo libre o de ocio, y no les dan la importancia debida. La práctica de
actividad física es sinónimo de medicina
preventiva, y no solo es posible prevenir enfermedades por medio del ejercicio
físico, ya que en algunos casos es posible incluso curarlas. El ejercicio físico y la
alimentación sana y equilibrada son las bases principales para que se fomente
una calidad de vida óptima. En el caso del cáncer, la alimentación alcalina es
la más recomendable: frutas, verduras, semillas, miel, cereales integrales, el
agua, etc...El agua es además fundamental, pues favorece el aporte de oxígeno; en cambio,
la deshidratación continuada es sumamente dañina para el cuerpo, siendo uno de los motivos principales
de las enfermedades degenerativas. En contrapartida, la alimentación
acidificante, es decir, basada en alimentos que producen ácido en el organismo,
es la menos recomendable en estos casos: azúcar refinado, carnes, leche, sal
refinada, cafeína, gaseosas, refrescos, alcohol, tabaco, etc...
Una cosa es lo que uno quiere hacer, y otra muy distinta es lo que
necesita. Muchas personas son reacias a hacer cualquier tipo de deporte o
actividad física, pero deben recordar que el ejercicio físico es elemento
importante dentro de las necesidades que tiene nuestro cuerpo, casi comparable
con la de comer, y que además puede sacarnos de unos cuantos apuros
sanitarios.
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