martes, 6 de agosto de 2013

¿FÁRMACO O EJERCICIO?

El tratamiento de enfermedades vía ejercicio físico es un hecho que se hace cada vez más real. Es un camino que hasta ahora casi no se había planteado, pero afortunadamente hay una gran cantidad de estudios que están comprobando que, además de los fármacos, la actividad física no solo sirve como medicina preventiva, sino que es una importante herramienta para la cura de muchas enfermedades. Igualmente, los profesionales  involucrados en las distintas áreas de la salud  (médicos, fisioterapeutas, profesores de educación física, terapeutas, etc.) nos estamos dando cuenta de que necesitamos unos de otros, y que debemos trabajar juntos para conseguir mejores resultados que los que hemos logrado hasta ahora; al final, no podemos olvidar  que nuestro objetivo es ayudar a las personas.
Hace 17 años que investigo el desarrollo de la inteligencia por medio del movimiento humano y el tratamiento de enfermedades vía ejercicio físico.
Al estudiar el desarrollo de la inteligencia por medio del movimiento humano y al adentrarnos en la neurofisiología del mismo,  podemos observar las reacciones que sufre nuestro cerebro dentro de cada estímulo ocasionado por el movimiento. Este hecho nos hace ver que nuestras posibilidades son infinitas. Es posible incrementar nuestra inteligencia por medio de los estímulos neuromusculares de una manera increíble, y la actividad física es una de las más importantes herramientas para que se logre tal fin. Con el conocimiento de la posibilidad de incremento de la inteligencia vía ejercicio físico, todos los caminos nos llevan a la viabilidad de tratar enfermedades por medio del movimiento. No existiendo ninguna anomalía congénita, nuestro cuerpo está diseñado para moverse y autodefenderse. Algunos de los grandes problemas en la actualidad son el estrés de la vida urbana, el mal estilo de vida y las dietas inadecuadas, que contribuyen a que se haga muy difícil no ponerse enfermo; pero aún así, la mitad de los fármacos que se consumen en los días de hoy no serían  necesarios si nos cuidásemos mejor.

He investigado, y continúo  haciéndolo,  muchas enfermedades neuromusculares, de entre ellas la fibromialgia, que estudio desde hace 11 años. Es una  enfermedad que se caracteriza por el dolor músculo – esquelético y la fatiga. La persona que la padece no presenta ninguna clase de alteración en tejidos, tampoco en las células; por ese motivo normalmente no se la rotula como enfermedad, aunque sí lo sea. Aún se desconocen las causas que la origina, pero algunos factores pueden desencadenarla: infecciones bacterianas o virales, accidentes de circulación o laborales, enfermedades como la artritis reumatoide, el lupus o el hipertiroidismo, etc. Por lo que se sabe, a causa de alguno de estos desencadenantes se estimulan los receptores del dolor, y éstos se quedan activados crónicamente. De otra parte, hemos observado un importante descenso de los niveles de serotonina (1) y de la sustancia P (2) en muchas personas que padecen esta enfermedad.
Esta enfermedad  normalmente se desarrolla en situaciones de estrés muy potentes. Sus síntomas son: dolor muy frecuente y rigidez que se acentúan por las mañanas, y suelen doler con mayor intensidad los músculos que más son solicitados, pero ese dolor puede manifestarse por todo el cuerpo. También pueden surgir fatiga (mental o abatimiento general), trastorno del sueño (apnea nocturna), síndrome del intestino irritable (estreñimiento o diarrea), trastornos psicológicos (depresión). La diagnosis se hace mediante al conocimiento de la sintomatología del paciente por vía de un cuestionario y la exploración de los 18 puntos dolorosos a la presión, que se distribuyen en diversas áreas del cuerpo. Los análisis de laboratorio son todos negativos.
Para esta enfermedad en concreto, he desarrollado un programa de ejercicios específicos y actividades enfocadas a  paliar esta dolencia. Los participantes de ese programa son personas de las más distintas edades, sexo, profesiones y antecedentes. Se ha fomentado un cambio de actitud psicológica, junto con un cambio drástico en su dieta y estilo de vida, que deben seguir con mucho criterio. Una de las cosas más importantes es la educación, dar información, y hacer que las personas que la padecen sean conscientes de lo que conlleva la enfermedad.
Durante todos los años en los que desenvuelvo el programa los resultados siguen siendo geniales, y sin la utilización de fármacos. Se ha conseguido una reducción notable del dolor en un 70% de las personas participantes, y la disminución del dolor en un 50% en el restante del grupo. Es un grupo de 30 personas que se compone de individuos de edades distintas, siendo 4 hombres y 26 mujeres. Todos los participantes han vuelto a hacer vida normal.
En el tratamiento de enfermedades como la fibromialgia vía actividad física,  todo mi trabajo está basado en cambiar la actividad de las células nerviosas por medio de los neurotransmisores, en regular la respuesta neuronal por vía de los neuromoduladores, y en la regulación de las respuestas en extensas regiones y de manera más lenta por medio de las neurohormonas; todo ello es posible generando diferentes estímulos musculares de una manera intensa, de forma que pueda afectar a los receptores, a las vías sensitivas o aferentes y a las vías motoras eferentes.
Receptores (transductores): Son estructuras especializadas encargadas en convertir las diferentes clases de energía de estímulo nervioso (mecánica, química, térmica) en potenciales electrotónicos capaces de generar impulsos nerviosos que alcanzan centros superiores y generan patrones neuronales que evocan una respuesta motora o sensitiva.
Vías sensitivas o aferentes (ascendentes): Son las que reciben la información desde los receptores y la conducen hasta centros suprasegmentarios, ya sea conscientes o inconscientes.
Vías motoras o eferentes (descendentes): llevan información motora desde los centros integradores hacia los órganos efectores (músculos, glándulas, etc.)

Otra gran herramienta que utilizo desde hace años, que funciona de una manera inimaginable y que es un excelente complemento en el tratamiento de enfermedades por vía de la actividad física como en el caso de la fibromialgia, es la equinoterapia. El calor que desprende el animal actúa como relajante muscular, mientras que la vibración de las galopadas favorece un importante incremento sináptico,  la modificación de las conexiones neuromusculares proporcionando mudanzas en los patrones posturales, mejorando el movimiento, la postura, e incluso la autoestima, puesto que es capaz de elevar los niveles de serotonina. La interacción que se produce entre la persona y el animal es muy interesante, incluso en los casos de personas que nunca montaron a caballo en su vida. Son capaces de perder el miedo en el momento, puesto que animales como los caballos o los perros tienen sentidos emocionales innatos como la alegría o la tristeza, y las personas con fibromialgia, que en su gran mayoría están dominadas por las emociones (ansiedad, depresión, dolor, etc..), desenvuelven con gran facilidad  la conexión con estos animales. La unión del ejercicio físico con la equinoterapia  está reportado unos resultados muy esperanzadores en el tratamiento de esta enfermedad.          




1. Serotonina: es un neurotransmisor cuya deficiencia en el organismo puede ocasionar depresión, tristeza, irritabilidad, estallidos agresivos, ansiedad, problemas de sueño y obsesiones.
 
2.  Sustancia P: también llamada la sustancia del dolor, es un neurotransmisor que estimula la vasodilatación, la contracción de los músculos lisos, intestinales, etc.,  afectando al sistema nervioso central.




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