martes, 27 de marzo de 2012

¿SERÁ LA COORDINACIÓN MOTORA COSA DE POCOS?

A menudo vemos en los gimnasios personas descoordinadas que son capaces de desentonar dentro de un grupo y de ser la diana de todas las miradas.  Normalmente son individuos con poca flexibilidad y extinta musicalidad. De una  manera general son personas que  tuvieron muy poco o nulo contacto con los trabajos de psicomotricidad cuando eran niños.
En ausencia de anomalías al nacer, todos tenemos las mismas posibilidades neuromusculares y psicomotrices. Lo que cambia son las informaciones que recibimos a lo largo de nuestra infancia y adolescencia. Nadie nace con coordinación motora. En los primeros años de vida tenemos una ingente descoordinación neuromuscular debido a que las sinápsis neuronales en los bebes no están del todo desarrolladas  y  todavía son imperfectas.  Al paso del tiempo con su desenvolvimiento y crecimiento, éstas se hacen perfectas  haciendo que mejoren las informaciones neuromusculares y teniendo como producto final el control del movimiento. Como un ejemplo, cuando el niño empieza a caminar solo.
La naturaleza hace su trabajo de una manera magnífica, compete a nosotros seguir desenvolviéndonos. Si un padre apunta a su hijo desde edad temprana  a la práctica de un deporte, como por ejemplo el tenis, si este niño será  un campeón o no, eso no lo sabemos, pero está claro que con el paso de los años dominará la raqueta con una gran destreza. Lo mismo pasaría con los demás deportes. Si este mismo padre apunta su hijo o hija a clases de danza desde las primeras edades, con el tiempo puede que este crío se haga  un estupendo bailarín, o como mínimo bailará muy bien. En otras palabras, el movimiento se aprende y  se entrena. Todo depende de la información que recibimos y de lo que hacemos con ella. Sin embargo las personas que no tuvieron la posibilidad de practicar alguna actividad  desde pequeños, deberían  hacerlo en la edad adulta. Está claro que los niños tienen una tremenda facilidad para  el aprendizaje y asimilación  de nuevas informaciones, pero los adultos también son capaces aprender nuevos trucos...El cerebro siempre está dispuesto a recibir información, no importa la edad.
La coordinación motora  es una cuestión de información y entrenamiento neuromuscular, no importa el sexo, tampoco la edad. A medida que pasan los años, más nos damos cuenta de que tanto el hombre como la mujer tienen las mismas capacidades de aprendizaje y de desarrollo de la información recibida. Las aptitudes intelectuales tanto de uno como del otro son las mismas. Referente  al desarrollo neuromotor pasa lo mismo. Un hombre puede ser un estupendo bailarín, así como una mujer  una fantástica jugadora de fútbol.
De otra parte, en los temas que versan respeto al entrenamiento y desarrollo  de la coordinación motora en las edades adultas, las mujeres salen ganando, pues los hombres todavía tienen un cierto rechazo al aprendizaje de actividades que unen  ritmo y movimiento; por otro lado, las mujeres  prefieren   actividades donde  existan elementos como  la música y la coreografía. Música y coreografía son mecanismos claves para la mejoría de la coordinación motora y para el desenvolvimiento de la psicomotricidad.
Desafortunadamente en algunos países  aún existe un cierto preconcepto respeto a las actividades coreografiadas.
Nuestro cerebro necesita desafíos constantemente. Dar estímulos al encéfalo es la mejor manera de entrenarlo. Los estímulos que se refieren  al sistema neuromuscular son los que favorecen el desarrollo y mejoría de nuestra coordinación motora. Infelizmente poco se hace para el avance de este departamento.
Un gran amigo mío, doctor en química y presidente de una importante empresa de esta rama en México, cierta vez se  propuso como un  desafío personal empezar a hacer clases de Hip Hop. Él nunca había entrado en una clase de gimnasia en la vida y el único contacto que había  tenido  con la danza, fue  como espectador en los musicales de Broadway  y en  los espectáculos a los  que asistía. El punto positivo que tenía era que la danza le encantaba, pero soy consciente que  mi amigo no era la persona más agraciada para dicha actividad.  Para mí era un experimento, para él un reto.
En sus primeras clases su cuerpo no respondía a las informaciones que recibía. Le costaba mucho asimilar  los movimientos y su cerebro se bloqueaba constantemente. Me di cuenta de que su problema no era timidez, tampoco  vergüenza; el problema que tenía era que pensaba demasiado. Intentaba buscar una lógica para todo, al igual que hacen los químicos como él. A los movimientos no hay que entenderlos, sino ejecutarlos y  mecanizarlos. El cerebro se encarga de codificarlos. Mi amigo  entrenaba  las coreografías después de su trabajo en la empresa durante 1 hora  todos los  días.
El movimiento es similar a los libros. Los libros mejoran nuestros  conocimientos, nuestra  lectura, nuestro  raciocinio, nuestra manera de hablar   y de pensar. El aprendizaje y entrenamiento de los movimientos mejoran la  acción neuromuscular haciendo que nuestro cerebro haga que los músculos reaccionen de una manera bastante más rápida a todos los estímulos que reciba.  Cuanto mayor la cantidad  de estímulos diferentes,  mejor será el desarrollo de nuestra coordinación motora.
En el caso de mi amigo, el resultado fue sorprendente, además de muy satisfactorio. Al cabo de dos meses lograba seguir las coreografías como todos los demás; por supuesto con sus limitaciones, pero lo más importante de este estudio es que conseguí comprobar que una persona aparentemente descoordinada, sin flexibilidad, sin musicalidad, y  de raciocinio radicalmente lógico consiguiera bailar ejecutando movimientos difíciles y de extremada dificultad   coreográfica. De otra parte me decía que el haber empezado con las clases de danza, hizo que le resultara más agradable para sus piernas hacer footing, además que se sentía tremendamente más coordinado.
En este momento era consciente de que no podía parar ahí, y planteé el mismo estudio con una persona que tenía una gran comodidad con en la ejecución de movimientos difíciles. Era una bailarina profesional y  presumía de una envidiable  coordinación motora, además de tener una musculatura y  flexibilidad muy bien  trabajadas. Le he planteado movimientos que huían totalmente de lo que ella estaba acostumbrada. Se diseñaron  movimientos coreografiados  con y sin música, pero nada dentro del radio de conocimiento de esta profesional. El objetivo era evaluar su capacidad  psicomotriz. Fue realmente sorprendente, pues sus  reacciones fueron exactamente iguales a las de mi amigo en el principio del experimento. Su cuerpo se bloqueaba en casi todos los estímulos planteados. Una vez que se familiarizaba con los ejercicios a través de la repetición, conseguía ejecutarlos, pero con más tensión e inseguridad de la que experimentó  mi querido  ingeniero químico.
En el caso de mi amigo, la asincronía  de los músculos, del movimiento y de sus oídos al recibir las informaciones auditivas, le hacía perderse dentro de unos estímulos que en su vida había probado. De otra parte, una vez que se familiarizó con las  nuevas  informaciones recibidas, se puso a entrenarlas facilitando así  la sincronía muscular para dichos  estímulos. En el caso de la bailarina la cosa era diferente, pues ésta ya gozaba de una estupenda sincronía muscular y tenía todos los elementos para disfrutar de un inusitado  control del movimiento. El tema era que ella estaba acostumbrada con otra clase de información auditiva y coreográfica, hecho que le supuso una tremenda dificultad en la asimilación de nuevos estímulos a la vez que le provocó una colosal inseguridad. De la misma manera que sucedió a mi amigo, la bailarina se sumergió en sus deberes de casa y entrenó  los nuevos movimientos de la manera que se le sugería. Al final logró realizar los movimientos.
Lo que el estudio nos ha dejado claro es que en las funciones regulares  del sistema nervioso, todos funcionamos de la misma manera. Los que tengan un  mejor desarrollo motor tendrán una  mejor respuesta neuromuscular y en consecuencia mejor coordinación motora. Eso depende de cada uno.      
 
         

martes, 20 de marzo de 2012

EL ACTO DE COMER

Todos sabemos que comer es la cosa más importante para nuestra supervivencia. Es una de las únicas acciones que producen los mamíferos de manera similar. Referente a los humanos, hoy somos cada vez más conscientes de la importancia de la alimentación un nuestras vidas. Se estudian los alimentos, su composición, las mejores maneras de consumirlos, las mejores dietas para según qué tipo de necesidad, pero en muchos casos se siguen cometiendo errores que antes hacíamos con menor regularidad.
La velocidad con la que comemos es uno de los errores más comunes y uno de los más perjudiciales a nuestra salud. Cuando comemos con velocidad, hacemos que el ejercicio de la alimentación sea una cosa mecánica y dejamos de disfrutar de este momento tan “celestial”; cuando se come con velocidad no sentimos el sabor de los alimentos en la boca. De otra parte, hacemos que este  momento que a un principio debería ser de descanso y serenidad, pase a ser de estrés y nervios que repercutirán negativamente en nuestro organismo de una manera importante. Comiendo con velocidad no mensuramos las porciones de alimentos que ingerimos al mismo tiempo que relacionamos  mal las cantidades que necesitamos, las que nuestro estómago puede soportar, y la saciedad. La predisposición a ganar peso es eminente, pues en la mayor parte de los casos no comemos lo que necesitamos para estar alimentados, sino que “comemos con los ojos”. El organismo asimila matemáticamente la energía que condiciona su buen funcionamiento y el excedente lo almacena. De ahí son producidos los tan famosos michelines.
Al comer grandes cantidades, damos al estómago una inusitada dificultad para digerir los alimentos. Si dichos alimentos son de difícil digestión como es el caso de las carnes, la cosa empeora.
El sistema digestivo es responsable de procesar la comida, descomponiéndola en diversas proteínas, carbohidratos, minerales, ácidos grasos y otras sustancias que pasan a la sangre para que puedan ser útiles al cuerpo. Estas sustancias proporcionan el sustrato para construir, reparar y controlar los sistemas del organismo. El proceso digestivo comienza en la boca, donde el alimento se mastica y descompone en pequeñas partes. Las enzimas salival es inician la digestión. El bolo masticado desciende por el esófago mediante movimientos peristálticos hasta el estómago, donde los ácidos lo disuelven. El alimento semidigerido, o quimo, pasa a través del píloro, barrera muscular del fondo del estómago, hacia el intestino delgado y grueso. A través de los largos e enmarañados canales, los nutrientes del quimo se absorben e incorporan a la sangre, dejando atrás los residuos inutilizables. Estos residuos van al colon, donde se reabsorbe la mayor parte del agua hacia la sangre, y luego pasan al recto, donde se eliminan del cuerpo.
Cuando los alimentos entran en el estómago, las glándulas gástricas secretan ácido clorhídrico y las enzimas pepsina, renina y lipasa, que ayudan a digerir carbohidratos, proteínas y grasas. La capacidad de un estómago medio es de un litro, pero puede aumentar. Cuando está vacío o casi vacío, el estómago se contrae y forma unas bandas rugosas a su alrededor. Se creía que estas contracciones del estómago vacío eran las que producían la sensación de hambre. Ya se sabe que esta sensación la provoca el descenso de los niveles de glucosa en el torrente sanguíneo. A veces se puede sentir dicha contracción, que junto con el "sonido" que se produce al pasar comida por el tracto digestivo inferior sirven también como aviso de hambre.
El intestino delgado es el responsable de finalizar la digestión y de absorber los alimentos en el torrente sanguíneo. Es un tubo angosto, de unos 6 metros de longitud. Los alimentos entran en el duodeno, primera parte del intestino, desde el estómago. La bilis y otros jugos digestivos entran en el duodeno desde la vesícula, el páncreas y el hígado, para así poder iniciar el proceso digestivo. Los alimentos digeridos se desplazan con movimientos llamados peristálticos, a través de la válvula ileocecal hasta el intestino grueso. La digestión tiene lugar en millones de diminutas proyecciones de las células intestinales localizadas en la pared del intestino que se denominan vellosidades. Éstas absorben las proteínas y los hidratos de carbono que pasan por los capilares al hígado para el proceso metabólico. Los productos no absorbidos permanecen en el intestino grueso hasta su reabsorción parcial en forma de agua. Los restos pasan a través del ano para su eliminación del cuerpo. El intestino grueso se divide en ocho partes: el apéndice, el ciego, el colon ascendente, el colon transverso, el colon descendente, el colon sigmoideo, el recto y el ano.
Es importante tener  información sobre el funcionamiento de nuestro organismo, pues nos hace valorar la maravillosa  ingeniería que llevamos  dentro. Una vez que nosotros sabemos cómo funciona la digestión y qué pasa con los alimentos  después de que nos  los metemos en la boca, es fundamental que seamos más conscientes de los malos hábitos que muchos de nosotros adoptamos  al alimentarnos. Comer despacio es fundamental, pues quitará cualquier posibilidad de que ingiramos de  manera estresada, haciendo así que el  organismo funcione a un ritmo normal, por otro lado nos permite ser ecuánimes con el hambre que tenemos y la comida que ingerimos.
Es de costumbre universal hablar mientras comemos, momento de disfrute amistoso entre entes queridos,  amigos,  compañeros profesionales, etc. Hablar y comer no es cosa que se debe hacer, pero en muchos casos  es algo inevitable. En verdad sería triste disfrutar de una comida  estando  acompañado, pero  sin emitir palabra. Aunque no se deba hacer, si es imposible hacer lo correcto, hagamos lo incorrecto de una manera inteligente. Debemos masticar bien los alimentos  para facilitar el trabajo del estómago en el proceso digestivo,  de otra parte el cerebro asimila la saciedad a partir de los 20 minutos después de haber introducido el primer bocado. Por ese motivo es muy interesante que además de masticar bien, comamos despacio.  Si hablamos mientras comemos corremos el riesgo de atragantarnos con los alimentos y tener una asfixia, al mismo tiempo que mientras hablamos y comemos, ingerimos por la boca una tremenda cantidad de aire que se alojará en el estómago. Eso hará que en un primer momento nuestro estómago se llene dándonos la sensación de estar satisfechos, pero en un cortísimo espacio de tiempo este aire saldrá del estómago y la sensación se revertirá en más hambre. Siendo así comeremos más.
Como un buen consejo,  mientras estemos comiendo acompañados y nos resulte  inevitable no hablar, comamos despacio, disfrutemos de la compañía y de los sabores.

martes, 13 de marzo de 2012

ENVEJECER CON JUVENTUD

En el artículo de la semana pasada facilité una información referente a un increíble descubrimiento sobre la longevidad de la vida. Tal revelación explicaba que  era posible la prolongación de la vida hasta alrededor de los 500 años. Es este un hallazgo verdaderamente sorprendente. De una cierta manera la vida humana se va alargando con el paso de los años; a principios del siglo pasado el tiempo de vida se reducía a 50 años; en el día de hoy se alarga hasta los 80 o 90 años. Pero lo que es importante, más que la longevidad, es la calidad de vida  que uno pueda tener mientras viva.
¿De qué sirve tener una larguísima vida, pero sin calidad?
Afortunadamente las personas se están dando cuenta de que tener una buena calidad de vida es fundamental. Hoy nos cuidamos  más, tenemos  más información respeto a la calidad y funcionalidad de los alimentos, entrenamos  para mantener un buen nivel de aptitud física, etc.
Para tener una vejez con calidad, una de las principales claves está en que nos cuidemos desde pequeños. Es fundamental que tengamos una extremada preocupación por la formación de los niños, no solo en los aspectos relacionados al desarrollo intelectual, que es de suma importancia, sino también respeto a la salud física. Eso no quiere decir que un adulto no pueda cambiar su estilo de vida a mejor. Las personas que en un primer momento se portan mal consigo mismas probando el vicio, la obesidad o mismo el sedentarismo con presencia de dolor articular o muscular, estarán perdiendo calidad de vida. Lo que se gasta ya no se recupera. De todas formas siempre hay  tiempo para que hagamos  algo positivo para nuestras vidas y para nuestra salud.    
De las más variadas culturas que existen en el mundo, los países que tienen por costumbre la práctica de la actividad física como es el caso de Japón, nos muestran que la vejez de este país es de la más sana que hay. Es un gran error asociar la vejez  con  las arrugas y la imposibilidad de hacer cosas. Eso ha cambiado mucho.
En mi vida tengo 3 claros ejemplos maravillosos. Tres  personas que en un primer momento fueron mis pacientes y que en un corto periodo de tiempo pasaron a ser clientes de mi programa de reeducación postural funcional, y cuyas  edades varían entre los 84, 86 y 92 años. Sólo una de ellas había practicado actividad física con anterioridad. Al principio no podían hacer casi nada de lo que se les proponía. El trabajo se realizaba en grupo  y se mezclaban personas de todas las edades. Mas lo interesante de ese entrenamiento es que cada individuo trabajaba el mismo ejercicio  dentro de sus posibilidades: de su  fuerza, de su resistencia, etc. Eran sesiones de 90 minutos, una vez por semana. Al final del segundo mes ya hacían la  mitad de la clase,  y en mitad del tercero la clase entera y si descanso. Al cabo de un año, las tres disfrutaban tanto haciendo este trabajo que la diferencia entre ellas y los jóvenes que empezaban era visible.
¡Les pegaban una paliza que no veas!
Es un trabajo que les proporcionaba calidad de vida, fuerza, resistencia para afrontar el día a día, ánimos para las adversidades, además de proporcionarles  la oportuna  rectificación de los desniveles musculares de su espalda. Por estos motivos y por muchos otros, estas personas tenían muchas ganas de trabajar su condición física. Era realmente genial ver personas con  esa edad compartiendo un trabajo físico con otras bastante más jóvenes, al mismo tiempo que  trabajaban  con la misma intensidad dentro de un entrenamiento muy intenso. Podéis creer o no en lo que os voy a decir, pero muchas niñas de 20 añitos no conseguían seguir el ritmo de mis  queridas "jovencitas". Era maravilloso verlas. Una de ellas tiene varios nietos esparcidos por el mundo. Todos los años se va a Australia, a Japón,  a Estados Unidos, a Luxemburgo,  a  Alemania  y a Suiza  para visitarlos. ¡Qué jubilación más maravillosa!
De todas  maneras creo que ese término “vejez” está dejando de existir, pues las personas mayores  afortunadamente se están espabilando, ya no se sienten viejos, quieren divertirse, quieren disfrutar de la vida, van al gimnasio, viajan y  eso es sensacional.


De otra parte es muy importante que las personas se cuiden más, pues las cosas que hacemos hoy repercutirán en lo que seremos mañana. Evitar el estrés, comer adecuadamente, beber agua durante el día, no fumar, beber con moderación, no utilizar drogas, intentar no complicarse la vida con problemas absurdos, trabajar bastante y descansar lo suficiente, tener tiempo para el ocio, trabajar el cerebro, ser positivo, siempre que se pueda conocer un lugar diferente, leer cosas interesantes, practicar actividad física siempre que se pueda, o mejor dicho, hacer que se pueda siempre. En otras palabras, debemos procurar ser felices y disfrutar de la vida al máximo que podamos. Debemos vivir el día a día de la mejor manera que sepamos, siempre con la felicidad de saber que hoy es mejor que ayer, pero no mejor que mañana; y con la aspiración de estar seguros de que el día terminará bien.
Con el tiempo la ciencia será capaz de conseguir grandes avances. El mejor conocimiento de los aspectos fisiológicos y psicológicos del envejecimiento nos permitirá dar una ayuda más eficaz a los ancianos.
El organismo es una máquina maravillosa, pero  todas las máquinas  pueden estropearse. Lo mejor para una vida sana es cuidar de esta máquina, nuestro propio cuerpo. Las normas para llevar una vida sana son tan simples que los niños las aprenden en el colegio. Sin embargo, muchas veces son ignoradas.
La clave de la eterna juventud es la actitud. Hay muchos jóvenes que piensan como ancianos y ancianos que piensan como jóvenes. No importa la edad que uno tenga, lo que importa es su  actitud. Desafortunadamente en algunas culturas,  personas por encima de los 40 años son consideradas mayores. Eso es una tremenda barbaridad. En las principales economías del mundo la experiencia es considerada un grado. Las personas mayores que tengan conocimiento comprobado de algo o una formación universitaria, están muy bien cotizadas.
Todavía hay mucho rechazo en torno de la vejez. Es una de las cosas inevitables de la vida, condición sine qua nón para proceso cronobiológico del cuerpo  humano, es  un camino natural que todos tendremos que pasar. La clave está en saber si disfrutarás de una vejez cronológica,  biológica o las dos cosas. Yo desde luego  me inclinaría por la cronológica. Si uno mantiene las buenas costumbres de tener una vida sana y equilibrada, no tendrá de qué  preocuparse.

    

martes, 6 de marzo de 2012

EL VASO MEDIO LLENO MEDIO VACÍO

En los últimos años una gran cantidad de científicos de todo el mundo empezaron a estudiar los procesos mentales que no controlamos. Son muchos los temas que huyen de la cognición y que no tenemos de todo controlados. El optimismo y el pesimismo son dos de estos procesos que se siguen investigando. Es muy interesante saber que aun con la gran cantidad de avances que nos brinda  la ciencia, todavía no hemos conseguido tener claro cuál es la capacidad real de nuestro cerebro.
Muchas veces no  conseguimos  controlar  nuestras acciones, tampoco nuestros pensamientos; otras veces fantaseamos con situaciones que nos gustaría que fuesen reales, pero no lo son. Éste es un claro ejemplo de que nuestro encéfalo tiene una capacidad ilimitada de acciones, pero que no son controladas como es debido.
 Al final de cada día siempre me planteo la misma pregunta: ¿Habré hecho todo aquello que estaba dentro de mis posibilidades para mejorar como persona?
En  este “mejorar como persona” no me refiero solamente a las relaciones interpersonales, sino y  sobre todo a la relación que tengo con mi proprio ser. Cuántos de nosotros hemos parado para pensar en la cantidad de veces que  dejamos  de utilizar el sentido común en las acciones de nuestro día a día. Nosotros entrenamos nuestro  cerebro constantemente, pero como en todo, es importante darle  el ejercicio pertinente para que el encéfalo pueda respondernos de la manera  que requerimos. La mejor forma  de conseguir hacerlo es seguir  educándolo.
Entrenamos  nuestro cerebro desde que nacemos. Las costumbres adquiridas nos proporcionan  un aprendizaje inconsciente.  Aprender a hablar, a escribir, a caminar, a correr, el aprendizaje de los límites que debemos tener en las relaciones con los demás, lo que aprendemos en nuestra educación hasta la Universidad y lo que seguimos aprendiendo en la vida profesional. ¡Todo eso no basta! A medida que pasa el tiempo, vamos descubriendo cosas diferentes, y eso hace que tengamos que dejar de utilizar  muchas de las informaciones aprendidas  en el pasado debido a que  éstas ya no nos sirven. Hay muchas personas que se empeñan en resistir a probar el ejercicio del reciclaje de  informaciones y se quedan atrapadas en el pasado o en la incredulidad de lo que pasa en el presente.
En dada ocasión,  en una cena  con  amigos, he comentado a uno de ellos los avances de la ciencia en el campo de la genética. Le comentaba  que había sido descubierto un gen de la longevidad de la vida que hacía posible extenderla en los mamíferos en más de un 15%.Es un gen que se llama “Sirtuinas”,  que contiene  proteínas capaces de retrasar el envejecimiento. Científicos de la Universidad de Bar – Ilan(Israel) revelaron que los ratones que tenían Sirtuinas  vivían un 15% más de los que no tenían esta proteína. Los científicos de todo el mundo  siguen  investigando de una manera muy efusiva para conocer cada vez más detalles de este hallazgo. En este campo, las biólogas Cynthia Kenyon y Julie Pinkston de la Universidad de California (San Francisco) son las que más lejos han llegado. Ellas  consiguieron encontrar la forma de hacer hibernar ésta proteínas de manera que se  bloquearía el proceso de envejecimiento aumentando así la longevidad de la vida humana hasta 500 años. ¿Increíble verdad?    
Inverosímil fue el asombro de esta persona al escuchar mi información, cosa que le hizo manifestar una tremenda indignación y desconfianza por la veracidad del tema. Mientras se lo contaba, le recordaba en todo momento que no era algo de mi invención, sino investigaciones que habían sido comprobadas y  publicadas en importantes revistas científicas.
Por increíble que pueda parecer, la persona a que me refiero era un profesor. Soy consciente de que es  imposible estar informado de todo lo que ocurre, sobre todo cuando el tema huye a nuestro conocimiento,  pero al paso que va la marcha de las cosas en los tiempos que corren, no se  puede dudar de nada hasta que se contraste la información; hoy  todo es posible. Si la indagación ha sido contrastada y aún sigue la desconfianza respeto  a la información recibida, se comprueba que la persona en cuestión goza de una tremenda terquedad y una aguda  incredulidad hacia  las informaciones que desconoce o que no consigue asimilar.    
Las personas que están abiertas a nuevas informaciones son más flexibles a las adversidades del día a día, además de que tienen la capacidad de seguir  aprendiendo constantemente. Es fundamental no estar encerrado. En los tiempos actuales, las personas que consigan hacer la composición de información y conocimiento estarán por delante en todos los sentidos.
Trabajar el cerebro en la aceptación de nuevas situaciones es un estupendo ejercicio que nos reportará un crecimiento cognitivo muy importante. Podemos ver un  problema con diferentes  enfoques y distintas soluciones. De otra parte, hay casos en que dos personas diferentes, una  optimista y otra pesimista, pueden tomar una decisión idéntica  para solucionar el mismo  problema. El tema en cuestión es saber el camino que recorrieron para la toma de estas decisiones. Estoy convencido de que el pesimista habrá  sufrido  mucho más en dicha  trayectoria.    
Ser positivo o negativo es algo que desarrollamos con el tiempo, y nuestro entorno tiene mucho que ver con la formación de nuestro carácter. Como una opinión personal, creo que todos tenemos algo de optimista dentro de nosotros, aunque nos refiramos a las personas más negativas que existan en el mundo. Todos creemos en algo y todos esperamos algo.
Es posible focalizar el cerebro hacia el optimismo. Ver el lado bueno de las cosas  aunque sean malas  es un gran paso para ello. En las malas situaciones  no podemos dejar de ser realistas, pero tampoco debemos ser derrotistas a punto de dejar que las cosas se tuerzan de tal manera que perdamos el rumbo  a  las soluciones de estos problemas. Si pensamos en  positivo, trabajamos el cerebro de una manera más tranquila, tendremos más ánimo para las cosas, y además que estoy seguro de que seremos más felices.
 No conozco a ninguna persona que sea negativa y que sea  feliz. No conozco a nadie que haya conquistado algo importante y que sea del todo negativo. El pesimismo es un gran entrabe para el éxito y el optimismo  un gran impulso para la  victoria.
Cuando nos enfocamos hacia algo que deseamos de una manera  positiva, tenemos más ánimos para luchar por lo que queremos. A cada pequeña conquista nos llenamos de valor  y energía;  con ello liberamos en nuestro organismo endorfinas y serotoninas,  que son neurotransmisores que nos dan ánimo, alegría  y por consiguiente  fuerzas para la lucha. Cuanto más nos animamos, más neurotransmisores son liberados y más felices nos sentimos en el camino hacia  nuestras conquistas. 
Normalmente los atletas son muy positivos y la negatividad no se les pasa por la cabeza. El objetivo de un atleta es siempre ganar. Un atleta jamás puede ser pesimista o pensar negativamente, pues eso representaría una derrota detrás  de otra. En la vida deberíamos ser como los atletas. Si pensamos positivamente siempre venceremos, aunque en dado  momento  perdamos alguna  batalla, la guerra seguirá.
¿Cómo ves tú el vaso de agua? ¿Medio lleno o medio vacío?